viernes, 14 de marzo de 2014

LLAMAR, LLAMAD (Kalein, klesis)


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En la lengua corriente, kalein es un verbo muy usado para la simple llamada o para una invitación (por ejemplo, a unas bodas: Lc 14,8; Jn 2,2). Sobre todo en la voz pasiva, indica el sobrenombre que se le da a una persona (José llamado Barsabas en Hch 1,23). Este verbo se encuentra en todos los escritos del Nuevo Testamento. Su empleo característico es el de las escenas de vocación (Mt 4,21; 10,1 par; Heb 11,8). El substantivo klesis pertenece a la lengua de Pablo (9 veces entre 11).
Situándose en la línea de los profetas del Antiguo Testamento, Pablo rechaza toda mediación humana (Gál 1,1.12) y atribuye su llamada a Aquel que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia (Gál 1,15; d. Jr 1,5; Is 49,1). De esta manera reivindica la misión de apóstol de las naciones para proclamar el evangelio (Rom 1,1; 1 Cor 1,1), a pesar de su indignidad (1 Cor 15,9).
Cada uno de los fieles es objeto de una elección. Este tema se acentúa ya fuertemente en la primera carta de Pablo: Dios os llama a su reino y a su gloria (1 Tes 2,12). Desde ahora estamos llamados a vivir en comunión con Cristo (1 Cor 1,9.24). Esta llamada lleva consigo la exigencia de la santidad (1 Tes 4,7; 1 Cor 1,2; Rom 1,7). Va acompañada de la ayuda interior del Dios de paz (1 Tes 5,24).
De esta manera la llamada se inscribe en el desarrollo de una historia que parte de la iniciativa gratuita de Dios y desemboca en la glorificación de los que han sido llamados (Rom 8,28s). Poco importa la condición social: al contrario, Dios llama primero a los pequeños, a los inútiles (1 Cor 1,26s). Por eso el cristiano no debe intentar salir de su condición (1 Cor 7,17-24). Pero todos están llamados a la libertad (Gál 5,13) respecto a la ley.
La incredulidad de la mayor parte de los judíos conduce a Pablo a preguntarse si no habrá fracasado la Palabra de Dios (Rom 9,6). En respuesta, el apóstol distingue entre la descendencia carnal y la descendencia según la promesa: Es la posteridad de Isaac la que será llamada tu descendencia (Rom 9,7). Según Os 2,1, se han invertido los papeles: Al que no es mi pueblo, lo llamaré: «Pueblo mío»(Rom 9.25s). El alejamiento de una gran parte de Israel es sólo pasajero, ya que Dios no se arrepiente de su llamada(Rom 11,29).

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