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Pedro, Santo |
El Príncipe de los Apóstoles
Etimológicamente
significa “ piedra, roca”. Viene de la lengua hebrea.
San
Pedro Apóstol -- Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo
Testamento -- en los Evangelios, en los Hechos de los
Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre
aparece 182 veces.
Lo único que sabemos de su vida
antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto
al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde
junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se
dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés
(el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de
Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado
para recibir al Mesías en sus corazones.
Imaginamos a Pedro
como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para
el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y
tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través
del sufrimiento.
Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios
del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla
del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro
y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó
diciendo: << Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.>>
(Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron. Un
poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que
estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la
cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación
atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los
tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando,
aprendiendo.
Profesión de fe y primado de Pedro: Cristo resucitado es el
fundamento de la Iglesia: "porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está ya puesto, que es Jesucristo" -1
Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su
Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus
sucesores. Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la
imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es
el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre
la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa
ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo.
El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad
de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas.
La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia
de Cristo. Los peces son ahora los hombres.
Llegado Jesús
a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta
pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es
el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que Juan el
Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de
los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís que soy
yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios vivo" Replicando Jesús dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo
de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne
ni la sangre, sino mi Padre que está en los
cielos. Y yo a mi vez te digo que tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y
las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a
ti te daré las llaves del Reino de los Cielos
y lo que ates en la tierra quedará atado en
el cielo y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.
Dar las llaves
significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder
de gobernar, de permitir y prohibir. Pero no se
trata de un gobierno como los del mundo sino en
función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea
el último de todos y el servidor de todos" (Mt
23,11).
Recordemos algunos de los episodios Bíblicos en los que
aparece Pedro.
Después del milagro de la multiplicación de los
panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro
a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el
lago de Galilea. De improviso vieron a Jesús caminando sobre
el agua y según San Mateo Jesús les dijo: <<¡Soy
yo, no temáis!>>. Pedro respondió: <> Entonces Pedro
empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del
viento titubeó y comenzó a hundirse. Al momento, Jesús lo
tomó de la mano y le dijo: <<¡Que poca fe!
¿Por qué dudaste?>> (Mateo 14, 22-31)
Pedro siempre figura entre los
tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y
Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración.
Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación
de Dios: <> (Mateo 17, 1-5)
Después bajaron a Jerusalén donde Jesús
comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de
su ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte
y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin
tan terrible como la cruz.
Al estar todos reunidos en la
Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas
palabras: <> E insistió:
<>. Con
inmensa tristeza Jesús le contestó: <> Al desenvolverse esta trágica noche se realizó
esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los
judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces
lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El lo negó
las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo
por segunda vez y Pedro empezó a llorar.
Pedro es un
pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección. Pregunta
a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro
afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice "Apacienta
mis ovejas". Signo de su misión como pastor universal de
la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de
Cristo, quien ora por el. "He rogado por ti para
que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a
tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo el Buen Pastor quien
confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.
Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y
valor. El fue << La Piedra>> en la que la
Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo
que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó
muy bajo en la noche que negó al Señor. Después
se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma,
mártir, y <>.
Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue
Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara
el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro.
Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no
tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le
mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de su mal
hizo lo que le mandó Pedro.
La esparción del cristianismo atrajo
persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos
de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los Apóstoles permanecieron
firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores
perseguidores. Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada
vez mas lejos. En Samaria donde predicó y realizó milagros,
Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara
el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió fuertemente y
le dijo: << Quédate con tu dinero, que te pudras
con él, porque has pensado que los dones de Dios
se pueden comprar.>>
Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos
con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de
los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que
fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó
a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban.
Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y
Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea
donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.
Fue obispo de Antioquía
y después pasó a ser obispo de Roma donde fue
martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67,
el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres
Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría
y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el
Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar
mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido
comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII
al concluir el año santo de 1950.
Martirio de San
Pedro
San Pedro murió crucificado. El no se consideraba digno de
morir en la forma de su Señor y por eso
lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto
de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca
del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.
Las
palabras de Jesús se cumplen textualmente.
"Y yo a
mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella". Mateo 16:18
Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis
con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar
mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II.
Un edículo de 160 d.C. en el cual puede
leerse en griego "Pedro está aquí".
Recordemos algunos de los
episodios Bíblicos en los que aparece Pedro.
Después del milagro de
la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la
soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban
en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron
a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo
Jesús les dijo: ¡Soy yo, no temáis!. Pedro respondió: Señor,
si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre
el agua. Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al
notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse.
Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le
dijo: ¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mateo 14, 22-31)
Pedro
siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue
elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor
donde ocurrió la Transfiguración. Aquí contempló la Gloria del Señor
y escuchó la proclamación de Dios: Este es mi Hijo
amado, en quien me complazco, escuchadle. (Mateo 17, 1-5)
Después bajaron
a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos
para el fin de su ministerio en la tierra. Pedro
llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no
quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.
Al estar
todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad
y devoción con estas palabras: Aunque todos pierdan su confianza,
yo no. E insistió: Me quedaré contigo aunque tenga que
dar la vida.. Con inmensa tristeza Jesús le contestó: Te
aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo
por segunda vez, me negarás tres veces. Al desenvolverse esta
trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron
a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el
patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de
Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo
momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó
a llorar.
Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y
confirma su elección. Pregunta a Pedro: "¿Me amas más que
éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús
entonces le dice "Apacienta mis ovejas". Signo de su misión
como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá
gracias al poder de Cristo, quien ora por el. "He
rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando
te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo
el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar,
enseñar y dar testimonio.
Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles
con entereza y valor. El fue La Piedra en
la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión
quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros
pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó
al Señor. Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a
obispo de Roma, mártir, y guardián de las llaves del
reino de los cielos..
Lo vemos a la cabeza de los
Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno
que tomara el lugar de Judas y quien realizó el
primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo
que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús
Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de
su mal hizo lo que le mandó Pedro.
La esparción del
cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban
y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los
Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran
sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes
y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y
realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que
le enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió
fuertemente y le dijo: Quédate con tu dinero, que
te pudras con él, porque has pensado que los dones
de Dios se pueden comprar.
Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo
muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los
jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la
Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión
e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde
ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de
Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y
en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.
¡Felicidades a
quienes lleven este nombre!
Simón Pedro
San Pedro |
Papa de la Iglesia católica |
30/33 - 67 |
Icono de San Pedro en el Sinaí, s. VI. |
Sucesor |
San Lino |
Información personal |
Nombre secular |
Shimón Bar Ioná |
Títulos |
Apóstol, Sumo Pontífice y Mártir |
Nacimiento |
fecha desconocida, Betsaida, Galilea |
Fallecimiento |
c. 67, Roma, por crucifixión |
Santidad |
Festividad |
|
Venerado en |
Iglesia católica, Iglesia copta, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana y las confesiones protestantes, siguiendo sus enseñanzas bíblicas. |
Patronazgo |
sobre pescadores, constructores y reparadores de redes de pescar, cosechadores, panaderos, carniceros, zapateros, cerrajeros, relojeros, albañiles,
constructores de puentes, constructores de barcos; protector contra la
fiebre, el envejecimiento; patrón de la Iglesia Universal, de la Santa Sede y el Papado; de Roma |
San Pedro ( Betsaida, c. 1 a. C. - Roma, 29 de junio de 67), conocido también como Cefas o Simón Pedro; y cuyo nombre de nacimiento era Shimón bar Ioná, fue –de acuerdo con el Nuevo Testamento– un pescador, conocido por ser uno de los doce apóstoles, discípulos de Jesús de Nazaret.
Es llamado "El príncipe de los Apóstoles". La Iglesia Católica Romana
lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer Papa de
la Iglesia, basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: "Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de
los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y
todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" ( Mateo 16:18-19). 1
Otras Iglesias Católicas Apostólicas, como los Ortodoxos, no lo
consideran de esta manera, pues éstos entienden que Jesús no edificaría
su Iglesia sobre un hombre (Pedro) sino sobre la confesión de fe que
Pedro hizo: "Tu eres el Cristo,el Hijo de Dios vivo"(Mateo
16:16), es decir que para los Ortodoxos la Iglesia se edifica sobre
Cristo Hijo de Dios y Pedro no es la cabeza de la Iglesia, es un apóstol
que pudo ver en ese momento por gracia del Espíritu Santo lo que Jesús
era [cita requerida].
Simón Pedro en el Nuevo Testamento
Nombre
Todos los evangelios mencionan el nombre de Simón; Jesús se dirige a él siempre así, salvo con una excepción (Lucas 22,34): Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces.»
Cabe resaltar que se menciona a Pedro (Petro-πέτρος) 2
como la masculinización de Petra, en griego πέτρα, es decir Roca,
cambiando apenas su terminación pero manteniendo la raíz de la palabra;
nunca realizan la traducción a lithos (λίϑος), que sería lo más
común, pero que vendría a señalar una piedra del camino y con lo cual
pudiera interpretarse que sería una piedra pequeña. 3
Por otra parte, Pablo de Tarso siempre le llamó Cefas. Esta palabra
hebrea helenizada del arameo (כיפא) Kefa, no era un nombre propio, pero
Pablo se lo asigna como tal. 4
La palabra significa en ambos idiomas, por lo general, "piedra”.
Griego Original del Códice Sinaítico:
καγω δε ϲοι λεγω οτι ϲυ ει πετροϲ και επι ταυτη τη πετρα οικοδομηϲω μου την εκ κληϲιαν και πυλαι αδου ου κατιϲχυϲου
Mateo 16:18
Origen
Conocemos la vida de San Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento, más algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último fue obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante probabilidad le conoció en persona.
De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea. (Es reconocido como galileo en Marcos 14,70: Y
Pedro lo volvió a negar. Después de un rato, los que estaban allí
dijeron de nuevo a Pedro: «Es evidente que eres uno de ellos, pues eres
galileo.»)
Su lugar de nacimiento fue Betsaida ( Juan 1,42-44),
un pueblo junto al Lago de Genesaret, de cuya ubicación no hay certeza,
aunque generalmente se busca en el extremo norte del lago. Ejercía la
profesión de pescador junto a su hermano Andrés, ambos poseían un barco ( Lucas 5,3).
Casi todas las tradiciones e informaciones que tenemos de él son a
partir de la llamada de Jesús; muy poca información tenemos de su vida
anterior. Su padre es mencionado por su nombre en Mateo 16,17: Jesús le habla como “Simón hijo de Jonás”, en hebreo, (סיימון בן יונה).
Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa ( Mateo 8,14; Marcos 1,29-31; Lucas 4,38) al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo (alrededor del 26-28 D.C.). Por ende, Simón era casado y según Clemente de Alejandría tenía hijos. 5 Otros escritos, parte del corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que había tenido, exactamente, una hija. También gracias al autor Clemente de Alejandría nos llega la información de que la esposa de Pedro sufrió el martirio. 6 Así pues, estás son las pocas referencias que tenemos de Simón Pedro antes de conocer a Jesús de Nazaret.
La llamada de Jesús
Pedro fue incorporado como discípulo al principio del ministerio de Jesús.
Los evangelistas sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) describen su
entrada de manera diferente a como lo hace Juan. Aquí se ven las
diferencias entre ambos:
Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón,
llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran
pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de
hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.
Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al
Mesías. Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le
dijo: «Tú eres Simón, hijo de Jonás, pero te llamarás Kefas» (que quiere
decir Piedra).
Según el testimonio de Juan ( Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras encontrarse ambos entre los seguidores de Juan el Bautista.
La narración de los sinópticos da otro punto de vista, como se aprecia
en los ejemplos, narrando la historia de que al ver a ambos recoger las
redes, Jesús les invitó a hacerse pescadores de hombres ( Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, y no su hermano Andrés.
Confesor de Cristo
Simón podría decirse que fue el que negó a Jesús, su discípulo más
allegado, y esto, se nota en los evangelios. Existen muchos pasajes
donde vemos a Simón muy cerca de Jesús, por ejemplo:
- Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado. Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contestó: «Tú eres el Cristo.»(Marcos 8:29).
- Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la
traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas
avergonzándose de ser seguidor de Jesús. Aun cuando la noche de la
última cena, Pedro juró no apartarse de Jesús, al ser interrogado por
los soldados romanos que lo habían detenido, negó tres veces conocerlo
antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase,
cumpliéndose así la profecía del Mesías. (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27).
- En el mismo pasaje, en la cena del señor: << Jesús le dijo "y
tú, después que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos">> (Lucas 22:32).
En esta tarea encomendada por Jesús a Pedro de fortalecer y servir de
apoyo a sus hermanos después de la muerte, ha visto la Iglesia católica
otro fundamento para sostener el primado de Pedro sobre los demás
Apóstoles.
- Tras la resurrección, según lo relata Juan Juan 21:15-17,
Jesús resucitado se aparece ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro
le hace reafirmar tres veces su amor por Él, encargándole la tarea de
ser pastor de sus ovejas y apacentar sus corderos. En este episodio
también se basa la Iglesia católica para sustentar su creencia de que
San Pedro fue el primer Papa.
Tras la muerte de Jesús
Tras la muerte de Jesús,
la figura de Pedro es menos precisa. Si bien, varios de los evangelios
—tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que había tenido un
vínculo especial con Jesús. En Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a Pedro, por ejemplo.
El evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber éste negado conocer a Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles,
sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial de las
comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección para la
sustitución de Judas Iscariote ( Hechos 1:15-26), él quien toma la palabra y se dirige a la multitud el día de Pentecostés ( Hechos 2:14-41), él quien castiga la mentira de Ananías y Safira a los Apóstoles ( Hechos 5:1-11), él quien es examinado públicamente por el Sanedrín junto con Juan ( Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42).
Pietro Perugino: Cristo entrega a Pedro las llaves del reino de los cielos (Fresco de la Capilla Sixtina, 1480-1482)
Es el primer apóstol que supuestamente obra un milagro público: tras
invocar el nombre de Jesús, los cristianos afirman que cura
milagrosamente a un hombre a las puertas del templo de Jerusalén ( Hechos 3:1-10). En otra oportunidad, la Biblia afirma que resucita a una mujer ( Hechos 9:36-43).
Se reafirma juez en el caso de Simón el Mago, quien pretende comprar el poder de invocar al Espíritu Santo ( Hechos 8:14-25). Emprende misiones a Lidia, Jaffa y Cesarea. Tiene una intervención destacada en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús debe extenderse también a los gentiles (pueblo no judío).
En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca por encima del resto de los apóstoles, ha visto la Iglesia católica
una confirmación de la enseñanza de que él ejercía el primado sobre
ellos. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general en los
primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los gentiles (personas no judías) aunque fue el quien bautizó al primer cristiano no judío, en Cesarea, debido a una visión tenida en Joppe,fue al Centurión Cornelio y a su familia ( Hechos 10:1-33). Más tarde, según la tradición católica, se trasladaría a Roma.
El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo de Tarso, por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con la epístola a los Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde ( Gálatas 2:11). La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus misiones ( 1Corintios 1:12).
Pablo
habla de él destacando su lugar preeminente entre los miembros de la
Iglesia primitiva: "...como lo hacen los demás Apóstoles, los hermanos
del Señor y el mismo Cefas..." ( 1Corintios 9:5), "... Santiago, Cefas y Juan –considerados como columnas de la Iglesia–..." ( Gálatas 2:9).
Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén.
Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en
Roma, sin embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos; según
otras tradiciones como las que mencionan Orígenes o Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.
Muerte de Pedro
La Crucifixión de Pedro, de Caravaggio, lo representa con la cabeza hacia abajo, de acuerdo con la tradición
La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde fue obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón
en el Circo de la colina vaticana, sepultado a poca distancia del lugar
de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica.
Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de las persecuciones de Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado Juan 21:18-19. Algunos retrasan la redacción de este Evangelio hasta el siglo II, por lo que consideran su testimonio de menor relevancia. Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió un tratado llamado Penitencia,
en el que dice: "Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido
apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue
finalmente crucificado en Roma". Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesarea,
dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse
digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres.
Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas era común entre los soldados. El texto de 1Pedro 5:13,
que envía saludos desde "la Iglesia que está en Babilonia" ha sido
entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro
escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Éufrates
estaba en ruinas y el término "Babilonia" habría sido usado por la
antigua comunidad cristiana para referirse a la Roma de los emperadores ( Apocalipsis 17:5).
No obstante, otros estudiosos alegan que no había razón alguna para
utilizar términos crípticos para referirse a Roma en un simple saludo y
suponen que Babilonia se refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de esa ciudad, por lo demás, densamente habitada.
El historiador religioso de la antigüedad Eusebio informa que Pedro
“fue crucificado con la cabeza hacia abajo, habiendo él mismo pedido
sufrir así.” Sin embargo, la profecía de Jesús acerca de la muerte de
Pedro no fue tan específica. A Catholic Commentary on Holy Scripture
admite lo siguiente: “Puesto que se coloca la extensión de las manos
antes de ser ceñido y llevado, es difícil discernir cómo debe
concebirse. Si el orden es parte de la profecía, debemos suponer que el
prisionero fue atado al patibulum antes de ser ceñido y llevado a la
ejecución.” Por eso, si no fuera por la tradición que registró Eusebio,
la declaración de Jesús en sí no señalaría a una muerte por crucifixión o
por fijarlo en un madero. Considerando las palabras de Juan 21:18-19
aparte de la tradición, llegaríamos a la siguiente conclusión: En los
años cuando Pedro era más joven podía ceñirse a gusto para cualquier
deber que quería desempeñar. Tenía la libertad de ir a donde quisiera
ir. Pero en la vida posterior esto cambiaría. Tendría que extender las
manos, quizás en sumisión a otra persona. Otro hombre lo controlaría,
ciñendo a Pedro (ya sea atándolo o preparándolo para lo que habría de
venir) y cargándolo a un lugar adonde no querría ir, evidentemente al
lugar de ejecución. Así la profecía de Jesús respecto a Pedro realmente
indicó que el apóstol moriría "una muerte de mártir", pero no
necesariamente denota la manera en que se le daría esta muerte.
Búsqueda de sus restos
La crucifixión de San Pedro.
En 1939 el Papa Pío XII
ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de
hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda
(ante el desmentido de otras tradiciones): que el Vaticano era la
auténtica tumba del apóstol Pedro. Las excavaciones duraron hasta 1949.
Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a este en paralelo
al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra, posiblemente
por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco
monumentos, el más antiguo databa del siglo II. Se incluía una parte de
un edificio adosado a un muro revocado en rojo que servía de fondo para
el más antiguo de los monumentos. En una pared lateral que cerraba este
pequeño monumento por su parte norte (el así llamado Muro G) se
encontraron unas inscripciones que datan de antes de Constantino,
muestra de la devoción de los fieles. Una de las inscripciones señalaba
"ΠΕΤΡ ΕΝΙ" (inscripción incompleta, en griego, que podría significar
"Pedro está aquí" o "Pedro esté en paz"). 7
Debajo del monumento se encontraba una tumba a nivel del suelo cubierta
con unas tejas. La tumba estaba vacía, pero alrededor de ella se
agolpaban decenas de otras humildes tumbas. Éstas a veces incluso se
superponían, o cortaban tumbas anteriores, pero no tocaban la primera de
ellas, la que estaba en el centro. Por la evidencia dada, Pío XII
suspendió las excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de
Pedro.
Margherita Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones en 1952.
Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones (Muro G) y
descubrió el uso de una criptografía de tinte místico: el uso repetitivo
de las letras "Π", "ΠΕ" y "ΠΕΤ" como abreviatura del nombre de Pedro,
aunque normalmente era vinculado al nombre de Cristo. Asimismo hay
aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a Cristo como segunda persona de la
trinidad y a la trinidad.
Años después la misma Margherita Guarducci, pidió analizar unos
huesos que habían sido encontrados en un nicho del Muro G, justamente
tras la citada inscripción "ΠΕΤΡ ΕΝΙ". El antropólogo Venerando Correnti
los estudió y señaló que había huesos humanos y de ratón, un ratón que
debió de haber quedado atrapado tiempo después de producido el entierro.
Los huesos humanos presentaban las siguientes características:
- Tenían adherida tierra, mientras que los huesos de ratón estaban
limpios. Se analizó la tierra adherida a los huesos humanos y es la
misma tierra de la tumba abierta y que fue encontrada vacía,
identificada por Pío XII como la de Pedro, las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra.
- Los huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un
paño de púrpura y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso adheridos
a algunos huesos. Debían de ser huesos de una persona muy venerada,
pues los envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos
en ese nicho. Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de
tierra y guardados para protegerlos de la humedad del terreno. Este
nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.
- Los huesos humanos son de la misma persona: varón, de complexión robusta, que murió a una edad avanzada y vivió en el siglo I.
A partir de estos datos la arqueóloga elaboró la siguiente teoría:
cuando Constantino quiso hacer la Basílica los huesos fueron
desenterrados y envueltos en un manto de púrpura y oro y depositados en
el nicho donde debían de haber estado, pero durante las excavaciones los
obreros usaron el martinete para derribar muros y, deseando llegar
rápidamente a la tumba, provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo
mezclado tomó la apariencia de desechos. Monseñor Kaas, jefe de la
Fábrica de San Pedro, guardó todo resto humano que se encontraba y los
restos estuvieron así guardados diez años sin conocerse su procedencia.
En 1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año después se publicó su libro Reliquie Di Pietro Sotto La Confessione della Basílica Vaticana ("Las reliquias de Pedro bajo la confesión de la Basílica Vaticana"), libro muy discutido por la comunidad científica. En 1968 Pablo VI
anunció que, según los estudios científicos realizados, había la
suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol.
Escritos atribuidos a Pedro
Entre los escritos del Nuevo Testamento, se considera habitualmente que el evangelio de Marcos recoge las enseñanzas de Pedro por parte de uno de sus discípulos, si bien ésta no es una opinión unánime. 8
Epístolas de Pedro
Además, dos epístolas se atribuyen tradicionalmente a Pedro. Sin
embargo, los originales griegos son muy superiores en su redacción a lo
esperable en un rústico pescador cuyo primer idioma era el arameo y que no habría estudiado griego ni retórica ( Hechos 4:13).
La explicación tradicional es que, al menos la primera de las epístolas
fue redactada por un amanuense que, si no recogió directamente de boca
de Pedro sus opiniones, lo conocía lo suficientemente bien como para
hablar en su nombre.
Sin embargo, la autoría por San Pedro de la segunda epístola está muy
discutida. El comentario de la Biblia de Jerusalén dice que "muchos
críticos modernos se niegan por su parte a atribuirla a San Pedro, y es
difícil acusarles de estar equivocados". De acuerdo con los estudios de Raymond E. Brown, su texto era desconocido en Occidente hasta alrededor del año 350 y luego fue rechazada por muchos cristianos. En Oriente su aceptación llegó aún más tarde, en el siglo VI en algunos casos. En cualquier caso, la primera mención del texto es una referencia a Orígenes recogida por Eusebio de Cesarea alrededor de 250.
Numerosos autores han señalado que el estilo es muy similar al de una
carta apócrifa antiguamente atribuida a Clemente Romano (la segunda epístola de Clemente), por lo que es posible que su autor fuese el mismo. Razones argumentales han demostrado que su redactor conocía la epístola de Judas.
Obras apócrifas
Otras obras apócrifas han circulado con la pretensión de recoger las
palabras o los hechos de Pedro. Desde la antigüedad, sin embargo, se ha
cuestionado su autenticidad. Éstas incluyen:
Iconografía
Símbolos tradicionales de San Pedro, las llaves y el gallo.
Por ser considerados herederos de la llamada profesión petrina, los papas de la Iglesia católica romana llevan un anillo con la imagen del santo echando las redes al mar, llamado Anillo del Pescador.
En el pasaje de Mateo 16
de acuerdo a la interpretación patrística, Jesús habría nombrado piedra
o roca a San Pedro cuando reconoció a Cristo como Dios y Señor. El
evangelista añade que el Apóstol recibirá las llaves del cielo y de la
tierra. Éste es el fundamento de la representación habitual de Pedro en
la iconografía como portador de un par de llaves, como suele verse en
las imágenes del Apóstol Pedro como fundador de la sede de Antioquia.
Estos elementos también están presentes en la heráldica vaticana en
cuanto que los Papas se consideran los sucesores de Pedro.
La tradición de la Iglesia católica apostólica ortodoxa reconoce como
primer obispo de Roma a Lino, designado por el Apóstol Pablo primer
fundador y misionero de la primitiva comunidad cristiana de Roma, en
tanto que reserva para el Apóstol Pedro el título de Corifeo(director
del coro)de los apóstoles.
La representación convencional de San Pedro lo presenta ya anciano, portando las llaves. Entre sus atributos
se cuentan también el barco (por su profesión), el libro y el gallo
(por su negación). Ocasionalmente se lo reviste de los atributos de un
obispo o de un papa, si bien las tradiciones relativas a éstos no se
fijaron hasta mucho más tarde. Las escenas de su martirio lo presentan
por lo general cabeza abajo.
Referencias
Notas
- ↑ Entre otras numerosísimas referencias: SAN BONIFACIO I, 418-422, De la Carta Manet beatum a Rufo y demás obispos de Macedonia, de 11 de marzo de 422, Denzinger D-109b; SAN GELASIO I, 492-496, De la Carta 42 o Decretal De recipiendis et non recipiendis libris, del año 495, Denzinger D-163; SAN HORMISDAS,
514-523, De la infalibilidad del Romano Pontífice, añadido a la Carta
Inter ea quae, a los obispos de España, de 2 de abril de 517, Denzinger D-171; Concilio Vaticano I, Sesion IV, 18 de julio de 1870, Constitución dogmática «PASTOR AETERNUS» sobre la Iglesia de Cristo, Cap. 1, De la institución del primado apostólico en el bienaventurado Pedro,Denzinger D-1822; Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, promulgada 21 de noviembre de 1964, Cap. 3, Constiución jerárquica de la Iglesia y particularmente del Episcopado, n. 22.
- ↑ Interlinear for the rest of us: the reverse interlinear for New Testament Escrito por William D. Mounce
- ↑ Fritz Rienecker: Sprachlicher Schlüssel zum Griechischen Neuen Testament. Gießen 1970, S. 43
- ↑ The text of the Apostolos in Epiphanius of Salamis Escrito por Carroll D. Osburn
- ↑ Clemente
de Alejandría.(1998). Stromata III, vi, pág 276. Editorial Dindorf.
Conocimiento religioso y continencia auténtica. Ciudad Nueva. ISBN 84-89651-38-8.
- ↑ Clemente
de Alejandría.(1998). Stromata VII, xi, pág 306. Editorial Dindorf.
Conocimiento religioso y continencia auténtica. Ciudad Nueva. ISBN 84-89651-38-8.
- ↑ Es
oportuno recordar que la lengua culta del imperio Romano hasta el siglo
II al menos fue el griego, y que de cualquier modo esta era la lengua
universal.
- ↑ Antonio Piñero, Guía para entender el Nuevo Testamento. Madrid, Trotta, 2006; pp. 340-341.
Bibliografía
- Guarducci, Margherita. La tradición de Pedro en el Vaticano: a la luz de la historia y de la arqueología. Tipografía Políglota Vaticana, 1963
- Kirschbaum, E.; Junyent, E.; Vives, J., La tumba de san Pedro y las catacumbas romanas. Los monumentos y las inscripciones, Madrid, B.A.C., 1954.
- San Pedro (Príncipe de los Apóstoles) Artículo en la Enciclopedia Católica.
Enlaces externos
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SAN PEDRO
El Príncipe de Los Apóstoles, Primer Papa
San
Pedro Apóstol -- Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo
Testamento -- en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en
las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.
Lo
único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en
Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde
junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la
pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y
posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto
se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.
Imaginamos
a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien,
pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser
transformado por Cristo a través del sufrimiento.
Nuestro primer encuentro con Pedro
es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la
orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés,
echar la red al agua. Y los llamó diciendo: << Síganme, y yo los
haré pescadores de hombres.>> (Mateo 4,19). Inmediatamente
abandonaron sus redes y lo siguieron. Un poco después, aprendemos que
visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una
fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación
atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los
tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando,
preguntando, aprendiendo.
Profesión de fe y primado de Pedro:Cristo
resucitado es el fundamento de la Iglesia: "porque nadie puede poner
otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo" -1 Cor
3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un
fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores. Jesús presenta la
vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro=
Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es el primero que Jesús llama y lo nombra
roca sobre la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa ya que
recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo. El
ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la
indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas. La barca
del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo. Los peces son
ahora los hombres. Llegado
Jesús a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta pregunta a sus
discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos
dijeron: "Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que
Jeremías o uno de los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís
que soy yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo" Replicando Jesús dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás,
porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que
está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de
los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que
desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.
Dar las llaves significa
entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de
permitir y prohibir. Pero no se trata de un gobierno como los del mundo
sino en función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea el
último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).
Recordemos algunos de los episodios Bíblicos en los que aparece Pedro.
Después del milagro de la multiplicación de los panes,
Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus
discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron
a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo:
<<¡Soy yo, no temáis!>>. Pedro respondió: <> Entonces
Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento
titubeó y comenzó a hundirse. Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le
dijo: <<¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?>> (Mateo 14, 22-31)
Pedro siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración.
Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios:
<> (Mateo 17, 1-5)
Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.
Al estar todos reunidos en la Última Cena,
Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: <> E insistió: <>. Con
inmensa tristeza Jesús le contestó: <> Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta
profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se
quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El
lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por
segunda vez y Pedro empezó a llorar.
Pedro es un pecador arrepentido.
Cristo lo perdona y confirma su elección. Pregunta a Pedro: "¿Me amas
más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús
entonces le dice "Apacienta mis ovejas". Signo de su misión como pastor
universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de
Cristo, quien ora por el. "He rogado por ti para que tu fe no
desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32).
Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar,
enseñar y dar testimonio.
Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor.
El fue << La Piedra>> en la que la Iglesia fue fundada. Su
capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para
nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor.
Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y
<>.
Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro.
Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en
el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo,
curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.
La
esparción del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue
martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o
escondieron. Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los
líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en
las aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y
realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le
enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió fuertemente y le
dijo: << Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has
pensado que los dones de Dios se pueden comprar.>>
Por
su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las
autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo
mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue milagrosamente
desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles
al llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en
los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de
diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.
Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma
donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67,
el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de la Iglesia:
San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo
que hoy es el Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar
mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido comprobado en los
encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año
santo de 1950.
Martirio de San Pedro
San Pedro murió crucificado. El
no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo
crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su
crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón,
los cristianos enterraron a San Pedro.
Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.
"Y
yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella". Mateo 16:18
Hay
testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro,
directamente bajo el altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo
II. Un edículo de 160 d.C. en el cual puede leerse en griego "Pedro está aquí".
Ver Vaticano y la Basílica de San Pedro construida sobre la tumba del santo
Se han encontrado muchos escritos en las catacumbas que unen los nombres de San Pedro y San Pablo,
mostrando que la devoción popular a estos grandes Apóstoles comenzó en
los primeros siglos. Pinturas muy antiguas nos describen a San Pedro
como un hombre de poca estatura, energético, pelo crespo y barba. En el
arte sus emblemas tradicionales son un barco, llaves y un gallo.
Hoy
el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la
Iglesia de Cristo. Al conocer los orígenes, debemos renovar nuestra
fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.
Los únicos escritos
que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento.
Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor. La
Primera Epístola esta llena de admoniciones hacia la caridad,
disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los
cristianos. Al concluir, Pedro manda saludos de parte <>. Esto prueba que la Epístola fue
escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban
"Babilonia". La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de
la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología,
<>
San
Pedro
(Príncipe de los Apóstoles)
|
La vida de San Pedro puede, por
conveniencia, considerarse bajo los títulos siguientes:
|
|
I. HASTA LA ASCENCIÓN DE
CRISTO
Betsaida
El nombre verdadero y originario de San Pedro era Simón, que
aparece a veces como Simeón. (Hechos 15:14; II Pedro
1:1). Era hijo de Jonás (Juan) y nacido en Betsaida (Juan 1:42,
44), un pueblo junto al Lago de Genesaret, de cuya ubicación
no hay certeza, aunque generalmente se lo busca en el extremo norte
del lago. El Apóstol Andrés era su hermano, y
el Apóstol Felipe provenía del mismo pueblo.
Cafarnaúm
Simón se estableció en Cafarnaúm,
donde vivía con su suegra en su propia casa (Mateo 8:14; Lucas
4:38) al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo
(alrededor del 26-28 D.C.). Por ende, Simón era casado y, según
Clemente de Alejandría (Stromata, III, vi, ed. Dindorf,
II, 276), tenía hijos. Por el mismo escritor nos llega la tradición
sobre que la esposa de Pedro sufrió el martirio (ibid., VII,
xi ed. cit., III, 306). Respecto de estos hechos, adoptados por Eusebio
(Hist. Eccl., III, xxxi) a partir de Clemente, la antigua literatura
Cristiana que ha llegado hasta nosotros guarda silencio. Simón
se dedicó en Cafarnaúm al lucrativo quehacer de pescador
en el Lago de Genesaret, poseyendo su propio barco (Lucas 5:3).
Encuentro de Pedro con Nuestro Señor
Al igual que tantos de sus contemporáneos Judíos, a él
lo atraía la prédica de penitencia del Bautista
y junto a su hermano Andrés, estaba entre los seguidores de Juan
en Betania, sobre la margen oriental del Jordán. Cuando, luego
que el Alto Consejo hubo mandado por segunda vez enviados al Bautista,
éste señaló a Jesús que pasaba, diciendo,
"He ahí al Cordero de Dios", siguiéndolo Andrés
y otro discípulo al Salvador a su residencia y permaneciendo
por un día con Él.
Más tarde, encontrando a su hermano Simón, Andrés
le dijo "Hemos hallado al Mesías", y lo llevó hasta
Jesús, quien, fijando su mirada en él, le dijo: "Tú
eres Simón el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas,
que se interpreta como Pedro". Ya en este primer encuentro, el Salvador
anticipó el cambio del nombre de Simón por Cefas ( Kephas;
Arameo Kipha, roca), que es traducido como Petros (Latín,
Petrus), probando que Cristo tenía ya miras especiales
respecto de Simón. Más adelante, probablemente al tiempo
de su llamado definitivo al Apostolado junto a los otros once Apóstoles,
Jesús dio a Simón el nombre de Cefas ( Petrus),
tras lo cual era llamado generalmente Pedro, en especial por Cristo
en la ocasión solemne que siguió a la profesión
de fe de Pedro (Mateo 16:18; cf. abajo). Los Evangelistas suelen
combinar ambos nombres, mientras que
San Pablo usa el nombre Cefas.
Pedro se convierte en discípulo
Luego del encuentro inicial, Pedro y los otros primitivos discípulos
permanecieron con Jesús por algún tiempo, acompañándolo
a Galilea (Bodas de Caná), Judea y Jerusalén, para volver
por Samaría a Galilea (Juan, ii-iv). Aquí Pedro retomó
su tarea de pescador por un breve lapso, pero pronto recibió
el llamado definitivo del Salvador para ser uno de Sus discípulos
permanentes. Pedro y Andrés estaban trabajando en el momento
de ser convocados cuando Jesús los halló y dijo: "Venid
conmigo y os haré pescadores de hombres". En la misma ocasión
fueron convocados los hijos de Zebedeo (Mateo 4:18-22; Marcos 1:16-20;
Lucas 5:1-11; se asume que Lucas aquí se refiere a la misma ocasión
que los otros Evangelistas). Desde entonces Pedro permaneció
siempre en la vecindad inmediata de Nuestro Señor. Luego del
Sermón de la Montaña y de curar al hijo del Centurión
en Cafarnaúm, Jesús vino a casa de Pedro y sanó
a la madre de su esposa, que estaba enferma de una fiebre (Mateo 8:14-15;
Marcos 1:29-31). Poco después Cristo eligió a Sus Doce
Apóstoles como compañeros constantes al predicar el Reino
de Dios.
Creciente elevación de entre los Doce
Pedro pronto sobresalió de entre los Doce. Aunque de carácter
indeciso, se aferra al Salvador con la mayor fidelidad, firmeza de fe
y amor íntimo; atropellado tanto de palabra como en sus actos,
está lleno de fervor y entusiasmo, aunque de momento fácilmente
accesible a influencias externas e intimidable por las dificultades.
Cuanto mayor relieve toman los Apóstoles en la narrativa Evangélica,
tanto más se destaca Pedro como el primero entre ellos. En la
lista de los Doce en ocasión de ser llamados solemnemente al
Apostolado, no sólo aparece siempre a la cabeza Pedro, sino que
se enfatiza el apodo Petrus que Cristo le diera (Mateo 10:2):
"Duodecim autem Apostolorum nomina haec: Primus Simon qui dicitur Petrus.
. ."; Marcos 3:14-16: "Et fecit ut essent duodecim cum illo, et ut mitteret
eos praedicare . . . et imposuit Simoni nomen Petrus"; Lucas 6:13-14:
"Et cum dies factus esset, vocavit discipulos suos, et elegit duodecim
ex ipsis (quos et Apostolos nominavit): Simonem, quem cognominavit Petrum
. . .". En varias ocasiones Pedro habla en nombre de los demás
Apóstoles (Mateo 15:15; 19:27; Lucas 12:41, etc.). Cuando las
palabras de Cristo son dirigidas a todos los Apóstoles, Pedro
responde en nombre de ellos (e.g., Mateo 16:16). Con frecuencia el Salvador
se dirige en especial a Pedro (Mateo 26:40; Lucas 22:31, etc.).
Muy característica es la expresión de
verdadera fidelidad a Jesús que Pedro le dirige en el nombre
de los otros Apóstoles. Luego de haber hablado sobre el misterio
de la recepción de Su Cuerpo y de Su Sangre (Juan 6:22 sqq.)
y de ver que muchos de Sus discípulos lo dejaban, Cristo preguntó
a los Doce si ellos también lo abandonarían; La respuesta
de Pedro surge de inmediato "Señor, �donde quién vamos
a ir? Tu tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos
que tú eres el Santo de Dios" (Vulg. "tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios "). Cristo mismo inconfundiblemente acuerda una precedencia
especial a Pedro y el primer lugar entre los Apóstoles, designándolo
así en varias ocasiones. Pedro fue uno de los tres Apóstoles
(con Santiago y Juan) que estuvieron con Cristo en ciertas ocasiones
especiales, la elevación de la hija de Jairo de entre los muertos
(Marcos, v, 37; Lucas, viii, 51); la Transfiguración de Cristo
(Mateo., xvii, 1; Marcos, ix, 1; Lucas, ix, 28), la Agonía en
el Huerto de Getsemaní (Mateo. xxvi, 37; Marcos, xiv, 33). También
en varias ocasiones Cristo lo prefirió por encima del resto:
sube a la barca de Pedro en el Lago Genesaret para predicar a la multitud
en la orilla (Lucas, v, 3); cuando Él caminaba milagrosamente
sobre las aguas, llamó a Pedro para que cruzase hacia Él
por el Lago (Mateo, xiv, 28 sqq.); Él lo mandó al lago
a capturar el pez en cuya boca Pedro encontró el estáter
para pagar como tributo (Mateo, xvii, 24 sqq.).
Pedro se vuelve Cabeza de los Apóstoles
De una manera especialmente solemne, Cristo acentuó la precedencia
de Pedro entre los Apóstoles cuando, luego que Pedro lo reconoció
como el Mesías, Él le prometió que encabezaría
a Su rebaño. Jesús moraba entonces con Sus Apóstoles
en la proximidad de Cesarea de Filipo, ocupado en su tarea de salvación.
Como la venida de Cristo coincidía tan poco en poder y gloria
con las expectativas del Mesías, circulaban muchos criterios
respecto de Él. Al viajar con Sus Apóstoles, Jesús
les pregunta: "Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre"
Los Apóstoles contestaron: "Unos, que Juan el Bautista,
otros, que Elías, otros que Jeremías, o
uno de los profetas". Jesús les dijo: "Pero �quién dicen
ustedes que soy yo?" Simón dijo: "Tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios vivo". Y Jesús replicando le dijo: "Bienaventurado
eres Simón Bar-Jona, porque no te ha revelado esto la carne ni
la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez
te digo que tú eres Pedro [Kipha, una roca], y sobre esta piedra
[Kipha] edificaré mi iglesia [ekklesian], y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del
Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado
en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado
en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que no
dijesen a nadie que él era el Cristo (Mateo, xvi, 13-20; Marcos,
viii, 27-30; Lucas, ix, 18-21).
Mediante la palabra "piedra" el Salvador no debe haberse referido
a Sí mismo, sino sólo a Pedro, como es mucho más
evidente en Arameo, donde la misma palabra (Kipha) se usa para "Pedro"
y "roca". Su expresión sólo admite entonces una sola explicación,
que es, que Él desea hacer de Pedro la cabeza de toda la comunidad
de aquéllos que creyeran en Él como el verdadero Mesías,
que por este cimiento (Pedro) el Reino de Cristo sería inconquistable;
la guía espiritual de los fieles fue puesta en manos de Pedro,
como el representante especial de Cristo. Este significado se torna
tanto más claro cuando recordamos que las palabras "atar" y "desatar"
no son metafóricas, sino términos jurídicos Judíos.
También queda claro que la posición de Pedro entre los
otros Apóstoles y en la comunidad cristiana era la base del Reino
de Dios en la tierra, es decir, la Iglesia de Cristo. Pedro fue instalado
por Cristo en Persona como Cabeza de los Apóstoles. Este fundamento
creado para la Iglesia por su Fundador no podía desaparecer con
la persona de Pedro, sino que la intención era que continuase,
y continuó (como lo demuestra la historia real) en el primado
de la Iglesia Romana y sus obispos. Es completamente incongruente e
insostenible en sí misma la posición de los Protestantes
que (a la manera de Schnitzer en tiempos recientes) afirman que la primacía
de los obispos Romanos no puede ser deducida de la precedencia que Pedro
guardaba entre los Apóstoles. Así como la actividad esencial
de los Doce Apóstoles de construir y extender la Iglesia no desapareció
completamente con sus muertes, es seguro que tampoco se desvaneció
por completo la Primacía Apostólica de Pedro. Según
la intención de Cristo, debe haber continuado su existencia y
desarrollo en una forma apropiada al organismo eclesiástico,
así como el oficio de los Apóstoles continuó de
una manera apropiada. Se han levantado objeciones respecto de la autenticidad
de las palabras en el pasaje, pero el testimonio unánime de los
manuscritos, los pasajes paralelos en los otros Evangelios, y el credo
firme en la literatura pre-Constantina aportan las pruebas más
seguras de autenticidad y de lo inalterable del texto de Mateo (cf.
"Stimmen aus MariaLaach", I, 1896,129 sqq.; "Theologie und Glaube",
II, 1910,842 sqq.).
Su dificultad con la Pasión de Cristo
No obstante su fe firme en Jesús, Pedro no tenía aún
claro conocimiento de la misión y labor del Salvador. En especial
los padecimientos de Cristo, contradictorios con su concepción
mundana del Mesías, le resultaban inconcebibles, y esta concepción
errónea produjo ocasionalmente la aguda reprobación de
Jesús (Mateo, xvi, 21-23, Marcos, viii, 31-33). El carácter
indeciso de Pedro, que continuó no obstante su fidelidad entusiasta
a su Maestro, se reveló claramente en conexión con la
Pasión de Cristo. El Salvador ya le había dicho que Satanás
había deseado que fuese él cribado como trigo. Pero Cristo
había rogado por él, para que su fe no desfallezca y,
habiendo sido convertido, confirme a sus hermanos (Lucas, xxii, 31-32).
La afirmación de Pedro, sobre que estaba listo para acompañar
a su Maestro a prisión y muerte, provocó que Cristo predijera
que Pedro lo negaría (Mateo, xxvi, 30-35; Marcos, xiv, 26-31;
Lucas, xxii, 31-34; Juan, xiii,3338). Cuando Cristo procedió
a lavar los pies de Sus discípulos antes de la Última
Cena y se dirigió primero a Pedro, éste protestó
al principio, pero al declarar Cristo que de otro modo no tendría
parte con Él, dijo de inmediato: "Señor, no sólo
los pies, sino hasta las manos y la cabeza " (Juan, xiii, 1-10). En
el huerto de Getsemaní Pedro debió soportar el reproche
del Salvador por haber dormido como los otros, mientras su Maestro sufría
una angustia mortal (Marcos, xiv 37). Al ser prendido Jesús,
en un arranque de ira Pedro quiso defender a su Maestro por la fuerza,
pero se le prohibió. De manera que al principio huyó con
los otros Apóstoles (Juan, xviii, 10-11; Mateo, xxvi, 56); entonces
volviendo siguió a su Señor cautivo al patio del Sumo
Sacerdote, negando allí a Cristo, afirmando en forma explícita
y jurando que no lo conocía (Mateo, xxvi, 58-75; Marcos, xiv,
54-72; Lucas, xxii, 54-62; Juan, xviii, 15-27). Esta negativa se debía,
por cierto, no a una falta de fe interior en Cristo, sino a miedo y
cobardía exterior. Su pesar fue de esta forma mayor, cuando al
dirigirle la mirada su Maestro, reconoció claramente lo que había
hecho.
El Señor Resucitado confirma la precedencia de Pedro
A pesar de su debilidad, su lugar como cabeza de los Apóstoles
fue confirmado más adelante por Jesús, y su precedencia
no fue menos destacada luego de la Resurrección que antes. Las
mujeres que fueron primeras en hallar el sepulcro de Cristo vacío,
recibieron del ángel un recado especial para Pedro (Marcos, xvi,
7). Sólo a él de entre los Apóstoles se le apareció
Cristo en el primer día luego de la Resurrección (Lucas,
xxiv,34; I Cor., xv, 5). Pero lo más importante de todo, cuando
se apareció junto al Lago de Genesaret, Cristo renovó
la comisión especial a Pedro de alimentar y defender a su rebaño,
después que Pedro hubo afirmado por tres veces su amor especial
por su Maestro (Juan, xxi, 15-17). En conclusión, Cristo predijo
la muerte violenta que habría de sufrir Pedro y, de esta manera,
lo invitó a seguirlo de un modo especial (ibid., 20-23). De este
modo Pedro fue llamado y entrenado para el Apostolado, e investido con
el primado entre los Apóstoles, que ejerció de manera
inequívoca luego de la Ascensión de Cristo al Cielo.
II. SAN PEDRO EN JERUSALÉN Y PALESTINA LUEGO
DE LA ASCENSIÓN
Nuestra información sobre la temprana actividad
Apostólica de San Pedro en Jerusalén, Judea y los distritos
hacia el norte hasta Siria, se deduce principalmente de la primera parte
de los Hechos de los Apóstoles, y es confirmada por las incidentales
menciones colaterales en las Epístolas de San Pablo. De entre
los muchos de Apóstoles y discípulos que, luego de la
Ascensión de Cristo a los Cielos desde el Monte de los Olivos,
retornaron a Jerusalén para aguardar el cumplimiento de Su promesa
de enviar al Espíritu Santo, Pedro se destaca inmediatamente
como el líder de todos, y es constantemente reconocido en adelante
como cabeza de la comunidad Cristiana en Jerusalén. Él
toma la iniciativa en la designación al Colegio Apostólico
de otro testigo de la vida, muerte y resurrección de Cristo para
sustituir a Judas (Hechos, i, 15-26). Luego de la venida del Espíritu
Santo en la fiesta de Pentecostés, Pedro imparte a la cabeza
de los Apóstoles el primer sermón público para
proclamar la vida, muerte y resurrección de Jesús, y gana
un gran número de Judíos como conversos a la comunidad
Cristiana (ibid. ii, 14-41). El primero de los Apóstoles en operar
un milagro público, cuando entró al templo y curó
a un hombre tullido en la Puerta Hermosa. A la gente que se amontonaba
en su asombro alrededor de los dos Apóstoles, les predica un
largo sermón en el Pórtico de Salomón y trae un
nuevo incremento en el rebaño de creyentes (ibid., iii, 1-iv,
4).
En los subsiguientes interrogatorios a los dos Apóstoles ante
el Gran Sanedrín de los Judíos, Pedro defiende de manera
intrépida e impresionante la causa de Jesús y la obligación
y libertad de los Apóstoles de predicar el Evangelio (ibid.,
iv, 5-21). Cuando Ananías y Safira intentan engañar a
los Apóstoles y a la gente, Pedro se presenta como juez de su
acción y Dios ejecuta la sentencia de castigo dictada por el
Apóstol, causando la muerte súbita a los dos culpables
(ibid., v, 1-11). Mediante numerosos milagros Dios confirma la actividad
Apostólica de los creyentes en Cristo, habiendo también
aquí mención especial de Pedro, ya que se registra que
los habitantes de Jerusalén y ciudades vecinas llevaban a sus
enfermos en sus lechos a las calles para que pudiese caer sobre ellos
la sombra de Pedro y por ello ser curados (ibid., v 12-16). El siempre
creciente número de fieles provocó que el supremo consejo
Judío adoptara nuevas medidas contra los Apóstoles, pero
"Pedro y los Apóstoles" responden que "Hay que
obedecer a Dios antes que a los hombres" (ibid., v, 29 sqq.). No
sólo en Jerusalén mismo fue que Pedro trabajó para
cumplir la misión que le confió su Maestro. También
retuvo conexión con otras comunidades Cristianas en Palestina
y predicó el Evangelio tanto allí como en las tierras
ubicadas más al norte. Cuando Felipe el Diácono había
ganado una gran cantidad de creyentes en Samaría, Pedro y Juan
fueron enviados a dirigirse allí desde Jerusalén para
organizar la comunidad e invocar al Espíritu Santo que descendiera
sobre los fieles. Pedro de presenta por segunda vez como juez en el
caso del mago Simón, que desea adquirir de los Apóstoles
el poder de invocar también él al Espíritu Santo
(ibid., viii, 14-25). En el camino de regreso a Jerusalén los
dos Apóstoles predicaban las gozosas nuevas del Reino de Dios.
En adelante, luego de la partida de Pablo de Jerusalén y su conversión
antes de Damasco, las comunidades Cristianas en Palestina fueron dejadas
en paz por el consejo Judío.
Pedro encaró ahora un extenso viaje misionero, que lo llevó
a las ciudades marítimas Lida, Joppe y Cesarea. En Lida curó
al paralítico Eneas, en Joppe elevó a Tabitá (Dorcás)
de entre los muertos, y en Cesarea, instruido por una visión
tenida en Joppe, bautizó y recibió en la Iglesia a los
primeros Cristianos no Judíos, al Centurión Cornelio y
a su gente (ibid., ix, 31-x, 48). Al regreso de Pedro a Jerusalén
un poco más adelante, los Judeo Cristianos estrictos que consideraban
la adhesión estricta a la ley Judía como obligatoria para
todos, le preguntaron por qué había entrado y comido en
la casa de los incircuncisos. Pedro habla de su visión y defiende
su acción, que fue ratificada por los Apóstoles y los
fieles de Jerusalén (ibid., xi, 1-18).
Una confirmación del lugar acordado por Lucas en los Hechos
a Pedro, lo aporta el testimonio de San Pablo (Gál. i, 18-20).
Luego de su conversión y de tres años de residencia
en Arabia, Pablo fue a Jerusalén "a conocer a Pedro".
Aquí el Apóstol de los Gentiles claramente designa a
Pedro como la cabeza autorizada de los Apóstoles y de la temprana
Iglesia Cristiana. La larga residencia de Pedro en Jerusalén
y Palestina pronto tocó a su fin. Herodes Agripa I inició
(A.D. 42-44) una nueva persecución a la Iglesia en Jerusalén;
después de la ejecución de Santiago, el hijo de Zebedeo,
este gobernante hizo poner a Pedro en prisión, con la intención
de también hacerlo ejecutar cuando hubiere pasado la Pascua
Judía. Pedro, no obstante, fue liberado de manera milagrosa,
y dirigiéndose a casa de la madre de Juan Marcos, donde muchos
de los fieles estaban reunidos para la oración, les informó
sobre su liberación de manos de Herodes, les mandó que
comunicasen el hecho a Santiago y los hermanos y entonces salió
de Jerusalén para marchas "a otro lugar" (Hechos
12:1-18). Sobre la posterior actividad de San Pedro no recibimos más
información desde las fuentes existentes, aunque poseemos breves
noticias sobre ciertos episodios individuales de su ulterior vida.
III. VIAJES MISIONEROS EN ORIENTE; EL CONCILIO DE LOS
APÓSTOLES
San Lucas no nos dice adónde fue Pedro luego de su liberación
de la prisión en Jerusalén. De comentarios casuales sabemos
que subsecuentemente él hizo largas giras misioneras en Oriente,
aunque no se nos da pista alguna sobre la cronología de sus viajes.
Es seguro que permaneció durante un tiempo en Antioquía;
hasta puede haber retornado más allá varias veces. La
comunidad Cristiana de Antioquía fue fundada por Judíos
Cristianizados que habían sido sacados de Jerusalén por
la persecución (ibid., xi, 19 sqq.). La residencia de Pedro entre
ellos se prueba mediante el episodio que concierne a la observancia
de la ley aún entre paganos Cristianizados, relatado por San
Pablo (Gál., ii, 11-21). Los Apóstoles principales en
Jerusalén-los "pilares", Pedro, Santiago y Juan-habían
aprobado sin reservas el Apostolado de San Pablo a los Gentiles, mientras
ellos por su parte tenían la intención de trabajar principalmente
entre los Judíos. Mientras Pablo vivía en Antioquía
(la fecha no puede ser determinada con certeza), San Pedro fue allá
y se mezcló libremente con los Cristianos no-Judíos de
la comunidad, frecuentando sus hogares y compartiendo sus comidas. Pero
cuando los Cristianos Judíos llegaron a Jerusalén, Pedro,
por temor a que por ello se escandalizasen estos rígidos observantes
de la ley ceremonial Judía y su influencia con los Cristianos
Judíos peligrase, evitó en lo sucesivo comer con los incircuncisos.
Su conducta impresionó grandemente a los otros
Cristianos Judíos de Antioquía, al punto que hasta Bernabé,
el compañero de San Pablo, ahora evitó comer con los paganos
Cristianizados. Por ser esta acción totalmente opuesta a los
principios y prácticas de Pablo y podría llevar a confusión
entre los paganos conversos, este Apóstol reprochó públicamente
a San Pedro, porque su conducta parecía indicar un deseo de impulsar
a los conversos paganos a hacerse Judíos y aceptar la circuncisión
y la ley Judía. Todo el incidente es otra prueba de la ubicación
autoritaria de San Pedro en la temprana Iglesia, desde que su ejemplo
y su conducta eran considerados decisivos. Pero Pablo, que acertadamente
vio la incoherencia en la conducta de Pedro y los Cristianos Judíos,
no titubeó en defender la inmunidad de los paganos conversos
ante la ley Judía. Respecto de la actitud subsiguiente de Pedro
en este tema, San Pablo no nos proporciona información explícita.
Aunque es altamente probable que Pedro haya ratificado la contención
del Apóstol de los Gentiles y se haya, en adelante, comportado
como al principio hacia los paganos Cristianizados. Como principales
opositores de su visión al respecto, Pablo menciona y combate
en todos sus escritos solamente a los Cristianos Judíos extremos
venidos "de Santiago" (i.e., de Jerusalén). Mientras
que la fecha de este suceso, si antes o después del Concilio
de los Apóstoles, no puede determinarse, es probable que haya
ocurrido después (ver abajo).
La tradición tardía que existió tan atrás
como a fines del siglo segundo (Orígenes, "Hom. vi in Lucam";
Eusebio, "Hist. Eccl.", III, xxxvi), sobre que Pedro fundó la
Iglesia de Antioquía, indica el hecho que él trabajó
por un largo período allí y quizá, vivió
allí hacia el fin de sus días y entonces designó
cabeza de la comunidad a Evodrius, el primero de la línea de
obispos de Antioquía. Esta última versión explicaría
de la mejor manera la tradición que se refiere a la fundación
de la Iglesia de Antioquía por San Pedro.
Es también probable que Pedro haya proseguido
sus trabajos Apostólicos en varios distritos del Asia Menor,
porque sería raro suponer que pasó todo el período
entre su liberación de la prisión y el Concilio de los
Apóstoles ininterrumpidamente en una ciudad, fuere Antioquía,
Roma u otra. Y dado que después dirigió la primera de
sus Epístolas a los fieles en las Provincias del Ponto, Galacia,
Capodocia y Asia, uno puede razonablemente presumir que él había
trabajado personalmente en al menos ciertas ciudades de estas provincias,
dedicándose principalmente a la Diáspora. La Epístola,
no obstante, es de un carácter general y da poco indicio de relaciones
personales con las personas a quienes a quienes está dirigida.
No puede ser totalmente rechazada la tradición relatada por el
Obispo Dionisio de Corinto (en Eusebio, "Hist. Eccl.", II, xxviii) en
su carta a la Iglesia Romana bajo el Papa Sotero (165-74), sobre que
Pedro (al igual que Pablo) había vivido en Corinto y plantado
allí la Iglesia. Aún cuando la tradición debiera
no recibir apoyo de la existencia del "bando de Cephas", que Pablo menciona
entre otras divisiones de la Iglesia de Corinto (I Cor., i, 12; iii,
22), la estada de Pedro en Corinto (hasta en conexión con el
plantar y gobierno de la Iglesia por Pablo) no es imposible. Que San
Pedro realizó varios viajes Apostólicos (sin duda en este
tiempo, especialmente ciando él no residía ya permanentemente
en Jerusalén) se establece claramente por la afirmación
genérica de San Pablo en (I Cor., i, 12; iii, 22), respecto del
"resto de los apóstoles, y los hermanos [primos] del Señor,
y Cephas", que estaban viajando por los alrededores en el ejercicio
de su Apostolado.
Pedro retornó ocasionalmente a la inicial Iglesia Cristiana de
Jerusalén, cuya guía fuera encomendada a Santiago, el
pariente de Jesús, luego de la partida del Príncipe de
los Apóstoles (A.D. 42-44). La última mención de
San Pedro en los Hechos (xv, 1-29; cf. Gál., ii, 1-10) surge
en la reseña del Concilio de los Apóstoles en ocasión
de una visita tan efímera. Como consecuencia de los problemas
causados a Pedro y Bernabé por los extremos Cristianos Judíos
en Antioquía, la Iglesia de esa ciudad envió a estos dos
Apóstoles con otros enviados a Jerusalén para obtener
una decisión definitiva respecto de las obligaciones de los paganos
conversos (ver JUDAIZANTES). Además de Santiago, estaban
entonces (A.D. 50-51) en Jerusalén, Pedro y Juan. En el tratamiento
y la decisión de esta importante cuestión, Pedro ejerció
naturalmente una influencia decisiva. Cuando se había manifestado
en la asamblea un gran divergencia de opiniones, Pedro pronunció
la palabra decisiva. Mucho antes, de acuerdo al testimonio Divino, él
había anunciado el Evangelio a los gentiles (conversión
de Cornelio y los suyos); �por qué, entonces, intentar aplicar
el yugo Judío al cuello de los paganos conversos? Después
que Pablo y Bernabé relataron cómo Dios había trabajado
entre los Gentiles a su alrededor, Santiago, el principal representante
de los Cristianos Judíos, adoptó el criterio de Pedro
y de acuerdo con él hizo propuestas que fueron expresadas en
una encíclica a los paganos conversos.
Los sucesos de Cesarea y Antioquía, así como el debate
en el Concilio de Jerusalén, revelan claramente la actitud
de Pedro hacia los conversos del paganismo. Lo mismo que los otros
once Apóstoles originales, él se consideraba llamado
a predicar la Fe en Jesús primero entre los Judíos (Hechos,
x, 42), de manera que el pueblos elegido por Dios pudiera compartir
la salvación en Cristo, prometida primariamente a ellos y surgiendo
de su seno. La visión en Joppe y la efusión del Espíritu
Santo sobre Cornelio, el pagano convertido y su gente, determinaron
que Pedro los admitiese de inmediato en la comunidad de los creyentes
sin imponerles la ley Judía. En sus viajes Apostólicos
fuera de Palestina, él reconoció en la práctica
la igualdad entre los conversos Judíos y los Gentiles, tal
como lo prueba su proceder original en Antioquía. Su distanciamiento
de los conversos Gentiles, por consideración a los Cristianos
Judíos de Jerusalén, de ninguna manera fue un reconocimiento
oficial del criterio de los Judaizantes extremistas, tan opuestos
a San Pablo. Esto es clara e indiscutiblemente establecido por su
actitud en el Concilio de Jerusalén. Entre Pedro y Pablo no
había diferencias dogmáticas en su concepción
de la salvación para los Cristianos Judíos y Gentiles.
El reconocimiento de Pablo como el Apóstol de los Gentiles
(Gál., ii, 1-9) fue totalmente sincero y excluye todo interrogante
sobre una divergencia fundamental de criterios. San Pedro y los otros
Apóstoles reconocían a los conversos del paganismo como
hermanos Cristianos en un pié de igualdad; Cristianos Judíos
y Gentiles formaban un solo Reino de Cristo. Si Pedro dedicó
la parte preponderante de su actividad Apostólica a los Judíos,
esto surgió principalmente de consideraciones prácticas
y de la posición de Israel como el pueblo elegido. La hipótesis
de Baur sobre la existencia de corrientes opuestas de "Pedrismo" y
de "Paulismo" en la primitiva Iglesia es absolutamente insostenible
y totalmente rechazada hoy por los Protestantes.
IV. ACTIVIDAD Y MUERTE EN ROMA; SEPULCRO
Es un hecho histórico indisputablemente establecido que San Pedro
trabajó en Roma durante la última parte de su vida y finalizó
su vida terrenal por el martirio. En cuanto a la duración de
su actividad Apostólica en la capital Romana, la continuidad
o no de su residencia allí, los detalles y éxito de sus
trabajos y la cronología de su arribo y de su muerte, todas estas
cuestiones son inciertas y pueden resolverse solamente mediante hipótesis
más o menos bien fundadas. El hecho esencial es que Pedro murió
en Roma: esto constituye el fundamento histórico del reclamo
de los Obispos de Roma sobre el Primado Apostólico de Pedro.
La residencia y la muerte de San Pedro en Roma son establecidas más
allá de toda disputa como hechos históricos por una serie
de claros testimonios, que se extienden desde el final del primer siglo
hasta el final del segundo, proviniendo de varios países.
-
Que el modo y, por ende, el lugar de su muerte hayan
sido conocidos en círculos Cristianos muy extendidos hacia
el final del siglo primero, resulta claro a partir de la observación
introducida en el Evangelio de San Juan, respecto de la profecía
de Cristo sobre que Pedro le estaba ligado a Él y sería
conducido adonde no quisiera -- "Con esto indicaba la clase de muerte
con que iba a glorificar a Dios" (Juan, xxi, 18-19, ver arriba).
Tal observación presupone el conocimiento de la muerte de
Pedro por los lectores del Cuarto Evangelio.
-
La Primera Epístola de San Pedro fue escrita
casi indudablemente en Roma, dado que el saludo final reza: "Os
saluda la (iglesia) que está en Babilonia, elegida como vosotros,
así como mi hijo Marcos" (v, 13). Babilonia debe ser identificada
aquí como la capital Romana, desde que no puede referirse
a Babilonia sobre el Eufrates, que yacía en ruinas o a la
Nueva Babilonia (Seleucia) sobre el Tigris, o a la Babilonia Egipcia
cerca de Menfis, o a Jerusalén, debe referirse a Roma, la
única ciudad que es llamada Babilonia en otra parte por la
antigua literatura Cristiana (Apoc., xvii, 5; xviii, 10; "Oracula
Sibyl.", V, versos 143 y 159, ed. Geffcken, Leipzig, 1902, 111).
-
A partir del Obispo Papias de Hierápolis
y de Clemente de Alejandría, ambos quienes apelan al testimonio
de los antiguos presbíteros (i.e., los discípulos
de los Apóstoles), conocemos que Marcos escribió su
Evangelio en Roma a pedido de los Cristianos Romanos, que deseaban
un memorial escrito de la doctrina predicada a ellos por San Pedro
y sus discípulos (Eusebio, "Hist. Eccl.", II, xv; III, xi;
VI, xiv); esto es confirmado por Irineo (Adv. haer., III, i). En
conexión con esta información relativa al Evangelio
de San Marcos, Eusebio, fiándose quizá de una fuente
anterior, dice que Pedro en su Primera Epístola describió
a Roma en forma figurada como a Babilonia.
-
Otro testimonio sobre el martirio de Pedro y Pablo
es proporcionado por Clemente de Roma en su Epístola a los
Corintios (escrita alrededor del A.D. 95-97), donde afirma (v):
"Mediante el ardor y la astucia, los mayores y más rectos
sustentos [de la Iglesia] han sufrido la persecución y han
sido guerreados hasta la muerte. Coloquemos ante nuestra mirada
a los buenos Apóstoles-San Pedro, quien a consecuencia de
un injusto ardor sufrió, no uno o dos, sino numerosos agravios
y, habiendo dado así testimonio (martyresas), ha ingresado
al merecido lugar de gloria". Después menciona a Pablo y
un número de elegidos, que estaban reunidos con los otros
y sufrieron el martirio "entre nosotros" (en hemin, i.e.,
entre los Romanos, sentido que la expresión también
tiene en el capítulo iv). Indudablemente habla, como lo prueba
el párrafo completo, de la persecución Nerónica,
refiriendo de esa manera el martirio de Pedro y Pablo a esa época.
-
En su carta escrita a comienzos del siglo segundo
(antes del 117), mientras era llevado a Roma para ser martirizado,
el venerable Obispo Ignacio de Antioquía procura por todos
los medios refrenar a los Cristianos Romanos de pugnar por lograr
el perdón para él, señalando: "Ninguna cosa
les mando, como Pedro y Pablo: ellos eran Apóstoles, mientras
que yo soy sólo un cautivo" (Ad. Rom., iv). El significado
de esta expresión debe ser, que los dos Apóstoles
trabajaron personalmente en Roma, predicando allí el Evangelio
con autoridad Apostólica.
-
El Obispo Dionisio de Corinto en su carta a la Iglesia
Romana en tiempos del Papa Sotero (165-74), dice: "Por lo tanto,
usted mediante su urgente exhortación ha ligado muy estrechamente
la siembra de Pedro y Pablo en Roma y en Corinto. Pues ambos plantaron
la semilla del Evangelio también en Corinto y juntos nos
instruyeron, tal como en forma similar enseñaron en el mismo
lugar de Italia y sufrieron el martirio al mismo tiempo" (En Eusebio,
"Hist. Eccl.", II, xxviii).
-
Irineo de Lyon, un nativo del Asia Menor y discípulo
de Policarpo de Esmirna (un discípulo de San Juan), pasó
un tiempo considerable en Roma poco después de la mitad del
Siglo II y luego siguió a Lyon, donde devino Obispo en el
177; describió a la Iglesia Romana como la más destacada
y principal conservadora de la tradición Apostólica,
como "la más grande y más antigua iglesia, conocida
por todos, fundada y organizada en Roma por los dos más gloriosos
Apóstoles, Pedro y Pablo" (Adv. haer., III, iii; cf.
III, i). De este modo apela al hecho, conocido y reconocido universalmente,
de la actividad Apostólica de Pedro y Pablo en Roma, para
hallar en ello una prueba de la tradición en contra de los
herejes.
-
En sus "Hypotyposes" (Eusebio, "Hist. Eccl.", IV,
xiv), Clemente de Alejandría, maestro en la escuela de catequesis
de esa ciudad desde alrededor del año 190, afirma con la
fuerza de la tradición de los presbíteros: "Después
que Pedro hubo anunciado la Palabra de Dios en Roma y predicado
el Evangelio en el espíritu de Dios, la multitud de los oyentes
pidió a Marcos, que había acompañado extensamente
a Pedro en todos su viajes, que escriba lo que los Apóstoles
les habían predicado" (ver arriba).
-
Como Irineo, Tertuliano apela en sus escritos contra
los herejes a la prueba aportada por las labores Apostólicas
de Pedro y Pablo en Roma acerca de la veracidad de la tradición
eclesiástica. En "De Praescriptione", xxxv, dice: "Si están
cerca de Italia, tienen a Roma, en donde la autoridad está
siempre a mano. Qué afortunada es esta Iglesia para la cual
los Apóstoles han volcado toda su enseñanza con su
sangre, donde Pedro ha emulado la Pasión del Señor
y donde Pablo ha sido coronado con la muerte de Juan" (el Bautista).
En "Scorpiace", xv, él también habla de la crucifixión
de Pedro. "El retoño de fe ensangrentado primero por Nerón
en Roma. Allí Pedro fue ceñido por otro, dado que
fue ligado a la cruz". Como una ilustración de la falta de
importancia sobre qué agua se utiliza para administrar el
bautismo, sostiene en su libro ("Sobre el Bautismo", cap. v) que
no hay "ninguna diferencia entre aquélla con la que Juan
bautizó en el Jordán y aquélla con la que Pedro
bautizó en el Tiber"; y contra Marcion apela al testimonio
de los Cristianos de Roma, "a quienes Pedro y Pablo han legado el
Evangelio, sellado con su sangre" (Adv. Marc., IV, v).
-
Cayo, el Romano que vivió en Roma en tiempos
del Papa Ceferino (198-217), escribió en su "Diálogo
con Proclus" (en Eusebio, "Hist. Eccl", II, xxviii) dirigido en
contra de los Montanistas: "Pero yo puedo mostrar los trofeos de
los Apóstoles. Si tienen a bien ir al Vaticano o al camino
a Ostia, hallarán los trofeos de aquéllos que han
fundado esta Iglesia". Por trofeos (tropaia) Eusebio entiende
las tumbas de los Apóstoles, pero su óptica es confrontada
por investigadores modernos que consideran que se refiere al lugar
de la ejecución. Para nuestro propósito no es importante
cuál opinión es correcta, pues el testimonio retiene
su valor total en ambos casos. De cualquier modo, los lugares de
ejecución y de entierro de ambos estaban próximos;
San Pedro, que fue ejecutado en el Vaticano, recibió también
allí su sepultura. Eusebio se refiere también a "la
inscripción de los nombres de Pedro y Pablo, que han sido
preservados hasta hoy allí en las sepulturas" (en Roma).
-
Existía por ende en Roma un antiguo memorial
epigráfico conmemorando la muerte de los Apóstoles.
La lóbrega cita en el Fragmento Muratorio ("Lucas optime
theofile conprindit quia sub praesentia eius singula gerebantur
sicuti et semote passionem petri evidenter declarat", ed. Preuschen,
Tubingen, 1910, p. 29) presupone también una definida tradición
antigua con respecto a la muerte de Pedro en Roma.
-
Los apócrifos Hechos de San Pedro y Hechos
de los Santos Pedro y Pablo, pertenecen de manera similar a la serie
de testimonios sobre la muerte de los dos Apóstoles en Roma.
En oposición a este testimonio claro y unánime
de la temprana Cristiandad, unos pocos historiadores Protestantes en
tiempos recientes han tratado de descartar como legendaria la residencia
y muerte de Pedro en Roma. Estos intentos han resultado un completo
fracaso. Se aseveraba que la tradición respecto de la residencia
de Pedro en Roma se inició primero en los círculos Ebionitas
y formaba parte de la Leyenda de Simón el Mago, en la que Pablo
es enfrentado por Pedro como un falso Apóstol debajo de Simón;
al tiempo que esta pelea fuera transplantada a Roma, también
surgió en fecha temprana la leyenda de la actividad de Pedro
en esa capital (así en Baur, "Paulus", 2da ed., 245 sqq., seguida
por Hase y especialmente Lipsius, "Die quellen der romischen Petrussage",
Kiel, 1872). Pero esta hipótesis se ha visto fundamentalmente
insostenible por el carácter íntegro y la importancia
puramente local del Ebionitismo, siendo refutada directamente por los
antedichos testimonios genuinos y enteramente independientes, que son
de al menos una antigüedad similar. Más aún, ha sido
enteramente abandonado por historiadores Protestantes serios (cf., e.g.,
los comentarios de Harnack en "Gesch. der altchristl. Literatur", II,
i, 244, n. 2). Un más reciente intento de demostrar que San Pedro
fue martirizado en Jerusalén fue realizado por Erbes (Zeitschr.
fur Kirchengesch., 1901, pp. 1 sqq., 161 sqq.). Él apela a los
apócrifos Hechos de San Pedro, en los que dos Romanos, Albino
y Agripa, son mencionados como perseguidores de los Apóstoles.
A éstos identifica como Albino, Procurador de Judea y sucesor
de Festus, y a Agripa II, Príncipe de Galilea, de donde llega
a la conclusión que Pedro fue condenado a muerte y sacrificado
por el Procurador de Jerusalén. Lo insostenible de esta hipótesis
se hace inmediatamente visible por el mero hecho que nuestro más
antiguo testimonio definido sobre la muerte de Pedro en Roma antedata
por mucho los Hechos apócrifos; además, nunca en toda
la extensión de la antigua Cristiandad se ha sido designada otra
ciudad fuera de Roma como el lugar del martirio de los Santos Pedro
y Pablo.
Aunque la actividad y muerte de San Pedro en Roma sea tan claramente
establecida, no tenemos información precisa sobre los detalles
de su estancia Romana. Las narraciones contenidas en la literatura apócrifa
del siglo segundo, sobre la supuesta contienda entre Pedro y Simón
el Mago, pertenecen al dominio de la leyenda. De lo ya dicho sobre el
origen del Evangelio de San Marcos, podemos deducir que Pedro trabajó
durante un largo período en Roma. Esta conclusión es avalada
por la voz unánime de la tradición, que desde la segunda
mitad del siglo segundo designa al Príncipe de los Apóstoles
como fundador de la Iglesia Romana. Se sostiene ampliamente que Pedro
hizo una primera visita a Roma luego de ser milagrosamente liberado
de la prisión en Jerusalén; que Lucas se refería
a Roma por "otro lugar", pero omitió el nombre por razones especiales.
No es imposible que Pedro haya realizado un viaje de misión a
Roma alrededor de esta época (después del 42 AD), pero
este viaje no puede ser establecido con certeza. De cualquier forma,
no podemos, en apoyo de esta teoría, apelar a las notas cronológicas
de Eusebio y Jerónimo, dado que, aún cuando estas notas
se retrotraen a las crónicas del siglo tercero, no son tradiciones
de antiguo sino el resultado de cálculos basados en las listas
episcopales. En la lista de obispos de Roma que data del siglo segundo,
se introdujo en el siglo tercero (como sabemos por Eusebio y la "Cronografía
de 354") la nota sobre veinticinco años de pontificado de San
Pedro, pero no podemos rastrear su origen. Este agregado, en consecuencia,
no sustenta la hipótesis de una vista de San Pedro a Roma luego
de su liberación de la prisión (alrededor del 42). Por
lo tanto, podemos admitir solamente la posibilidad de una visita tan
anterior a la capital.
La tarea de determinar el año de la muerte de San Pedro está
rodeada de dificultades similares. En el siglo cuarto y aún en
las crónicas del tercero, hallamos dos notas distintas. En las
"Crónicas" de Eusebio se da la muerte de Pedro y Pablo como en
los años decimotercero y decimocuarto de Nerón (67-68);
esta fecha, aceptada por Jerónimo, es la sostenida generalmente.
El año 67 también es avalado por la afirmación
aceptada al igual por Eusebio y Jerónimo, sobre que Pedro fue
a Roma en el reinado del Emperador Claudio (según Jerónimo,
en el 42), así como por la tradición antedicha de los
veinticinco años de episcopado de Pedro (cf. Bartolini, "Sopra
l'anno 67 se fosse quello del martirio dei gloriosi Apostoli", Roma,
1868). Una versión distinta es provista por la "Cronografía
de 354" (ed. Duchesne, "Liber Pontificalis", I, 1 sqq.). Ésta
refiere el arribo de San Pedro en Roma al año 30, y su muerte
como la de San Pablo al año 55. Duchesne ha mostrado que las
fechas en la "Cronografía" fueron insertadas en una lista de
los Papas que contiene solamente sus nombres y la duración de
sus pontificados, de donde, bajo la suposición cronológica
de ser el año de la muerte de Cristo el 29, se insertó
el año 30 como el comienzo del pontificado de Pedro y su muerte
referida al 55 sobre la base de los veinticinco años de pontificado
(op. cit., introd., vi sqq.). Esta fecha, sin embargo, ha sido defendida
recientemente por Kellner ("Jesus von Nazareth u. seine Apostel im Rahmen
der Zeitgeschichte", Ratisbon, 1908; "Tradition geschichtl. Bearbeitung
u. Legende in der Chronologie des apostol. Zeitalters", Bonn, 1909).
Otros historiadores han aceptado el año 65 (e. g., Bianchini,
en su edición del "Liber Pontilicalis" en P. L.. CXXVII. 435
sqq.) o el 66 (e. g. Foggini, "De romani b. Petri itinere et episcopatu",
Florencia, 1741; también Tillemont). Harnack procuró establecer
el año 64 (i . e . el comienzo de la persecución Neroniana)
como el de la muerte de Pedro ("Gesch. der altchristl. Lit. bis Eusebius",
pt. II, "Die Chronologie", I, 240 sqq.). Esta fecha, que ya había
sido sustentada por Cave, du Pin y Wiesler, ha sido aceptada por Duchesne
(Hist. ancienne de l'eglise, I, 64). Erbes refiere la muerte de San
Pedro al 22 febrero de 63 y la de San Pablo a 64 ("Texte u. Untersuchungen",
nueva serie, IV, i, Leipzig, 1900, "Die Todestage der Apostel Petrus
u. Paulus u. ihe rom. Denkmaeler"). Por ende la fecha de la muerte de
Pedro no ha sido decidida aún; el período entre julio
de 64 (inicio de la persecución Neroniana) y comienzos de 68
(el 9 de julio Nerón huyó de Roma y se suicidó)
debe dejarse abierto para la fecha de su muerte. El día de su
martirio también se desconoce; 29 de junio, el día aceptado
de su fiesta desde el siglo cuarto, no puede ser probado como el día
de su muerte (ver abajo).
Con respecto a la forma en que Pedro murió, contamos con la tradición-atestiguada
por Tertuliano a fines del siglo segundo (ver arriba) y por Orígenes
(en Eusebio, "Hist. Eccl.", II, i)-sobre que sufrió crucifixión.
Orígenes sostiene que: "Pedro fue crucificado en Roma con su
cabeza hacia abajo, como él mismo había deseado sufrir".
Como el lugar de la ejecución pueden muy probablemente aceptarse
los Jardines Neronianos en el Vaticano, dado que según Tácito
allí se representaban en general las horrendas escenas de la
persecución Neroniana; y en este distrito, en la vecindad de
la Vía Cornelia y al pié de las Colinas Vaticanas, el
Príncipe de los Apóstoles halló su sepultura. De
esta tumba (dado que la palabra tropaion era, como ya se dijo,
correctamente interpretada como tumba) Cayo ya habla en el siglo tercero.
Por un tiempo los restos de Pedro descansaron con los de Pablo en una
cripta en la Vía Apia en el lugar ad Catacumbas, donde
ahora está la Iglesia de San Sebastián (que en su erección
en el siglo cuarto fue dedicada a los dos Apóstoles). Los restos
habrían sido probablemente llevados allí a comienzos de
la persecución Valeriana en 258, para protegerlos de la amenaza
de profanación cuando fueron confiscados los sepulcros Cristianos.
Fueron más tarde restituidos a su previo lugar de reposo y Constantino
el Grande hizo erigir una magnífica basílica sobre la
tumba de San Pedro al pié de la Colina Vaticana. Esta basílica
fue reemplazada por la actual de San Pedro en el siglo dieciséis.
La cripta con el altar construido sobre ella (confessio) ha sido el
más venerado santuario de un mártir en Occidente. En la
estructura inferior del altar, sobre la cripta que contenía el
sarcófago con los restos de San Pedro, se hizo una cavidad. Ésta
fue cerrada por medio de una puerta en el frente del altar. Al abrir
esta puerta el peregrino disfrutar del gran privilegio de arrodillarse
justo encima del sarcófago del Apóstol. Se solían
dar llaves de esta puerta como recuerdos (cf. Gregorio de Tours, "De
gloria martyrum", I, xxviii).
La memoria de San Pedro está íntimamente relacionada con
la Catacumba de Santa Priscilla en la Vía Salaria. Según
la tradición corriente en la tardía antigüedad Cristiana,
en este lugar San Pedro instruía a los fieles y administraba
el bautismo. Esta tradición parece haber estado basada en testimonios
de monumentos aún anteriores. La catacumba situada debajo del
jardín de una villa de la antigua familia Cristiana y senatorial
Acilii Glabriones
y su fundación, se retrotrae hacia fines de siglo primero;
y dado que Acilio Glabrio (q. v.) cónsul
en 91, fue bajo Domiciano condenado a muerte por ser Cristiano, es bastante
posible que la fe Cristiana de la familia datase de los tiempos Apostólicos
y que al Príncipe de los Apóstoles se le haya otorgado
recepción hospitalaria en la casa de ellos durante su residencia
en Roma. Las relaciones entre Pedro y Prudencio, cuya casa estaba en
el sitio del actual templo de Prudencio (ahora Santa Prudentiana) parecen
recostarse más bien en una leyenda.
En relación con las Epístolas de San Pedro, ver EPÍSTOLAS
DE SAN PEDRO; respecto de los varios apócrifos que llevan
el nombre de Pedro, especialmente el Apocalipsis y el Evangelio de
San Pedro, ver APÓCRIFOS. El sermón apócrifo
de Pedro (kerygma), que data de la segunda mitad del siglo
segundo, era probablemente una colección de supuestos sermones
del Apóstol; varios fragmentos son preservados por Clemente
de Alejandría (cf. Dobschuts, "Das Kerygma Petri kritisch untersucht"
en "Texte u. Untersuchungen", XI, i, Leipzig, 1893).
Tan atrás como en el siglo cuarto se celebraba una fiesta en
memoria de los Santos Pedro y Pablo en el mismo día, aunque el
día no esa el mismo en Oriente que en Roma. El Martirologio Sirio
de fines del siglo cuarto, que es un extracto de un catálogo
Griego de santos del Asia Menor, indica las siguientes fiestas en conexión
con la Navidad (25 de diciembre): 26 dic. San Estéban; 27 dic.
Santos Santiago y Juan; 28 dic. Santos Pedro y Pablo. En el panegírico
de San Gregorio Nacianzeno a San Basilio también se nos dice
que estas fiestas de los Apóstoles y San Esteban siguen inmediatamente
a la Navidad. Los Armenios celebraban la fiesta también el 27
dic.; los Nestorianos el segundo viernes después de Epifanía.
Es evidente que el 28 (27) de diciembre era (como el 26 dic. para San
Esteban) elegido arbitrariamente, sin que hubiera tradición alguna
respecto de la proximidad con la fecha de la muerte de los santos. La
fiesta principal de los Santos Pedro y Pablo se mantuvo en Roma el 29
de junio tan atrás como en el tercero o cuarto siglo. La lista
de fiestas de mártires en el Cronógrafo de Filócalo
coloca esta nota en la fecha - "III. Kal. Jul. Petri in Catacumbas et
Pauli Ostiense Tusco et Basso Cose." (=el año 258) . El "Martyrologium
Hieronyminanum" tiene, en el Berne MS., la siguiente nota para el 29
de junio: "Romae via Aurelia natale sanctorum Apostolorum Petri et Pauli,
Petri in Vaticano, Pauli in via Ostiensi, utrumque in catacumbas, passi
sub Nerone, Basso et Tusco consulibus" (ed. de Rossi--Duchesne, 84).
La fecha 258 en las notas revela que a parir de ese año se celebraba
la memoria de los dos Apóstoles el 29 de junio en la Vía
Apia ad Catacumbas (cerca de San Sebastiano fuori le mura), pues
en esta fecha los restos de los Apóstoles fueron trasladado allí
(ver arriba). Más tarde, quizá al construirse la iglesia
sobre las tumbas en el Vaticano y en la Vía Ostiensis, los restos
fueron restituidos a su anterior lugar de descanso: los de Pedro a la
Basílica Vaticana y los de Pablo la iglesia en la Vía
Ostiensis. En el sitio Ad Catacumbas se construyó, tan
atrás como en el siglo cuarto, una iglesia en honor de los dos
Apóstoles. Desde el año 258 se guardó su fiesta
principal el 29 de junio, fecha en la que desde tiempos antiguos se
celebraba el Servicio Divino solemne en las tres iglesias arriba mencionadas
(Duchesne, "Origines du culte chretien", 5ta ed., París, 1909,
271 sqq., 283 sqq.; Urbano, "Ein Martyrologium der christl. Gemeinde
zu Rom an Anfang des 5. Jahrh.", Leipzig, 1901, 169 sqq.; Kellner, "Heortologie",
3ra ed., Freiburg, 1911, 210 sqq.). La leyenda procuró explicar
que los Apóstoles ocupasen temporalmente el sepulcro Ad Catacumbas
mediante la suposición que, enseguida de la muerte de ellos los
Cristianos del Oriente deseaban robarse sus restos y llevarlos al Este.
Toda esta historia es evidentemente producto de la leyenda popular (Con
respecto a la Sede de Pedro, ver SEDE DE PEDRO)
Una tercera festividad de los Apóstoles tiene lugar el 1 de
agosto: la fiesta de las Cadenas de San Pedro. Esta fiesta era originariamente
la de dedicación de la iglesia del Apóstol, erigida
en la Colina Esquilina en el siglo cuarto. Un sacerdote titular de
la iglesia, Filipo, fue delegado papal al Concilio de Éfeso
en el año 431. La iglesia fue reconstruida por Sixto II (432)
a costa de la familia imperial Bizantina. La consagración solemne
pudo haber sido el 1 de agosto, o este fue el día de la dedicación
de la anterior iglesia. Quizá este día fue elegido para
sustituir las fiestas paganas que se realizaban el 1 de agosto. En
esta iglesia, aún en pié (S. Pietro en Vincoli), probablemente
se preservaron desde el siglo cuarto las cadenas de San Pedro que
eran muy grandemente veneradas, siendo considerados como reliquias
apreciadas los pequeños trozos de su metal. De tal modo, la
iglesia desde muy antiguo recibió el nombre in Vinculis, convirtiéndose
la fiesta del 1 de agosto en fiesta de las cadenas de San Pedro (Duchesne,
op. cit., 286 sqq.; Kellner, loc. cit., 216 sqq.). El recuerdo de
ambos Pedro y Pablo fue más tarde relacionado con dos lugares
de la antigua Roma: la Vía Sacra, en las afueras del Foro,
adonde se decía que fue arrojado al suelo el mago Simón
ante la oración de Pedro y la cárcel Tullianum,
o Carcer Mamertinus, adonde se supone que fueron mantenidos
los Apóstoles hasta su ejecución. También en
ambos lugares se erigieron santuarios de los Apóstoles y el
de la cárcel Mamertina aún permanece en casi su estado
original desde la temprana época Romana. Estas conmemoraciones
locales de los Apóstoles están basadas en leyendas y
no hay celebraciones especiales en las dos iglesias. Sin embargo,
no es imposible que Pedro y Pablo hayan sido confinados en la prisión
principal de Roma en el fuerte del Capitolio, de la cual queda como
un resto la actual Carcer Mamertinus.
VI. REPRESENTACIONES DE SAN PEDRO
La más antigua que existe es el medallón de bronce con
las cabezas de los Apóstoles; esto data de fines del siglo segundo
o principios del tercero y se conserva en el Museo Cristiano de la Biblioteca
Vaticana. Pedro tiene una cabeza fuerte y redondeada, mandíbulas
prominentes, una frente retrotraída, cabello crespo grueso y
barba (ver la ilustración en CATACUMBAS). Los rasgos son tan
distintivos, que semejan la naturaleza de un retrato. Esto también
se encuentra en dos representaciones de San Pedro en la cámara
de la Catacumba de Pedro y Marcelino que data de la segunda mitad del
siglo tercero (Wilpert, "Die Malerein der Katakomben Rom", placas 94
y 96). En las pinturas de las catacumbas los Santos Pedro y Pablo frecuentemente
aparecen como intercesores y abogados de los difuntos, en las representaciones
del Juicio Final (Wilpert, 390 sqq.), y como introduciendo a un Orante
(una figura que reza y representa a los muertos) en el Paraíso.
En las numerosas representaciones de Cristo en medio de Sus Apóstoles,
que aparece en las pinturas de las catacumbas y labradas en los sarcófagos,
Pedro y Pablo siempre ocupan los lugares de honor a derecha e izquierda
del Salvador. En los mosaicos de las basílicas Romanas, que datan
del siglo cuarto al noveno, Cristo aparece como figura central, con
los Santos Pedro y Pablo a Su derecha e izquierda y aparte de ellos
los santos especialmente venerados en cada iglesia en particular. En
los sarcófagos y otros memoriales, aparecen escenas de la vida
de San Pedro: su caminata sobre el Lago de Genesarét desde el
bote cuando Cristo lo llamó; la profecía de sus negaciones;
el lavatorio de los pies; el elevar a Tabitá de entre los muertos;
la captura de Pedro y ser llevado al lugar de su ejecución. En
dos copas doradas se lo representa como a Moisés haciendo brotar
agua de la roca con su vara; el nombre de Pedro bajo la escena demuestra
que es visto como el guía del pueblo de Dios en el Nuevo Testamento.
En el período que vas del cuarto al sexto siglo
es particularmente frecuente la escena de la entrega de la Ley a Pedro,
lo que ocurre en varias clases de monumento. Cristo entrega a Pedro
un escrito enrollado o abierto, en el que a menudo está la inscripción
Lex Domini (Ley del Señor) o Dominus legem dat
(El Señor da la Ley). En el mausoleo de Constantina en Roma (S.
Constanza en la Vía Nomentana) esta escena se da como un paralelo
a la entrega de la Ley a Moisés. En representaciones en los sarcófagos
del siglo quinto el Señor entrega a Pedro las llaves (en lugar
del escrito). En labrados del siglo cuarto, Pedro suele llevar una vara
en su mano (luego del siglo quinto una cruz con una larga vara, portada
por el Apóstol sobre su hombro) como una suerte de cetro indicativo
del oficio de Pedro. Desde fines del siglo sexto se sustituye esto por
las llaves (usualmente dos, aunque a veces tres) que de allí
en más se convirtieron en los atributos de Pedro. Hasta la renombrada
y grandemente venerada estatua de bronce en San Pedro las posee; esta,
que es la más conocida representación del Apóstol,
data del último período de la antigüedad Cristiana
(Grisar, "Analecta romana", I, Roma, 1899, 627 sqq.).
BIRKS Studies of the Life and character
of St. Peter (LONDON, 1887), TAYLOR, Peter the Apostle, new
ed. by BURNET AND ISBISTER (London, 1900); BARNES, St. Peter in Rome
and his Tomb on the Vatican Hill (London, 1900): LIGHTFOOT, Apostolic
Fathers, 2nd ed., pt. 1, VII. (London, 1890), 481sq., St. Peter
in Rome; FOUARD Les origines de l'Eglise: St. Pierre et Les premières
années du christianisme (3rd ed., Paris 1893); FILLION, Saint
Pierre (2nd ed Paris, 1906); collection Les Saints; RAMBAUD,
Histoire de St. Pierre apôtre (Bordeaux, 1900); GUIRAUD,
La venue de St Pierre à Rome in Questions d'hist. et d'archéol.
chrét. (Paris, 1906); FOGGINI, De romano D. Petr; itinere
et episcopatu (Florence, 1741); RINIERI, S. Pietro in Roma ed
i primi papi secundo i piu vetusti cataloghi della chiesa Romana
(Turin, 19O9); PAGANI, Il cristianesimo in Roma prima dei gloriosi
apostoli Pietro a Paolo, e sulle diverse venute de' principi degli apostoli
in Roma (Rome, 1906); POLIDORI, Apostolato di S. Pietro in Roma
in Civiltà Cattolica, series 18, IX (Rome, 1903), 141 sq.;
MARUCCHI, Le memorie degli apostoli Pietro e Paolo in Roma (2nd
ed., Rome, 1903); LECLER, De Romano S. Petri episcopatu (Louvain,
1888); SCHMID, Petrus in Rome oder Aufenthalt, Episkopat und Tod
in Rom (Breslau, 1889); KNELLER, St. Petrus, Bischof von Rom
in Zeitschrift f. kath. Theol., XXVI (1902), 33 sq., 225sq.; MARQUARDT,
Simon Petrus als Mittel und Ausgangspunkt der christlichen Urkirche
(Kempten, 1906); GRISAR, Le tombe apostoliche al Vaticano ed alla
via Ostiense in Analecta Romana, I (Rome, 1899), sq.
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LA BIBLIA ENSEÑA QUE JESUCRISTO HIZO A SAN PEDRO EL PRIMER PAPA
JESÚS DA LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS A PEDRO (MATEO 16)
Mateo 16, 16-19: “Tomando la palabra Simón
Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Y respondiendo
Jesús, dijo: Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás; porque no es la
carne ni la sangre quien te ha revelado, sino mi Padre que está en los
cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré yo mi iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los
cielos; y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos; y cuanto
desatares en la tierra será desatado en los cielos”.
Jesús dio a Pedro las llaves del reino de los
cielos, y declaró que todo lo que él atare en la tierra será atado en
los cielos; y todo lo que él desatare en la tierra será desatado en los
cielos. Si bien que los 12 discípulos se estaban presentes, Jesús sólo
le dijo estas cosas a San Pedro.
HABLANDO CON PEDRO, JESÚS DICE QUE ÉL EDIFICARÁ SU IGLESIA SOBRE ESTA MISMA PIEDRA
Jesús dice: “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia”. La palabra “esta” – como en esta piedra – viene del griego taute, el pronombre demostrativo. Su significado es “esta misma” piedra. Taute
es usado cuando “se desea llamar la atención con una énfasis especial
hacia el objeto designado, ya sea en la región física del orador o el
contexto literario del escritor”. (H. E. Dana y J. R. Mantey, A Manual
Grammar of the Greek New Testament “Manual de Gramática del Griego del Nuevo Testamento”, edición inglesa, 127). En la Biblia versión de King James, taute
es traducido como “the same” o sea “el mismo” que viene de 1 Corintios
7, 20, y, “this same” o sea “este mismo” de 2 Corintios 9, 4.
Por lo tanto, la declaración de Jesús a Pedro
tiene el siguiente sentido: tú eres Pedro y sobre ESTA MISMA PIEDRA
edificaré yo mi iglesia. En el contexto, “esta roca” se refiere
naturalmente a Pedro. También Jesús cambia el nombre de Simón por el de
“piedra” (Pero veremos más sobre este punto a continuación).
EL CAMBIO DEL NOMBRE DE PEDRO
Jesús cambia el nombre de Simón a Pedro, justo antes de declarar: “y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia”.
Mateo 16, 17-18: “… Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás… Y yo te digo a ti, que tú eres Pedro…”.
En el Antiguo Testamento un cambio de nombre
denotaba una designación o un llamado especial o un cambio de estatus.
En el Génesis, leemos lo siguiente acerca de Abraham:
Génesis 17, 5: “Y ya no te llamarás Abraham, sino Abraham, porque yo te haré padre de una muchedumbre de pueblos”.
Dios cambió el nombre de Abraham por Abraham porque el nuevo nombre denotaba su oficio especial como LÍDER del pueblo de Dios. Abraham fue elegido para ser el padre de muchas naciones. (También fue llamado “piedra”, como demostraremos). En el hebreo Abraham significa un padre superior, en cambio Abraham significa el padre de una multitud.
Del mismo modo, en Génesis 32, 28, leemos que
Dios cambió el nombre de Jacob a Israel, a fin de representar su oficio
o posición especial. Por lo tanto, aparte de las otras cosas
importantes que Jesús le dice a San Pedro en Mateo 16, el cambio del
nombre de Simón a Pedro es hecha para confirmar la posición especial de
San Pedro y su nuevo oficio.
LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS
Mateo 16, 19: “Yo te daré las llaves del
reino de los cielos; y cuanto atares en la tierra será atado en los
cielos; y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos”.
A ningún otro apóstol le es dada las llaves del
reino de los cielos. En Mateo 18, 18, leemos que a todos los Apóstoles
se les da el poder de atar y de desatar; pero solo a Pedro se le
promete las llaves del reino de los cielos en Mateo 16, 19. Esto nos
demuestra que el poder dado a todos los Apóstoles de atar y de desatar
en Mateo 18, 18 debe ser ejercido bajo las llaves que recibió Pedro
solamente. Pedro tiene una posición de la autoridad única en la
Iglesia.
LAS “LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS” SE REFIERE A ISAÍAS 22 Y AL CARGO DE PRIMER MINISTRO
Esto es realmente interesante. Muchas personas
desconocen que esta referencia a las llaves del reino de los cielos en
Mateo 16, 19 (y el poder de Pedro de atar y desatar con ellas) viene de
Isaías capítulo 22. Las palabras de Jesús a Pedro en Mateo 16 son una
referencia al oficio de primer ministro del reino en el Antiguo
Testamento.
Isaías 22, 22: “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá”.
Nótese el lenguaje claramente paralelo en Mateo
16, 19. En el Antiguo Testamento, Dios estableció una alianza (pacto)
con David a fin de establecer un reino. La monarquía Davídica, el reino
de Dios sobre la tierra, estaba destinada a ser un prototipo del reino
de Dios que Jesucristo iba a establecer. Por eso, en los Evangelios,
Jesús es llamado el hijo de David. Por esta misma razón, el Evangelio
de Mateo considera el reino como uno de sus temas principales. También es la razón por la que Pedro mismo dice en Hechos 2, 30 que Jesús está sentado sobre el trono de David. Lucas 1, 32 dice lo siguiente sobre Jesús: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre…”.
Jesús está sentado sobre el trono de
David. Pero el reino de Jesús es espiritual; su reino es su Iglesia. El
reino de Jesús no solamente cumple con el prototipo, o sea el reino de
David, sino más bien lo supera. El punto es que el reino de Jesús está
configurado en términos similares.
JESÚS CLARAMENTE ESTABA NOMBRANDO A SAN PEDRO SU PRIMER MINISTRO
En el Reino de David, no sólo había un rey que
gobernaba todo el pueblo; el rey tenía además un gabinete real. El rey
tenía ministros reales o principales. Se ven estas referencias a los
ministros reales (o sea estos principales o ministros reales del rey)
en 2 Samuel 8 (o en la biblia católica tradicional es 2 Reyes
8). También se mira esta referencia en 1 Reyes 4 (3 Reyes 4 en la
biblia católica tradicional) y en otros lugares. En este ministerio
real, existían ministros de defensa, del comercio, de provisiones, etc.
No obstante, de todos los ministros del rey,
había solamente uno que sobresalía con autoridad sobre todos los demás.
Ese era el primer ministro, quien tenía poder sobre la casa del
rey. Aquí es donde la verdad fascinante de Isaías 22 se hace pertinente
en Mateo 16.
Leemos en Isaías 22 que el primer ministro TENIA LA LLAVE de la casa de David. Permítanme repetir eso: el primer ministro tenía la llave de la casa de David. Esta llave representaba la autoridad del primer ministro sobre la casa del rey.
Isaías 22, 20-22: “Y aquel día, llamaré yo
a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías; y le vestiré de tus vestiduras
[de Sebna], y le ceñiré de tu cinturón, y pondré en sus manos tu potestad. Y él será un padre para los habitantes de Jerusalén, y para la casa de Judá. Y pondré sobre su hombro la llave de la casa de David; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá”.
Nótese que el primer ministro tenía las llaves
de la casa de David. También vemos que le fue dada la “potestad”, y que
sería el “padre de los habitantes de Jerusalén”.
En Isaías 22 el primer ministro del reino era
un hombre llamado Sebna. Isaías 22, 15 dice que Sebna era “el
mayordomo” – que es quien está a cargo de la casa del rey. Después
Sebna dejo el ofició como el Primer Ministro y fue sustituido por un
hombre llamado Eliaquim. Luego leemos que la llave del reino, tenía Sebna, le fue dada a Eliaquim
por el Rey Ezequías (el sucesor de David que reinó en aquel
entonces). El Rey Ezequías le dio la llave del reino a Eliaquim porque
Eliaquim sucedió a Sebna en el oficio de primer ministro.
Eliaquim pasó a tener la llave de la casa de David. Por el hecho de poseer la llave, todos reconocían a Eliaquim como el primer ministro del rey.
Véase la similitud con Mateo 16. En Isaías 22,
22 vemos la clara referencia de la llave del reino siendo entregada, al
igual como Jesús le entregó las llaves a San Pedro. Además, la
declaración de que con la llave “abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y
nadie abrirá” es asombrosamente similar a lo que Jesús dijo a San Pedro
en Mateo 16, 19, cuando le dio las llaves del reino de los cielos:
“todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo
que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. El significado
de esto es sumamente evidente.
Jesús se sentó sobre el trono de
David. Entonces cuando Jesús vino a establecer su reino (su Iglesia),
que es el cumplimiento del reino de David, Él asimismo nombra a sus
ministros reales: sus Apóstoles. Pero de esos ministros reales (sus
Apóstoles), hay un primer ministro que tendrá poder sobre todos los
demás ministros y sobre todos los miembros del reino. Este primer
ministro es quien tiene las llaves del reino de Jesús y se le da la
primacía en su Iglesia para encargarse de los asuntos de su reino.
Cuando Jesús le dijo a Pedro, “Y te daré las llaves del reino de los cielos”, fue
una clara indicación, para todo judío instruido, de que Jesús haría a
San Pedro su primer ministro. Él estaba declarando que San Pedro sería
el primer Papa – el presidente o gobernador de su Iglesia. Esta
es una prueba poderosa e irrefutable de que Jesús en realidad estaba
diciendo que San Pedro sería el primer Papa en Mateo 16, 18-19.
¿QUIÉN ES LA PIEDRA EN MATEO 16? ES PEDRO
Mateo 16, 18: “Y respondiendo Jesús dijo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.
En realidad es muy obvio que Pedro es a quien
Jesús describió como la piedra. Pero los protestantes levantan todo
tipo de objeciones sobre este punto.
OBJECIÓN: PEDRO NO PUEDE SER LA PIEDRA PORQUE JESÚS ES EL ÚNICO FUNDAMENTO
1 Corintios 3, 11: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.
Aquellos que levantan esta objeción no comprenden que la Biblia habla sobre todos los Apóstoles como fundamentos.
Apocalipsis 21, 14: “Y el muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellas los nombres de los doce apóstoles del Cordero”.
¿Hay, por ventura, contradicción entre Apoc.
21, 14 y 1 Cor. 3, 11? Por supuesto que no. El hecho que Cristo sea
único fundamento, como enseña 1 Cor. 3, 11, significa que toda potestad
viene de Cristo. Toda verdadera autoridad en la Iglesia debe venir de
Cristo porque la Iglesia por sí misma viene de Cristo. Todo lo que está
fuera de Cristo es un falso fundamento.
La autoridad de Pedro viene precisamente de
Jesucristo, como demuestra Mateo 16. Por lo tanto, es muy obvio que si
Jesús fue quien estableció estas cosas en Pedro, entonces lo que está
establecido en Pedro no es otro fundamento que no sea de Cristo. Es el
mismo fundamento de Cristo.
Entonces, el hecho que Cristo es el fundamento o
la piedra angular como leemos en Efesios 2, 20, no quiere decir que
Cristo mismo no pudiera o no estableciera a un apóstol para que tuviera
un oficio perpetuo, que sería la roca sobre cual la Iglesia sería
edificada. Los dos conceptos no son mutualmente excluyentes. Por
ejemplo: Jesús es el Buen Pastor (Juan 10, 14), pero Él también da a
Pedro la responsabilidad de apacentar todas sus ovejas, como vemos en
Juan 21, 15-17. Jesús es quien tiene las llaves (Apoc. 1, 18; Apoc. 3,
7), pero Él da sus llaves a Pedro.
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO DIOS LLAMA ROCA O PIEDRA A ABRAHAM
Dios es designado como la roca en todo el
Antiguo Testamento y en Deuteronomio 32, 4, pero Abraham también es
descrito como la roca en Isaías 51, 1-2.
Deuteronomio 32, 4: “Él [Dios] es la Roca, sus obras son perfectas…”.
Isaías 51, 1-2: “Considerad la roca de que habéis sido tallados, y la cantera de que habéis sido sacados. Mirad a Abraham, vuestro padre…”.
El Antiguo Testamento dice mirad la roca, mirad
a Abraham. Abraham es descrito como la roca porque él fue el padre de
todos los israelitas. El nombre de Abraham fue cambiado a Abraham para
significar su oficio como roca y padre del pueblo de Dios. ¿Acaso
no es apropiado que Jesús, en el Nuevo Testamento, escogiera a unos de
sus Apóstoles como la roca y el padre para la nueva Israel, que es la
Iglesia? Por supuesto que lo es. Y por esta razón el nombre de Simón
fue cambiado a Petros, que significa roca o piedra. A la luz de
todas las pruebas, debiera ser totalmente obvio para todos que San
Pedro es la roca. Sin embargo, vamos a pasar a algunos otros puntos.
¿QUÉ HAY DE PETROS vs PETRA EN EL GRIEGO?
Los protestantes argumentan que Jesús no pudo haber dicho que
Pedro fuera la roca debido a las diferencias en las palabras
griegas. Ellos señalan que en el original griego de Mateo 16,18 el
nombre de Pedro es petros, que significa piedra, mientras que la palabra para denotar roca es petra, que significa piedra grande. El griego dice: “tú eres Pedro ( petros), y sobre esta piedra ( petra) edificaré mi iglesia”. Pero este argumento es refutado por los siguientes puntos.
En primer lugar, las palabras petros y petra
tienen el mismo significado (piedra) en el griego que era usado durante
el tiempo de Cristo. En algunos, mucho antes de la poesía griega
antigua, petros significa “piedra pequeña” y petra
significa “piedra grande”, pero esa distinción ligera ya había
desaparecido en la época que fue escrito el Evangelio de Mateo en
griego. (Sobre este punto véase más adelante la cita protestante D.A.
Carson).
Esta distinción de menor importancia entre petros y petra solo existía en el griego ático y no en el griego kioné. El Evangelio fue escrito en el griego kioné, en el cual tanto petros como petra significaban “piedra”. Es más, había otra palabra para piedra que Jesús pudo haber usado: la palabra lithos. Si Jesús hubiese querido llamar a Pedro una piedra pequeña y no piedra o roca (petros), entonces Él habría usado lithos. Sin embargo, Él no lo hizo. Él usó petros
que significa piedra. Pero, si hay una igualdad entre Pedro y piedra,
¿por qué, entonces, son usadas las dos palabras griegas (petros y petra)? La respuesta se encuentra en el muy importante hecho de que Jesús habló en el arameo y no en el griego.
PUESTO QUE JESÚS HABLÓ EN ARAMEO Y NO EN GRIEGO, PEDRO Y PIEDRA SIGNIFICAN EXACTAMENTE LO MISMO
En el arameo, Mateo 16, 18 dice así: “tú eres kepha, y sobre esta kepha edificaré mi iglesia”.
Nótese que en el arameo la misma palabra
(kepha) es usada en ambos lugares. No hay diferencia alguna entre
ellas. Jesús igualó a Simón con la piedra sobre la cual Él edificaría
la Iglesia. Lo mismo ocurre en la traducción francesa de este pasaje,
que dice: “Tu es pierre, et sur cette pierre…”.
Es aquí donde empieza el mal entendido del
protestante, porque cuando se traduce lo que Jesús habló del arameo al
griego, la palabra aramea kepha pasa a ser petra. Petra es
la palabra femenina usada para el significado de piedra en el
griego. No hay problema para la segunda parte del pasaje si la realidad
dice que petra es femenina: sobre esta kepha (sobre esta piedra); pero es obvio que petra no se puede usar para el nuevo nombre de Pedro, puesto que Pedro es un hombre.
Por lo tanto, en griego, el nombre de Pedro simplemente cambia a Petros, un sinónimo de petra, pero en sentido masculino. Esa
es la única razón por la cual no hay diferencia alguna entre las dos
palabras. No hay duda que Jesús estaba declarando que Pedro es la
piedra.
MUCHOS PROTESTANTES ADMITEN QUE ES OBVIO QUE PEDRO ES LA PIEDRA
Hasta algunos protestantes se han visto
obligados a admitir, frente a estos los hechos, que es inútil continuar
negando que Pedro sea la Piedra.
David Hill, un ministro presbiteriano y
profesor titular de estudios bíblicos de la Universidad de Sheffield,
escribe: “Es sobre Pedro mismo, el confesor de su mesianismo, que Jesús
edificará la iglesia… Los intentos para interpretar la piedra como
otra cosa que la persona de Pedro (p. ej., su fe, la verdad revelada a
él) se debe a los perjuicios protestantes, e introducir a la
declaración un grado de sutileza altamente improbable” [1].
En el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento,
una obra protestante editada por los protestantes Gerhard Kittel y
Gerhard Friedrich, hay un artículo del bien conocido protestante Oscar
Cullman. Esto se encuentra en el vol. 6:108 del Diccionario Teológico. Cullman afirma:
“Pero, ¿qué quiso decir Jesús cuando dijo:
“sobre esta piedra edificare mi Iglesia”? La idea de los reformadores
de que Él se está refiriendo a la fe de Pedro es absolutamente
inconcebible, debido al ajuste probablemente diverso de la historia. En
realidad, aquí no existe ninguna referencia a la fe de Pedro. Por el
contrario, el paralelismo entre “tú eres Piedra” y “en esta piedra
edificare” demuestra que la segunda piedra sólo puede ser la misma que
la primera. Es evidente que Jesús se refiere a Pedro, a quien ha dado
el nombre de Piedra. Él designa a Pedro… para ser el fundamento de su
iglesia. En este punto la exégesis católica es correcta, y todas las
tentativas de evadir esta interpretación deben ser rechazadas [2].
El Dr. John Broadus (1886), un erudito bautista, se vio obligado a admitir:
“Como Pedro significa piedra, naturalmente
la interpretación es que “sobre esta piedra” significa sobre ti. En
realidad no hay otra explicación probable… Pero sí hay un juego de
palabras, como bien puede entenderse. Sería aún más exagerado y duro
en el juego de palabras si entendiéramos que la piedra fuera Cristo: y
aún más débil y casi sin sentido tendría el juego de palabras si la
roca fuera la confesión de Pedro… Es evidente que Jesús no pudo haber
dicho aquí que Él mismo sea la roca en consonancia con la imagen puesto
que Él es el edificador. Para decir: “Yo edificaré”, sería una imagen
muy confusa. La sugerencia de algunos expositores que dicen que Jesús
se señaló a sí mismo al decir “tú eres Pedro, y sobre esta piedra”,
implica una artificialidad que es repulsiva para algunas mentes” [3].
El Bautista D.A. Carson, profesor del Nuevo
Testamento del Seminario de la Trinidad Evangelical, también se vio
obligado a reconocer:
“Aunque es verdad que petros y petra
pueden significar “piedra” y “roca” respectivamente en el griego
antiguo, la distinción se confina en gran parte a la poesía. Por otra
parte, el arameo subyacente es en este caso indiscutible; y lo más
probable es que kepha fue utilizado en ambas cláusulas (“eres kepha” y
“en esta kepha”), puesto que la palabra fue utilizada para un nombre y
para una piedra… El Griego hace la distinción entre petros y petra
simplemente porque está intentando preservar el juego de palabras, y en el griego, petra femenino no podría servir como nombre masculino” [4].
SABEMOS QUE JESÚS HABLÓ EN EL ARAMEO PORQUE LA BIBLIA NOS DA ALGUNAS DE SUS PALABRAS ARAMEAS
Dado que el arameo es pertinente a los puntos antes mencionados
acerca de Pedro siendo la roca, téngase en cuenta las pruebas de que
Jesús, de hecho, habló en el arameo. En primer lugar, sabemos que Jesús
habló en arameo puesto que los Evangelios registran algunas de las
palabras en el arameo que Él usó. Considérese Mateo 27, 46, donde Jesús
dice desde la cruz, “Eli, Eli, ¿lama sabachtani?”. Esas son
palabras del arameo; no son palabras del griego; ellas significan,
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.
Otro ejemplo está en Juan 19; 13,17: “Entonces Pilatos… se sentó en el tribunal en el sitio llamado Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatha… Y [Jesús] llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota”.
Las palabras Gabbatha y Gólgota son del arameo,
proporcionando más evidencia de que este era el idioma que Jesús
usó. Pero San Juan les llama hebreo en la Biblia porque “hebreo”, como
explican los eruditos, es usado comúnmente en el Nuevo Testamento para
referirse al arameo.
TAMBIÉN HAY FUERTE EVIDENCIA DE QUE EL EVANGELIO DE MATEO FUE ORIGINALMENTE ESCRITO EN ARAMEO Y LUEGO TRADUCIDO AL GRIEGO
Hay fuerte evidencia de los primeros Padres de
la Iglesia de que el Evangelio de Mateo fue originalmente escrito en
arameo y luego traducido al griego. Eusebio, historiador de la Iglesia
primitiva, el primero en escribir una historia de la Iglesia desde el
principio hasta su época, el siglo cuarto, declaró repetidas veces que
Mateo escribió su Evangelio en hebreo, significando el arameo.
En el Libro 3, capítulo 39, Eusebio cita estas
palabras de Papías: “Mateo compuso su discurso en hebreo y cada cual lo
fue traduciendo como pudo”. Al decir “en hebreo” él quiso decir
arameo.
En el Libro 6, capítulo 25, Eusebio cita estas
palabras de Orígenes: “El [evangelio] primero fue escrito según
Mateo... que lo había publicado para los conversos judíos,
escribiéndolo en hebreo”.
En el Libro 6, capítulo 25, Eusebio cita al
gran Padre de la Iglesia Primitiva, San Ireneo, para decir: “Mateo en
verdad produjo su evangelio escrito entre los hebreos en su propia
lengua, en cuanto que Pedro y Pablo anunciaban el evangelio y fundaban
la Iglesia en Roma”.
Como es citado por Eusebio, San Ireneo no sólo
dice que Mateo escribió su evangelio en la lengua hebrea (es decir,
arameo), sino también que Pedro fundaba la Iglesia en Roma – algo que
niegan muchos no católicos, a pesar que es irrefutable la evidencia
histórica de que Pedro estuvo en Roma. “Toda las antiguas tradiciones
hablan del martirio de Pedro en Roma, y ninguna otra fuente dice lo
contrario. Muy pocos acontecimientos de la Iglesia apostólica están tan
bien atestiguados” [5].
Téngase en mente que Eusebio, que cita a Papías, a Orígenes, y
a Ireneo para demostrar que Mateo escribió en el arameo, vivió
aproximadamente de 260 a 340 d.C. y escribió la primera historia entera
de la Iglesia. Como si eso no fuera suficiente para acallar todas las
objeciones a este respecto, pues en realidad tenemos evidencia bíblica
interna de que el nombre de Pedro en el griego, Petros, es equivalente a
Petra, la piedra sobre la cual está edificada la Iglesia. Esta
evidencia interna proviene de Juan 1, 42.
JUAN 1, 42 IGUALA EL NOMBRE DE PEDRO CON LA PIEDRA
Por favor sígase lógicamente lo siguiente:
Juan 1, 42: “Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás: tú serás llamado Cephas (que quiere decir, piedra)”. (Reina-Valera)
En Juan 1, 42, el nuevo nombre de Pedro es dado
en su forma aramea: Cephas. Algunos dicen, “Yo creía que el nombre de
Pedro era Kepha en el arameo”. Sí, pero en las versiones inglesas de
Juan 1, 42, Cephas es simplemente la versión anglicanizada de la
palabra arameo Kepha. Así que Juan 1, 42 dice que Cephas es traducido
como Piedra o Pedro, el nombre del apóstol.
Cephas es igual al nombre de Pedro (Juan 1, 42).
También sabemos que Cephas sería traducido a petra, la palabra para la piedra (Mt. 16, 18) sobre cual la Iglesia está edificada.
Ya que Cephas es igual al nuevo nombre de Pedro
(como dice Juan 1, 42) y Cephas es igual a petra, la palabra para la
piedra, es innegable que el nuevo nombre de Pedro es igual a petra, la
piedra.
El nuevo nombre de Pedro es equivalente a la piedra. No hay duda alguna sobre ello.
The Primacy of Peter “La Primacía de
Pedro” es una colección de ensayos por “ortodoxos” eruditos
orientales. Los “ortodoxos” orientales no son católicos y no aceptan el
papado. Esta obra (La Primacía de Pedro) fue editado por el
famoso “ortodoxo” erudito oriental, John Meyendorf. En esta obra
“ortodoxa” oriental, se admite repetidas veces que la Biblia enseña que
Pedro es la piedra:
“Hay una identidad formal y real entre Pedro y la piedra. Jesús edificará la iglesia sobre Cephas” [6].
“Al confesar su fe en la divinidad del Salvador, Pedro se convirtió en la Piedra de la Iglesia” [7].
“Pedro Apóstol es la piedra en cual la Iglesia fue edificada, y permanecerá siendo la piedra hasta la venida del Señor” [8].
CONSIDERANDO EL CONTEXTO, SERÍA ABSURDO QUE JESÚS NO HAYA QUERIDO INDICAR QUE PEDRO ES LA PIEDRA
Considérese lo absurdo que sería si Jesús no
hubiese querido indicar que Pedro es la piedra. Como hemos demostrado,
Jesús sólo llamó de bienaventurado a Pedro.
“Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás…” (Mateo 16, 17).
Jesús sólo cambió el nombre a Pedro.
“Y yo también te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia…”(Mateo 16, 18).
Jesús reúne a sus discípulos y sólo le da a
Pedro las llaves del reino de los cielos. Después Él le da sólo a Pedro
el poder de atar y de desatar.
“Yo te daré [a Pedro] las
llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será
atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será
desatado en los cielos…” (Mateo 16, 19).
Pero cuando se habla de la piedra, a pesar que
la declaración es hecha sólo a Pedro estando él junto a los demás
Apóstoles, los protestantes nos hacen creer que Jesús no está hablando
de Pedro sino sobre sí mismo o de alguna otra cosa. Esto es
ridículo. Esta falsedad es tan obvia que esa argumentación en realidad
no es necesaria.
Además, cabe señalar que la razón de que Jesús, al referirse a Pedro, dijera que “sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia”, en lugar de sobre ti,
es porque dado que Pedro es definitivamente la piedra, el oficio que
Él está estableciendo en Pedro (el Papado) perdurará a través del
tiempo después que Pedro ya no esté. Está fundada sobre Pedro, pero
seguirá existiendo después de que Pedro se haya ido. Esta es una
institución en Pedro, pero no se limitará apenas a Pedro. Pedro tendrá
sucesores.
LOS PADRES CREYERON QUE PEDRO ES LA PIEDRA
Los Padres de la Iglesia primitiva, los
prominentes primeros escritores cristianos de los primeros siglos,
reconocieron que Pedro es la piedra. Hay muchas citas que se pueden
presentar, aquí presentamos algunas de ellas.
Tertuliano, Sobre la Monogamia, 213 d.C., se refiere a Pedro y habla de la Iglesia, “edificada sobre él…” (The Faith of the Early Fathers “La Fe de los Padres Primitivos”, edición inglesa, Vol. 1:381)
San Cirilo de Alejandría (370-444), quien participó en un oficio clave en el Concilio de Éfeso, declaró en su Comentario sobre Juan: “Él [Jesús] no sufre ya más por haberse dejado llamar Simón… Él cambió su nombre en Pedro, de la palabra petra (roca) sobre la que Él luego fundaría su Iglesia".
San Basilio Magno (330-379 d.C.), Contra los Eunomianos, 4: “Quien (refiriéndose a Pedro), a cuenta de la preeminencia de su fe, recibió en sí mismo la construcción de la Iglesia”.
San Gregorio Nacianceno, gran patrístico del oriente (329-389 d.C.), Oración 26: “… de los discípulos de Cristo, todos de los cuales fueron exaltados y merecedores de elección, uno es llamado roca, y se le confía la fundación de la Iglesia”.
San Juan Crisóstomo, gran patrístico del oriente y obispo de Constantinopla, Homilía 3, De. Poenit. 4,
387 d.C.: “Pedro mismo, la cabeza o corona de los Apóstoles… cuando
digo Pedro, quiero decir a la Roca irrompible, la inquebrantable
fundación…”.
Se pueden citar San Ambrosio, San Jerónimo, entre muchos otros, pero el punto ya debe quedar claro.
OBJECIÓN: LA PIEDRA ES LA FE DE PEDRO, Y NO ES PEDRO
RESPUESTA: LOS PADRES DICEN QUE PEDRO Y SU FE, AMBOS SON LA PIEDRA PORQUE LA FE DE PEDRO ES INSEPARABLE DE PEDRO MISMO
En un esfuerzo para argumentar contra el
papado, algunos no católicos dicen que Jesús se refirió a la fe de
Pedro (no a Pedro mismo) como la piedra sobre cual la Iglesia sería
edificada. Incluso citan algunos pasajes seleccionados de los Padres
de la Iglesia primitiva como un intento de comprobarlo. Por ejemplo,
ellos citan el siguiente pasaje de San Hilario de Poitiers.
San Hilario de Poitiers (300-368), Sobre la Trinidad, 6, 37: “Esta fe es aquella que es el fundamento de la Iglesia; a través de esta fe las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella” (Nicene and Post-Nicene Fathers “Nicea y los Padres pos-Nicea”, edición inglesa, 2ª serie, vol. 9, p. 112).
Lo que ellos no citan es que en la misma obra, San Hilario dice que Pedro fue el fundamento de la Iglesia (Sobre la Trinidad 6, 20).
San Hilario de Poitiers (300-368), Sobre la Trinidad, 6, 20: “El bienaventurado Simón, quien luego de la confesión del misterio fue establecido para ser la piedra-fundación de la Iglesia y recibió las llaves del reino de los cielos” (NPNF2, Vol. 9, p. 105).
San Hilario de Poitiers, Comentario sobre Mateo, 7, 6: “Pedro creyó primero, y es el príncipe del apostolado”.
Los Padres entendieron que la fe de Pedro es
inseparable de Pedro mismo y del oficio de cual Jesús edificó en él como
primer ministro de su Iglesia. También podemos ver esta verdad en
Lucas capítulo 22.
LUCAS 22 ENSEÑA LA INFALIBILIDAD PAPAL (LA INFALIBILIDAD DEL OFICIO DEL PAPA)
En Lucas capítulo 22, encontramos otro pasaje
muy importante sobre la Iglesia, pero que muchas de las veces es pasado
por alto, que prueba la enseñanza católica sobre el papado.
Lucas 22, 24-32: “Se suscitó entre ellos
una contienda sobre quién de ellos había de ser tenido por mayor. Él
les dijo: Los reyes de las naciones imperan sobre ellas, y los que
ejercen la autoridad sobre las mismas son llamados bienhechores; pero
no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros será como el menor, y
el que manda como el que sirve… Yo dispongo del reino a favor vuestro,
como mi Padre ha dispuesto de él a favor mío, para que comáis y bebáis
a mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos como jueces de las doce
tribus de Israel. Simón, Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.
Este pasaje es fascinante. Contiene varias
verdades importantes. En primer lugar, hay una disputa entre los
Apóstoles sobre quién sería el mayor. Jesús explica que su reino no es
como el de los gentiles. Por lo tanto, Jesús está hablando de cómo
estará estructurado su reino o Iglesia.
Luego dice Jesús que Satanás busca para ahecharlos a todos los
Apóstoles en el plural, pero Él ha rogado por Pedro [singular] para que
la fe de Pedro no falle.
Lucas 22, 31-32: “Simón, Simón, Satanás os busca para ahecharos [plural] como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.
Es importante tener en cuenta que cuando Jesús
dice “Satanás os busca”, el “os” es en el plural. Esto está claro en el
texto griego original, pero no en el español. Satanás busca ahechar a
todos los Apóstoles, dice Jesús; pero Él solo ha rogado por Simón
Pedro, para que su fe no falte o falle. Pedro, el único que ha recibido
las llaves del reino, también tiene una fe que no falla, de acuerdo a las palabras de Jesús. Estas cosas se las dice Jesús solo a Pedro, separándolo claramente de los demás.
La palabra “infalible” significa que no puede
errar. Por tanto, vemos, exactamente en Lucas 22, la raíz de la
enseñanza católica sobre la infalibilidad del Papa. Esta
enseñanza sobre la infalibilidad del Papa no significa que un verdadero
Papa, como el sucesor de Pedro, nunca pueda equivocarse ni tampoco que
él no pueda pecar. Lo que significa es que cuando un verdadero Papa
enseña autoritativamente a toda la Iglesia sobre la fe o las costumbres
(es decir, desde la Cátedra de Pedro), Jesús no permitirá que esa
enseñanza falle o yerre. Porque si Él lo hiciera entonces la Iglesia
por sí misma sería llevada al error y fallaría. El Concilio Vaticano I
(un concilio dogmático católico) lo pone de esta forma:
Papa Pío IX, Concilio Vaticano I,
sesión 4, cap. 4, 1870 d.C.: “Así, pues, este carisma de la verdad y
de la fe nunca deficiente, fue divinamente conferido a Pedro y a sus
sucesores en esta cátedra…”.
Es una fe que no erra del oficio
de Primer Ministro/Papa que ha sido establecido en Pedro y que se
realizará a través de sus sucesores en este oficio. Hasta en la misma
Iglesia primitiva, los Padres miraban este pasaje de Lucas 22 como otra
prueba para el papado.
San Ambrosio (siglo IV), In Ps. 43, no. 40:
“Después de haber sido tentado por el diablo, Pedro está encargado de
la Iglesia. El Señor… lo eligió como el pastor del rebaño del
Señor. Porque Él le dijo: Y tú, una vez convertido, confirma a tus
hermanos [Lucas 22].”
JESÚS CONFIÓ TODOS SUS CORDEROS A PEDRO EN JUAN 21
En el capítulo 21 de Juan, nos da más evidencia que Jesús confió todos los miembros de su Iglesia a San Pedro.
Juan 21,15-17: “Y cuando hubieron comido,
Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?
Le respondió: Sí Señor, tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Vuelve a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Le responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis ovejas. Le
dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro,
entristecido de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Le dijo: Señor,
tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.
Aquí vemos en Juan 21 que Jesús le confió a
Pedro todas sus ovejas. El dogmático Primer Concilio Vaticano de la
Iglesia Católica dijo que en este momento en Juan 21, después de la
Resurrección de Jesús, fue el momento que Jesús le dio a San Pedro
realmente las llaves y la autoridad de su Iglesia que Él le había
prometido en Mateo 16.
Es importante destacar que este momento después
de la Resurrección, en Juan 21, fue el punto en el cual Jesús hizo a
San Pedro el primer Papa. Esto es significante porque algunos no
católicos objetan presentando las tres negaciones de San Pedro de
Cristo, en Juan 18, 25 y siguientes. Pero Pedro negó a Jesucristo antes
de la Crucifixión y la Resurrección. Jesús todavía no le había dado la
autoridad como Papa. Las palabras en Mt. 16, 18-20 prometen a
San Pedro las llaves del reino de los a cielos. Prometen que Jesús
edificará su Iglesia sobre él y que lo hará el primero de los ministros
de su Iglesia, pero este oficio no fue conferido a Pedro hasta después
de la Resurrección, por estas palabras en Juan 21, 15-17. Por lo
tanto, la negación de San Pedro de Cristo no pone ningún problema para
la enseñanza católica sobre el papado.
Además, la Iglesia Católica no enseña que un
verdadero Papa no pueda pecar mortalmente o que no pueda perder su
alma. Lo que enseña es que un verdadero Papa sustenta la posición de la
suprema autoridad en la Iglesia, y que cuando el verdadero Papa enseña
de forma vinculante a la Iglesia universal, Dios lo protegerá de no
enseñar el error. El poder está en el propio oficio, que está protegida
por Cristo.
JESÚS LE DICE A PEDRO QUE GOBIERNE SUS OVEJAS
Juan 21, 15-17: “Él le dijo: Apacienta mis corderos… Él le dijo: Apacienta mis ovejas… Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.
En Juan 21:15-17, Jesús le dice a Pedro que Apacienta mis corderos, Apacienta mis ovejas, Apacienta mis ovejas. Jesús
claramente le da a San Pedro la autoridad sobre su rebaño, los
miembros de su Iglesia. Algunos preguntan por qué Jesús dijo la primera
vez, apacienta mis corderos, y la segunda y tercera vez mis ovejas. Los
Padres de la Iglesia primitiva entienden esta referencia a los
corderos y ovejas para diferenciar entre los miembros más jóvenes y
mayores de la Iglesia, o para distinguir entre los fieles y el
clero. Todos ellos son confiados a San Pedro.
Ahora lo que es particularmente importante es que cuando Jesús dice Apacienta mis corderos, Apacienta mis ovejas, Apacienta mis ovejas, el segundo de los tres mandatos esta la palabra poimaine
en el griego. Muchas biblias traducirán los tres de la misma manera,
como “apacienta”; pero el segundo mandato es en realidad diferente del
primero y el tercero.
Juan 21,15-17: “Él le dijo: Apacienta [Boske] mis corderos… Él le dijo: Apacienta [Poimaine] mis ovejas… Jesús le dijo: Apacienta [Boske] mis ovejas.”
En el primer y tercer mandato que Jesús le da a Pedro sobre su rebaño, la palabra en el griego es boske. Boske significa apacentar o alimentar. Pero la palabra poimaine,
del segundo mandato de Jesús a Pedro sobre su rebaño, significa
gobernar. También es traducido como atender. Por tanto, Jesús no solo
le encargo a Pedro de apacentar su Iglesia, sino también de atender su
Iglesia. Es fascinante que la forma de la misma palabra poimaine, que Jesús usa sobre la autoridad de Pedro sobre el rebaño en Juan 2, 16, sea también usada en el Apocalipsis 2, 27.
Apocalipsis 2, 27: “Y las regirá [poimaine] con vara de hierro…”.
Esto significa que Pedro no solo tiene una
primacía sobre el rebaño de Cristo, pero una primacía de jurisdicción
para regirá y gobernar al rebaño, contrariamente a lo que dirían los
“ortodoxos” orientales. La misma la palabra poimaine es usada en Apoc. 12, 5 y en otros lugares para indicar el poder de gobernar.
Esto es lo que dice el gran Padre oriental de la Iglesia, San Juan Crisóstomo, sobre este pasaje en Juan 21.
San Juan Crisóstomo, Homilías de Juan, 88, 1,
4º siglo: “Jesús le dijo, ‘Apacienta mis ovejas’. ¿Y por qué, de haber
pasado por los otros, le habla estas cosas solo a Pedro? Él era el
principal entre los apóstoles, él era como la boca de los otros
discípulos y la cabeza del cuerpo apostólico… la mancha de su negación
está ya borrada, le confía el gobierno de sus hermanos; y Él ya no le
reprocha su negación, sino que le dice: ‘Si vos me amáis, presidid sobre
vuestros hermanos’”. (Nicene and Post-Nicene Fathers “Nicea y los Padres pos-Nicea”, edición inglesa, 1ª serie, vol. 14:331)
PEDRO ES MENCIONADO MÁS DE 100 VECES EN EL NUEVO TESTAMENTO; EN SEGUNDO LUGAR ESTÁ SAN JUAN, QUE ES NOMBRADO SÓLO 29 VECES
La prominencia del nombre de Pedro en la
Escritura revela que él sostuvo, por la institución de Cristo una
posición de autoridad única entre los Apóstoles. Pedro es nombrado más
de 100 veces en el Nuevo Testamento. El apóstol más próximo es Juan,
que es nombrado sólo 29 veces.
EL LENGUAJE DE LA BIBLIA EN REPETIDAS OCASIONES SINGULARIZA A PEDRO Y LO DISTINGUE DE LOS DEMÁS APÓSTOLES
La forma en que la Escritura usa el nombre de
Pedro es muy reveladora. La gente debería poner atención en el
significado de estos ejemplos. Nótese como Pedro es mencionado por su
nombre, mientras que los otros Apóstoles son mencionados repetidas
veces como aquellos con Pedro. Esto demuestra que la Escritura singulariza a San Pedro y lo distingue de los demás Apóstoles.
Marco 16, 7: “Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que Él va delante de vosotros a Galilea…”.
Hechos 2, 37: “Y al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”.
Hechos 5, 29: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron…”.
Marcos 1, 36: “Y Simón [Pedro] y los que estaban con él salieron a buscarle”.
Lucas 8, 45: “Entonces Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la multitud te aprieta y oprime…”.
Lucas 9, 32: “Y Pedro y los que estaban con Él, estaban cargados de sueño…”.
Pedro es claramente singularizado como el líder
de los Apóstoles. Es significativo que los escritores del Nuevo
Testamento singularizaran a Pedro de esta forma a pesar que lo
escribieron años después de la Resurrección. Esto demuestra que su
posición de liderazgo todavía mantenía su importancia en la Iglesia
después de la Resurrección.
CADA LISTA DE LOS 12 APÓSTOLES TIENE A PEDRO EN PRIMER LUGAR
Cada lista de los 12 Apóstoles en el Nuevo
Testamento tiene el nombre de Pedro en primer lugar y el nombre de
Judas en el último. Esto es cierto a pesar de que el orden de los demás
Apóstoles no siempre sea exactamente el mismo. Pueden verse esas
listas en Mateo 10, 2, Marcos 3, 14, Lucas 6, 14, y Hechos 1, 13.
Mateo 10, 2-4: “Y los nombres de los doce apóstoles son estos: El primero, Simón, que es llamado Pedro,
y Andrés su hermano; Santiago hijo de Zebedeo, y Juan su hermano,
Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano; Santiago hijo de
Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananita, y Judas Iscariote, quien también le entregó”.
Marcos 3, 14-19: “Y ordenó a los doce… A Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;
a Santiago, hijo de Zebedeo, a Juan hermano de Santiago, a quienes
puso por sobrenombre Boanerges, que significa, Hijos del trueno; a
Andrés, a Felipe, a Bartolomé, a Mateo, a Tomás, a Santiago, hijo de
Alfeo, a Tadeo, a Simón el cananita, y a Judas Iscariote, el que le entregó…”.
Lucas 6, 14-16: “A Simón, a quien también llamó Pedro,
y a Andrés su hermano, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo y
Tomás, Santiago hijo de Alfeo, y Simón el que se llama Zelotes; Judas
hermano de Santiago, y Judas Iscariote, que también fue el traidor”.
EN LA LISTA DE MATEO, NO SOLO ES MENCIONADO PRIMERO EL NOMBRE DE PEDRO SINO QUE ES LLAMADO “EL PRIMERO”
Mateo 10, 2: “Y los nombres de los doce apóstoles son estos: El primero [protos], Simón, que es llamado Pedro…”.
La palabra griega que se usa en Mateo 10, 2 (protos)
significa el primero o el jefe o el principal. Ya que no hay otros
numerales dados en la lista – y Pedro no fue el primero en seguir a
Jesús (fue Andrés) – claramente esta declaración no tiene la intención
de asignar un número a Simón Pedro. Es para indicar que él es el jefe o
el líder o el principal de los doce. Mateo está diciendo literalmente:
El Primero, Pedro.
También es interesante de notar que protos es usado para significar “el primero” en Mateo 20, 27.
Mateo 20, 27: “Y el que quisiere ser el primero [protos] entre vosotros, sea vuestro servidor”.
El mismo Evangelio (Mateo) ya nos ha dicho que
Pedro es el primero entre ellos (Mateo 10, 2). La declaración en Mateo
20, 27, sobre quien será el primer entre ellos, no es, por lo tanto,
alguna instrucción general, puesto que tiene una aplicación muy
específica y concreta. El primero, Pedro, también debe actuar como un
sirviente, cumpliendo su posición de liderazgo con humildad. Este
versículo es una de las razones por las que un Papa (que es el jefe o
el primero de la Iglesia de Jesús) es llamado el “siervo de los siervos
de Dios” (servus servorum dei).
JUAN Y PEDRO CORRIERON A LA TUMBA DE JESÚS; JUAN LLEGO PRIMERO, PERO ESPERÓ A QUE LLEGARA PEDRO PARA QUE ENTRARA PRIMERO
Aquí hay otro punto que no es necesariamente
tan importante como los que ya se han cubierto, pero igual es
interesante. En Juan 20 leemos que ambos, Pedro y Juan, corrieron al
sepulcro de donde Jesús había resucitado. Juan corrió más aprisa que
Pedro, pero él no entró. Juan se detuvo y esperó a que llegara Pedro
para que él entrase primero.
Juan 20, 4-6: “Y corrían los dos juntos;
pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al
sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí; mas no
entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio
los lienzos puestos allí…”.
El hecho de que Jesús hizo a San Pedro el
primer Papa se demuestra repetidas veces después de la Resurrección, en
los hechos de la Iglesia primitiva: los Hechos de los Apóstoles.
PEDRO TIENE EL OFICIO PRINCIPAL EN REEMPLAZAR A JUDAS, EL REMPLAZO DE JUDAS DEMUESTRA LA SUCESIÓN APOSTÓLICA
En Hechos 1, leemos sobre la decisión de
sustituir con otro apóstol al Judas fallecido. Pedro se levantó en
medio de los discípulos, y dirige el curso de acción para reemplazar a
Judas.
Hechos 1, 15-20: “Y en aquellos días Pedro se levantó en medio de los discípulos (el número de personas allí reunidas, era como de ciento veinte), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura, la cual el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas,
que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era contado con
nosotros y tuvo parte en este ministerio. Éste, pues, adquirió un campo
con el salario de su iniquidad… Porque está escrito en el libro de los
Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en
ella; y tome otro su cargo”.
Esto demuestra claramente la posición de la
autoridad de Pedro como el primer Papa, pero también nos muestra la
sucesión apostólica. En otras palabras, las posiciones de los Apóstoles
(los obispos) continúan con los reemplazos después que estos Apóstoles
o primeros obispos fallecieran. Hablando del oficio de Judas, Hechos
1, 20 dice: Tome otro su cargo. Los obispos habían de ser reemplazados a
lo largo de la historia mientras la Iglesia continuase con su misión,
de manera que cuando San Pedro se muere en Roma como su primer obispo,
su puesto como el primer ministro y líder de la Iglesia Cristiana sería
ocupado por otro obispo de Roma, el segundo Papa. Su nombre fue Lino.
EN HECHOS 2, VEMOS LA PRIMACÍA DE SAN PEDRO COMO PAPA EN SU GRAN DISCURSO A LOS JUDÍOS
Hechos 2, 14: “Entonces Pedro, poniéndose de pie con los once,
alzó su voz, y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que
habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras”.
Nótese una vez más el lenguaje, “Pedro
poniéndose de pie con los once”. Este fue el día de Pentecostés,
considerado como el nacimiento de la Iglesia, cuando todos los líderes
de la Iglesia se reunieron. Después de que él les predicó a los judíos,
les preguntaron a los hombres (plural) que debían de hacer. Fue
entonces Pedro quien respondió a todos:
Hechos 2, 37-47: “Y al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Entonces Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para el perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo… y aquel día fueron añadidas a ellos como tres mil almas…
Y el Señor añadía cada día a la iglesia a los que había de ser
salvados.”
También vemos aquí que no hay salvación fuera de la Iglesia gobernada por San Pedro, la Iglesia católica.
EN HECHOS 4, LA PRIMACÍA DE PEDRO COMO PAPA SE DEMUESTRA EN SU DISCURSO DELANTE DE LOS DIRIGENTES DE LOS JUDÍOS
En una reunión con el sumo sacerdote,
poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué poder habéis hecho
vosotros esto? San Pedro contestó de nuevo por los demás.
Hechos 4, 6-10; 12: “Y Anás, el sumo
sacerdote, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje
sacerdotal; Y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué poder, o
en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel: … en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo del cielo dado a los hombres
en que debamos ser salvos”.
PEDRO ES SINGULARIZADO NUEVAMENTE COMO EL LÍDER EN HECHOS 5
En Hechos 5, el sumo sacerdote cuestiona una vez más a los Apóstoles y les ordena que no enseñen en el nombre de Jesús.
Hechos 5, 29: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.
align="justify"Si todos los Apóstoles respondieron, como dice
en este versículo, ¿Entonces, por qué la escritura relata de esta
forma, mencionando solo a Pedro por su nombre? Es obvio, porque él era
el líder de los Apóstoles, porque era el primer Papa.
PEDRO APLICA EL SOLEMNE CASTIGO DE LA IGLESIA EN EL CASO DE ANANÍAS Y SAFIRA
En Hechos 5, leemos sobre dos cristianos,
Ananías y Safira, que vendieron una heredad, y retuvieron una parte del
precio. Fue Pedro quien pronunció sobre ellos la sentencia de Dios y
de la Iglesia.
Hechos 5, 3-11: “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón
para que mientas al Espíritu Santo, y te quedes con parte del precio de
la heredad?... Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró…
Y Pedro le dijo: ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al
Espíritu del Señor?… Y al instante cayó a los pies de él, y expiró… Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas”.
EL PRIMER GENTIL CONVERSO SE LE ORDENA ESPECÍFICAMENTE QUE FUERA A SAN PEDRO, EL DIRIGENTE DE LA IGLESIA
En Hechos 10, leemos sobre el primer gentil
converso, Cornelio. Se debe tener en cuenta la importancia de la
recepción de Cornelio en la Iglesia. La recepción del primer converso
gentil fue un evento monumental que muestra la universalidad de la
única verdadera Iglesia. El hecho de que el ángel le haya dicho a
Cornelio de ir específicamente a San Pedro, y que Pedro le diría lo
que tiene que hacer, nos proporciona otro ejemplo de la primacía de San
Pedro como el Jefe de la Iglesia.
Hechos 10, 4-6: “Y mirándole, [Cornelio]
tuvo miedo, y dijo: ¿Qué quieres, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus
limosnas han subido como un memorial delante de Dios. Envía, pues,
unos hombres a Jope, y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro… él te dirá lo que debes hacer”.
LA
VISIÓN DE QUE LAS RESTRICCIONES DE LA ANTIGUA LEY CONTRA LOS ALIMENTOS
IMPUROS HABÍAN TERMINADO, LO QUE SIGNIFICÓ EL FIN DE LA ANTIGUA LEY,
LE FUE DADA A SAN PEDRO, EL JEFE DE LA IGLESIA
De acuerdo con las instrucciones del ángel al
primer gentil converso de ir a San Pedro, es igualmente significativo
que San Pedro sólo recibe la visión sobre el fin de la Antigua Ley y
sus prescripciones.
Hechos 10, 9-13: “Al día siguiente, mientras ellos caminaban y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta;
y le vino una gran hambre, y quiso comer; pero mientras ellos
preparaban la comida, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y
algo que descendía hacia él, como un gran lienzo atado de los cuatro
cabos, y descendía sobre la tierra; en el cual había de toda clase de
cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. Oyó una
voz: Levántate, Pedro, mata y come”.
Es interesante que la visión se le da a Pedro
tres veces. Esto se asemeja con Juan 21, 15-17, donde tres veces Jesús
le indica a Pedro que todos los miembros de su Iglesia serán encargados
a él: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas, apacienta mis
ovejas. Esto corresponde al oficio tres veces superior de San Pedro y
de todos los Papas que son: enseñar y proteger la verdadera doctrina,
velar por la liturgia o el culto de la Iglesia, y gobernar la Iglesia
por la disciplina.
SAN PEDRO SUSTENTA CLARAMENTE LA PRIMACÍA EN EL CONCILIO DE JERUSALÉN
En Hechos 15, leemos sobre la disensión
relativa a la circuncisión. Algunos estaban enseñando que todos los
gentiles conversos al Evangelio tenían que someterse a la circuncisión
para ser salvos. Después de mucha discusión, Pablo y Barnabás fueron
para con los Apóstoles en Jerusalén a consultarles sobre esta
cuestión. Los líderes de la Iglesia realizaron un concilio para
discutir este asunto. Este concilio es llamado a veces el primer
concilio ecuménico de la Iglesia cristiana.
Hechos 15, 7: “Y después de una larga deliberación, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya ha mucho tiempo determinó Dios aquí entre vosotros que por mi boca oyesen los gentiles la palabra del evangelio, y creyesen”.
Después de una larga deliberación, San Pedro se
levantó y pronuncia el primer discurso para acabar con la discusión y
dar una decisión. La Biblia hace una mención especial al hecho de que
cuando Pedro habló y dio su decisión, la multitud calló:
Hechos 15, 12: “Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo…”.
Santiago hablo después de Pablo y Barnabas;
pues, como nos dice el historiador de la Iglesia primitiva Eusebio,
Santiago fue delegado para ser el obispo en la iglesia local de
Jerusalén.
LA
PROMULGACIÓN DE LA DECISIÓN ADOPTADA EN EL CONCILIO DE JERUSALÉN
MUESTRA EL PODER DE LA IGLESIA Y DE LOS CONCILIOS ECUMÉNICOS
Hechos 15, 28-29: “Pues ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias. Que
os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de sangre, y de lo
ahogado y de la fornicación; de lo cual haréis bien en guardaros.
Salud”.
Nótese que en Hechos 15 de los Apóstoles
(dirigidos por San Pedro) llegaron a una decisión, después que Jesús
había dejado la tierra, por su propia autoridad que habían recibido de
Cristo. Este proceso continuo a través de la historia de la verdadera
Iglesia de Jesucristo, la Iglesia católica. Puesto que la Iglesia es la
columna y el sustento de la verdad, como lo leemos en 1 Tim. 3, 15,
sus mandamientos, sus preceptos y decisiones, son vinculantes, si es
que son afirmadas por la autoridad del obispo supremo, el Papa; porque
él tiene el poder de atar y desatar que proviene de Cristo. Por eso que
es después del Concilio de Jerusalén que Pablo predicó a la gente que
deben seguir estos preceptos:
Hechos 15, 41: “Y pasó [Pablo] por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias; y mandando que observasen los preceptos de los Apóstoles y de los presbíteros”.
Este versículo no está completo en la biblia protestante. La
versión de Reina Valera le quitó la parte sobre la observancia de los
preceptos de los Apóstoles y de los presbíteros porque demuestra la
autoridad de la Iglesia, una autoridad que debe ser tenida en cuenta además de la Biblia.
San Ignacio de Antioquía, en la Carta a los de Esmirna, capítulo
8, 110 d.C., dice: “Que nadie sin el obispo haga nada de lo que atañe a
la Iglesia. Sólo aquella Eucaristía ha de ser tenida por válida que se
hace por el obispo o por quien tiene autorización de él. Dondequiera
que esté el obispo, acuda allí el pueblo, así como dondequiera que esté
Jesucristo, allí está la Iglesia católica”.
LA CONCLUSIÓN ACERCA DE LA PRUEBA BÍBLICA DEL PAPADO
Hemos visto la evidencia innegable de la Biblia
que San Pedro fue el primer Papa. Hemos visto la evidencia y la prueba
de las palabras de Jesús, de todos los cuatro Evangelios, de los
Hechos de los Apóstoles, de los Padres, entre otros. Es un hecho de la
historia que San Pedro murió en Roma como siendo su primer obispo, y
que él fue sucedido por otros Papas a lo largo de la historia. Ellos
asumieron el oficio de San Pedro como líder y gobernador del Reino de
Cristo (su Iglesia), al igual que Eliaquim sucedió a Sebna para el
lugar de primer ministro en el Reino de David.
Notas:
[1] Citado de The Gospel of Matthew, The New Century Bible Commentary, edición inglesa, p. 261.
[2] Cullman, Theological Dictionary of the New Testament, edición inglesa, volumen 6, páginas 98, 107, 108.
[3] John A. Broadus, Commentary on the Gospel of Matthew, Valley Forge, PA: Judson Press, 1886, p. 356.
[4] Citado en The Expositor’s Bible Commentary, edición inglesa, volumen 8, p. 368.
[5] Mike Aquilina, The Fathers of the Church “Los Padres de la Iglesia”, edición inglesa, Hunting, IN: Our Sunday Visitor Publishing, p. 35.
[6] The Primacy of Peter, edición inglesa, editado por John Meyendorf, St. Vladimir’s Seminary Press, 1992, p. 48.
[7] The Primacy of Peter, p. 72.
[8] The Primacy of Peter, p. 122; también en páginas, 63-65; etc.
SAN PEDRO, AMIGO ÍNTIMO DE JESUS
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. PEDRO ERA UN PESCADOR JUDÍO DE GALILEA
Solo en el Nuevo Testamento,
(Evangelios, Hechos de los Apóstoles y Cartas Católicas) se cuenta quien era
y como vivía Pedro, (aunque existen otros documentos apócrifos y de Clemente
Romano.) Según lo que relatan los Evangelios, Pedro era un pescador judío de
Galilea, oficio que ejercía con su hermano Andrés; “Bordeando el mar de
Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el
mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: « Venid conmigo, y os haré llegar
a ser pescadores de hombres.”Al instante, dejando las redes, le
siguieron. (Mc 1, 16-18).
Los evangelistas nos dan a
entender que Pedro estaba casado, “Cuando salió de la sinagoga se fue con
Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama
con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la
levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. (Mc 1, 29-31), este
relato aparece además en Mt 8:14-17 y
en Lc 4:38.
2. ANDRES LE HABLA A PEDRO DE JESUS
Según el relato del Evangelio
de san Juan, a diferencia de los sinópticos, cuando Jesus, iniciaba su
ministerio, Andrés, hermano de Pedro, que ya había contactado a Juan, que era
seguidor de Juan Bautista, es quien entusiasma a Pedro y lo lleva donde Jesus
para que le conozca. “Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos
que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra
primeramente con su hermano Simón y le dice: -- Hemos encontrado al Mesías --
que quiere decir, Cristo. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en
él, le dijo: -- Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas -- que quiere decir, "Piedra". (Jn 1,
40-42)
3. PEDRO, EL PRIMERO EN RECONOCER A JESUS
COMO HIJO DE DIOS
De todos los apóstoles, Pedro
fue el primero en reconocer a Jesus como hijo de Dios. Jesús hizo esta
pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?, Ellos dijeron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros,
que Jeremías o uno de los profetas.”Díceles él: “Y
vosotros ¿quién decís que soy yo?” Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios vivo.” (Mt 16, 13-16).
El reconocimiento de Jesús
hacia Pedro como hombre de fe, ubica a este humilde pescador de Galilea en un
lugar importante de la primera comunidad. No está por encima de sus hermanos,
sino al servicio de ellos, como fundamento de la comunidad, en las bases de
la comunidad.
4. PEDRO FELICITADO POR JESUS
Pedro, desde su primer
encuentro con Jesús, deja al descubierto, por una parte, la amistad no
disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas a su servicio o
compañía, es así como Pedro sabe quien es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
Jesús le dijo: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha
revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”
(Mt 16, 16-17. La felicitación de Jesús a Simón es porque esta confesión no
se la reveló ni la carne ni la sangre, con la que se expresa el ser humano.
Tal era la grandeza de este misterio, que su revelación se la hizo su Padre
celestial. Se trata, pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un misterio
que no podía, sin revelación, ser alcanzado por la carne y sangre — el hombre
— Entonces, este conocimiento no es por su capacidad humana, es un don de
Dios. En efecto, Pedro alcanzó este conocimiento por la fe.
5. PEDRO REPRENDIDO POR JESUS
Jesús, comenzó a enseñarles
cómo era preciso que el Hijo del hombre padeciese mucho, y que fuese
rechazado por los ancianos y los príncipes de los sacerdotes y los escribas,
y que fuese muerto y resucitase después de tres días. Entonces Pedro,
tomándole aparte, se puso a reprenderle y trató de disuadirlo. Pero Jesús se
volvió y le dijo a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres. (Mc 8, 33b)
La respuesta de Jesús a Pedro,
es que no sea para El un Satanás, el gran enemigo del reino. Por eso, la
proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era para el Señor un
obstáculo de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era el
plan del Padre. No es de extrañar en Pedro una dificultad para aceptar
aquellas profecías de Jesús. Pedro conocía y confesaba la mesianidad
de Jesús, pero algo deformada por los prejuicios rabínicos que el antes había
oído sobre un Mesías triunfador y nacionalista, entonces no le era fácil
aceptar la imagen de un Mesías doliente, humillado y crucificado por los
jefes de la nación. Así es como Jesús le hace ver que habla al modo humano y,
que elude el dolor.
6. TESTIGO DE LA TRANSFIGURACION
Tomo Jesús consigo a Pedro,
Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. “Y se
transfiguró delante de ellos” (Mc 9,2)
Jesús los hizo subir a solas
con él, Marcos relata que: los condujo solos a un monte alto y apartado. No
se precisa el nombre del lugar, Mateo dice que es un monte elevado, pero la
tradición lo ha localizado en el Tabor, de aproximadamente 600 metros de altura
sobre la llanura.
Jesús subió a la monte para
orar. En otra ocasiones, el ha subido al monte a orar solo, (Mt 14, 23) en
esta ocasión ha invitado a tres de sus apóstoles y, los ha escogido como
testigos para una gran acontecimiento. Se podría pensar que ocupaban un lugar
privilegiado de entre sus apóstoles.
7. SIMON, ES PEDRO PARA JESUS
Su nombre de nacimiento era
Simón, y recibió de Jesús el nombre de Pedro (del griego que significa
fragmento de piedra, también es Cefas, San Pablo
los llamo en sus escrito como Keyfas, el
equivalente arameo de Pedro, aún cuando se piensa que predicaba en griego,
san Juan el Evangelista lo llamó, por lo general, "Simón
Pedro". “Y yo a mi vez te digo
que tú eres Pedro” (Mt 16,18)
8. PEDRO LA ROCA, COLUMNA DE LA IGLESIA
Y yo a mi vez te digo que tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella. (Mt 16, 18)
Jesús lo eligió como la roca
para construir sobre ella su Iglesia y le confirió los poderes para llevar a
la salvación a todos los hombres. Pedro es la roca, en el sentido de que la
fe y los creyentes no pueden tener otra fe que la de los apóstoles y
profetas, que son los que enseñan esa verdad, que está construida sobre la
piedra angular de Jesús, y así es, como luego dice; y el poder de la Muerte
no prevalecerá contra ella. Es decir, no podrá vencer a la Iglesia, pues ésta
está firme y estable, porque está construida sobre la roca firme, que es
Jesús.
9. PEDRO EL MAYORDOMO DE LA CASA DE DIOS
A ti te daré las llaves del Reino
de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo
que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. (Mt 16)
La promesa es que ese atar y
desatar sobre la tierra tendrá su automática ratificación en el cielo. Todo
lo relacionado con esta misión — cuanto permita o prohíba en el reino, todo
eso será también ratificado en el cielo. Y eso garantizado por Jesús.
Así, Pedro como Mayordomo de la
Casa de Dios, ha recibido el poder para admitir o excluir, según el Evangelio
y de administrar la comunidad, en Pedro recaerán las responsabilidades de la
doctrina y de la moral, el podrá decidir lo que es bueno y licito para su
Iglesia y sus miembros, sentencia que será ratificada Por Dios en lo alto de
los cielos.
10. JESUS LO INVITA A ORAR, PEDRO SE DUERME
Jesus fue a orar a propiedad,
cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos:
“Sentaos aquí, mientras yo hago oración.” Toma consigo a Pedro, Santiago y
Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: “Mi alma está triste
hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.” (Mc 14, 32-349. Pero Pedro se
quedo dormido. Luego vino Jesus y los encontró dormidos, y dijo a Pedro:
“Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad para que no
entréis en tentación”.
Jesus, al pedirles a sus
íntimos amigos que velen para evitar la “tentación,” y se dirige
personalmente a Pedro. Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Tres
veces deja la angustia de su oración,
viene a los suyos, y los encontró dormidos. Tres veces les pide
vigilia de oración, porque el “espíritu,” la parte noble del nombre, “está
pronto” para las nobles reproches de lealtad; pero la “carne es flaca,” tiene
sus compromisos de miedo y de pasión.
11. LA TRAICION DE PEDRO
Jesus, durante la última cena,
hace una profecía anunciando la traición de Pedro, a pesar de que el le juro
no apartarse de Jesus.
Jesus, le da a sus íntimos
amigos sus discurso de despedida, y le informa que donde El va, ellos no
pueden ir, entonces Simón Pedro le dice: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le
respondió: “Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde”.
Pedro le dice: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti. “Le
responde Jesús: “¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no
cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.” (Jn 13, 36-38).
Seguían a Jesús Simón Pedro y
otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con
Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto
a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo
Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice
a Pedro: “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?” Dice él: “No
lo soy.” Los siervos y los guardias tenían unas
brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba
con ellos calentándose. (Jn 18, 16-19)
Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: “¿No eres tú también de
sus discípulos?”. El lo negó diciendo: “No lo soy.” Uno de los siervos del
Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le
dice: “¿No te vi yo en el huerto con él?” Pedro
volvió a negar, y al instante cantó un gallo. (Jn 18, 25-27)
12. PEDRO, AFIRMA SU AMOR POR JESUS
Esta escena tiene lugar poco
antes de subir Jesús al Padre, es muy conmovedora, Pedro pasa por un examen
de amor, Jesús lo pone a prueba, y Pedro la pasa. Pedro experimenta una
situación especial, Recordemos que Pedro había negado tres veces a Jesús, y
lo hizo en público, sin embargo ahora Jesús mira con gran bondad a su
discípulo.
Después de la aparición a la
orilla del lago, Jesús resucitado dijo a Simón Pedro le dice Jesús a Simón
Pedro: “Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?”Le dice él: Sí, Señor, tú
sabes que te quiero.” Le dice Jesús: “ Apacienta mis
corderos.” Vuelve a decirle por segunda vez: “Simón de Juan, ¿me amas? » Le
dice él: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero.” Le dice Jesús: “ Apacienta mis ovejas.”Le dice por tercera vez: “Simón de
Juan, ¿me quieres?” Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera
vez: “¿Me quieres?” y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te
quiero.”Le dice Jesús: “Apacienta mis ovejas.” (Jn 21, 15-17)
Como vemos en este fragmento
del Evangelio, antes de confiar a Pedro la misión pastoral de la Iglesia,
Jesús le pregunta una triple confesión de amor. Pero para Pedro, es como una
forma de rehabilitación, ante su triple negación durante la pasión del Señor.
Jesús, emplea dos formas amar y
querer. El pregunta por dos veces ¿me amas? amor de caridad y misericordioso,
que refleja en cierto modo el amor de Dios. Pedro responde humildemente Sí,
Señor, sabes que te quiero, que es el verbo del afecto, de la amistad
sincera. La tercera vez, sin embargo, Jesús pregunta Simón, hijo de Juan, ¿me
quieres?, así se pone a la altura de Pedro, condescendiendo amorosamente al
nivel de Pedro. Entonces es cuando Pedro se entristece, al comprobar el amor
inmenso del Maestro que no duda en ponerse a su misma altura.
Hermosa forma de establecer
confianza, de comunión y de auténtico amor hacia Jesús. Luego le pasa a Pedro
su misma misión: Apacienta mis ovejas.
El amor del apóstol se
manifestará en su docilidad a los caminos de Dios en el servicio eclesial. El
apóstol verdadero está siempre dispuesto a servir en cualquier circunstancia
con obediencia y prontitud y sin olvidar que no hay amor más grande que dar
la vida por sus amigos (Jn 15,13), como Jesús.
El Señor les Bendiga
Los textos Bíblicos son la S.
Biblia de Jerusalén.
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