|
Margarita Bays, Beata |
Laica de la Tercera Orden Seglar de San Francisco
Margarita Bays
nació en La Pierraz, parroquia de Siviriez (Friburgo de Suiza),
el 8 de septiembre de 1815. Sus padres eran agricultores
y buenos cristianos. A los 15 años aprendió el oficio
de modista, que ejerció a domicilio y en las familias
vecinas. Desde muy joven recibió como don del Espíritu Santo
un gran amor a la oración: dejaba a menudo los
juegos y los amigos para retirarse a su habitación a
orar. Pasó su vida en la familia, dedicada a las
tareas domésticas y a la costura, creando una atmósfera de
buen humor y de paz entre sus tres hermanos y
sus tres hermanas. Cuando se casó su hermano mayor, sufrió
la hostilidad de su cuñada, que le reñía por el
tiempo que pasaba en oración.
En la parroquia fue modelo de
laica, llena de celo; dedicó su tiempo libre a un
apostolado activo entre los niños, a los que enseñaba el
catecismo de acuerdo con su edad, formándolos en la vida
moral y religiosa personal. Preparaba con gran solicitud a las
muchachas para su futura misión de esposas y madres; visitaba
infatigablemente a los enfermos y moribundos. Los pobres hallaban en
ella a una amiga fiel, llena de bondad. Introdujo en
la parroquia las Obras misionales y contribuyó a difundir la
prensa católica. Se hizo incansable apóstol de la oración, consciente
de su importancia vital para todo cristiano. Amaba profundamente a
Jesús eucaristía y a la Virgen. Vivía continuamente en la
presencia de Dios.
A los 35 años le sobrevino un cáncer
en el intestino, que los médicos no lograron detener. Margarita
pidió a la Virgen le cambiase estos dolores por otros
que le permitieran participar más directamente en la pasión de
Cristo. El 8 de diciembre de 1854, en el momento
en que el Papa Pío IX proclamaba en Roma el
dogma de la Inmaculada Concepción, le sobrevino una enfermedad misteriosa
que la inmovilizaba en éxtasis todos los viernes, mientras revivía
en el espíritu y en el cuerpo los sufrimientos de
Jesús, desde Getsemaní hasta el Calvario. Recibió al mismo tiempo
los estigmas de la crucifixión, que disimulaba celosamente a los
ojos de los curiosos.
En los últimos años de su vida
el dolor se hizo más intenso, pero lo soportó sin
un lamento, abandonándose totalmente a la voluntad del Señor. Murió,
según su deseo, en la fiesta del Sagrado Corazón, el
viernes 27 de junio de 1879, a las tres de
la tarde.
El 29 de octubre de 1995, Juan Pablo
II beatificó a tres hijas espirituales de san Francisco: María
Bernarda Bütler (cf. 19 de mayo), María Teresa Sherer (cf.
16 de junio) y Margarita Bays.
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario