domingo, 2 de marzo de 2014

Liturgia de las Horas. Lunes VIII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 3 de marzo, 2014.

 
De la Feria. Salterio IV
 (OFICIO DE LECTURA (Hora más conveniente); LAUDES (Entre 6:00 y 10:00); TERCIA (9:00 y 12:00); SEXTA (12:00 y 15:00); NONA (15:00 y 18:00); VÍSPERAS (19:00 y 22:00); COMPLETAS (Justo antes de ir a acostarse)
INVITATORIO
Para la primera celebración del día:
    V.
 Señor, abre mis labios.    R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
    A continuación se dice salmo Invitatorio, con la antífona:

    Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;

 entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

 
Se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

 
Se repite la antífona

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

 
Se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 
Se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

 
Se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Se repite la antífona
 
Para la segunda celebración del día:
    V.
 Dios mío, ven en mi auxilio.
    R.
 Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. Aleluya.

 
 
 
Oficio de lectura

 
HIMNO

En el principio, tu Palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu Palabra.

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu Palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu, satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén.

 
SALMODIA

Ant.1:
 Qué bueno es el Dios de Israel para los justos.
 
Salmo 72
POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Dichoso el que no se siente defraudado por mí! (Mt 11, 6)
I

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.
 
Ant.1: Qué bueno es el Dios de Israel para los justos.

 
Ant. 2: Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.
 
II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.
 
Ant. 2: Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

 
Ant. 3: Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.
 
III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.
 
Ant. 3: Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.
 
V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.R. Más que miel en la boca.

 
Lecturas y Oración:
 
PRIMERA LECTURA

Año I:


De la primera carta a los Corintios     
15, 1-19

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, ESPERANZA DE LOS CREYENTES


    Hermanos: Os quiero traer a la memoria el mensaje evangélico que os prediqué; el que abrazasteis, el mismo en que os mantenéis firmes todavía y por el que estáis en camino de salvación, si, como supongo, lo retenéis tal como yo os lo prediqué. De lo contrario, abrazasteis inútilmente la fe.
    En primer lugar, os comuniqué el mensaje que yo mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado; resucitó al tercer día y vive, según lo anunciaron también las Escrituras. Que se apareció a Cefas y luego a los Doce. Después se dejó ver de más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven todavía, aunque algunos han muerto. Después se apareció a Santiago, y luego a todos los apóstoles.
    Por último, se apareció también a mí, como a un aborto. Yo soy el menor de los apóstoles, indigno del nombre de apóstol, pues perseguí a la Iglesia de Dios. Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia que él me concedió no quedó infecunda en mí. He trabajado con más afán que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. -En conclusión: Tanto yo como ellos predicamos así; y ésta es la fe que abrazasteis.
    Ahora bien, si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que decía alguno que los muertos no resucitan? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe. Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desdichados.
Responsorio     Rm 6, 9-10; 4, 25

R.
 Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado de una vez para siempre, * mas su vida es un vivir para Dios.V. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación.R. Mas su vida es un vivir para Dios.

Año II:

De la segunda carta a los Corintios     
8, 1-24

PABLO PIDE UNA COLECTA EN FAVOR DE JERUSALÉN


    Hermanos: Os queremos dar a conocer la gracia de Dios que se ha manifestado en las Iglesias de Macedonia. Pasaban por una dura prueba de escasez y, sin embargo, su rebosante gozo y su extremada pobreza culminaron en la riqueza de su liberalidad. Porque según sus posibilidades (de esto soy testigo), y aun por encima de ellas, nos pedían espontáneamente y con mucha insistencia la gracia de poder participar en este servicio en favor de los fieles (de Jerusalén).
    Y fueron más allá de lo que esperábamos: ellos mismos se pusieron a disposición primero del Señor y luego de nosotros, porque ésa era la voluntad de Dios. Ante este resultado, rogamos a Tito que, según había comenzado antes, llevase también a feliz término entre vosotros esta obra de caridad.
    Por lo tanto, así como sobresalís en toda clase de carismas de fe, de discursos, de ciencia, en toda obra de celo y en la caridad que hemos puesto en vosotros, sobresalid también en esta obra de generosidad. No es una orden que os doy, sino que, movido por el interés de los demás, quiero comprobar lo sincero de vuestra caridad. Bien conocéis el ejemplo de liberalidad de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para que os enriquecierais con su pobreza.
    Esto no es más que un consejo que os doy; y viene muy bien a vosotros, que desde el año pasado sois los primeros, no sólo en poner manos a la obra en la colecta (ahora interrumpida), sino también en la voluntad de llevarla a cabo. Terminad, pues, ahora, la obra comenzada. Que a vuestra prontitud en la iniciativa corresponda ahora su realización, según vuestras posibilidades.
    Cuando la voluntad está pronta es bien recibida con lo que se tenga; no se mira a lo que no se tiene. No se trata de que vosotros paséis escasez para que otros tengan holgura, sino de que haya equidad. En estas circunstancias, que vuestra abundancia remedie la escasez de aquéllos, y que su abundancia alivie vuestra indigencia; y así haya equidad. Dice a este propósito la Escritura: «El que mucho recogió no tuvo de más, y el que poco no anduvo en escasez.»
    Gracias doy a Dios porque ha puesto en el corazón de Tito este mismo interés por vosotros. Porque no sólo acogió bien nuestra invitación, sino que, solícito como el que más, por propia iniciativa se dirigió a vuestro lado. Junto con él os enviamos a otro hermano nuestro, que se ha ganado las alabanzas de todas las Iglesias en la difusión del Evangelio. Y no sólo esto, sino que por voto común de las Iglesias (de Macedonia) ha sido designado como compañero de nuestros viajes en esta obra de caridad, obra que llevamos entre manos para gloria del mismo Señor y prueba de nuestra buena voluntad.
    Así tratamos de evitar que nadie nos critique por estas abundantes limosnas que vamos recogiendo, pues procuramos el bien no sólo ante Dios, sino también ante los hombres.
    Os enviamos con ellos al otro hermano nuestro, de cuyo interés y celo hemos tenido pruebas bien claras en tantas ocasiones; en ésta se ha mostrado mucho más solícito por la gran confianza que tiene en vosotros.
    Por lo que se refiere a Tito, sabéis que es mi compañero y colaborador en el apostolado entre vosotros; los demás hermanos nuestros son delegados de las Iglesias, son gloria de Cristo. Así pues, como lo esperan las demás Iglesias, hacedles demostración de vuestra caridad, y demostradles que son verdaderos los elogios que de ella hicimos.
Responsorio     2Co 8, 9; Flp 2, 7

R.
 Bien conocéis la liberalidad de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, * para que os enriquecierais con su pobreza.V. Se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo.R. Para que os enriquecierais con su pobreza.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre los misterios.
(Núms. 8-11: SC 25 bis, 158-160)

RENACEMOS DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU SANTO


    ¿Qué es lo que viste en el bautisterio? Agua, desde luego, pero no sólo agua; viste también a los diáconos ejerciendo su ministerio, al obispo haciendo las preguntas de ritual y santificando. El Apóstol te enseñó, lo primero de todo, que no hemos de fijarnos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno. Pues, como leemos en otro lugar, desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante las obras. Por esto dice el Señor en persona: Si no me creéis a mí, creed a las obras. Cree, pues, que está allí presente la divinidad. ¿Vas a creer en su actuación y no en su presencia? ¿De dónde vendría esta actuación sin su previa presencia?
    Considera también cuán antiguo sea este misterio, pues fue prefigurado en el mismo origen del mundo. Ya en el principio, cuando hizo Dios el cielo y la tierra, el espíritu -leemos- se cernía sobre las aguas. Y si se cernía es porque obraba. El salmista nos da a conocer esta actuación del espíritu en la creación del mundo, cuando dice: La palabra del Señor hizo el cielo; el espíritu de su boca, sus ejércitos. Ambas cosas, esto es, que se cernía y que actuaba, son atestiguadas por la palabra profética. Que se cernía, lo afirma el autor del Génesis; que actuaba, el salmista.
    Tenemos aún otro testimonio. Toda carne se había corrompido por sus iniquidades. No permanecerá mi espíritu en el hombre-dijo Dios- porque no es más que carne. Con las cuales palabras demostró que la gracia espiritual era incompatible con la inmundicia carnal y la mancha del pecado grave. Por esto, queriendo Dios reparar su obra, envió el diluvio y mandó al justo Noé que subiera al arca. Cuando menguaron las aguas del diluvio, soltó primero un cuervo, el cual no volvió, y después una paloma que, según leemos, volvió con una rana de olivo. Ves cómo se menciona el agua, el leño, la paloma, ¿y aún dudas del misterio?
    En el agua es sumergida nuestra carne, para que quede borrado todo pecado carnal. En ella quedan sepultadas todas nuestras malas acciones. En un leño fue clavado el Señor Jesús, cuando sufrió por nosotros su pasión. En forma de paloma descendió el Espíritu Santo, como has aprendido en el nuevo Testamento, el cual inspira en tu alma la paz, en tu mente la calma.
Responsorio     Is 44, 3. 4; Jn 4, 14

R.
 Derramaré agua abundante sobre el suelo sediento, y torrentes en la tierra seca. * Derramaré mi Espíritu y crecerán como álamos junto a las corrientes de agua.V. El agua que yo le dé se convertirá en manantial, cuyas aguas brotan para comunicar vida eterna.R. Derramaré mi Espíritu y crecerán como álamos junto a las corrientes de agua.

Oración

Dirige, Señor, la marcha del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz, y que tu Iglesia se regocije con la alegría de tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
 Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Laudes

 
HIMNO

Señor, cómo quisiera
en cada aurora aprisionar el día,
y ser tu primavera
en gracia y alegría,
y crecer en tu amor más todavía.

En cada madrugada
abrir mi pobre casa, abrir la puerta,
el alma enamorada,
el corazón alerta,
y conmigo tu mano siempre abierta.

Ya despierta la vida
con su canción de ruidos inhumanos;
y tu amor me convida
a levantar mis manos
y a acariciarte en todos mis hermanos.

Hoy elevo mi canto
con toda la ternura de mi boca,
al que es tres veces santo,
a ti que eres mi Roca
y en quien mi vida toda desemboca. Amén.

 
SALMODIA

Ant. 1:
 Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
 
Salmo 89
BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR

Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (2Pe 3, 8)
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vigilia nocturna.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
 
Ant. 1: Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.

 
Ant. 2: Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.
 
Cántico    Is 42, 10-16
CÁNTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR

Cantaban un cántico nuevo ante el trono de Dios. (Ap 14, 3)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja el mar y lo que contiene,
las islas y sus habitantes;

alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar;
exulten los habitantes de Petra,
aclamen desde la cumbre de las montañas;
den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las islas.

El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.

«Desde antiguo guardé silencio,
me callaba y aguantaba;
mas ahora grito como la mujer cuando da a luz,
jadeo y resuello.

Agostaré montes y collados,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran.
Ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.»
 
Ant. 2: Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.

 
Ant. 3: Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
 
Salmo 134, 1-12
HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS

Vosotros sois... un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del
que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. (1 Pe 2, 9)
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
 
Ant. 3: Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.

 
LECTURA BREVE     Jdt 8, 21b-23

Recordad que Dios ha querido probarnos como a nuestros padres. Recordad lo que hizo con Abraham, las pruebas por las que hizo pasar a Isaac, lo que aconteció a Jacob. Como les puso a ellos en el crisol para sondear sus corazones, así el Señor nos hiere a nosotros, los que nos acercamos a él, no para castigarnos, sino para amonestarnos.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
 Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
 
V. Cantadle un cántico nuevo.R. Que merece la alabanza de los buenos.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant.: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

 
PRECES

Ya que Cristo escucha y salva a cuantos en él se refugian, acudamos a él diciendo:

    Escúchanos, Señor.

Te damos gracias, Señor, por el gran amor con que nos amaste;
    continúa mostrándote con nosotros rico en misericordia.

Tú que con el Padre sigues actuando siempre en el mundo,
    renueva todas las cosas con la fuerza de tu Espíritu.

Abre nuestros ojos y los de nuestros hermanos
    para que podamos contemplar hoy tus maravillas.

Ya que nos llamas hoy a tu servicio,
    haz que seamos buenos administradores de tu multiforme gracia a favor de nuestros hermanos.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acudamos a Dios Padre, tal como nos enseñó Jesucristo: Padre nuestro.

 
Oración

Señor Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio, concédenos hoy que, con tu ayuda, trabajemos sin desfallecer para tu gloria y para el bien de nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 
CONCLUSIÓN

V.
 El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amén.



hora intermedia
 

V.
 Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
HIMNO
 
TERCIA

Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.

En sus fatigas diarias; sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema zarzas.

Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.


SEXTA
 
En los domingos:

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta. tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

Te está cantando el martillo
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!

Quién diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:

Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.


NONA

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:

Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.

Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.

Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
 
Pueden usarse también, sobretodo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


SALMODIA

Ant. 1:
 Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.
 
Salmo 118, 129-136
MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS EN SU LEY

Amar es cumplir la ley entera. (Rm 13, 10)
Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes;
abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos.

Vuélvete a mí y ten misericordia,
como es tu norma con los que aman tu nombre;
asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna mandad me domine;
líbrame de la opresión de los hombres,
y guardaré tus decretos.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus leyes;
arroyos de lágrimas bajan de mis ojos
por los que no cumplen tu voluntad.
 
Ant. 1: Asegura, Señor, mis pasos con tu promesa.

 
Ant. 2: Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?
 
Salmo 81
INVECTIVAS CONTRA LOS JUECES INICUOS

No juzguéis antes de tiempo; dejad que venga el Señor. (lCo 4, 5)
Dios se levanta en la asamblea divina,
rodeado de ángeles juzga:
«¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta,
poniéndoos de parte del culpable?

Proteged al desvalido y al huérfano,
haced justicia al humilde y al necesitado,
defended al, pobre y al indigente,
sacándolos de las manos del culpable.»

Ellos, ignorantes e insensatos, caminan a oscuras,
mientras vacilan los cimientos del orbe.

Yo declaro: «Aunque seáis dioses,
e hijos del Altísimo todos,
moriréis como cualquier hombre,
caeréis, príncipes, como uno de tantos.»

Levántate, ¡oh Dios!, y juzga la tierra,
porque tú eres él dueño de todos los pueblos.
 
Ant. 2: Uno solo es el legislador y juez; tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?

 
Ant. 3: Llamé al Señor, y él me respondió.
 
Salmo 119
DESEO DE LA PAZ

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. (Rm 12, 12)
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
 
Ant. 3: Llamé al Señor, y él me respondió.

 
LECTURA BREVE

Tercia     Lv 20, 26


Sed para mí santos, porque yo, el Señor, soy santo, y os he separado de entre los pueblos para que seáis míos.
 
V. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor.R. El pueblo que él se escogió como heredad.

Oremos:

Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.
 
Sexta     Sb 15, 1.3

Tú, Dios nuestro, eres bueno, leal y paciente, y con misericordia gobiernas todas las cosas. La perfecta justicia consiste en conocerte a ti, y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.
 
V. Tú, Señor, eres Dios clemente y misericordioso.R. Lento a la cólera, rico en piedad y leal.

Oremos:

Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     Ba 4, 21b-22

Hijos, clamad al Señor: él os librará de la tiranía y de la mano de vuestros enemigos. Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por la misericordia que llegará pronto a vosotros de parte del Eterno, vuestro Salvador.
 
V. Recuerda, Señor, tu ternura.R. Y tu misericordia, que son eternas.

Oremos:

Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.

 
CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
 Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Vísperas

 
INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
HIMNO

Ya no temo, Señor, la tristeza,
ya no temo, Señor, la soledad;
porque eres, Señor, mi alegría,
tengo siempre tu amistad.

Ya no temo, Señor, a la noche,
ya no temo, Señor, la oscuridad;
porque brilla tu luz en las sombras,
ya no hay noche, tú eres luz.

Ya no temo, Señor, los fracasos,
ya no temo, Señor, la ingratitud;
porque el triunfo, Señor, en la vida,
tú lo tienes, tú lo das.

Ya no temo, Señor, los abismos,
ya no temo, Señor, la inmensidad;
porque eres, Señor, el camino
y la vida, la verdad. Amén.

 
SALMODIA

Ant. 1:
 Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
 
Salmo 135
HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO

Alabar a Dios es narrar sus maravillas. (Casiodoro)
I

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.
 
Ant. 1: Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

 
Ant. 2: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
 
II

Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia,

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel, su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.
 
Ant. 2: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente.

 
Ant. 3: Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.
 
Cántico     Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN


Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
 
Ant. 3: Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

 
LECTURA BREVE     1 Ts 3, 12-13

Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, así como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables en santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
 Suba, Señor, a ti mi oración.R. Suba, Señor, a ti mi oración.
 
V. Como incienso en tu presencia.R. A ti mi oración.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Suba, Señor, a ti mi oración.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.
 
Cántico de la Santísima Virgen María    Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Ant.: Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.

 
PRECES

Llenos de confianza en el Señor Jesús que no abandona nunca a los que se acogen a él, invoquémosle diciendo:

    Escúchanos, Señor, Dios nuestro.
 

Señor Jesucristo, tú eres nuestra luz; ilumina a tu Iglesia
    para que proclame a todas las naciones el gran misterio de piedad manifestado en tu encarnación.

Guarda a los sacerdotes y ministros de la Iglesia,
    y haz que con su palabra y su ejemplo edifiquen tu pueblo santo.

Tú que, por tu sangre, pacificaste el mundo,
    aparta de nosotros el pecado de discordia y el azote de la guerra.

Ayuda, Señor, a los que uniste con la gracia del matrimonio,
    para que su unión sea efectivamente signo del misterio de la Iglesia.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Concede, por tu misericordia, a todos los difuntos el perdón de sus faltas,
    para que sean contados entre tus elegidos.

Unidos a Jesucristo, supliquemos ahora al Padre, con la oración de los hijos de Dios: Padre nuestro.

 
Oración

Quédate con nosotros, Señor Jesús, porque el día ya se acaba; sé nuestro compañero de camino, levanta nuestros corazones, reanima nuestra esperanza; así nosotros, junto con nuestros hermanos, podremos reconocerte en las Escrituras y en la fracción del pan. Tú que vives y reinas.

 
CONCLUSIÓN

V.
 El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amén



Completas

 
INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO


Cuando la luz del sol es ya Poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:

Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.

 
SALMODIA

Ant.:
 Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.
 
Salmo 85
ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES

Bendito sea Dios, que nos consuela en todas nuestras luchas. (2 Co 1, 3. 4)
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
 
Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

 
LECTURA BREVE     1Ts 5, 9-10

Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
 En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 
Oración

Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

 
CONCLUSIÓN

V.
 El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.R. Amén.


 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

Tomo III. Liturgia de las Horas
Según el Rito Romano
 
Fuente: www.curas.com.ar

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