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Pedro y Pablo, Santos |
Apóstoles y Mártires
Origen de la fiesta San Pedro
y San Pablo son apóstoles, testigos de Jesús
que dieron un gran testimonio. Se dice que son las
dos columnas del edificio de la fe cristiana. Dieron su
vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se
extendió por todo el mundo.
Los cadáveres de San Pedro y
San Pablo estuvieron sepultados juntos por unas décadas, después se
les devolvieron a sus sepulturas originales. En 1915 se
encontraron estas tumbas y, pintadas en los muros de
los sepulcros, expresiones piadosas que ponían de manifiesto la devoción
por San Pedro y San Pablo desde los inicios de
la vida cristiana. Se cree que en ese lugar se
llevaban a cabo las reuniones de los cristianos primitivos. Esta
fiesta doble de San Pedro y San Pablo ha sido
conmemorada el 29 de Junio desde entonces.
El sentido de tener
una fiesta es recordar lo que estos dos grandes santos
hicieron, aprender de su ejemplo y pedirles en este día
especialmente su intercesión por nosotros.
San Pedro
San Pedro fue uno de los doce apóstoles de Jesús.
Su nombre era Simón, pero Jesús lo llamó Cefas que
significa “piedra” y le dijo que sería la piedra
sobre la que edificaría Su Iglesia. Por esta razón, le
conocemos como Pedro. Era pescador de oficio y Jesús lo
llamó a ser pescador de hombres, para darles a conocer
el amor de Dios y el mensaje de salvación. Él
aceptó y dejó su barca, sus redes y su casa
para seguir a Jesús.
Pedro era de carácter fuerte e impulsivo
y tuvo que luchar contra la comodidad y contra su
gusto por lucirse ante los demás. No comprendió a
Cristo cuando hablaba acerca de sacrificio, cruz y muerte y
hasta le llegó a proponer a Jesús un camino más
fácil; se sentía muy seguro de sí mismo y le
prometió a Cristo que nunca lo negaría, tan sólo unas
horas antes de negarlo tres veces.
Vivió momentos muy importantes junto
a Jesús:
Vio a Jesús cuando caminó sobre las aguas. Él
mismo lo intentó, pero por desconfiar estuvo a punto de
ahogarse.
Prensenció la Transfiguración del Señor.
Estuvo presente cuando aprehendieron a
Jesús y le cortó la oreja a uno de los
soldados atacantes.
Negó a Jesús tres veces, por miedo a los
judíos y después se arrepintió de hacerlo.
Fue testigo
de la Resurrección de Jesús.
Jesús, después de resucitar, le preguntó
tres veces si lo amaba y las tres veces respondió
que sí. Entonces, Jesús le confirmó su misión como jefe
Supremo de la Iglesia.
Estuvo presente cuando Jesús subió
al cielo en la Ascensión y permaneció fiel en la
oración esperando al Espíritu Santo.
Recibió al Espíritu Santo el
día de Pentecostés y con la fuerza y el valor
que le entregó, comenzó su predicación del mensaje de Jesús.
Dejó atrás las dudas, la cobardía y los miedos y
tomó el mando de la Iglesia, bautizando ese día a
varios miles de personas.
Realizó muchos milagros en nombre de
Jesús.
En los Hechos de los Apóstoles, se narran
varias hazañas y aventuras de Pedro como primer jefe de
la Iglesia. Nos narran que fue hecho prisionero con Juan,
que defendió a Cristo ante los tribunales judíos, que fue
encarcelado por orden del Sanedrín y librado milagrosamente de sus
cadenas para volver a predicar en el templo; que lo
detuvieron por segunda vez y aún así, se negó a
dejar de predicar y fue mandado a azotar.
Pedro convirtió a
muchos judíos y pensó que ya había cumplido con su
misión, pero Jesús se le apareció y le pidió que
llevara esta conversión a los gentiles, a los no judíos.
En esa época, Roma era la ciudad más importante del
mundo, por lo que Pedro decidió ir allá a predicar
a Jesús. Ahí se encontró con varias dificultades: los romanos
tomaban las creencias y los dioses que más les gustaban
de los distintos países que conquistaban. Cada familia tenía sus
dioses del hogar. La superstición era una verdadera plaga, abundaban
los adivinos y los magos. Él comenzó con su
predicación y ahí surgieron las primeras comunidades cristianas. Estas comunidades
daban un gran ejemplo de amor, alegría y de honestidad,
en una sociedad violenta y egoísta. En menos de trescientos
años, la mayoría de los corazones del imperio romano quedaron
conquistados para Jesús. Desde entonces, Roma se constituyó como el
centro del cristianismo.
En el año 64, hubo un incendio muy
grande en Roma que no fue posible sofocar. Se corría
el rumor de que había sido el emperador Nerón el
que lo había provocado. Nerón se dio cuenta que peligraba
su trono y alguien le sugirió que acusara a los
cristianos de haber provocado el incendio. Fue así como se
inició una verdadera “cacería” de los cristianos: los arrojaban al
circo romano para ser devorados por los leones, eran quemados
en los jardines, asesinados en plena calle o torturados cruelmente.
Durante esta persecución, que duró unos tres años, murió crucificado
Pedro por mandato del emperador Nerón.
Pidió ser crucificado de
cabeza, porque no se sentía digno de morir como su
Maestro. Treinta y siete años duró su seguimiento fiel a
Jesús. Fue sepultado en la Colina Vaticana, cerca del lugar
de su martirio. Ahí se construyó la Basílica de San
Pedro, centro de la cristiandad.
San Pedro escribió dos cartas
o epístolas que forman parte de la Sagrada Escritura.
¿Qué nos
enseña la vida de Pedro?
Nos enseña que, a pesar de
la debilidad humana, Dios nos ama y nos llama a
la santidad. A pesar de todos los defectos que tenía,
Pedro logró cumplir con su misión. Para ser un buen
cristiano hay que esforzarse por ser santos todos los días.
Pedro concretamente nos dice: “Sean santos en su proceder como
es santo el que los ha llamado” (I Pedro, 1,15)
Cada quien, de acuerdo a su estado de vida, debe
trabajar y pedirle a Dios que le ayude a alcanzar
su santidad. Nos enseña que el Espíritu Santo puede obrar
maravillas en un hombre común y corriente. Lo puede hacer
capaz de superar los más grandes obstáculos.
La Institución del Papado
Toda
organización necesita de una cabeza y Pedro fue el primer
jefe y la primera cabeza de la Iglesia. Fue el
primer Papa de la Iglesia Católica. Jesús le entregó las
llaves del Reino y le dijo que todo lo que
atara en la Tierra quedaría atado en el Cielo y
todo lo que desatara quedaría desatado en el Cielo. Jesús
le encargó cuidar de su Iglesia, cuidar de su rebaño.
El trabajo del Papa no sólo es un trabajo de
organización y dirección. Es, ante todo, el trabajo de un
padre que vela por sus hijos.
El Papa es el representante
de Cristo en el mundo y es la cabeza visible
de la Iglesia. Es el pastor de la Iglesia, la
dirige y la mantiene unida. Está asistido por el Espíritu
Santo, quien actúa directamente sobre Él, lo santifica y le
ayuda con sus dones a guiar y fortalecer a la
Iglesia con su ejemplo y palabra. El Papa tiene la
misión de enseñar, santificar y gobernar a la Iglesia.
Nosotros, como
cristianos debemos amarlo por lo que es y por
lo que representa, como un hombre santo que nos da
un gran ejemplo y como el representante de Jesucristo en
la Tierra. Reconocerlo como nuestro pastor, obedecer sus mandatos, conocer
su palabra, ser fieles a sus enseñanzas, defender su persona
y su obra y rezar por Él.
Cuando un Papa muere,
se reúnen en el Vaticano todos los cardenales del mundo
para elegir al nuevo sucesor de San Pedro y a
puerta cerrada, se reúnen en Cónclave (que significa: cerrados con
llave). Así permanecen en oración y sacrificio, pidiéndole al Espíritu
Santo que los ilumine. Mientras no se ha elegido Papa,
en la chimenea del Vaticano sale humo negro y cuando
ya se ha elegido, sale humo blanco como señal de
que ya se escogió al nuevo representante de Cristo en
la Tierra.
San Pablo
Su nombre hebreo era Saulo. Era
judío de raza, griego de educación y ciudadano romano. Nació
en la provincia romana de Cilicia, en la ciudad de
Tarso. Era inteligente y bien preparado. Había estudiado en las
mejores escuelas de Jerusalén. Era enemigo de la nueva religión cristiana
ya que era un fariseo muy estricto. Estaba convencido y
comprometido con su fe judía. Quería dar testimonio de ésta
y defenderla a toda costa. Consideraba a los cristianos como
una amenaza para su religión y creía que se debía
acabar con ellos a cualquier costo. Se dedicó a combatir
a los cristianos, quienes tenían razones para temerle. Los jefes
del Sanedrín de Jerusalén le encargaron que apresara a los
cristianos de la ciudad de Damasco.
En el
camino a Damasco, se le apareció Jesús en medio de
un gran resplandor, cayó en tierra y oyó una
voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
( Hechos de los Apóstoles 9, 1-9.20-22.). Con esta frase,
Pablo comprendió que Jesús era verdaderamente Hijo de Dios y
que al perseguir a los cristianos perseguía al mismo Cristo
que vivía en cada cristiano. Después de este acontecimiento, Saulo
se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos
no veía nada. Lo llevaron a Damasco y pasó tres
días sin comer ni beber. Ahí, Ananías, obedeciendo a Jesús,
hizo que Saulo recobrara la vista, se levantara y fuera
bautizado. Tomó alimento y se sintió con fuerzas. Estuvo
algunos días con los discípulos de Damasco y después
empezó a predicar a favor de Jesús, diciendo que era
el Hijo de Dios. Saulo se cambió el nombre por
Pablo. Fue a Jerusalén para ponerse a la orden de
San Pedro.
La conversión de Pablo fue total y es el
más grande apóstol que la Iglesia ha tenido. Fue el
“apóstol de los gentiles” ya que llevó el Evangelio a
todos los hombres, no sólo al pueblo judío. Comprendió muy
bien el significado de ser apóstol, y de hacer apostolado
a favor del mensaje de Jesús. Fue fiel al llamado
que Jesús le hizo en al camino a Damasco.
Llevó
el Evangelio por todo el mundo mediterráneo. Su labor no
fue fácil. Por un lado, los cristianos desconfiaban de él,
por su fama de gran perseguidor de las comunidades cristianas.
Los judíos, por su parte, le tenían coraje por "cambiarse
de bando". En varias ocasiones se tuvo que esconder y
huir del lugar donde estaba, porque su vida peligraba. Realizó
cuatro grandes viajes apostólicos para llevar a todos los hombres
el mensaje de salvación, creando nuevas comunidades cristianas en los
lugares por los que pasaba y enseñando y apoyando las
comunidades ya existentes.
Escribió catorce cartas o epístolas que forman
parte de la Sagrada Escritura.
Al igual que Pedro, fue martirizado
en Roma. Le cortaron la cabeza con una espada pues,
como era ciudadano romano, no podían condenarlo a morir en
una cruz, ya que era una muerte reservada para los
esclavos.
¿Qué nos enseña la vida de San Pablo?
Nos enseña
la importancia de la labor apostólica de los cristianos. Todos
los cristianos debemos ser apóstoles, anunciar a Cristo comunicando su
mensaje con la palabra y el ejemplo, cada uno en
el lugar donde viva, y de diferentes maneras.
Nos enseña
el valor de la conversión. Nos enseña a hacer caso
a Jesús dejando nuestra vida antigua de pecado para comenzar
una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras
y al apostolado.
Esta conversión siguió varios pasos: 1. Cristo dio el primer
paso: Cristo buscó la conversión de Pablo, le tenía una
misión concreta. 2. Pablo aceptó los dones de Cristo: El mayor
de estos dones fue el de ver a Cristo en
el camino a Damasco y reconocerlo como Hijo de Dios.
3. Pablo vivió el amor que Cristo le dio: No sólo
aceptó este amor, sino que los hizo parte de su
vida. De ser el principal perseguidor, se convirtió en el
principal propagador de la fe católica. 4. Pablo comunicó el amor
que Cristo le dio: Se dedicó a llevar el gran
don que había recibido a los demás. Su vida fue
un constante ir y venir, fundando comunidades cristianas, llevando el
Evangelio y animando con sus cartas a los nuevos cristianos
en común acuerdo con San Pedro.
Estos mismos pasos son los
que Cristo utiliza en cada uno de los cristianos. Nosotros
podemos dar una respuesta personal a este llamado. Así como
lo hizo Pablo en su época y con las circunstancias
de la vida, así cada uno de nosotros hoy puede
dar una respuesta al llamado de Jesús.
San Pedro, príncipe de los apóstoles, nació en
Bethsaida y fue hermano de San Andrés. Era pescador, cuando se presentó
con su hermano a Jesucristo, quien le dijo que había de ser piedra
fundamental de su Iglesia. Días después, hallándose el Señor en las
riberas del mar, le vio con su hermano Andrés, y, llamándolos, les dijo:
"Venid en pos de Mi, para ser pescadores, no de peces, sino de
hombres." Obedeciendo la voz del Señor, lo dejaron todo y siguieron a
Cristo con alegría. Habiendo tenido Pedro la debilidad de negar a su
divino Maestro, reparó su caída con dolorosa contrición.
Luego que recibió al Espíritu Santo, recorrió el Asia,
y, de vuelta en Jerusalén, fue buscado por San Pablo para aprovecharse
de sus luces. Preso el santo apóstol por Herodes Agripa, un ángel del
Señor le sacó de la prisión.
Finalmente, hallándose en Roma, fue preso con San Pablo
de orden de Nerón, y a los nueve meses murió crucificado cabeza abajo, y
San Pablo degollado. Fue el martirio de estos dos gloriosos príncipes
de los apóstoles el día 29 de Junio año 68.
San Pedro y San Pablo
Solemnidad: 29 de junio
Cada
29 de junio, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles,
recordamos a estos grandes testigos de Jesucristo y, a la vez, hacemos
una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y
apostólica. Ante todo es una fiesta de la catolicidad.
Pedro, el amigo frágil y apasionado de Jesús, es el
hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia: “Tú eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt 16,16). Aceptó con
humildad su misión hasta el final, hasta su muerte como mártir. Su tumba
en la Basílica de San Pedro en el Vaticano es meta de millones de
peregrinos que llegan de todo el mundo.
Pablo, el perseguidor de Cristianos que se convirtió en
Apóstol de los gentiles, es un modelo de ardoroso eevangelizador para
todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su
camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.
Imágenes:
Recursos sobre San Pedro y San Pablo:
Lo que le debemos a Pedro y Pablo, santos
Hace apenas dos días celebrábamos la festividad de San Pedro y San
Pablo, las denominadas columnas de la Iglesia pues fueron ellos los que,
ocupándose de los judíos el primero y de los gentiles el segundo
cumplieron la misión que les había sido encomendada.
Cada cual, por decirlo así, fueron artífices de dos realidades que
ahora debemos agradecer en suma: el ser unos bajo la misma fe y la
universalidad de la creencia en Dios
El padre Cantalamessa (Predicador del Papa), en el comentario
al evangelio de la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo (2008) dejó
dicho algo que, en cuanto a la unidad, resulta de todo punto importante:
“ Algo que podemos hacer desde ahora y todos es allanar el camino a
la reconciliación entre las Iglesias, comenzando por reconciliarnos con
nuestra Iglesia”
El caso es que existen, entre nosotros, hermanos en Cristo, determinadas actitudes que no concuerdan mucho con el Magisterio de la Iglesia ni con la Tradición y
que están, como poco, algo alejadas, de verdad, de la Esposa de Cristo
porque, en realidad, no les gusta ni lo que hace ni lo que dice ni lo
que siente la Iglesia en la que nacen, crecen y aman.
Aquí, pues, no hay unidad que valga y, efectivamente, como dice
Raniero Cantalamessa, resulta conveniente empezar, el tema de la unidad,
no separándonos de nuestra propia Iglesia, la que nos corresponde por
cercanía nacional y local.
Y para alcanzar tal fin se necesita, es obligación grave, la oración
porque sin ella el cristiano se encuentra vacío de espíritu y escaso de
voluntad fraterna.
A este respecto, cuando en la homilía de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de Pedro y San Pablo de 2007 Benedicto XVI se expresó en tal sentido, sobre la oración, citado arriba no hizo sino manifestar la necesidad de unidad. Así “ Esta
Basílica, que ha visto eventos de profundo significado ecuménico, nos
recuerda que es importante rezar juntos para implorar al don de la
unidad, aquella unidad por la que San Pedro y San Pablo han dedicado su
existencia hasta el supremo sacrificio de la Sangre”.
Es claro que a nosotros no se nos pide un sacrificio tan extremo (el
de dar la vida física), al menos por ahora. Sin embargo, sí que hemos de
poner de nuestra parte un poco de comprensión hacia la otra parte
porque, de no hacerlo así, se nos debería recordar eso del “ llanto y el rechinar de dientes”
que será el estado en el que nos encontraremos de seguir por el camino
contrario al expresado por quien corresponde sobre la unidad de los
cristianos llevada a nuestra Iglesia más cercana. Pero también se pide,
de la misma forma y con la misma exigencia, que aquellos que se sienten
alejados de la que llaman “ Iglesia jerarquía” muestren, al menos, síntomas de no alejamiento, hechuras de ser hermanos en Cristo.
Por tanto a San Pedro le debemos la llamada a ser una misma realidad religiosa sin atención a pareceres particulares.
Pero, en determinadas ocasiones, puede que nos coja por sorpresa la
necesaria unidad que, bajo el Santo Padre, los obispos y los sacerdotes,
estamos llamados a seguir: unidad que no es sentirse parte una Iglesia
pero, en realidad, estar muy alejados de ella; unidad que no puede
consistir en mantener una actitud constantemente crítica con cuanto se
haga desde, por ejemplo, la Conferencia Episcopal Española y algunos, sobre todo, de sus organismos (ahí tenemos, sin ir más lejos, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe zaherida
tantas veces porque se la considera la sucesora de la Inquisición);
unidad, al fin, que no obedece a criterios particularistas sobre las
cuestiones de moral y ética cristianas sino que ha de seguir, digámoslo
así, lo establecido por quienes tienen legitimidad para hacerlo.
Pero es que, además, y no siendo poco importante lo dicho, se trata de universalidad.
Es universal la fe cuando no se constriñe la misma bajo capas
particulares, sentimentales o de escasa visión; universal cuando tiene
la certeza de que va mira más allá de lo propio.
Sobre esto, Benedicto XVI, cuando era conocido como Joseph Ratzinger, en la conferencia titulada “¿ Por qué permanezco en la Iglesia?” dijo que “Por eso una iglesia, una comunidad que se
hiciese a si misma, que estuviese fundada sólo sobre la propia gracia,
sería una contrasentido. La fe exige una comunidad que tenga poder y sea
superior a mí y no una creación mía ni el instrumento de mis propios
deseos”.
O sea, que lo sea universal, católica.
Por eso, en la Misa por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, de
hace, apenas, aquellos dos días a los que hacíamos referencia arriba,
manifestó el Santo Padre que el sentido de universalidad quiere decir “ Hacer
que la Iglesia no se identifique jamás con una sola nación, con una
sola cultura o con un solo estado. Que sea siempre la Iglesia de todos.
Que reúna a la humanidad más allá de las fronteras y que, en medio a las
divisiones de este mundo, siempre haga presente la paz de Dios, la
fuerza reconciliadora de su amor”,
Y eso se lo debemos, sobre todo, a San Pablo, que en sus continuas
idas y venidas por parte del mundo conocido entonces, supo hacer
efectivo aquel sentimiento de universalidad de la fe en Dios Creador y
Padre nuestro.
Lo otro, el sentirse referencia de la Iglesia pero teniendo la
exclusiva de cristiandad no deja de ser un sueño, una ilusión, una forma
de no haber entendido nada.
San Pedro y San Pablo
San Pedro y San Pablo |
San Pedro y San Pablo. |
Nombre oficial |
San Pedro y San Pablo |
Día de celebración |
29 de junio |
Lugar de celebración |
Internacional |
La solemnidad conjunta de San Pedro y Pablo es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, celebrada el 29 de junio. Se conmemoran en las fiestas patronales de la ciudad de Burgos.
La fecha bien es el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias. 1
En el Santoral católico, es celebrado como solemnidad.
En las últimas décadas, esta fiesta ha sido de importancia para el moderno movimiento ecuménico como una ocasión en la que el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla han oficiado servicios diseñados para que sus iglesias más cerca de intercomunión, como participación en lo común. Este es especialmente el caso durante el pontificado de Juan Pablo II, tal como se refleja en su encíclica, Ut Unum Sint [1] ( 25 de mayo de 1995).
Véase también
- Simón Pedro
- Pablo de Tarso
- Festividad de San Pedro ad Víncula o Cadenas de San Pedro
- Festividad de la Cátedra de San Pedro
- Festividad de la Conversión de Pablo
- Festividad del Naufragio de Pablo
Referencias
FIESTA SOLEMNE DE SAN PEDRO Y PABLO / DÍA DEL PAPA - Parte III
Este
29 de Junio celebramos también el DÍA DEL PAPA. Todos los católicos
recordamos con cariño y amor filial a S.S. Benedicto XVI, actual Vicario
de Cristo, quien sigue conduciendo valerosamente la Iglesia Católica
por los caminos de la Nueva Evangelización. Nunca olvidemos que “el Papa
es en la Iglesia Católica el principio y fundamento perpetuo y visible
de la unidad y de fe y comunión” (LG. N° 18).
Debemos unirnos al Papa siempre, especialmente en esta Fiesta, mediante
la oración, la obediencia Filial y el cumplimiento fiel de nuestra
misión cristiana.
LA SEGURIDAD E INDEFECTIBILIDAD DE LA IGLESIA
PEDRO, PABLO, JUAN PABLO II.
1. Hoy celebramos la memoria de tres personajes: Pedro, Pablo y Juan Pablo II.
SAN PEDRO: Jesús propuso una encuesta a sus discípulos: "¿Quién dice
la gente que es el Hijo del Hombre? - Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo? - Simón Pedro contestó: "Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo".
Entonces Jesús le hizo una promesa formal: "Dichoso, porque eso no te lo
ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre, que está en el
cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro" Mateo 16,13. Pedro= Petros= Quefá=
Piedra= Roca. En ese momento, Pedro sintió la mirada fija del Señor.
Toda vocación implica una mirada fija del Señor sobre uno. Pedro es el
primero a quien Jesús ha llamado. Nació en Betsaida, junto al lago de
Tiberíades y se trasladó a Cafarnaúm, donde junto con Juan y Santiago,
los hijos del Zebedeo, había montado una empresa pesquera. Elegidos los
tres por Jesús, se convirtieron en los discípulos más íntimos y fueron
testigos de los mayores acontecimientos de su vida, como la
Transfiguración, la resurrección de la hija de Jairo, y la agonía de
Getsemaní. El temperamento de Pedro era rudo, impetuoso y espontáneo. Lo
podemos comprobar tanto cuando contempla la pesca milagrosa, como
cuando Jesús se dispone a lavarle los pies en la última Cena, o defiende
a Jesús en el huerto con la espada. Y se manifiesta repentizador y
creativo, cuando le propone a Jesús construir tres chozas en el monte de
la Transfiguración, donde se encontraba a gusto. A Pedro y a sus
sucesores les concede Jesús una misión única en la Iglesia. Como ésta es
presentada bajo la imagen de un edificio o construcción, necesita
cimiento, roca visible, aunque el fundamento invisible es Cristo
resucitado, "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya
puesto, que es Jesucristo" (1 Cor 3,10).
2. Si el fundamento invisible es Cristo resucitado,
el visible es la cátedra de Pedro. Estos cimientos son la garantía de la
indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas que
tiene que superar su barca, que es otra alegoría apropiada al pescador
de Galilea, acostumbrado a capear y bracear en temporales y borrascas.
3. Dos metáforas expresan el poder especial de
Pedro: “A ti te daré las llaves del reino de los cielos” (Mt 16,19), lo
que significa que goza de la autoridad sobre la Casa. “Y lo que atares
en la tierra será atado en el cielo y lo que desatares en la tierra será
desatado en los cielos” (Ib), o sea el poder de permitir y prohibir,
que significa el gobierno de la Iglesia como sociedad.
4. Pero, como en el mundo el poder corrompe, Jesús
quiere que "el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor
de todos" (Mt 23,11. Poder ejercido desde el amor: por eso Cristo
pregunta a Pedro: "¿Me amas más que éstos? (Jn 21,15) ". Esta es la
segunda vocación de Pedro, que tuvo que pasar por lo más amargo de su
vida, experimentar su debilidad: negó tres veces a su Maestro, por quien
lo había dejado todo. Cuando se arrepintió y lloró amargamente, Jesús
convirtió su vuelta al amor en curación de amor, con sus tres promesas
de amor, con lo cual lo purificó para ser el pastor de los corderos y de
las ovejas. El amor lo purifica todo. El que había de ser pastor de
pecadores, es necesario que experimente la prueba humillante de ser él
mismo pecador. ¿Cómo habría, si no, podido comprender las experiencias
de una comunidad de pecadores?. “La Iglesia es un pueblo de pecadores y
de santos”, dice la L.G. Nadie es más humilde que el que se sabe pecador
perdonado. De no ser que sea un cínico. Sólo entonces, después de la
Resurrección, el que había recibido la promesa de que la Iglesia sería
construida sobre su Piedra, es confirmado en su misión de apacentar el
rebaño. Los dones de Dios son inmutables y en él no hay ni venganza ni
revancha, porque sabe que somos de barro, que, si hay humildad, él puede
moldear y restablecer. Pedro negó a Jesús, y lo negó precisamente por
creerse totalmente confirmado cuando todavía estaba sujeto a pecado.
Pedro presumió ante Jesús cuando dijo: “Aunque tenga que morir contigo,
no te negaré.” Y esa afirmación fue una verdadera humillación cuando se
dio cuenta que había negado al Señor tres veces. Ahora aparece un Pedro
humillado interiormente y externamente, un Pedro más humanizado por la
derrota. Ya no tiene la prepotencia que tantas veces le había corregido
Jesús. Por eso cuando Jesús le pregunta por tercera vez, tal vez en
recuerdo de la triple negación, si lo ama más que los otros, Pedro no
responde como antes, sino con un: “Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que
te quiero". Y cuando Pedro está entristecido por el recuerdo de su
pecado y se manifiesta humilde, recibe la misión de apacentar la
Iglesia, a los corderos y a las ovejas, es decir, Pastor Universal,
hermano mayor de los que quedamos aguardando la segunda venida del
Señor. Pedro no se desesperó, sino que creció en humildad y mereció
recibir una confirmación de su misión. Pedro, un pecador arrepentido,
fue elegido por Jesús para ser el guía de su Iglesia.
5. Y porque ha de ser el garante de la fe, ora por
Pedro: "He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te
conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo quien da el
poder: poder de perdonar los pecados, de administrar los sacramentos de
la salvación, para construir la Iglesia, y el de dar testimonio de la
Palabra de Dios. Esos son los poderes espirituales de Cristo Pastor,
transferidos a San Pedro (Cardenal Lustiger). Y sigue diciendo Lustiger:
“Ya se que Napoleón identificó al obispo con los prefectos y con los
generales, pero yo me había sensibilizado mucho contra la Iglesia como
sistema de promoción y de poder, y determiné que nunca me metería en
situaciones que favorecieran la promoción”.
6. Hoy es el Papa, sucesor de Pedro, quien tiene la
misión de guiar la Iglesia de Cristo, su rebaño. Este episodio
evangélico tiene que llevarnos a renovar nuestra fidelidad al Papa
sucesor de Pedro y a los obispos, y a pensar que a ejemplo de Pedro, el
Señor nos pide saber amar. Sólo podremos ser apóstoles del Señor, si
sabemos amar. El amor y la humildad, son las dos virtudes que debemos
aprender de Pedro y tratar de vivir. Sólo cuando vivimos éstas virtudes
seremos capaces de cumplir la misión que el Señor nos ha encomendado a
cada uno.
7. La Iglesia, santa y pecadora. He nacido en la
Iglesia, espacio donde actúa el Espíritu, para vivir eterna y
filialmente con Dios; he crecido y crezco en la Iglesia para servirla;
recibo en la Iglesia lo mejor que tengo para extenderla; realizo en la
Iglesia, lo más valioso que puedo hacer por su ministerio; estoy
enamorado de la Iglesia y doy día a día la vida por ella para
embellecerla; he sufrido mucho por la Iglesia por sus errores; y sigo
sufriendo y deseo y lucho por una Iglesia más pura, más unida y humilde,
más interior y evangélica, más samaritana y materna, más sencilla, más
hogar.
Quien sólo ve en la Iglesia una sociedad humana y pecadora y no sabe
ver su calidad de santa por vivificada por el Espíritu de Cristo,
siempre con ella como Esposo y soldado vigoroso en medio del fragor de
la guerra, pronto se escandalizará, y dejará de creer en ella. Quien la
vea como un pueblo maravilloso que viene de lejos, atrayéndose a todos
los pueblos, asimilando todas las civilizaciones, traduciéndose en todas
las culturas, hablando en todas las lenguas, siempre haciendo el bien,
aunque no lo haya hecho siempre bien, la amará como a una madre anciana,
a pesar de las arrugas que contrajo en la lucha.
Cuando yo comencé a necesitar un mentor, había poco que escoger: la
furia marxista había martirizado a una gran parte del clero español, la
mejor. Pero la Iglesia me ofreció un acervo de revelación y de
literatura, de águilas y de santos, de místicos y de genios actuales,
que han forjado mi personalidad. Los errores que he detectado en la
Iglesia, siempre los he visto rectificados por otros hombres más lúcidos
y compruebo que los obstáculos ejercen de galvanizadores y las
zancadillas de fertilizantes, ya que las cosas crecen por lo que nacen, y
lo que nace de la cruz crece por la misma cruz, aunque al ritmo
peculiar de la vida.
8. ¿Qué sería del mundo sin la cultura creada y
conservada en las Abadías, sin el arte cultivado por la Iglesia? ¿Qué de
las escuelas? ¿Qué de los huérfanos, drogadictos, minusválidos, etc?
Iglesia, no sólo el papa, obispos y sacerdotes; también misioneros
heroicos, santos seglares, obreros y santas madres que sufren, rezan y
se inmolan por sus hijos, todos fuertes por la oración y la vida
sacramental. Por la Eucaristía, la Palabra, el Perdón de Dios
transmitido en y por la Iglesia.
¿Cómo olvidar al Sacerdote que me fascinó de niño hasta el punto de
que quise ser como él? ¿Y a aquella pléyade de mártires asesinados en su
florida juventud?¿Y a tantas santas religiosas anónimas y pobres,
trabajando y orando por toda la humanidad en el silencio de los
claustros?.
También ¡cómo no!, paja humana. Pero ¿puede oscurecer el barro de
nuestra pobreza el fulgor deslumbrante de tantos millones y millones de
estrellas? ¿La Pietá de Miguel Angel, dejará de ser hermosa, aunque
tenga manchas? Veinte siglos viene caminando por esta hermosa y pobre
tierra este Pueblo de redimidos; polvo lleva en las sandalias, el polvo
del mismo suelo que pisa; sus pies son de barro, pero su Cabeza de oro
celestial resplandece brillante entre luceros. Mi gloria y mi vida será
servir siempre a la Iglesia, y como Teresa de Jesús, morir hijo de la
Iglesia: “Al fin muero hija de la Iglesia!”.
9. SAN PABLO. Pablo fue un fascinado, un enamorado
de la persona de Cristo. Encontrarse con Jesús Resucitado fue la
experiencia más grande, profunda y decisiva de su vida. Experiencia de
gozo, de amor y de libertad. Cristo rompió la losa del sepulcro de su
orgullo y autosuficiencia, que era propia de los fariseos, y le resucitó
por dentro. En adelante sentirá la necesidad de evangelizar: "¡Ay de mí
si no evangelizare!" (1 Cor 9,16); “Me empuja el amor de Cristo” (2 Cor
2,14). Apasionado por la Verdad, ya la predica en Arabia y en Damasco y
se conmueve hasta las lágrimas ante una ciudad incrédula o idólatra.
Predica la verdad desnuda de todo ornato humano, y la predica a tiempo y
a destiempo (2 Tim 4,2). Sus sufrimientos, que sabe que son
valiosísimos, pues en ellos participa todo el cuerpo, corazón que padece
y llora, voluntad que acepta y ofrece, y la fe que aquilata el mérito,
son principalmente las puertas que abren las puertas al evangelio por
todas partes: "Nunca fueron mis móviles ni la ambición ni la avaricia,
ni el afán de gloria humana... Fuimos todo bondad en medio de vosotros.
Como una madre cuida cariñosamente a sus hijos, así, en nuestra ternura
por vosotros, hubiéramos querido entregaros, junto con el evangelio,
nuestra propia vida. ¡Tan grande era nuestro amor por vosotros!
Recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas: día y noche
trabajábamos, para no ser gravoso a ninguno de vosotros mientras os
anunciábamos el evangelio de Dios" (1 Tesa 2,5).
12. Una característica singular de Pablo es que “Se
complace en sus debilidades, porque cuanto más débil soy, soy más
fuerte” (2 Cor 12,10). Está convencido de que su fuerza tiene las raíces
en la flaqueza. No era elocuente, ni tenía presencia retadora, era
débil en las persecuciones, lleno de mansedumbre en el gobierno de las
almas, y predicaba verdades repugnantes a contracorriente a los no
creyentes y también a los creyentes. Pero estaba convencido de su fuerza
venía de Dios y que con sus sufrimientos suplía lo que faltaba a la
pasión de Cristo (Col 1,24). Y por encima de todo, estaba colmado de
amor: “¿Quién enferma y no enfermo yo? ¿Quién se escandaliza y yo no
ardo?”(2 Cor 11,29). Padeció torturas espirituales, defección de sus
evangelizados, persecuciones, abandonos, soledad. Y a pesar de todo,
está alegre, “aunque triste, pero enriqueciendo a muchos” (2 Cor 7,4) y a
los Filipenses les recomienda la alegría cuando está en la cárcel. El
poeta Ovidio, desterrado escribió sus obras tituladas Tristia, y
paradójicamente Pablo escribe el “Gaudete, iterum dico, gaudete”,
encarcelado. La razón está en que las páginas brotan de manantiales
diferentes. Pablo era hombre de oración, de acción de gracias y de
peticiones y esperanzas, sabía que sembraba con lágrimas pero esperaba
la cosecha entre cantares y como ha escrito Bergson, la alegría anuncia
siempre la vida que ha triunfado.
11. Hay que haber comenzado alguna empresa, alguna
obra, para poder barruntar las dificultades de todo género que se les
presentaron y que tuvieron que superar aquellos débiles hombres
escogidos: hospedaje, fieles, trabajo, amistades, poder sobrevivir,
abrirse camino. Nosotros nos lo encontramos todo hecho, ellos tuvieron
que empezar de cero y con un mensaje impopular e innovador. Llegados a
Roma, los dos fueron encarcelados en la Cárcel Mamertina, y sacrificados
bajo Nerón: Pedro crucificado, acusado del incendio de Roma, que el
mismo emperador había provocado; Pablo, como ciudadano romano,
decapitado con espada: Así lo escribe vísperas de su inmolación: "Yo
estoy a punto de ser sacrificado" 2 Timoteo 4,6. Los sepulcros de los
dos están en Roma como cimiento de la Iglesia. Por contraste, las ruinas
de la “Domus aurea” de Nerón, apenas reciben algún turista curioso,
pero las Basílicas de Pedro y Pablo son visitadas constante y
continuamente por creyentes y no creyentes todos los días del año. “Las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).
12. JUAN PABLO II: De él dijo el Cardenal Wyszynski,
arzobispo de Varsovia: "Entre los cardenales se buscaba un hombre de fe
ardiente, de ferviente oración y celo pastoral, además de un hombre de
buen corazón, benévolo hacia los hombres, afable, de gran sensibilidad y
cuyos ojos se volvieran al mundo con el amor de Dios". Fue elegido
Karol Wojtyla, con una biografía brillante, juvenil, deportiva,
filósofo, excelente y profundo teólogo, místico, forjado en San Juan de
la Cruz y en Santa Teresa y cultivador de nuestros maestros de la
mística del siglo de Oro, profesor universitario, viajero, poeta, hombre
de fe. Me contó el Cardenal Narciso Jubany, arzobispo de Barcelona, que
después del cónclave comentó con otros cardenales: “Me da la impresión
de que este muchacho, no se está dando cuenta de dónde se ha metido”.
13. En el Kremlin temblaron. Ha caído el comunismo.
¿Lo esperaban ellos? Parece que sí, pues lo quisieron liquidar. La
Virgen en el día de Fátima, le salvó de la muerte; dice él: -"Una mano
disparó la bala, pero otra mano guió el proyectil". "Al principio de mi
pontificado, me dijo el cardenal Wyszynki: Si el Señor te ha llamado,
debes introducir a la Iglesia en el tercer milenio"... "con la oración,
con diversas iniciativas, pero he visto que no basta: era necesario
introducirla en el sufrimiento" (29 mayo 1994). Y ese es hoy su máximo
empeño, junto con la unión de las Iglesias. Juan Pablo II es un tipo
incómodo para casi todos: conservadores, progresistas, marxistas,
neoliberales, socialdemócratas, feministas, homosexuales... Esto no le
impide, sin embargo, ser también un rebelde, un disconforme. Seguramente
es todavía pronto para juzgarlo. Pero sin él, el siglo XX será mucho
más difícil de entender. Marcará historia, él mismo es una parte de esa
historia.
14. Antes de su elección, escribía yo que estaba
deseando que nos presidiera un Papa que metiera a toda la Iglesia en
Ejercicios Espirituales, quería decir, que nos dedicara a la oración.
Juan Pablo II ha colmado mi deseo, comenzando por él mismo. Escribe el
Cardenal Suenens: "Ora hasta provocar envidia", decía de él Paul de
Haes, uno de sus compañeros de estudio en Roma. De hecho se inclina y se
pliega en dos. Al verle como postrado durante su acción de gracias en
la Capilla Sixtina, creí que se sentía mal. Encarna la oración en todo
su cuerpo y, en ese momento parece tener diez años más. Pero cuando se
inclina y sonríe, rejuvenece de un extraño modo". Podría citar datos
interminables, pero me limito a recoger su Carta Apostólica: "Novo
Millenio ineunte": Es necesario un cristianismo que se distinga ante
todo en el arte de la oración. El Año jubilar ha sido un año de oración
personal y comunitaria -más intensa. Pero sabemos bien que rezar tampoco
es algo que pueda darse por supuesto. Es preciso aprender a orar, como
aprendiendo de nuevo este arte de los labios mismos del divino Maestro,
como los primeros discípulos: «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1). En la
plegaria se desarrolla ese diálogo con Cristo que nos convierte en sus
íntimos: «Permaneced en mí, como yo en vosotros» (Jn 15,4). Esta
reciprocidad es el fundamento mismo, el alma de la vida cristiana y una
condición para toda vida pastoral auténtica. Realizada en nosotros por
el Espíritu Santo, nos abre, por Cristo y en Cristo, a la contemplación
del rostro del Padre. Aprender esta lógica trinitaria de la oración
cristiana, viviéndola plenamente ante todo en la liturgia, cumbre y
fuente de la vida eclesial, pero también de la experiencia personal, es
el secreto de un cristianismo realmente vital, que no tiene motivos para
temer el futuro, porque vuelve continuamente a las fuentes y se
regenera en ellas.
15. El arzobispo Giovanni Battista Re, uno de los
colaboradores más cercanos de Juan Pablo II, dibuja la personalidad del
Santo Padre desde la perspectiva que le da el ser sustituto de la
Secretaría de Estado, que despacha diariamente con él.. Dice que lo que
más le impresiona de la persona de Juan Pablo II es la intensidad de su
oración, manifestación de una profunda y viva comunión con Dios. En el
transcurso de estos años, en los que he tenido la alegría y el
privilegio de trabajar junto a él y de acompañarle en sus viajes, he
podido constatar personalmente que este 264º Papa, este pastor
profundamente humano, este intelectual de extraordinario vigor, este
líder que arrastra a la juventud, es ante todo un hombre de oración. Es
impresionante cómo se abandona: se nota un dejarse llevar que le es
connatural, y que le absorbe como si no hubiera problemas y compromisos
urgentes que le llaman a la vida activa. Su actitud en la oración es
recogida y, a la vez, natural y desprendida: testimonio de una comunión
con Dios intensamente arraigada en su alma; expresión de una oración
convencida, saboreada, vivida. Por la mañana temprano está en la
capilla, absorto en la meditación y en el coloquio con Dios, antes de
comenzar la Misa. Durante el día, el paso de una ocupación a otra está
marcado por una breve oración. Con una invocación, después, inicia cada
una de las páginas que a diario llena, escribiendo con caligrafía
pequeña el texto de homilías, discursos y documentos. Conmueve la
facilidad, la espontaneidad y la prontitud con que pasa del contacto
humano con la gente al recogimiento del coloquio íntimo con Dios. El
Papa se prepara para los distintos encuentros que tendrá en el día o
durante la semana rezando por ellos. Recuerdo, por ejemplo, que en 1982,
cuando el Papa llegó a Madrid en su primera visita a España, el
entonces Nuncio apostólico, Monseñor Antonio Innocenti, se despertó muy
pronto. Descendió a la planta baja a las 5.30 de la mañana, convencido
de no encontrar aún a nadie, ya que el desayuno estaba previsto para las
6.30 y la salida del Papa de la Nunciatura a las 7. Monseñor Innocenti
recorrió las habitaciones para verificar que todo estuviera en orden, y
empezó por la capilla. Se sorprendió al ver que la luz estaba encendida.
Abrió la puerta y vio al Papa arrodillado ante una estación del
Viacrucis. Era viernes y era un día con un programa que iba desde las 7
de la mañana hasta las 9 de la noche, y el Papa a las 5.30 ya estaba en
la capilla para hacer el Viacrucis. -Antes de cualquier decisión
importante, Juan Pablo II reza mucho. Cuanto más trascendente es la
decisión, más prolongada es la oración. Puedo afirmar que las decisiones
más importantes han sido maduradas durante semanas y semanas de
oración. En su vida existe una admirable síntesis entre oración y
acción. La fuente de la fecundidad de su actuación está precisamente en
la oración. Este Papa tan dinámico y dedicado al servicio del hombre;
este Papa que aparece también ante los ojos de quien no acoge el mensaje
cristiano como defensor y heraldo de las aspiraciones del hombre,
declara que tiene un compromiso prioritario: el de orar. El Papa ha
cumplido ochenta años: sus pasos parecen cansados, su rostro sufrido,
sin embargo esto parece que agranda el valor de sus gestos.
16. Como la Iglesia de Jerusalén oraba por Pedro en
la cárcel, debe hoy la Iglesia orar por Juan Pablo, y nosotros, de un
modo especial ahora que vamos a tener presente sobre el altar al mismo
Cristo, que le ha elegido para apacentar su rebaño.
17. "Gustad y ved qué bueno es el Señor" Salmo 33, que nos ha dejado
al cuidado de tales pastores, mártires, Pedro crucificado, Pablo,
degollado, Juan Pablo II, tiroteado y salvado de la muerte por la mano
de la Virgen que desvió la bala. Que Pedro y Pablo ayuden a la Iglesia
que ellos sembraron y regaron con su sangre. Y a Juan Pablo II, reciba
hoy un refuerzo especial de nuestras plegarias: "El Señor lo conserve y
lo guarde y le de larga vida y lo haga dichoso en la tierra y no lo
entregue en manos de sus enemigos".
FIESTA SOLEMNE DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
Autor: P. Octavio Ortíz | Fuente: Catholic.net
Primera: Hch 12, 1-11
Salmo 33
Segunda: 2 Tm 4,6-8
Evangelio: Mt 16, 13-19
Nexo entre las lecturas
La solemnidad de san Pedro y san Pablo nos permite contemplar la
estrecha amistad que se establece entre Jesucristo y estos dos hombres
elegidos para misiones muy importantes. En la primera lectura, tomada de
los hechos de los apóstoles, Pedro recibe la visita en la cárcel de una
ángel enviado por Dios que lo invita a ponerse en pie y seguirlo. Pedro
deberá reemprender su misión al frente de la Iglesia naciente(1L).
Pablo, en la carta a Timoteo hace un recuerdo emocionado de su entrega a
Cristo: “he combatido el buen combate”. Sabe que Dios lo escogió desde
el seno de su madre para revelarle a Cristo y para llamarlo a anunciarlo
a todos los pueblos. Ahora al final de su carrera, reconoce con
gratitud que Cristo lo ayudó y le dio fuerzas (2L). En Pedro y en Pablo
aquello que más resalta es su íntima amistad con el maestro. Ambos
tuvieron experiencia del amor de Dios en Cristo Jesús. Esa experiencia
los acompañó durante toda su vida y les dio una viva conciencia de su
misión. Tiene, pues, razón Pedro al concluir con emoción : “Señor, Tú
sabes todo, Tú sabes que yo te amo” (EV).
Mensaje doctrinal
1.Pedro y Pablo fieles a su misión. La solemnidad de san Pedro y san
Pablo es una de las más antiguas del año litúrgico. Ella aparece en el
santoral incluso antes que la fiesta de navidad. En el siglo IV ya
existía la costumbre de celebrar tres misas una en la basílica vaticana,
otra en san Pablo extra muros y otra en las catacumbas de san
Sebastián, donde se escondieron las reliquias de los apóstoles durante
algún tiempo. En un principio se consideró que el 29 de junio fuese el
día en el que, en el año 67, Pedro sufrió el martirio en la colina
vaticana y Paolo en la localidad denominada “Tre fontane”. En realidad,
si bien el hecho del martirio es una dato histórico incuestionable que
tuvo lugar en Roma en la época de Nerón, no es tan seguro, en cambio, el
día y el año de la muerte de los dos apóstoles, pero parece que se
sitúa entre el 67 y el 64.
Esta solemnidad festeja a las dos columnas de la Iglesia. Por una
parte, Pedro es el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la
Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ( Mt
16,16). Pedro, hombre frágil y apasionado, acepta humildemente su misión
y arrostra cárceles y maltratamientos por el nombre de Jesús.(cf. Hch
5,41). Predica con “parresía”, con valor, lleno del Espíritu Santo (cf.
Hch 4,8). Pedro es el amigo entrañable de Cristo, el hombre elegido que
se arrepiente de haber negado a su maestro, el hombre impetuoso y
generoso que reconoce al Dios hecho hombre, al Mesías prometido: “Tú
eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”(cf. Mt 16,16). Los Hechos de los
apóstoles narran en esta solemnidad la liberación de Pedro de las
cárceles herodianas. “Con esta intervención extraordinaria, Dios ayudó a
su apóstol para que pudiera proseguir su misión. Misión no fácil, que
implicaba un itinerario complejo y arduo. Misión que se concluirá con el
martirio “cuando seas viejo otro te ceñirá y te llevará donde no
quieres” (cf. Jn 21,18) precisamente aquí, en Roma, donde aún hoy la
tumba de Pedro es meta de incesantes peregrinaciones de todas las partes
del mundo
“Pablo, por su parte, fue conquistado por la gracia divina en el
camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se convirtió en
Apóstol de los gentiles. Después de encontrarse con Jesús en su camino,
se entregó sin reservas a la causa del Evangelio. También a Pablo se le
reservaba como meta lejana Roma, capital del Imperio, donde, juntamente
con Pedro, predicaría a Cristo, único Señor y Salvador del mundo. Por la
fe, también él derramaría un día su sangre precisamente aquí, uniendo
para siempre su nombre al de Pedro en la historia de la Roma cristiana”
(Juan Pablo II, 29 de junio de 2002). Pablo es el apóstol fogoso e
incansable que recorre el mundo conocido en la época para anunciar la
buena nueva de la salvación en Cristo Jesús. Sabe que se le ha dado una
misión, una responsabilidad, una tarea que no puede declinar. “Ay de mí
si no evangelizare” (1 Co 9,16).
2. El colegio episcopal y su cabeza, el Papa. “Cristo, al instituir a
los Doce, "formó una especie de Colegio o grupo estable y eligiendo de
entre ellos a Pedro lo puso al frente de él". "Así como, por disposición
del Señor, san Pedro y los demás apóstoles forman un único colegio
apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano
Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los apóstoles".
El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de
él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella; lo instituyó
pastor de todo el rebaño. "Está claro que también el Colegio de los
apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a
Pedro". Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles
pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos
bajo el primado del Papa.
El Papa, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, "es el principio y
fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la
muchedumbre de los fieles". "El Pontífice Romano, en efecto, tiene en
la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de
toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede
ejercer siempre con entera libertad". (Catecismo de la Iglesia Católica
881-882).
Sugerencias pastorales
1. Testimoniar a Cristo. El misterioso itinerario de fe y de amor,
que condujo a Pedro y a Pablo de su tierra natal a Jerusalén, luego a
otras partes del mundo, y por último a Roma, constituye en cierto
sentido un modelo del recorrido que todo cristiano está llamado a
realizar para testimoniar a Cristo en el mundo. Él también es llamado,
como Pedro y Pablo, para dar testimonio de Cristo por medio de su vida,
de su palabra, de sus obras. Ser cristiano es, por esencia, ser testigo
de la resurrección de Cristo, testimoniar que en Cristo el Padre nos ha
reconciliado consigo y nos ha espera en la vida eterna.
"Yo consulté al Señor, y me respondió, me liberó de todas mis ansias"
(Sal 33, 5). ¿Cómo no ver en la experiencia de ambos santos, que hoy
conmemoramos, la realización de estas palabras del salmista? La Iglesia
es puesta a prueba continuamente. El mensaje que le llega siempre de los
apóstoles san Pedro y san Pablo es claro y elocuente: por la gracia de
Dios, en toda circunstancia, el hombre puede convertirse en signo del
poder victorioso de Dios. Por eso no debe temer. Quien confía en Dios,
libre de todo miedo, experimenta la presencia consoladora del Espíritu
también, y especialmente, en los momentos de la prueba y del dolor (Juan
Pablo II, 20 de junio de 2002).
Advertimos que en el mundo siguen creciendo el número de cristianos,
sin embargo, son todavía millones los que no conocen o aman a
Jesucristo. Esta realidad debe ser un desafío para todo cristiano. Cada
uno debe ser un evangelizador allí donde Dios lo ha colocado: en su
familia, en su trabajo, en la escuela, en la vida pública. Instaurare
omnia in Christo.
En nuestro mundo seguimos teniendo grandes testigos de la fe.
Personas heroicas que llevan una vida ordinaria. Pienso en estos
momentos a la madre del Card. Dionigi Tettamanzi, recientemente nombrado
Arzobispo de la diócesis más grande del mundo, Milán. Esta mujer
sencilla, pero de una fe poderosa comentaba: “Cuando mi hijo me vino a
ver, después de la elección le dije: Tú no has buscado nada de esto,
pero si tú has sido elegido, debes decir sí”. Ella mostraba a su hijo el
sentido de responsabilidad ante un Dios que llama.
2. El amor real al Santo Padre. Esta solemnidad es una cordial
invitación para renovar nuestra adhesión incondicional al vicario de
Cristo sobre la tierra, el Papa. Nuestro amor por el santo Padre debe
ser un amor práctico y realista. Un amor que se traduzca en obras y que
se puede manifestar en la lectura asidua de su magisterio y en la
conformación de nuestra mente y de nuestra vida con sus directrices. Se
trata de seguir no sólo sus órdenes, sino de escuchar y llevar adelante
también sus deseos.
PAPA BENEDICTO XVI, SUCESOR DE PEDRO
(Ver más sobre Papa Benedicto XVI)
BIOGRAFÍA
El cardenal Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVI, nació en Marktl am
Inn, diócesis de Passau (Alemania), el 16 de abril de 1927 (sábado
santo), y fue bautizado ese mismo día. Su padre, comisario de la
gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja
Baviera, de condiciones económicas más bien modestas. Su madre era hija
de artesanos de Rimsting, en el lago Chiem, y antes de casarse trabajó
de cocinera en varios hoteles.
Pasó su infancia y su adolescencia en Traunstein, una pequeña
localidad cerca de la frontera con Austria, a treinta kilómetros de
Salzburgo. En ese marco, que él mismo ha definido "mozartiano", recibió
su formación cristiana, humana y cultural.
El período de su juventud no fue fácil. La fe y la educación de su
familia lo preparó para afrontar la dura experiencia de esos tiempos, en
los que el régimen nazi mantenía un clima de fuerte hostilidad contra
la Iglesia católica. El joven Joseph vio cómo los nazis golpeaban al
párroco antes de la celebración de la santa misa.
Precisamente en esa compleja situación, descubrió la belleza y la
verdad de la fe en Cristo; para ello fue fundamental la actitud de su
familia, que siempre dio un claro testimonio de bondad y esperanza,
arraigada en la pertenencia consciente a la Iglesia.
En los últimos meses de la segunda guerra mundial fue enrolado en los servicios auxiliares antiaéreos.
De 1946 a 1951 estudió filosofía y teología en la Escuela superior de
filosofía y teología de Freising y en la universidad de Munich.
Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1951.
Un año después, inició su actividad de profesor en la Escuela superior de Freising.
En el año 1953 se doctoró en teología con la tesis: "Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia de san Agustín".
Cuatro años más tarde, bajo la dirección del conocido profesor de
teología fundamental Gottlieb Söhngen, obtuvo la habilitación para la
enseñanza con una disertación sobre: "La teología de la historia de san
Buenaventura".
Tras ejercer el cargo de profesor de teología dogmática y fundamental
en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising, prosiguió
su actividad de enseñanza en Bonn, de 1959 a 1963; en Münster, de 1963 a
1966; y en Tubinga, de 1966 a 1969. En este último año pasó a ser
catedrático de dogmática e historia del dogma en la Universidad de
Ratisbona, donde ocupó también el cargo de vicepresidente de la
Universidad.
De 1962 a 1965 dio una notable contribución al concilio Vaticano II
como "experto"; acudió como consultor teológico del cardenal Joseph
Frings, arzobispo de Colonia.
Su intensa actividad científica lo llevó a desempeñar importantes
cargos al servicio de la Conferencia episcopal alemana y en la Comisión
teológica internacional.
En 1972, juntamente con Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y
otros grandes teólogos, inició la revista de teología "Communio".
El 25 de marzo de 1977, el Papa Pablo VI lo nombró arzobispo de
Munich y Freising. El 28 de mayo sucesivo recibió la consagración
episcopal. Fue el primer sacerdote diocesano, después de 80 años, que
asumió el gobierno pastoral de la gran archidiócesis bávara. Escogió
como lema episcopal: "Colaborador de la verdad". Él mismo explicó: "Por
un lado, me parecía que esa era la relación entre mi tarea previa como
profesor y mi nueva misión. A pesar de los diferentes modos, lo que
estaba en juego y seguía estándolo era seguir la verdad, estar a su
servicio. Y, por otro, escogí ese lema porque en el mundo de hoy el tema
de la verdad se omite casi totalmente, pues parece algo demasiado
grande para el hombre y, sin embargo, todo se desmorona si falta la
verdad".
Pablo VI lo creó cardenal, del título presbiteral de Santa María de la
Consolación en Tiburtino, en el consistorio del 27 de junio de ese
mismo año.
En 1978 participó en el Cónclave, celebrado del 25 al 26 de agosto,
que eligió a Juan Pablo I, el cual lo nombró enviado especial suyo al
III Congreso mariológico internacional, celebrado en Guayaquil
(Ecuador), del 16 al 24 de septiembre. En el mes de octubre de ese mismo
año participó también en el Cónclave que eligió a Juan Pablo II.
Actuó de relator en la V Asamblea general ordinaria del Sínodo de los
obispos, celebrada en 1980, sobre el tema: "Misión de la familia
cristiana en el mundo contemporáneo", y presidente delegado de la VI
Asamblea general ordinaria, celebrada en 1983, sobre "La reconciliación y
la penitencia en la misión de la Iglesia".
Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la doctrina
de la fe, y presidente de la Pontificia Comisión bíblica y de la
Comisión teológica internacional el 25 de noviembre de 1981. El 15 de
febrero de 1982 renunció al gobierno pastoral de la arquidiócesis de
Munich y Freising. Lo elevó al orden de los obispos, asignándole la sede
suburbicaria de Velletri-Segni, el 5 de abril de 1993.
Fue presidente de la comisión para la preparación del Catecismo de la
Iglesia católica, que, después de seis años de trabajo (1986-1992),
presentó al Santo Padre el nuevo Catecismo.
El Santo Padre, el 6 de noviembre de 1998, aprobó la elección del
cardenal Ratzinger como vicedecano del Colegio cardenalicio, realizada
por los cardenales del orden de los obispos. Y el 30 de noviembre de
2002, aprobó su elección como decano; con dicho cargo le fue asignada,
además, la sede suburbicaria de Ostia.
En 1999 fue enviado especial del Papa a las celebraciones con ocasión
del XII centenario de la creación de la diócesis de Paderborn,
Alemania, que tuvieron lugar el 3 de enero.
Desde el 13 de noviembre de 2000 era Académico honorario de la Academia pontificia de ciencias.
En la Curia romana, fue miembro del Consejo de la Secretaría de
Estado para las Relaciones con los Estados; de las Congregaciones para
las Iglesias orientales, para el culto divino y la disciplina de los
sacramentos, para los obispos, para la evangelización de los pueblos,
para la educación católica, para el clero y para las causas de los
santos; de los Consejos pontificios para la promoción de la unidad de
los cristianos y para la cultura; del Tribunal supremo de la Signatura
apostólica; y de las Comisiones pontificias para América Latina,
"Ecclesia Dei", para la interpretación auténtica del Código de derecho
canónico y para la revisión del Código de derecho canónico oriental.
Entre sus numerosas publicaciones ocupa un lugar destacado el libro:
"Introducción al Cristianismo", recopilación de lecciones universitarias
publicadas en 1968 sobre la profesión de fe apostólica; "Dogma y
revelación" (1973), antología de ensayos, predicaciones y reflexiones,
dedicadas a la pastoral.
Obtuvo gran resonancia el discurso que pronunció ante la Academia
católica bávara sobre el tema "¿Por qué sigo aún en la Iglesia?", en el
que, con su habitual claridad, afirmó: "Sólo en la Iglesia es posible
ser cristiano y no al lado de la Iglesia".
La serie de sus publicaciones prosiguió abundante en el decurso de
los años, constituyendo un punto de referencia para muchas personas,
especialmente para los que querían profundizar en el estudio de la
teología. En 1985 publicó el libro-entrevista "Informe sobre la fe" y,
en 1996, "La sal de la tierra". Asimismo, con ocasión de su 70°
cumpleaños, se publicó el libro: "En la escuela de la verdad", en el que
varios autores ilustran diversos aspectos de su personalidad y su obra.
Ha recibido numerosos doctorados "honoris causa" por el College of
St. Thomas in St. Paul (Minnesota, Estados Unidos), en 1984; por la
Universidad católica de Eichstätt, en 1985; por la Universidad católica
de Lima, en 1986; por la Universidad católica de Lublin, en 1988; por la
Universidad de Navarra (Pamplona, España), en 1998; por la Libre
Universidad María Santísima Asunta (LUMSA) Roma, en 1999; por la
Facultad de teología de la Universidad de Wroclaw (Polonia) en 2000.
(Ver más sobre Papa Benedicto XVI)
PUBLICADA LA ORACIÓN PARA IMPLORAR
FAVORES POR INTERCESIÓN DE JUAN PABLO II
La diócesis de Roma ha publicado la oración escrita
para implorar favores por intercesión del siervo de Dios,
Juan Pablo II.
La imploración está siendo distribuida por el postulador de
la causa
de beatificación, monseñor Slawomir Oder, de la diócesis
de Torun
(Polonia), actualmente vicario judicial del tribunal de
segunda
instancia de la diócesis de Roma, a través
de la página web de la
diócesis (http://www.vicariatusurbis.org).
En la fase final del proceso de beatificación, se necesitará la
comprobación de un milagro atribuido a la intercesión de Karol Wojtyla.
El proceso de beatificación comenzará oficialmente el 28 de
junio en
las vísperas de la solemnidad de los santos
Pedro y Pablo, en la
Basílica de San Juan de Letrán.
El texto de la traducción al castellano de la oración dice así:
"Oh Trinidad Santa,
Te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al papa Juan Pablo
II y porque en él has reflejado la ternura de tu paternidad, la gloria
de la cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor. El, confiando
totalmente en tu infinita misericordia y | en la maternal intercesión de
María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor,
indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria,
como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo. | Concédenos, por su
intercesión, y si es tu voluntad, el favor que imploramos, con la
esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos." |
SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO 29 de junio
La
solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, fundadores de la
Iglesia de Roma es la fiesta de «la unidad y la catolicidad de la
Iglesia».
PRIMERA LECTURA
Era verdad: el Señor me ha librado de las manos de Herodes
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11
En
aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de
la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver
que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana
de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su
custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención
de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro
estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a
Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro
durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían
guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del
Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y
le dijo: -«Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las
manos, y el ángel añadió: -«Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció, y el ángel le dijo: -«Échate el manto y sígueme.» Pedro salió
detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad.
Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de
hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y a¡ final de la
calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: -«Pues era verdad: el
Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de
la expectación de los judíos.»
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 R. El Señor me libró de todas mis ansias.
Bendigo
al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma
se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo
consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus
angustias. R. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los
protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a
él. R.
SEGUNDA LECTURA
Ahora me aguarda la corona merecida
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido
hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi
partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la
meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la
que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino
a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio
fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos
los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá
librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A
él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Tú eres Pedro, y te daré las llaves de] reino de los cielos
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 13-19
En
aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas,
otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado
nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te
digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el
poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los
cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que
desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían vistoDe los sermones de San Agustín, obispo
El
día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el
martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos,
ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos
mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto
con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por
ella.
San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Ahora te digo yo: Tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré
mi Iglesia. Porque tú eres Pedro». «Pedro» es una palabra que se deriva
de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo
que «cristiano» viene de «Cristo».
El
Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a
los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que
representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello,
en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la
Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos. Porque
estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De
ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba
la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose
de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la
Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que
el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
En
este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó
también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera
el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las
ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo,
quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a
Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre
los apóstoles.
No
te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde
tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces
el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por
tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el
temor.
A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.
En
un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos
eran en realidad una sola cosa aunque fueran martirizados en días
diversos Primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día
de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles.
Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su
testimonio y su doctrina.
Oración
Señor,
tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de
san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las
enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana.
Por nuestro Señor Jesucristo.
SAN PEDRO Y SAN PABLO
ORACIONES
- Festividades: 29 de
junio; 22 de febrero (cátedra de S. Pedro); 18 de noviembre
(dedicación de la basílicas de S. Pedro y S. Pablo)..
- Patrón:
Roma, Iglesia universal, ladrilleros, fundidores de plomo, panaderos,
pescadores, vidrieros, cerrajeros, fundidores, carpinteros, relojeros,
contra la fiebre, dolencias en los pies, de los penitentes y
de los que se confiesan.
|
- Festividades: 25 de
enero (conversión); 29 de junio; 18 de noviembre (dedicación
de la basílicas de S. Pedro y S. Pablo).
- Patrón:
Roma, cordeleros, alfombreros, teólogos, trabajadores
de relaciones públicas, fabricantes de tiendas de campaña,
contra calambres, convulsiones, para la fertilidad de los campos,
contra el granizo, contra el temor, de la prensa católica.
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|
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ORACIÓN
A SAN PEDRO
Príncipe de los Apóstoles
y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con que
a la primera voz dejaste cuanto tenías en el mundo para
seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste
por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que,
viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por
aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones;
por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal
del rebaño que se te había encomendado; finalmente,
por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor
la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por
tu actual sucesor el Vicario de Cristo. Alcánzame que
imite del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de
todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del
arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu
amable compañía en la gloria. Amen. |
ORACIÓN
A SAN PABLO
Glorioso apóstol San
Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre
por toda la tierra; por tu celo apostólico y por tu abrasada
caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos
como si fueran tuyos propios; por la inalterable paciencia con
que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas,
tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte; por aquel celo
que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio
de las almas y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la
primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente
a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy,
y que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo
prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis
pasiones sin apego ninguno a las cosas temporales y con aprecio
de las eternas, para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y
el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de
los siglos. Amén. |
|
|
SAN PEDRO Y SAN PABLO
RESPONSORIOS
Oración del Papa
ante San Pedro en el Vaticano
Grabado del siglo XIX
ORACIÓN
A LOS SANTOS APÓSTOLES
¡Oh santos apóstoles
Pedro y Pablo! Yo os elijo hoy y para siempre por mis especiales
protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto con Vos,
san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque sois
la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como
con Vos, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección
y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcanzadme, os suplico,
una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención
en el orar, pureza de corazón, recta intención
en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones
de mi estado, constancia en los propósitos, resignación
a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta
la muerte; para que mediante vuestra intercesión y vuestros
méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo,
del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante
el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre
y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los
siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
Padrenuestro, Avemaría
y Gloria. |
RESPONSORIO
DE SAN PEDRO
|
Si quieres un patrono
O un vengador potente,
¿Qué te detiene? invoca
De los sacros Apóstoles al Jefe.
¡Oh guardador augusto
De las llaves celestes!
Prepáranos propicio
Del supremo palacio los dinteles.
Tú que el yerro borraste
Con llanto penitente,
Danos que nuestras culpas
Borrar logremos con llorar perenne.
O guardador augusto, etc.
Cual viste por el Ángel
Tus cadenas romperse,
Haz que libre del grillo
De tanta iniquidad nuestra alma quede.
O guardador augusto, etc.
¡Oh de la Iglesia santa
Base y columna fuerte!
Presta a la fe constancia
Para que triunfe del error aleve.
O guardador augusto, etc. |
A Roma con tu sangre
Consagrada, concede
Protección y ventura,
Y salva a los que en ti confían fieles.
O guardador augusto, etc.
Tu predilecto pueblo
Con tu poder defiende,
No le alcance el contagio,
Ni de la guerra el hálito de muerte.
O guardador augusto, etc.
El engaño destruye
Que infiltró antigua hueste,
Comprime sus furores,
Y haz que en nuestra ruina no se cebe.
O guardador augusto, etc.
En la postrera lucha
De su ira nos defiende,
Para que vencedores,
Lauro inmortal circunde nuestras sienes.
O guardador augusto, etc.
Terminar con un gloria. |
*** |
RESPONSORIO
DE SAN PABLO
|
De ponderosos males oprimidos,
A ti acudimos con humilde ruego,
Para que del tesoro de tus gracias
Te dignes dispensar dones del cielo.
¡Víctima grata al Hacedor augusto!
¡Oh doctor y delicia de los pueblos!
Por defensor, o Pablo, te invocamos,
Por tutelar y guía te queremos.
Ya que por sacra llama transformado
Tan vivo ardiste en el divino fuego,
Bajo tu manto protector acoge
A cuantos antes perseguiste fiero.
Víctima grata, etc.
Ni tormentos, ni azotes, ni
cadenas,
Ni de enemigos el embate ciego,
Ni cruda muerte te infundiera espanto,
Para acogerte de Jesús al seno.
Víctima grata, etc.
No, aquel amor que te inflamó
algún día
Olvides, por prestarte a nuestro ruego,
Y la esperanza santa de la gracia
Infunda amor al abatido pecho.
Víctima grata, etc.
¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
|
|
Viernes,
29 de Junio de 2012
Solemnidad
de los
Santos Pedro y Pablo, Apóstoles
Hechos 12, 1-11 / Timoteo 4, 6-8, 17-18
/ Mateo 16, 13-19
Salmo responsorial Sal 33, 2-9
R/. “El Señor me libró de todos mis temores”
Santoral:
San Pedro y San Pablo, Santos María Tian de Du,
Magdalena Du Fengju, Pablo Wu Kiunan, San Juan
Bautista Wu Mantang y San Pablo Wu Wa
LECTURAS DEL VIERNES 29 DE JUNIO DE 2012
SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES
Solemnidad
Ahora sé que realmente el Señor me libró
de las manos de Herodes
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
12, 1-11
El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de
la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a
Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto
agradaba a los judíos, también hizo arrestar a
Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos».
Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar,
poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de
guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención
era hacerlo comparecer ante el pueblo después de
la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en
la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios
por él.
La noche anterior al día en que Herodes pensaba
hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los
soldados, atado con dos cadenas y los otros
centinelas vigilaban la puerta de la prisión.
De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz
resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a
Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: «¡Levántate
rápido!» Entonces las cadenas se le cayeron de las
manos.
El Ángel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón
y las sandalias» y Pedro lo hizo. Después de dijo:
«Cúbrete con el manto y sígueme».
Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que
era cierto lo que estaba sucediendo por
intervención del Ángel, sino que creía tener una
visión.
Pasaron así el primero y el segundo puesto de
guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba
a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de
ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de
una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.
Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que
realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de
las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el
pueblo judío».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
33, 2-9
R.
El
Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloria en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.
R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: Él me respondió
y me libró de todos mis temores.
R.
Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
R.
El Ángel del Señor acampa
en tomo de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en Él se refugian!
R.
Está preparada para mí la corona de justicia
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo
a Timoteo
4, 6-8. 17-18
Querido hijo:
Ya estoy a punto de ser derramado como una
libación, y el momento de mi partida se aproxima:
he peleado hasta el fin el buen combate, concluí
mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada
para mí la corona de justicia, que el Señor, como
justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a
mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor
su manifestación.
El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para
que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio
y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui
librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará
hasta que entre en su Reino celestial. ¡A El sea
la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Tú eres Pedro,
y te daré las llaves del Reino de los Cielos
a
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
16, 13-19
.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente
sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno
de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de
Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el
cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las
llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates
en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo
que desates en la tierra, quedará desatado en el
cielo».
Palabra del Señor.
Reflexión
EL
VICARIO
Pedro mantiene en Roma su vicariato en la tierra de Cristo con
sus seguidores, los Papas. Constatábamos que
además del atractivo y carisma personal de cada
uno de los Romanos Pontífices siempre se apercibe
esa potencia espiritual que comunica el Papado y
que está, sin duda, junto y por encima de cada uno
de los hombres que han tenido el honor de suceder
a Pedro y representar a Jesús en este mundo. Pedro
fue martirizado en Roma, en la colina vaticana,
enterrado en un cementerio común situado cerca del
lugar de su muerte. Posteriormente, el lugar fue
identificado y se construyó el primer templo
conmemorativo. Hoy, el centro de la Basílica es,
precisamente el lugar donde se encontró su cuerpo.
Importantes excavaciones realizadas con todo el
rigor científico durante el Pontificado de Pío XII
encontraron los restos del Apóstol Pedro y hoy
este hecho esta datado y acreditado con toda
seguridad.
San Pablo fue decapitado en un lugar llamado Tres Fuentes y
enterrado muy cerca en el mismo sitio donde hoy se
alza la Basílica que lleva su nombre. Allí,
además, del cuerpo de Pablo está también la cabeza
de Pedro. En el interior del templo hay dios
impresionantes estatuas de los dos Santos
Apóstoles. Pedro exhibe las llaves del Reino.
Pablo, la espada de su palabra. Se llama
Extramuros porque se encuentra fuera del recinto
amurallado que mantenía Roma. Esta basílica, muy
importante, es como un santuario dedicado a las
Iglesias de Oriente y su arquitectura guarda la
inspiración de los grandes templos orientales.
LOS
DOS APÓSTOLES
La Iglesia celebra desde hace muchos siglos conjuntamente la
fiesta de los dos Apóstoles y no solo por ser Roma
el lugar del martirio de ambos y ser sus muertes
cercanas en el tiempo. Son los dos pilares más
sólidos de nuestra fe. A Pedro Jesús le confiere
ser la piedra sobre la cual se edificará su
Iglesia. Y a partir de Pentecostés, el rudo
pescador de Galilea asume un liderazgo continuo,
fuerte y muy inspirado. Dicho liderazgo le
llevaría a Roma a presidir, desde la capital del
Imperio, el destino de los seguidores de Jesús.
Esa sublime función se iba a mantener dos mil años
después. La transformación que el Espíritu hace en
Pedro le lleva a convertirse en un exegeta del
camino de Cristo. Ahí están en los Hechos de los
Apóstoles sus palabras y también conservamos sus
cartas apostólicas.
Saulo de Tarso se erige en perseguidor de la Iglesia de Dios. Es
solo un muchacho cuando acompaña a quienes lapidan
y matan al diácono Esteban. Luego se convierte en
policía del Templo de Jerusalén para reprimir a
los cristianos. De camino a Damasco se le aparece
Jesús y se convierte. De perseguidor se convierte
en perseguido. Y así pasará toda su vida. Es
perseguido a causa del nombre de Jesús. Las
revelaciones que el Señor Jesús tuvo que hacerle
tuvieron que ser muy notables. Y a partir de
ellas, Pablo de Tarso construye el más fabuloso
tratado teológico, pastoral y moral de toda la
historia de la Iglesia. Nadie ha superado hoy a
Pablo y, probablemente, nadie podrá aportar al
conocimiento de Cristo y del cristianismo tanto
como él hizo.
DOS VOCACIONES; UN MISMO ESPÍRITU
1.- San Pedro y San Pablo fueron dos personajes
muy distintos. Pedro fue un pescador rudo,
probablemente inculto, espontáneo, voluntarioso y
con altibajos en su comportamiento. Pablo fue un
fariseo culto, apasionado, y, a partir de su
conversión, muy seguro de sí mismo, creativo y
luchador valiente y decidido. Pedro fue el primero
en confesar la fe en el Mesías y sobre él fundó
Cristo su Iglesia. Pablo fue el principal
predicador y propagador de la fe cristiana y el
principal fundador de las primeras comunidades
cristianas. Pedro se dedicó principalmente a
predicar la fe entre los judíos; Pablo fue el
apóstol de los gentiles. Pero lo que más me
interesa a mí destacar hoy es que estos dos
grandes apóstoles, tan distintos ellos, vivieron y
actuaron siempre movidos por un mismo Espíritu,
por el Espíritu de Jesús de Nazaret, por el
Espíritu Santo. Y esta fue la raíz y causa de su
éxito y de su fecundidad. Yo creo que esto, para
nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, que no
permitimos que se dude de nuestra mayoría de edad
y de nuestro talante independiente, culto y
propio, debe ser un aspecto que debemos tener muy
en cuenta. Podemos ser muy distintos en el
carácter, en la cultura, en nuestra vivencia de lo
religioso, en nuestra vocación y en nuestras
actividades; pero si estamos todos llenos de un
mismo espíritu, del Espíritu de Jesús de Nazaret,
todos caminaremos en la misma dirección, aunque
caminemos por caminos distintos. No debe
asustarnos la diversidad, ni en la religión, ni en
la vida. La diversidad es necesaria y no vamos a
poder nunca evitarla, pero es que, además, la
diversidad es fuente de progreso y estímulo para
la búsqueda. Cada uno de nosotros somos y actuamos
como individuos únicos e irrepetibles, distintos a
cada uno y a todos los demás, pero, si tenemos el
mismo Espíritu, todos colaboraremos al bien común,
al bien de la persona, de la sociedad y de la
Iglesia. Repito: Pedro y Pablo fueron muy
distintos, pero los dos se dejaron guiar siempre
por el Espíritu de Jesús de Nazaret y eso fue
bueno para la difusión y consolidación de la
primitiva Iglesia cristiana. Tratemos nosotros de
imitar su ejemplo.
2.- El Señor me libró de todas mis ansias.
La fe, traducida en una confianza sin límites en
el poder y en el amor del Señor, hizo que San
Pedro y San Pablo no perdieran nunca el entusiasmo
y la valentía en la predicación del evangelio. Los
dos sufrieron calamidades sin cuento, en el cuerpo
y en el alma, siendo encarcelados varias veces,
continuamente perseguidos y, al final, condenados
a muerte. Pero ninguna dificultad les quitó el
ánimo, ni el entusiasmo interior. Su fe les dio
siempre la seguridad de que el Señor resucitado
estaba de su parte y, de hecho, esta seguridad de
que el Señor les protegía y les amaba fue la que,
realmente, les libró de todas sus ansias. Muchas
veces, nuestros miedos y nuestras inseguridades,
interiores y exteriores, son simplemente falta de
fe. Si sabemos que Dios está con nosotros no
podrán vencernos las dificultades, ni el dolor, ni
la muerte. San Pedro y San Pablo fueron en esto,
como en tantas otras cosas, un ejemplo admirable.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
¿SOMOS TESTIGOS AUTÉNTICOS DE JESUCRISTO?
1.- Mártires, testigos, de Jesucristo.
En esta solemnidad de San Pedro y San Pablo
celebramos que la Iglesia actual tiene su origen
en los apóstoles y guarda una identidad de vida y
doctrina con las primeras comunidades cristianas.
Pedro y San Pablo son apóstoles y “arquitectos” de
las primera Iglesia. La tradición sostiene que
ambos sufrieron martirio en Roma en algún momento
del siglo I. Ambos combatieron bien su combate,
como expresa Pablo en la II Carta a Timoteo.
Sufrieron múltiples persecuciones, de las que el
Señor les libró. Al final los dos sufrieron el
martirio en la persecución de Nerón tras el
incendio de Roma. Fueron testigos fieles de
Jesucristo, confesaron su fe derramando su sangre
por el Maestro. La lectura del Evangelio se centra
en la figura de San Pedro, el portavoz de los
apóstoles. Mateo presenta la famosa “confesión de
San Pedro” y la respuesta de Jesús a tal confesión
de fe. El suceso se sitúa en Cesarea de Filipo,
región pagana en el antiguo territorio de
Palestina, como una previsión de que la misión de
Pedro y los apóstoles no se quedará limitada a su
propio país. Deben estar dispuestos a alcanzar las
regiones paganas y seguir al Maestro donde quiera
llevarles.
2.-
Jesús espera una respuesta que defina lo que
estamos dispuestos a dar por El.
¿Quién dice la gente que soy yo?” Jesús comienza
con una pregunta impersonal. ¿Qué impresión tienen
los otros de mí? ¿Cómo me ven? A esto responden
los discípulos: “Unos dicen que Juan el Bautista,
otros que Elías, Jeremías o uno de los profetas.”
Lo evidente es que la gente percibe a Jesús como
un hombre santo, en línea con los profetas. En
este momento crítico de la historia de la
salvación judía, le ven como portavoz de Dios. “Y
vosotros ¿Quién decís que soy yo?” Jesús no deja a
los apóstoles sólo en un nivel superficial. Quiere
una relación más personal: decidme “¿quién pensáis
vosotros que soy yo?” Tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios vivo.” Así respondió Pedro a aquel examen,
hablando por sí mismo y por los demás apóstoles.
Es una profesión de fe de más alcance que la
expresada por la gente. Jesús no es un mero
profeta; es mucho más. Es el Mesías largamente
esperado, el Ungido de Dios, realmente el Hijo
mismo de Dios. Conociéndole y permaneciendo con
él, Pedro y los apóstoles poseen la auténtica
presencia de Dios, aquella “luz atractiva”
imposible de despreciar y de renunciar. Esta misma
pregunta nos la hace Jesús a cada uno de nosotros:
¿Y tú, quién dices que soy yo? En otras palabras
te está preguntando ¿para ti, quién soy yo? Debes
pensar antes de responder, no se trata de
contestar con palabras bonitas aprendidas del
catecismo, se trata de responder con la vida. ¿En
tu comportamiento en el trabajo, en casa, en la
vida pública, tienes presente lo que Jesús espera
de ti?
3.-
Me da
la impresión de que no estamos del todo
convertidos a Jesucristo. Es más
fácil cumplir unos preceptos, que en el fondo no
alteran nuestra vida, que “mojarse” de verdad y
dejar que el Evangelio empape nuestra vida y
cuestione incluso nuestras seguridades. Es más
fácil responder de memoria, como un loro, que
Jesucristo es el Hijo de Dios, que plantearse en
serio nuestra fe cristiana. Raramente somos
capaces de renunciar a nuestro dinero o a nuestro
tiempo para compartirlo con los necesitados. Nos
hemos fabricado una religión a nuestra manera, por
miedo a comprometernos de verdad. Muchas personas
se escandalizan y se alejan de Dios al
contemplarnos. ¿Seremos capaces de ser de verdad
testigos –mártires– de Jesucristo, como lo fueron
Pedro y Pablo.
4.-
Replanteamiento de nuestro seguimiento de
Jesucristo. Pedro, la piedra sobre
la que Jesucristo edifica su Iglesia, selló con su
sangre la fidelidad al Maestro. “Y yo te digo que
tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
Iglesia…” En reconocimiento de la respuesta de
Simón Pedro, le da Jesús un nombre nuevo. Darle un
nombre nuevo significa una nueva vocación y misión
de Pedro. Participa ahora de la misión misma de
Cristo, es decir Pedro se convierte en
trabajador-compañero de Jesús para la
reconstrucción del nuevo Israel, la nueva casa y
familia de Dios. Jesucristo es realmente la piedra
angular de este nuevo “edificio”. Comenzando desde
Pedro, todos los apóstoles y sus seguidores están
destinados a participar en esta vocación y misión
de Cristo, su Maestro, reconocido por ellos como
el Hijo de Dios vivo. La legitimidad de su función
nace de este mandato dado a Pedro por Jesús. De
aquí surge también la seguridad de que, mientras
permanezcan fieles a este mandato, ningún poder,
ni terreno ni sobrehumano, prevalecerá sobre
ellos. Pablo fue capaz de reorientar su vida y
dejarse seducir por ese Jesús al que persiguió
anteriormente. Pedro y Pablo cuestionan nuestra
vida mediocre y nos replantean nuestro seguimiento
de Jesucristo. Ahora nadie va atentar contra
nuestra vida, no seamos cobardes a la hora de
demostrar nuestro amor a Jesús.
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A tu soplo disipaste cual niebla
Las execrables tramas del infierno,
Y nuestra voz de gratitud resuene
Por las bóvedas santas de tu templo.
Víctima grata, etc.
Intercediendo tú, florezca
hermosa
La caridad que ignora daño ajeno,
Que no la turben hórridas discordias,
Ni del error la empañe torpe aliento.
Víctima grata, etc.
Que la paz los espíritus
ligando,
Junte en un corazón el orbe entero,
Y el néctar celestial de tu doctrina
Se derrame por todo el universo.
Víctima grata, etc.
Nuestro querer sujeta a lo
que manda
Con su poder el Árbitro supremo,
Para que noche del error opaca
No nos envuelva en ominoso velo.
Víctima grata, etc.
Terminar con un Gloria. |
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