El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia a los participantes del curso anual del Foro Interno promovido por la Penitenciaria Apostólica. Un curso que desde hace 25 años se ofrece cada año para contribuir a la formación de buenos confesores, conscientes de la importancia de este ministerio, tal y como ha recordado el Papa.
El curso comenzó el pasado día 22 de marzo y concluye este viernes por la tarde. Unos 500 sacerdotes y seminaristas cercanos a la ordenación han participado en esta profundización sobre el sacramento de la reconciliación. El cardenal Mauro Piacenza, penitenciero mayor, fue el encargado de dar inicio al curso.
El Santo Padre en su discurso les ha dado las gracias por este "precioso servicio" y les ha animado a "llevarlo adelante con compromiso renovado, haciendo tesoro de la experiencia adquirida y con sabia creatividad, para ayudar cada vez mejor a la Iglesia y a los confesores a desarrollar el ministerio de la misericordia, ¡que es tan importante!"
Francisco ha indicado que "el protagonista del ministerio de la Reconciliación es el Espíritu Santo. El perdón que el Sacramento concede es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado por medio de su Espíritu". Por tanto, el Santo Padre les ha recordado que están llamados a ser 'hombres de Espíritu Santo', testigos y anunciadores, felices y fuertes, de la resurrección del Señor". Este testimonio --ha proseguido-- se lee en el rostro, se escucha en la voz del sacerdote que administra con fe y con 'unción' el Sacramento de la Reconciliación.
Asimismo, ha subrayado que es necesario recibir al penitente "no con la actitud de un juez, ni siquiera con la de un simple amigo, sino con la caridad de Dios, con el amor de un padre que ve volver al hijo y le sale al encuentro, del pastor que ha encontrado la oveja perdida".
Por otro lado, el Santo Padre ha indicado que el corazón del sacerdote es un corazón que sabe conmoverse, y no lo hace por sentimentalismo o por pura emotividad, sino por las 'vísceras de misericordia' del Señor. Y ha pedido no olvidar que "así como el médico está llamado a sanar y como juez a absolver".
El segundo aspecto sobre el que el Santo Padre se ha detenido en el discurso ha sido que "si la reconciliación transmite la vida nueva del Resucitado y renueva la gracia bautismal, entonces vuestra tarea es donarla generosamente a los hermanos". Así, Francisco ha advertido que "un sacerdote que no cuida esta parte de su ministerio, ya sea la cantidad de tiempo dedicado como en la calidad espiritual, es como un pastor que no cuida a sus ovejas que están perdidas; es como un padre que se olvida del hijo perdido y deja de esperarlo". Y ha subrayado que "la misericordia es el corazón del Evangelio".
Del mismo modo les ha recordado que a menudo a los fieles les cuesta acercarse a la confesión y por esta razón "es necesario trabajar mucho sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para no ser nunca un obstáculo sino favorecer siempre el acercarse a la misericordia y al perdón". El Papa ha recordado a esas personas que se alejan de este sacramento por "una mala experiencia en la confesión" y por eso les ha indicado que "si hay esta actitud de padre, que viene de la bondad de Dios, esto no sucederá nunca".
Por otro lado, el Pontífice ha advertido sobre los dos extremos opuestos: el rigorismo y el laxismo. "Ninguno de los dos hace bien, porque en realidad no se hacen cargo de la persona del penitente", ha afirmado.
Finalmente, el Papa ha hablado sobre las "dificultades" que a menudo encuentra la confesión. Son muchas y sin embargo, "sabemos que el Señor ha querido hacer este inmenso don a la Iglesia, ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre". Por esta razón --ha señalado Francisco-- es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales "se cuide particularmente la celebración de este sacramento del perdón y de salvación". Y es que es bueno que los fieles sepan cuando pueden encontrar sacerdotes disponibles, ha concluido.
El curso comenzó el pasado día 22 de marzo y concluye este viernes por la tarde. Unos 500 sacerdotes y seminaristas cercanos a la ordenación han participado en esta profundización sobre el sacramento de la reconciliación. El cardenal Mauro Piacenza, penitenciero mayor, fue el encargado de dar inicio al curso.
El Santo Padre en su discurso les ha dado las gracias por este "precioso servicio" y les ha animado a "llevarlo adelante con compromiso renovado, haciendo tesoro de la experiencia adquirida y con sabia creatividad, para ayudar cada vez mejor a la Iglesia y a los confesores a desarrollar el ministerio de la misericordia, ¡que es tan importante!"
Francisco ha indicado que "el protagonista del ministerio de la Reconciliación es el Espíritu Santo. El perdón que el Sacramento concede es la vida nueva transmitida por el Señor Resucitado por medio de su Espíritu". Por tanto, el Santo Padre les ha recordado que están llamados a ser 'hombres de Espíritu Santo', testigos y anunciadores, felices y fuertes, de la resurrección del Señor". Este testimonio --ha proseguido-- se lee en el rostro, se escucha en la voz del sacerdote que administra con fe y con 'unción' el Sacramento de la Reconciliación.
Asimismo, ha subrayado que es necesario recibir al penitente "no con la actitud de un juez, ni siquiera con la de un simple amigo, sino con la caridad de Dios, con el amor de un padre que ve volver al hijo y le sale al encuentro, del pastor que ha encontrado la oveja perdida".
Por otro lado, el Santo Padre ha indicado que el corazón del sacerdote es un corazón que sabe conmoverse, y no lo hace por sentimentalismo o por pura emotividad, sino por las 'vísceras de misericordia' del Señor. Y ha pedido no olvidar que "así como el médico está llamado a sanar y como juez a absolver".
El segundo aspecto sobre el que el Santo Padre se ha detenido en el discurso ha sido que "si la reconciliación transmite la vida nueva del Resucitado y renueva la gracia bautismal, entonces vuestra tarea es donarla generosamente a los hermanos". Así, Francisco ha advertido que "un sacerdote que no cuida esta parte de su ministerio, ya sea la cantidad de tiempo dedicado como en la calidad espiritual, es como un pastor que no cuida a sus ovejas que están perdidas; es como un padre que se olvida del hijo perdido y deja de esperarlo". Y ha subrayado que "la misericordia es el corazón del Evangelio".
Del mismo modo les ha recordado que a menudo a los fieles les cuesta acercarse a la confesión y por esta razón "es necesario trabajar mucho sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para no ser nunca un obstáculo sino favorecer siempre el acercarse a la misericordia y al perdón". El Papa ha recordado a esas personas que se alejan de este sacramento por "una mala experiencia en la confesión" y por eso les ha indicado que "si hay esta actitud de padre, que viene de la bondad de Dios, esto no sucederá nunca".
Por otro lado, el Pontífice ha advertido sobre los dos extremos opuestos: el rigorismo y el laxismo. "Ninguno de los dos hace bien, porque en realidad no se hacen cargo de la persona del penitente", ha afirmado.
Finalmente, el Papa ha hablado sobre las "dificultades" que a menudo encuentra la confesión. Son muchas y sin embargo, "sabemos que el Señor ha querido hacer este inmenso don a la Iglesia, ofreciendo a los bautizados la seguridad del perdón del Padre". Por esta razón --ha señalado Francisco-- es muy importante que en todas las diócesis y comunidades parroquiales "se cuide particularmente la celebración de este sacramento del perdón y de salvación". Y es que es bueno que los fieles sepan cuando pueden encontrar sacerdotes disponibles, ha concluido.
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