Pacífico nació en Cerano, poblado de la diócesis de Novara, de la familia Ramati. Desde tierna edad quedó huérfano de sus padres y fue educado en la piedad y el estudio por el superior de los Benedictinos del monasterio de San Lorenzo de Novara.
Pacífico prefirió el convento de San Nazzaro de la Costa, de la Orden de los Hermanos Menores, hecho ilustre por San Juan de Capistrano y San Bernardino de Siena. En 1444, año de la muerte de san Bernardino, tomaba el hábito franciscano. Hecho sacerdote, fue enviado por los superiores a la Sorbona de París, de donde regresó a Italia con el título de doctor. Se dedicó a la predicación, que realizó en diversas regiones, especialmente en el Piamonte y en Lombardía, con tal éxito que se le consideraba «un nuevo san Bernardino» y se le llamó «orador apostólico famosísimo». Se había propuesto combatir la ignorancia religiosa tanto en el laicado como en el clero, especialmente en relación con el sacramento de la penitencia. No se contentó con predicar, sino que escribió con competencia y claridad singulares una «Suma Pacífica», compuesta en 1473, que los estudiosos de la teología moral reconocen como un tratado muy importante.
A menudo regresó a Cerano, donde hizo erigir una capilla en honor de la Virgen para acrecentar entre sus conciudadanos la devoción a la Madre de Dios. Sixto IV lo envió por primera vez a Cerdeña con una misión especial en 1471, y una segunda vez en el tiempo de la invasión de Mohamed II en 1480, con el cargo de Nuncio apostólico, contra los turcos. Los comienzos de la nueva misión en la isla fueron prometedores.
Sin embargo, su principal ocupación fue, como dijimos, la predicación, en la cual tuvo grandes éxitos. Puede decirse que este piamontés de palabras sobrias reverdeció, a pocos decenios de distancia, los laureles de otro santo franciscano, Bernardino de Siena, el mayor predicador del siglo. En el siglo XV la Orden franciscana conoció una maravillosa florescencia de santos y una amplia difusión. Los conventos se multiplicaron, sencillos y devotos, no solamente en la península sino también en Sicilia y Cerdeña. Como visitador y comisario general de la Orden, el beato Pacífico tuvo el oficio de visitar todos los conventos, mientras como predicador convincente para el auditorio, el Papa lo encargaba de predicar una cruzada contra el Sultán Mohamed II.
Giróvago por obediencia, Pacífico pasó por todas las regiones de Italia predicando la paz y el Evangelio de Cristo. Agotado por las fatigas apostólicas, murió a los 58 años, en Sassari, el 4 de junio de 1482, lejos de su verde Piamonte, a donde sin embargo retornaron sus restos, en la iglesia franciscana de Cerano, por expreso deseo del teólogo de la pacífica conciencia. Bascapè lo proclama «insigne por su doctrina y santidad, consuelo y protector de su patria». Aprobó su culto Benedicto XIV el 7 de julio de 1745.
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