lunes, 31 de marzo de 2014

¿SE PUEDE CURAR LA HOMOSEXUALIDAD?



Gerard J. M. van den Aardweg

Por GERARD J. M. VAN DEN AARDWEG

Gerard J. M. van den Aardweg es un acreditado psicólogo holandés, catedrático desde hace más de treinta años, casado, padre de siete hijos, que ha dictado cursos en Estados Unidos, Canadá y Brasil. Autor de numerosos libros, ensayos y artículos sobre la homosexualidad, aborda en este artículo las causas y las posibles soluciones de una de la variantes de la homosexualidad.

Homosexualidad es la atracción sexual hacia personas del propio sexo. En cromosomas, hormonas sexuales y constitución física los homosexuales son normales. Hubo un tiempo, el de Freud, en que se pensó que se debía a factores hereditarios, pero esta hipótesis hoy ha sido científicamente desechada. Los homosexuales son biológicamente normales, lo que no es normal es el ejercicio de la homosexualidad. Es de advertir que el homosexual tiene instintos heterosexuales; lo que ocurre es que se le bloquean por alguna razón, que puede ser un complejo de inferioridad. Quienes de verdad se empeñan en luchar contra ese complejo, aun en casos de transexualidad, en uno o dos años acaban con sus obsesiones. Para dar la impresión de normalidad, hay quien asegura que quizá uno de cada cinco hombres tiene «tendencias» homosexuales, pero las estadísticas lo desmienten y ponen de manifiesto que en realidad no pasan de un uno o dos por ciento.

El movimiento mundial para la emancipación de los homosexuales trata de eludir cuestiones fundamentales, se sirve de medias verdades y de falsedades totales y maneja el concepto de discriminación para suscitar compasión. Hace del homosexual una víctima.

UNA CAUSA: LA FALTA DE MADUREZ

En la pubertad, puede tratarse de un fenómeno transitorio. Hay casos en que la homosexualidad arraiga en los primeros años de juventud. Este hecho ha llevado a algunos a pensar que no tiene sentido procurar desarraigarla. La teoría más en boga es que la homosexualidad se basa en una perturbación del llamado «sentido de identidad sexual». La realidad demuestra que los homosexuales están afectados no sólo en su faceta sexual, sino en todo su mundo emotivo. Su vida emotiva coincide mucho, por ejemplo, con la de tipo ansioso, compulsivo o depresivo, caracterizada por depresiones, nerviosismo, problemas relacionales y psicosomáticos. No son capaces, en determinados aspectos de su vida emotiva, de madurar y de ser adultos y, pese a querer aparentar jovialidad y alegría no son felices interiormente. La causa no está en la discriminación de la que se quiere acusar a la sociedad que les haría «víctimas» de ella, sino en fuerzas que actúan en el interior mismo de los interesados (...)

¿SE PUEDE CURAR LA HOMOSEXUALIDAD?

Mucha gente no sabe que la génesis psíquica de esta condición sexual carece en absoluto de misterio y que su terapia es posible. El método que he utilizado consta de dos partes: la primera consiste en hacer adquirir al interesado una visión clara de la propia identidad y de su propio mundo afectivo; la segunda, en afrontar esa situación. Llevamos a las personas a reírse de sí mismas (el humorismo puede ser muy saludable) y a la adquisición de hábitos positivos: valentía, honestidad consigo mismo, autodisciplina, capacidad de amar a los demás; así, hasta lograr que el homosexual pierda sus hábitos neuroinfantiles.

Es esencial neutralizar la autoconmiseración crónica. Es obligado decir que:

- En un treinta por ciento de los casos, la curación es completa: acaban desarrollando actitudes y hábitos sexuales normales y afectivos y una vida emotiva adulta. Por supuesto, una curación sólo sexual no sería una curación completa.

- Otro treinta por ciento de personas cambia más o menos gradualmente, pierde sus obsesiones homosexuales y asume una actitud emotiva nueva, aunque no lo suficiente para poder hablar de curación completa.

- Hay otros que progresan con extremada lentitud por su estado neurótico grave, pero también éstos, si son ayudados por una asistencia y un tratamiento constructivos, adquieren fuerza y coraje y poco a poco van perdiendo sus depresiones, nerviosismos y ansiedades.

RESPONSABILIDAD DE LOS EDUCADORES

Los complejos homosexuales se pueden evitar educando a un muchacho como muchacho y a una chica como tales. No se pueden intercambiar y mezclar las cosas. Una total identificación, la total identidad de roles que quiere cierto feminismo exacerbado es absurda. Los sacerdotes y educadores tienen un papel importantísimo cuando aportan al crecimiento psicológico una contribución mucho mayor de la que a veces son conscientes. Cuidado con creer que todo «amor» es bueno; hay formas de amor compasivas y neuróticas que revelan una personalidad dividida en sí misma y que necesitan una guía moral firme y segura. Los pacientes que viven su fe de manera positiva tienen las mayores esperanzas de un cambio radical en su homosexualidad: ésta es mi experiencia de años.

El problema de la homosexualidad es presentado en una injustificada atmósfera de fatalismo. La homosexualidad sigue siendo vista por la mayoría de la gente a la luz de prejuicios e ideas preconcebidas, infundadas y superadas de las que, por desgracia, no están ausentes profesionales (médicos, sociólogos, psicólogos, sacerdotes, periodistas). Si a ello añadimos la falta de puesta al día de la Psiquiatría y de la Psicología, se crea una situación de la que se aprovecha la estrategia de la emancipación de homosexuales militantes, flanqueada por el «establishment progre» occidental que pretende hacer creer que la homosexualidad es una variante normal de la sexualidad humana, que homosexual se nace y que no se puede cambiar. A todos ellos no les vendría mal una mejor información.

LA FALACIA DE LA RESIGNAClÓN

Los responsables mejoran poco a poco las situaciones concretas. Hay directores espirituales que animan correctamente a los homosexuales a vivir la castidad y el dominio de sí mismos, pero de hecho consideran que es imposible desarraigarla. Es muy equivocada la actitud de no pocos hombres de Iglesia que, de buena fe, pero víctimas probablemente de la escasa difusión de las experiencias terapéuticas, consideran que el mejor modo de ayudar a los homosexuales es enseñarles la resignación y la aceptación del sacrificio que supone su situación, en lugar de animarles y ayudarles a salir de ella, con paciencia y perseverancia.

Además de ignorancia, demuestran ingenuidad, ya que es dificilísimo, por no decir imposible, convivir con las propias tendencias homosexuales sin dejarse arrastrar por ellas. El camino de la curación de los homosexuales no pasa por la compasión y mucho menos por la aceptación de su situación como «normal». Es impresionante y doloroso constatar cuántos médicos, terapeutas, sacerdotes, psicólogos ignoran el deseo de cambiar que tienen muchas personas con tendencias homosexuales. La afectividad desviada no es más que un aspecto de una personalidad inmadura. La terapia debe apuntar a enseñar al paciente a reconocer y combatir toda una gama de expresiones de ego-centrismo infantil, de temores, complejos de inferioridad, reacciones consolatorias, afectaciones y autocompasiones. En la esfera afectiva crecemos cuanto mayor es la confianza en nosotros mismos como hombres o como mujeres con plenitud y felicidad. Un psiquiatra holandés que militaba en el movimiento de emancipación homosexual cuenta la curación de una lesbiana gracias a un sacerdote dotado de buen sentido psicológico, que le dijo: «¡Si es que tú te has quedado en cuando eras una niña ... ! ». Su proceso de cambio duró un tiempo, pero acabó reconociendo ante el psiquiatra que su problema había desaparecido «como una pierna amputada, que no vuelve».


SAN PABLO CONTRA LA HOMOSEXUALIDAD

La Sagrada Escritura y, especialmente el sentido común son tan claros sobre el tema de la homosexualidad que el Magisterio de la Iglesia ha tratado muy poco de esta materia. (1)

1. En el Antiguo Testamento, además del castigo de Sodoma (Génesis 19), debemos citar la ley dada por Dios a Israel: Lev. 18, 22 designa a la sodomía como una abominación, Lev 20, 13 castigada con la muerte). En el Nuevo Testamento, San Pablo condena explícitamente este vicio en varias epístolas (Romanos 1, 24-32, que se citan a continuación 1 Cor 6,10: "Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los infames, ni los ladrones, [...] heredarán el reino de Dios (2)", 1 Tim 1,10, dice la misma manera que "los asesinos, los fornicarios, los infames [...](3)".

2. El sentido común también es suficiente para ver que este vicio es contra la naturaleza, puesto que utiliza al contrario de su finalidad natural una función que Dios ha dado para la transmisión de la vida. Una desviación así de grave, en un asunto tan importante para el bien común (el futuro de la sociedad depende de ello), resulta evidente que es gravemente pecaminosa.


Sin embargo, esto ya no aparece tan obvio para muchos de nuestros contemporáneos. Debemos ahora argumentar para defender lo que antes era evidente.
Comencemos pues el asunto, preguntando por qué y cómo se puede haber llegado a tal extremo.
Sobre este punto en particular la Sagrada Escritura, y San Pablo especialmente, van a aclararnos mucho.


San Pablo va hasta la raíz del mal

En el primer capítulo de su epístola a los Romanos, San Pablo no se limita, en efecto, a denunciar el vicio. Él establece claramente un vínculo causal entre la infidelidad (idolatría) y la impureza contra la naturaleza. Leamos el pasaje (Rom 1,18-32):

1. La idolatría de los gentiles es inexcusable, porque el verdadero Dios se manifiesta en la creación.
En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron  en sus razonamientos y su insensato corazón  se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos,  cambiaron la gloria  del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles.

2. Consecuencia de esta maldad, Dios los abandonó a sus pasiones.
Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.

3. Consecuencia (continuación): el vicio contra la naturaleza
Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.

4. San Pablo repite su razonamiento: causa y consecuencia.
Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen.


San Pablo lo dice pues y lo repite: la ceguera moral llevada hasta la aprobación de los vicios contra la naturaleza es una consecuencia de la impiedad. Una máxima atribuida a San Agustín resume esta enseñanza: Este estigma no es sólo un pecado, es más bien el castigo del pecado (4)


La explicación de Santo Tomás

En su comentario sobre la Epístola a los Romanos, Santo Tomás de Aquino insiste también:
           
Cabe señalar que es con razón que el Apóstol pone los vicios contra la naturaleza -que son el más grave de los pecados de la carne- como castigo por la idolatría. Se percibe que estos defectos parecen haber comenzado a desarrollase con la idolatría - es decir, los días de Abraham, cuando se reconoce generalmente que la idolatría comenzó. Se lee en el capítulo 19 del Génesis que estos defectos han sido castigados por primera vez en la persona de los habitantes de Sodoma. Y del mismo modo, los vicios de este tipo han crecido progresivamente a medida que creció la idolatría. Así se lee en el segundo libro de los Macabeos que Jasón se atrevió a poner los jóvenes más nobles en lugares infames (5) y no fue el comienzo, sino el desarrollo y el progreso de la adopción de costumbres paganas (6)

El Doctor Angélico se refiere indirectamente al mismo tema en una cuestión de su Summa Theologica. Se pregunta por qué el rito de la circuncisión fue instituida en la época de Abraham, y no justo después de la caída original. Él respondió que en la época de Adán, incluso después del pecado, la fe y la razón natural era todavía lo suficientementeAbraham, la religión se había debilitado al punto que la mayoría de personas se volcaron a la idolatría, y a la vez, la razón natural estaba oscurecida por las pasiones de la carne hasta el punto de hacer caer al hombre en pecado contra la naturaleza. Por lo tanto, era el momento en que Dios instituyese, para el hombre, un rito que fuese al mismo tiempo la señal de la fe en Dios, y un remedio para el deseo carnal (7).

Encontramos así, en esta respuesta, el vínculo entre el progreso de la idolatría y el de los vicios contra la naturaleza. El primero es una falta contra la naturaleza divina, Dios permite como castigo la segunda, que va en contra de la naturaleza del hombre (8).


Confirmación en el siglo XVII

En el siglo XVII, el famoso exégeta Cornelius a Lapide (9) confirma esta explicación:

Las pasiones monstruosas son la pena de la infidelidad, la impiedad y la herejía (10).

Tras señalar que los herejes de su tiempo (protestantes) han manifestado la verdad de esta frase en sus costumbres (11), investiga la causa de ese vínculo entre la impiedad y la impureza. Da dos razones.

1. En primer lugar, porque donde no hay fe, no hay gracia de Dios; y donde no hay gracia de Dios, no encontramos la castidad, sino todo tipo de concupiscencias. Era justamente por eso que Lutero decía que la fornicación era tan necesaria al hombre como el alimento, y que se oye por todos lados, entre los innovadores, el axioma de que la castidad es imposible; porque, realmente, es imposible a Lutero y a los herejes. Eso es justo lo que San Jerónimo dijo: "Es difícil encontrar a un hereje que ame la castidad; aunque la pueda recomendar por palabras y alabarla".

2. En segundo lugar, a causa de que la herejía y la infidelidad nacen del orgullo, y que la pasión impura es el castigo del orgullo, del mismo modo en que la castidad es la recompensa de la humildad (12).


Confirmación al día de hoy

La conclusión se impone por sí misma: la repugnante invasión de los vicios de Sodoma en nuestros países -y su formalización por infames leyes- no son sólo azotes sociales. Son también, y principalmente, castigos.
Nuestros países son, hace tiempo, oficialmente apóstatas; oficialmente ateos. Incluso, por la ideología de los derechos humanos, oficialmente idólatras. Por tanto, es natural, lógico, necesario, que estas costumbres se instalen en ellos. San Pablo dijo:

No tienen excusa, porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, y le dieron gracias, sino que se entregaron a sus deseos y sus corazones sin inteligencia se hundieron en la oscuridad. [...] Por eso Dios los entregó a las pasiones vergonzosas [...] Ya que no se preocuparon por conocer a Dios, Dios los entregó a su mente réproba.


Esto no quiere decir que en el orden individual sólo un idólatra, o un impío, puedan experimentar las tentaciones contra la naturaleza. Todos los seres humanos están marcados por el pecado original y el desorden de la naturaleza se manifiesta de diferentes maneras en cada uno. Sin contar las patologías propiamente dichas, uno nacerá más propenso a la ira, el segundo fue la pereza, y otro más vulnerable a tal o cual tentación de lujuria. Una educación inadecuada, choques psicológicos mal curados u ocasiones precoces de escándalo podrán exacerbar y agravar esta herida, en la fragilidad de la infancia o la adolescencia. En este caso, como frente a cada uno de los pecados capitales, sólo la lucha diaria, con la oración y la gracia de Dios, permitirá superar el vicio y establecer la virtud.

Pero en el orden público, aquel de cada nación, la aceptación del vicio contra la naturaleza, tal como lo estamos experimentando hoy en día, no puede ser más que un castigo. La paganización de las costumbres es la consecuencia inevitable de la paganización de las ideas.


¿Cómo reaccionar?

¿Estarán los católicos condenados a asistir impotentes a la destrucción gradual de la sociedad? Ciertamente que no. Por eso, para actuar con eficacia, para escapar del ciclo de derrotas en que parecen haber caído, deben tomar consciencia, ante todo, de las verdaderas causas del mal – aquellas que denuncia San Pablo.

Nuestras sociedades apóstatas y ateas no pueden ser bendecidas por Dios. La decadencia que las golpea es el castigo de aquella impiedad. No sirve de nada luchar contra esta decadencia si no luchamos al mismo tiempo, y primeramente, contra esa impiedad. Luchar sin Dios contra los males que resultan precisamente de la ausencia de Dios es, obviamente, un sin sentido (13).

Después de haber comentado extensamente a San Pablo, podemos concluir citando a San Juan:

Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y esta victoria sobre el mundo, nuestra fe. - Omne natum quod ex Deo vincit mundum, et haec est victoria quae vincit mundum, fides nostra. (1 Juan 5: 4)
___________________

1) Solo accidentalmente la enseñanza tradicional ha abordado la cuestión. Un decreto del Santo Oficio del 24 de septiembre 1665 trata de la sodomía no para definir que es un pecado (lo que parece demasiado obvio), sino para indicar cómo este pecado se debe acusar en la confesión (la naturaleza de la culpa debe ser especificado de forma explícita, una acusación genérica no es suficiente para que la confesión sea íntegra) (DS 2044). - La anarquía generalizada introducida en la Iglesia permitió que algunos "teólogos" trataran de legitimar este vicio. Frente a esto, el Vaticano ha terminado por intervenir para recordar que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no puede en ningún caso ser aprobados" (29 de diciembre de 1975, DS 4583, reproducido en el nuevo Catecismo de la La Iglesia Católica, § 2537). 
2) Neque fornicarii, neque idolis servientes, neque adulteri, neque molles, neque masculorum concubitores, neque fures [...] regnum Dei possidebunt.El término "infame" (en latín: concubitores masculorum) se refiere a los sodomitas.
3) [...] Homicidis, fornicariis, masculorum concubitoribus [...].
4) Haec spurcitia non solum peccatum est, sed et poena peccati (PL 40, col. 1326; esta serie de sermones que ahora comúnmente se considera apócrifa.)
5) 2 Mc 4, 13 (cita de Thomas de la Vulgata). - En tiempos de Antíoco Epifanio, Jason consigue hacerse nombrar sumo sacerdote en Jerusalén, y se esfuerza por introducir las costumbres griegas entre los ciudadanos. La Biblia cuenta: " Era tal el auge del helenismo y el progreso de la moda extranjera a causa de la extrema perversidad de aquel Jasón,     que tenía más de impío que de sumo sacerdote,      que ya los sacerdotes no sentían celo por el servicio del altar, sino que despreciaban el Templo; descuidando los sacrificios, en cuanto se daba la señal con el gong se apresuraban a tomar parte en los gimnasios de los ejercicios contrarios a la ley; sin apreciar en nada la honra patria, tenían por mejores las glorias helénicas. Por esto mismo, una difícil situación les puso en aprieto, y tuvieron como enemigos y verdugos a los mismos cuya conducta emulaban y a quienes querían parecerse en todo. Pues no resulta fácil violar las leyes divinas; así lo mostrará el tiempo venidero”. (2 Mc 4, 13-17).
6) «Et est notandum quod satis rationabiliter Apostolus vitia contra naturam quae sunt gravissima inter peccata carnalia, ponit idolatriae poenam, quia simul cum idolatria incepisse videntur, scilicet tempore Abrahae, quando creditur idolatria incepisse. Unde et tunc primo leguntur in Sodomitis punita esse, ut Gn 19. Simul etiam idolatria crescente, huiusmodi vitia creverunt; unde dicitur 2 Mc 4, quod Jason ausus est sub arce optimos quosque epheborum in lupanaribus ponere. Erat autem hoc non initium, sed incrementum quoddam et profectus gentilis et alienigenaeconversationis. » (Saint THOMAS, Com. in Rm 1, lect. VIII)
7) St. Thomas, III, q. 70, a. 2, ad 1.
8) Santo Tomás dice que todo pecado es en cierto sentido, contra la naturaleza porque va en contra de lo que nuestra razón nos dice que ser conforme a nuestra naturaleza racional, pero algunos pecados se oponen no sólo a nuestra naturaleza racional, sino la naturaleza física en sí (que compartimos con los animales). Son doblemente contra la naturaleza.
9) Cornelio a Lapide (Cornelius Van den Steen), SJ., 1567-1637.
10) “Hinc patet infidelitatis, impietatis et haeresis pœnam esse monstrosas libidines” (Cornelio a Lapide, en Romanos, 1, 26).
11) "Talia monstra quoque ab haeresi nata nostra vidit et protulit aetas. - Nuestro siglo también ha visto y ha producido ese tipo de monstruos, nacidos de la herejía. "(Ibíd.).
12) "Primo, quia ubi non est fides, ibi non est gratia Dei ; ubi non est gratia Dei, ibi non est castitas, sed omnis concupiscentia : ut merito dixerit Lutherus, concubitum homini tam necessarium esse quam cibum, et passim apud Novantes personat hoc axioma, castitatem esse impossibilem, quia vere Luthero et haereticis impossibilis est. Vere ergo dixit S. Hieronymus, lib. II Comment, in Osece cap. IX: "Difficile est invenire haereticum qui diligat castitatem, etiamsi eam verbis commendet et prae se ferat".  Secundo, quia haeresis et infidelitas oritur ex superbia, superbiae autem poena est libido, sicut humilitatis praemium est castitas"(Ibid)
13) Recordamos las palabras del Cardenal Pie: "Cuando Jesús Cristo no reina por los beneficios que se derivan de su presencia, reina por todas las calamidades inseparables de su ausencia". (Discurso en Chartres, 11 de abril de 1858; Episcopal de Obras, v. 1, p. 84.)


1 comentario:

Unknown dijo...

Aun me pregunto si alguien habrá aprendido de los errores De John Money. Si es que lo conocen