martes, 11 de junio de 2013

Ustedes son la luz del mundo

Mateo 5, 13-16. Tiempo Ordinario. Quien verdaderamente se ha encontrado con Jesús, no puede callar.
 
Ustedes son la luz del mundo
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16

«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Oración introductoria

Dios mío, me has llamado a la santidad. Ilumina mi mente y mi corazón en esta oración para descubrir dónde se encuentra la verdadera felicidad, sólo ésta quiero desear y no las burdas imitaciones que me ofrece el mundo.

Petición

Señor, te pido que deje entrar tu luz a mi conciencia para ser sal que ilumine y dé sabor a la vida de los demás.

Meditación del Papa

La verdad misma siempre va a estar más allá de nuestro alcance. Podemos buscarla y acercarnos a ella, pero no podemos poseerla del todo: más bien, es ella la que nos posee a nosotros y la que nos motiva. En el ejercicio intelectual y docente, la humildad es asimismo una virtud indispensable, que protege de la vanidad que cierra el acceso a la verdad. No debemos atraer a los estudiantes a nosotros mismos, sino encaminarlos hacia esa verdad que todos buscamos. A esto os ayudará el Señor, que os propone ser sencillos y eficaces como la sal, o como la lámpara, que da luz sin hacer ruido. Todo esto nos invita a volver siempre la mirada a Cristo, en cuyo rostro resplandece la Verdad que nos ilumina, pero que también es el Camino que lleva a la plenitud perdurable, siendo Caminante junto a nosotros y sosteniéndonos con su amor. Arraigados en Él, seréis buenos guías de nuestros jóvenes. Con esa esperanza, os pongo bajo el amparo de la Virgen María, Trono de la Sabiduría, para que Ella os haga colaboradores de su Hijo con una vida colmada de sentido para vosotros mismos y fecunda en frutos, tanto de conocimiento como de fe. Benedicto XVI, 19 de agosto de 2011.

Reflexión

Esos a quienes llamamos santos lograron la nota más alta en su vida porque se dedicaron a servir. Porque se entregaron sin límites a sus hermanos. La alegría del cristiano es una alegría verdadera, profunda que está llamada a ser sal de la tierra. No puede quedarse oculta. Siendo lo que es, debe calar y debe motivarnos a transmitirla, a darla a conocer a los demás. Está felicidad se halla en el encuentro personal con Cristo. Sí, antes de salir a predicar, los santos se encontraron con Jesús. Por ello, tan sólo les bastaba una sonrisa para trasmitir a Dios, lo irradiaban, estaban rebosantes de Él.

Cuentan que un día, san Francisco de Asís le pidió a uno de los frailes cofundadores que se preparara para salir a predicar con él. Salieron y estuvieron caminando y dando vueltas por todo Asís, durante una hora y media. En un cierto momento, el fraile que lo acompañaba le preguntó a san Francisco: “Padre Francisco, usted me dijo que saldríamos a predicar. Hasta ahora, sólo hemos caminado y recorrido todo el pueblo”. San Francisco le respondió: “Hermano, llevamos una hora y media de predicación. No hay mejor predicación que la sonrisa y el testimonio de una vida auténticamente cristiana”.

Ojalá que también nosotros prediquemos el mensaje de la felicidad, de la sonrisa, de la plenitud cristiana. Que seamos sal y luz para nuestros familiares y amigos. Quien verdaderamente se ha encontrado con Jesús no puede callar, no puede encerrarse en sí mismo, debe compartirlo con todo el mundo.

Propósito

Ser el primero en disculparme u ofrecer una solución en alguna discusión que se presente.

Diálogo con Cristo

Jesús, me llamas a ser la sal y la luz para los demás, esto implica que mi testimonio de vida, palabras y acciones deben ser un reflejo de tu amor, de tu misericordia infinita. Tu gracia es la fuente para la felicidad. Ayúdame, Señor, a guiarme en todo por el Espíritu Santo, para que Él sea quien edifique, en mí, al auténtico testigo de tu amor.


La gente que ama mucho sonríe fácilmente, porque la sonrisa es, ante todo, una gran fidelidad a sí mismo. Y atención porque se habla de sonrisa y no de risa. "Mayor felicidad hay en dar que en recibir" (Hch 20, 35).


martes 11 Junio 2013
Memoria de san Bernabé, apóstol
 
San Bernabé
Leer el comentario del Evangelio por

Concilio Vaticano II: “Proclamad que el Reino de los cielos está cerca”
Hechos 11,21b-26.13,1-3.
La mano del Señor estaba con ellos y fueron numerosos los que creyeron y se convirtieron al Señor.
La noticia de esto llegó a oídos de la Iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía.
Al llegar fue testigo de la gracia de Dios y se alegró; animaba a todos a que permaneciesen fieles al Señor con firme corazón,
pues era un hombre excelente, lleno del Espíritu Santo y de fe. Así fue como un buen número de gente conoció al Señor.
Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo,
y apenas lo encontró lo llevó a Antioquía. En esta Iglesia trabajaron juntos durante un año entero, instruyendo a muchísima gente, y fue en Antioquía donde los discípulos por primera vez recibieron el nombre de cristianos.
En Antioquía, en la Iglesia que estaba allí, había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado el Negro, Lucio de Cirene, Manahem, que se había criado con Herodes, y Saulo.
Un día, mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: «Sepárenme a Bernabé y a Saulo y envíenlos a realizar la misión para la que los he llamado.»
Ayunaron e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron.

Salmo 98(97),1.2-3ab.3cd-4.5-6.
Entonen al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas,
la salvación provino de su diestra,
de su brazo de santidad.
El Señor dio a conocer su salvación,
hizo ver a los paganos su justicia,
se acordó de su amor y fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Todos, hasta los confines del mundo,
han visto la salvación de nuestro Dios.
¡Aclamen al Señor, toda la tierra,
estallen en gritos de alegría!
¡Canten con la cítara al Señor, con la cítara y al son de la salmodia,
al son de la trompeta y del cuerno aclamen el paso del Rey, el Señor!
 
Mateo 10,7-13.
A lo largo del camino proclamen: ¡El Reino de los Cielos está ahora cerca!
Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos y echen los demonios. Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar.
No lleven oro, plata o monedas en el cinturón.
Nada de provisiones para el viaje, o vestidos de repuesto; no lleven bastón ni sandalias, porque el que trabaja se merece el alimento.
En todo pueblo o aldea en que entren, busquen alguna persona que valga, y quédense en su casa hasta que se vayan.
Al entrar en la casa, deséenle la paz.
Si esta familia la merece, recibirá vuestra paz; y si no la merece, la bendición volverá a ustedes.
 
Extraído de la Biblia Latinoamericana.
 
Leer el comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia “Lumen gentium”, § 35 (trad. © copyright Librería Editrice Vaticana)

“Proclamad que el Reino de los cielos está cerca”

Cristo, el gran Profeta, que proclamó el reino del Padre con el
testimonio de la vida y con el poder de la palabra, cumple su misión
profética hasta la plena manifestación de la gloria, no sólo a través
de la Jerarquía, que enseña en su nombre y con su poder, sino también
por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente, constituye en
testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra (cf.
Hch 2, 17-18; Ap 19, 10) para que la virtud del Evangelio brille en la vida
diaria, familiar y social. Se manifiestan como hijos de la promesa en la
medida en que, fuertes en la fe y en la esperanza, aprovechan el tiempo
presente (Ef 5, 16; Col 4, 5) y esperan con paciencia la gloria futura (cf.
Rm 8, 25)… Tal evangelización, es decir, el anuncio de Cristo pregonado
por el testimonio de la vida y por la palabra, adquiere una característica
específica y una eficacia singular por el hecho de que se lleva a cabo en
las condiciones comunes del mundo.
En esta tarea resalta el gran valor de aquel estado de vida santificado
por un especial sacramento, a saber, la vida matrimonial y familiar. En
ella el apostolado de los laicos halla una ocasión de ejercicio y una
escuela preclara si la religión cristiana penetra toda la organización de
la vida y la transforma más cada día. Aquí los cónyuges tienen su
propia vocación: el ser mutuamente y para sus hijos testigos de la fe y
del amor de Cristo. La familia cristiana proclama en voz muy alta tanto las
presentes virtudes del reino de Dios como la esperanza de la vida
bienaventurada. De tal manera, con su ejemplo y su testimonio arguye al
mundo de pecado e ilumina a los que buscan la verdad.
Por consiguiente, los laicos, incluso cuando están ocupados en los
cuidados temporales, pueden y deben desplegar una actividad muy valiosa en
orden a la evangelización del mundo.

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