viernes, 21 de junio de 2013

Josemaría Escrivá de Balaguer, Santo


Fundador de la Prelatura "Opus Dei". Junio 26
 
Josemaría Escrivá de Balaguer, Santo
Josemaría Escrivá de Balaguer, Santo

Fundador de la Prelatura "Opus Dei"
Junio 26

Infancia y Juventud

Josemaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro (Huesca, España) el 9 de enero de 1902. Sus padres se llamaban José y Dolores. Tuvo cinco hermanos: Carmen (1899-1957), Santiago (1919-1994) y otras tres hermanas menores que él, que murieron cuando eran niñas. El matrimonio Escrivá dio a sus hijos una profunda educación cristiana.

En 1915 quebró el negocio del padre, que era un industrial de tejidos, y hubo de trasladarse a Logroño, donde encontró otro trabajo. En esa ciudad, Josemaría percibe por primera vez su vocación: después de ver unas huellas en la nieve de los pies descalzos de un religioso, intuye que Dios desea algo de él, aunque no sabe exactamente qué es. Piensa que podrá descubrirlo más fácilmente si se hace sacerdote, y comienza a prepararse primero en Logroño y más tarde en el seminario de Zaragoza. Siguiendo un consejo de su padre, en la Universidad de Zaragoza estudiará también la carrera civil de derecho como alumno libre.

La fundación del Opus Dei

D. José Escrivá muere en 1924, y Josemaría queda como cabeza de familia. Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925 y comienza a ejercer el ministerio en una parroquia rural y luego en Zaragoza.

En 1927 se traslada a Madrid, con permiso de su obispo, para obtener el doctorado en Derecho. En Madrid, el 2 de octubre de 1928, Dios le hace ver la misión que desde años atrás le venía inspirando, y funda el Opus Dei. Desde ese día trabaja con todas sus fuerzas en el desarrollo de la fundación que Dios le pide, al tiempo que continúa con el ministerio pastoral que tiene encomendado en aquellos años, que le pone diariamente en contacto con la enfermedad y la pobreza en hospitales y barriadas populares de Madrid.

Al estallar la guerra civil, en 1936, Josemaría se encuentra en Madrid. La persecución religiosa le obliga a refugiarse en diferentes lugares. Ejerce su ministerio sacerdotal clandestinamente, hasta que logra salir de Madrid. Después de una travesía por los Pirineos hasta el sur de Francia, se traslada a Burgos.

Cuando acaba la guerra, en 1939, regresa a Madrid. En los años siguientes dirige numerosos ejercicios espirituales para laicos, para sacerdotes y para religiosos. En el mismo año 1939 termina sus estudios de doctorado en Derecho.

Guiando el crecimiento del Opus Dei

En 1946 fija su residencia en Roma. Obtiene el doctorado en Teología por la Universidad Lateranense. Es nombrado consultor de dos Congregaciones vaticanas, miembro honorario de la Pontificia Academia de Teología y prelado de honor de Su Santidad. Sigue con atención los preparativos y las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965), y mantiene un trato intenso con muchos de los padres conciliares. Desde Roma viaja en numerosas ocasiones a distintos países de Europa, para impulsar el establecimiento y la consolidación del Opus Dei en esos lugares. Con el mismo objeto, entre 1970 y 1975 hace largos viajes por México, la Península Ibérica, América del Sur y Guatemala, donde además tiene reuniones de catequesis con grupos numerosos de hombres y mujeres.

Fallece en Roma el 26 de junio de 1975. Varios miles de personas, entre ellas numerosos obispos de distintos países —en conjunto, un tercio del episcopado mundial—, solicitan a la Santa Sede la apertura de su causa de canonización.

Beatificación y Canonización

El 17 de mayo de 1992, Juan Pablo II beatifica a Josemaría Escrivá de Balaguer en la plaza de San Pedro, en Roma, ante 300.000 personas. «Con sobrenatural intuición», dijo el Papa en su homilía, «el beato Josemaría predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado».

Diez años más tarde, el 6 de octubre de 2002, Juan Pablo II canoniza al fundador del Opus Dei en la plaza de San Pedro ante una multitud de más de 80 países. El Santo Padre, en su discurso a los participantes en la canonización, dijo que "san Josemaría fue elegido por el Señor para anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de todos los días, las actividades comunes, son camino de santificación. Se podría decir que fue el santo de lo ordinario".
 
 

Josemaría Escrivá de Balaguer

    
San Josemaría Escrivá
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San Josemaría Escrivá en la Basílica de San Miguel (Madrid)
Nacimiento9 de enero de 1902
Bandera de España Barbastro, Huesca, Aragón España
Fallecimiento26 de junio de 1975 (73 años)
Bandera de Italia Roma, Italia
Venerado enIglesia Católica
Beatificación17 de mayo de 1992, Ciudad del Vaticano por el Papa Juan Pablo II
Canonización6 de octubre de 2002, Ciudad del Vaticano por el Papa Juan Pablo II
Festividad26 de junio
Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, bautizado con el nombre José María Julián Mariano Escrivá Albás (Barbastro, Huesca, Aragón, 9 de enero de 1902Roma, 26 de junio de 1975), sacerdote español fundador en 1928 del Opus Dei y santo de la Iglesia Católica. Juan Pablo II, en la Bula de Canonización, le llamó el santo de lo ordinario o de la vida ordinaria.
Fue beatificado por Juan Pablo II el 17 de mayo de 1992 y canonizado el 6 de octubre de 2002. Su fiesta se celebra el 26 de junio.

Biografía

Primeros años

José María Escrivá Albás[1] (futuro Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás) nació en Barbastro (Huesca, España) el 9 de enero de 1902. Sus padres se llamaban José Escrivá y Corzán y María de los Dolores Albás y Blanc. Fue el segundo de seis hermanos; sus tres hermanas pequeñas murieron siendo niñas. El último nacería muchos años más tarde. Cuando Josemaría cumplió dos años, padeció una enfermedad grave en la que se temió por su vida. Tras su recuperación, sus padres lo llevaron en peregrinación a la ermita de Torreciudad en cumplimiento de una promesa a la Virgen María por su curación. En los años 1960, Escrivá impulsó la construcción de un santuario de Torreciudad, que se terminó a mediados de la década de 1970.

 
Imagen y reliquia de San Josemaría Escrivá de Balaguer, venerada en la Parroquia de la Vera Cruz, Arquidiócesis de Santiago de Chile
En 1914 quebró el negocio del padre, que era un comercio de tejidos, quedando la familia en la ruina. Tuvieron que trasladarse a Logroño, donde su padre encontró un trabajo como dependiente. Escrivá continuó estudiando hasta acabar el bachillerato. En las Navidades de 1917-18, al ver las huellas de pasos de un carmelita descalzo en la nieve, quedó impresionado, y decidió hacerse sacerdote, ingresando en el seminario de Logroño como alumno externo en el mes de octubre de 1918.
En septiembre de 1920, se trasladó a Zaragoza. Algunos de sus compañeros del seminario de Zaragoza lo recuerdan como un joven despierto, inteligente y alegre, a la vez que muy piadoso,[2] aunque también se conoce un testimonio opuesto, el de un compañero del seminario que lo describe como reservado y de temperamento rígido y distante.[3]
En las navidades de 1922 recibió los grados de ostiario y lector, junto con los de exorcista y acólito. Sus superiores apreciaron sus dotes, al nombrarlo Inspector del Seminario -encargado de mantener la disciplina entre los seminaristas, tanto en clase como en los paseos- siendo un hecho insólito que designaran a un seminarista y no a un sacerdote para este cargo. En 1923, siguiendo el consejo de su padre, comienza los estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza.
Su padre, José Escrivá, muere en 1924, y Josemaría queda como cabeza de familia. Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925 y comienza a ejercer el ministerio en varias parroquias rurales y luego en Zaragoza, con preferencia en la iglesia de San Pedro Nolasco, regida entonces por sacerdotes jesuitas.

Fundación del Opus Dei

En 1927 se traslada a Madrid, con permiso de su obispo, para iniciar la tesis del doctorado en Derecho. Allí trabaja en una academia dando clases de Derecho romano y canónico para sostener a su familia, y ejerce su ministerio sacerdotal en el Patronato de Enfermos, institución benéfica dirigida por las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús.
Trataba sacerdotalmente a muchas personas de diversos ambientes sociales. Dedicó las mejores horas de su juventud, como capellán del Patronato de Enfermos, a la atención de numerosos enfermos y niños desvalidos de los barrios pobres de Madrid.[4] Al mismo tiempo trataba con muchas otras personas: alumnos y profesores universitarios, obreros, dependientes de comercio, artistas, etc.
El 2 de octubre de 1928, según su propio testimonio, «vio» que Dios le pedía que difundiese en todo el mundo la llamada universal a la santidad, y que abriera un nuevo camino dentro de la Iglesia —el Opus Dei (en latín «Obra de Dios»)— para transmitir a todos los hombres que se pueden santificar a través del trabajo. Desde ese día, mientras continúa con el ministerio pastoral que tiene encomendado en aquellos años, trabaja en solitario en el desarrollo de la organización. Empieza a contactar con personas de diversas profesiones (artistas, profesores, obreros, sacerdotes, pequeños empresarios...), y a la vez ofrece oración y mortificaciones.[5]
Al principio Escrivá vio usando el término que él empleaba que el Opus Dei estaba previsto sólo para hombres[6] pero algunos años después, en 1930, según él mismo cuenta, Dios le habría hecho ver que también estaba destinado a mujeres. En 1930, pide la admisión en el Opus Dei un antiguo compañero de instituto de Escrivá, de origen argentino, Isidoro Zorzano,[7] y en 1932 se unen un sacerdote asturiano, José María Somoano,[8] una mujer cordobesa, María Ignacia García Escobar,[9] y un joven empresario, Luis Gordon,[10] aunque en un año fallecerán estos tres, y Josemaría tiene que recomenzar.

El Opus Dei durante los primeros años treinta

La caída de la monarquía trajo la llegada de la Segunda República en abril de 1931, iniciándose un período de gran tensión entre el nuevo régimen y la Iglesia católica, al aprobarse una nueva constitución laica. Al mismo tiempo, fueron atacados numerosos conventos e iglesias con la pasividad de las autoridades.[11] En este contexto, Josemaría Escrivá prosiguió su tarea como capellán del Patronato de Enfermos, en el Patronato de Santa Isabel y el Opus Dei, manteniéndose al margen de las disputas políticas.[12]
En 1933 cuenta ya con un grupo de estudiantes universitarios, y funda la Academia DYA, en la que, además de impartirse clases de derecho y arquitectura, se organizaban charlas de formación cristiana. En 1934 publica un pequeño libro llamado Consideraciones Espirituales, que, ampliado durante los años siguientes, incluso durante la Guerra Civil, será reeditado en 1939 con el título de Camino.
En 1934 Josemaría es nombrado rector del Patronato de Santa Isabel, lo que representa un pequeño alivio a sus dificultades económicas para mantener a su familia.[13]
Como medio para alcanzar los fines de la institución, Escrivá concibe el llamado "plan de vida" que deben seguir los miembros, que por aquellos años se va perfilando e incluye prácticas como la misa diaria, comunión, el rezo del ángelus, la visita al sagrario, la lectura espiritual, el rezo del rosario y las mortificaciones (uso del cilicio dos horas al día y de las disciplinas semanalmente), entre otras.[14] Hacia 1935/36, en la academia DyA (Derecho y Arquitectura) recién fundada en Madrid, los estudiantes comenzaron a practicar algunas de las ideas que el fundador concibió, y comenzaron a aparecer los signos distintivos de la futura Obra, y que serían consideradas en adelante muestra de "buen espíritu", como la corrección fraterna, ayunos y la mortificación corporal (ver citas de su libro Camino), por ejemplo dormir en el suelo, castigarse el cuerpo por medio de un cilicio apretado en el muslo durante dos horas al día y golpearse con unas "disciplinas" (latiguillo de cuerda) una vez a la semana. Según Escrivá, la finalidad de estas prácticas era unirse a la cruz de Cristo, domar las pasiones y obtener dones de Dios, castigando el cuerpo y refrenando la voluntad.[15] Para servir de ejemplo, Escrivá se entregaba a todas estas mortificaciones, hasta el punto de dejar salpicaduras de sangre en las paredes cuando se azotaba,[16] si bien no recomendó llegar hasta estos extremos a sus seguidores y aconsejaba también otro tipo de mortificaciones, relacionadas con la vida cotidiana.[17]
Por aquella época sus seguidores empezaron a llamarle "el Padre". Jesús Ynfante critica que ello fue por deseo del propio Escrivá. No obstante, Escrivá solía rehusar cualquier otro trato, por ejemplo, el de Monseñor cuando le fue otorgado dicho título, así como el de Fundador.[18]

Guerra Civil

Al estallar la Guerra Civil Española, en 1936, Josemaría se encuentra en Madrid, donde sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal, con riesgo de su vida, clandestinamente. La persecución religiosa le obliga a refugiarse en diferentes lugares. Por ejemplo, fue hospitalizado de forma clandestina en una clínica psiquiátrica con la cobertura de estar aquejado fuertemente de reumatismo[19] y durante 6 meses vive en el consulado hondureño. Finalmente, logra salir de Madrid en 1937 después de varias tentativas infructuosas usando documentación falsa.[20] Después de una larga huida con algunos de sus seguidores por los Pirineos, pasando por el sur de Francia, se traslada a la zona de España donde podía ejercer libremente su labor sacerdotal.
La Guerra Civil y las pruebas que había soportado en ella le habían marcado profundamente. El hecho de que el clero fuera objeto de una venganza especial en algunas regiones defensoras de la República"[21] dejó en él un recuerdo particularmente duradero.[22]

Desarrollo del Opus Dei en los años cuarenta

Josemaría Escrivá regresa a Madrid el 28 de marzo de 1939, en un camión militar, y reemprende la expansión del Opus Dei por otras ciudades de España. El inicio de la Segunda Guerra Mundial impide el comienzo en otras naciones.
Cuando acaba la guerra civil en 1939, se produce un radical cambio en las estructuras del país y el Estado español se proclama como totalitario, confesional, ligado públicamente al Nacional-sindicalismo falangista y al Tradicionalismo carlista.
Las relaciones de Escrivá y Franco fueron complejas y son motivo de polémica,[23] entre otras cosas porque años más tarde, el fundador le escribiría a Franco una carta para agradecerle que, entre los principios del Movimiento Nacional se declare "el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia". Se trata de una carta fechada en Roma el 23 de mayo de 1958, cuya fotocopia, en unión de otras inéditas del mismo autor, se conserva en el archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco.[24]
Aunque también es conocido que, en una ocasión, el obispo de Madrid le pidió que predicara unos ejercicios espirituales a Franco y su familia en el Palacio de El Pardo y que durante aquellos ejercicios se produjeron ciertos malentendidos entre ambas personalidades.[25]
En 1939, obtiene el título de doctor en Derecho.[26] Recuperó también el puesto de rector del Real Patronato de Santa Isabel que obtuvo en 1934 por parte del Presidente de la República y le concedieron ese año el cargo de miembro del Consejo Nacional de Educación[cita requerida] y el puesto de profesor de Ética y Deontología en la Escuela Oficial de Periodismo.
En los años posteriores a la guerra muchos obispos de toda España le llaman para dirigir ejercicios espirituales a sacerdotes de su diócesis. También predica a religiosos —-entre ellos a los agustinos de la comunidad del Monasterio de El Escorial—- por petición de los respectivos superiores, y a muchos laicos.
Desde el final de la guerra desarrolla la "Sección femenina" dentro de la Obra, prácticamente desde cero, con una estructura similar a la de los hombres, estrictamente separada de la sección masculina. Ese mismo año, el obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, concede la primera aprobación diocesana del Opus Dei.
En 1943 Josemaría Escrivá encuentra una solución jurídica, la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, como medio para llevar el espíritu del Opus Dei a los sacerdotes seculares. Al año siguiente, el obispo de Madrid ordena a los tres primeros miembros del Opus Dei que acceden al sacerdocio: Álvaro del Portillo, José María Hernández Garnica y José Luis Múzquiz.[27]

Traslado a Roma y expansión

Después de finalizada la II Guerra Mundial, en 1946, Escrivá se traslada a Roma. Es decir: descubrió que las cuestiones de futuro para él y para el Opus Dei no estaban en Madrid sino en Roma. Según otros biógrafos, ese viaje se ha de ver en otra perspectiva: Ya en 1936, tenía proyectado comenzar la labor del Opus Dei en París, pero la Guerra Civil española, primero, y la II Guerra Mundial después habían impedido la expansión del Opus Dei en el extranjero. Su primer viaje a Roma tenía como finalidad inmediata conseguir del Vaticano una aprobación de derecho pontificio que asegurase la secularidad de los miembros del Opus Dei. Pero sus intenciones iban más allá: veía la ciudad de Roma como el enclave necesario para dirigir la expansión del Opus Dei por todo el mundo.[28] En Roma recibió en 1947 el título de prelado doméstico de Su Santidad, lo cual le daba derecho al tratamiento de monseñor, y a utilizar sotana ribeteada de rojo y, sobre todo, dejaba claro que el Opus Dei no está relacionado con las órdenes religiosas, pues los miembros de éstas no pueden recibir esos títulos honoríficos.[29]
Por aquellos años se le diagnosticó una fuerte diabetes. Sus crisis de salud fueron muy frecuentes a partir de 1944. Como diabético insulinodependiente, Escrivá sufría constantemente cansancios, trastornos de la vista y se mantenía en pie gracias a las inyecciones y a una dieta estricta.
El ciclo fundacional parecía terminado. La primera decha fundacional, la sección de varones, tuvo lugar en 1928; la segunda, la sección de mujeres, en 1930; la tercera, los sacerdotes, en 1943. La incorporación de supernumerarios, formada en su mayoría por hombres y mujeres casados, además de la admisión de cooperadores (que pueden ser no católicos, no cristianos y no creyentes),[30] tuvo lugar entre 1947 y 1948. A partir de entonces, la organización iba a presentar su fisonomía definitiva.
Escrivá inició operaciones jurídicas para el reconocimiento del Opus Dei por parte del Vaticano. En 1947 y 1950, obtuvo la aprobación del Opus Dei como Instituto Secular de derecho pontificio, siendo aprobados sus estatutos en 1950,[31] en los cuales los laicos hacían, si bien de forma privada los tres votos clásicos de obediencia, castidad y pobreza.
El nuevo estatus jurídico de la Obra como institución de derecho pontificio facilitó una nueva expansión internacional. En 1949 marcharon los primeros a Estados Unidos y México. Durante la década de 1950, el Opus Dei se estableció en Canadá y otros once países americanos, Alemania, Suiza, Austria, Holanda, Japón y Kenia.
En 1948 se erigió el Colegio Romano de la Santa Cruz, centro internacional de formación para los varones del Opus Dei. Y en 1952, el Colegio Romano de Santa María, para las mujeres. Estas dos instituciones permitieron que un buen número de miembros de la Obra recibieran formación espiritual y pastoral directamente de Escrivá, a la vez que obtenían la licenciatura o el doctorado en Filosofía, Teología, Derecho Canónico o Sagrada Escritura en alguna de las universidades pontificias de Roma. Muchos de los hombres y mujeres que empezarían la labor de la Obra por todo el mundo pasarían antes varios años en Roma.[32]
Durante los últimos años de la década de 1950 y los primeros de 1960 Escrivá realizó diversos viajes a capitales europeas, para preparar el comienzo del Opus Dei en esos países.[33]
En 1947 tuvo lugar la adquisición en Roma de una amplia casa, con jardín en el número 73 de la calle Bruno Buozzi para la construcción de la casa central de la Obra y sede del Colegio Romano del Opus Dei, que duraría trece años, hasta 1960. A partir de la casa originaria se levantaron ocho edificios. Todo ello dio a la construcción un aire imponente, al ser una estructura compleja e interconectada formada por los ocho edificios, con doce comedores y catorce oratorios, algunos de los cuales eran subterráneos, dando cabida el mayor de los oratorios a más de doscientas personas.
En la Casa de Roma, el sagrario del oratorio de la Trinidad fue el preferido de Escrivá y en donde rezaba con mayor devoción. Allí sus hijos colocaron -siguieron una antigua tradición- una sagrario con forma de columba, una "paloma eucarística". Se halla colgada del techo encima del altar y es una paloma fabricada de oro y piedras preciosas, en cuyo buche se abre un pequeño sagrario donde se guardan las hostias consagradas.[34]
Escrivá también recibió el nombramiento de miembro honorario de la Pontificia Academia de Teología. Obtiene el doctorado en Teología por la Pontificia Universidad Lateranense. Es nombrado consultor de dos Congregaciones vaticanas.
Sigue con atención los preparativos y las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965), y busca un trato intenso con muchos de los padres conciliares. No obstante, Escrivá no participó en ninguna de las comisiones o sesiones conciliares, ya que -según algunos- no fue invitado por mucho que lo intentara.[35] Sin embargo, el Secretario General del Opus Dei, Álvaro del Portillo, desempeñó un papel relevante en los preparativos del Concilio.

Últimos años

A causa de la diabetes y de las complicaciones asociadas a ella, la salud de Escrivá se fue deteriorando gravemente. Según Jesús Ynfante, sus episodios de mal humor y cólera fueron más frecuentes al hacerse mayor,[36] como narra Luis Carandell en una anécdota.[37] A pesar del deterioro de su salud, Mons. Escrivá siguió estimulando y guiando en esos años la difusión del Opus Dei por todo el mundo. Con el mismo objeto, a partir de los años setenta Escrivá comienza a recorrer el mundo en lo que él denominaba "correrías apostólicas" y también "campañas de catequesis". En 1972 realiza un viaje por la península Ibérica. Durante el verano de 1974, Escrivá estuvo tres meses en Sudamérica de los cuales permaneció enfermo más de diez días en Perú guardando cama; en Quito, capital del Ecuador, permaneció entre el 1 y el 10 de agosto sin poder ver a nadie ni llevar al cabo plan alguno; el 15 de agosto se trasladó a Venezuela, había llegado todavía enfermo y como su estado físico empeoró en Caracas, decidieron acortar el largo viaje de catequesis del fundador del Opus Dei.
De estos viajes se conserva abundante material audiovisual, sobre todo de sus reuniones con cientos de personas.[38]

Solicitud y concesión del Marquesado de Peralta

Posiblemente uno de los episodios más controvertidos en la vida de Escrivá sucedió en 1968. Cuando solicita y le es concedido por el gobierno de Franco, en parte -según Jesús Ynfante [cita requerida]- gracias a la colaboración de un miembro del Opus Dei en el Ministerio de Justicia[39] el título de III marqués de Peralta, título que retuvo sin usar durante cuatro años, antes de renunciar a él en 1972 en favor de su hermano Santiago. Según la investigación de Ricardo de la Cierva,[40] la concesión, aunque con buena intención, fue obtenida de forma irregular.[41]

Muerte y canonización. Reacciones

Fallece en Roma el 26 de junio de 1975. Tras su muerte, la Santa Sede recibió miles de cartas -entre ellas, las de un tercio del episcopado mundial[42] y 41 superiores de órdenes religiosas[43] - solicitando la apertura del proceso de beatificación y canonización. Finalmente, su causa se introdujo en 1981[44] y el 17 de mayo de 1992, Juan Pablo II beatifica[45] a Josemaría Escrivá de Balaguer en la plaza de San Pedro, en Roma. «Con sobrenatural intuición», dijo el Papa en su homilía, «el beato Josemaría predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado». El 6 de octubre de 2002, es canonizado por Juan Pablo II en Roma, apoyado por las cientos de miles de personas que asistieron a los actos.[46] Durante la ceremonia de su canonización, Juan Pablo II animó a todos a buscar la santidad en medio del mundo, en el trabajo y la vida ordinaria, tal como lo enseñaba el nuevo santo y siguiendo su ejemplo.
Su rápido[47] proceso a los altares no estuvo exento de polémica y oposición. Los detractores critican lo que ven como una canonización relámpago o "turbosantidad" de Escrivá,[48] y afirman que el proceso entero estuvo plagado de irregularidades.[49] Sin embargo, también obtuvo el apoyo de diversas figuras de la jerarquía eclesiástica.[50]
Tras su canonización, en numerosos países ha recibido algún reconocimiento público: esculturas, imágenes, placas, murales, iglesias, calles, plazas, etc.[51]
En la actualidad hay más de ochenta mil miembros del Opus Dei, como se indica en el Anuario Pontificio, que se actualiza periódicamente.[52]

Pensamiento y mensaje

Filiación divina

«La filiación divina es el fundamento del espíritu del Opus Dei», afirmó san Josemaría en numerosas ocasiones. Desde el bautismo, un cristiano es un hijo de Dios. Escrivá se esforzó por vivir y difundir este mensaje como central para la vida de un cristiano.[53] [54]

Libertad

Todas las biografías y los estudios sobre el pensamiento de Escrivá destacan, como uno de los elementos fundamentales de su personalidad, de su vida y de sus obras, el valor que asigna a la libertad como don de Dios.
Su enseñanza sobre la libertad no se limita a la acción social, política y de pensamiento del cristiano. Es una realidad que influye sobre toda la vida cristiana en su unidad existencial y en su variedad de modos, en particular caracteriza toda la vida espiritual del cristiano, su relación con Dios, con los demás y con el mundo.[55]

Santificar el trabajo

Escrivá de Balaguer enseñó a buscar la santidad en el trabajo, lo que significa esforzarse por realizarlo bien, con competencia profesional, y con sentido cristiano, es decir, por amor a Dios y para servir a los hombres. Así, decía, el trabajo ordinario se convierte en lugar de encuentro con Cristo.[56]

Unidad de vida

El fundador del Opus Dei explicaba que el cristiano no debe «llevar como una doble vida: la vida interior, la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar, profesional y social». Por el contrario, señalaba san Josemaría, «hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser —en el alma y en el cuerpo— santa y llena de Dios».[57]

Oración y sacrificio

San Josemaría recordó la necesidad de cultivar la oración y la penitencia propias del espíritu cristiano. Recomendaba la asistencia, si puede ser diaria, a la Santa Misa, dedicar un tiempo a la lectura del Evangelio, acudir con frecuencia al sacramento de la confesión, fomentó la devoción a la Virgen. Para imitar a Jesucristo, recomendaba también ofrecer algunas pequeñas mortificaciones, especialmente aquellas que facilitan el cumplimiento del deber y hacen la vida más agradable a los demás, así como el ayuno y la limosna.[58]

Vida ordinaria

Es en medio de las cosas más materiales de la tierra donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres,[59] decía san Josemaría. La familia, el matrimonio, el trabajo, la ocupación de cada momento son oportunidades habituales de tratar y de imitar a Jesucristo, procurando practicar la caridad, la paciencia, la humildad, la laboriosidad, la justicia, la alegría y en general las virtudes humanas y cristianas.

Honores y distinciones


 
Pintura de Godofredo Zapanta, Jr.

Influencia


 
Oratorio de Santa María de la Paz en las oficinas centrales del Opus Dei, donde están los restos mortales de Escrivá.
Es autor de libros de espiritualidad difundidos en los cinco continentes. El más conocido y popular es Camino, que cuenta con cerca de cuatro millones y medio de ejemplares en 43 idiomas.
Algunos rasgos carasterísticos de Escrivá fueron su profunda adhesión al Papa y a la Iglesia; repetidas veces afirmaba "El Opus Dei (que es "una parte de la Iglesia") está para servir a la Iglesia como ella quiere ser servida".
Numerosas personalidades de la Iglesia consideran a Josemaría Escrivá como precursor del Concilio Vaticano II por su predicación sobre la santidad en medio del mundo, afirmando que las personas de cualquier condición y desde cualquier oficio honesto puede llegar a ser santos, sin necesidad de ser sacerdotes o religiosos.[65]

Palabras de los Papas sobre Josemaría Escrivá

La fiel y generosa disponibilidad de los sacerdotes a escuchar las confesiones, a ejemplo de los grandes santos de la historia, como san Juan María Vianney, san Juan Bosco, san Josemaría Escrivá, san Pío de Pietrelcina, san José Cafasso y san Leopoldo Mandić, nos indica a todos que el confesonario puede ser un «lugar» real de santificación.
Con sobrenatural intuición, el beato Josemaría predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado. Cristo convoca a todos a santificarse en la realidad de la vida cotidiana; por ello, el trabajo es también medio de santificación personal y de apostolado cuando se vive en unión con Jesucristo, pues el Hijo de Dios, al encarnarse, se ha unido en cierto modo a toda la realidad del hombre y a toda la creación (cf. Dominum et vivificantem, 50). En una sociedad en la que el afán desenfrenado de poseer cosas materiales las convierte en un ídolo y motivo de alejamiento de Dios, el nuevo beato nos recuerda que estas mismas realidades, criaturas de Dios y del ingenio humano, si se usan rectamente para gloria del Creador y al servicio de los hermanos, pueden ser camino para el encuentro de los hombres con Cristo.
Juan Pablo II, Ceremonia de beatificación de Josemaría Escrivá, (17-V-1992).
Escrivá de Balaguer, con el Evangelio, decía continuamente: "Cristo no nos pide un poco de bondad, sino mucha bondad. Pero quiere que lleguemos a ella no a través de acciones extraordinarias, sino con acciones comunes, aunque el modo de ejecutar tales acciones no debe ser común". Allí "nel bel mezzo della strada", en la oficina, en la fábrica, nos hacemos santos a poco que hagamos el propio deber con competencia, por amor de Dios, y alegremente, de manera que el trabajo cotidiano se convierta no en una "tragedia cotidiana", sino en la "sonrisa cotidiana".
Juan Pablo I, Artículo en Il Gazzettino, Venecia, (25-VII-1978).
En sus palabras hemos advertido la vibración del espíritu encendido y generoso de toda la Institución, nacida en este tiempo nuestro como expresión de la perenne juventud de la Iglesia (...). Consideramos con paterna satisfacción cuanto el Opus Dei ha realizado y realiza por el Reino de Dios; el deseo de hacer el bien, que lo guía; el amor encendido a la Iglesia y a su Cabeza visible, que lo distingue; el celo ardiente por las almas, que lo empuja hacia los arduos y difíciles caminos del apostolado de presencia y de testimonio en todos los sectores de la vida contemporánea.
Pablo VI en su carta manuscrita —quirógrafo— a mons. Josemaría Escrivá de Balaguer (1-X-1964).

Controversia

Descrita como "la fuerza más polémica de la Iglesia Católica", en palabras del periodista John Allen, el Opus Dei es visto por algunos teólogos como signo de contradicción y por otros como fuente de controversia. Al mismo tiempo que ha encontrado apoyo en los Papas y líderes católicos, ha sido criticado por diferentes sectores y ex miembros.[66]
Se han planteado acusaciones de proselitismo agresivo,[67] secretismo,[68] y sectarismo.[69]

Publicaciones

Algunos libros fueron publicados en vida; otros son póstumos. El libro más conocido es Camino, una colección de 999 aforismos, que ha tenido una importante recepción. Póstumamente, se publicaron otras dos colecciones de aforismos: Surco[70] y Forja.[71]
La Abadesa de las Huelgas[72] es un estudio teológico-jurídico, a partir de las fuentes y documentos originales, sobre el caso extraordinario de jurisdicción cuasiepiscopal por parte de la abadesa del famoso monasterio burgalés. La primera edición se publicó en 1944.
Amar a la Iglesia[73] reúne tres homilías del fundador del Opus Dei: Lealtad a la Iglesia, El fin sobrenatural de la Iglesia y Sacerdote para la eternidad. El volumen incluye además, dos artículos de Mons. Álvaro del Portillo en torno a la figura del fundador del Opus Dei.
Discursos sobre la Universidad[74] es un volumen elaborado por la Universidad de Navarra con motivo de la beatificación de su Fundador y Primer Gran Canciller, donde se recogen los diversos discursos académicos pronunciados por él ante la corporación universitaria, la homilía pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra en octubre de 1967 y algunas otras declaraciones públicas suyas sobre temas universitarios.
Además, se publicaron dos colecciones de homilías, Es Cristo que pasa,[75] dedicado a los grandes momentos del año litúrgico, y Amigos de Dios,[76] en que glosa una serie de virtudes. Santo Rosario[77] y Via Crucis[78] (obra póstuma) están dedicados a estas dos formas tradicionales de la piedad católica. Finalmente, Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer[79] reúne en un volumen entrevistas concedidas a diversos medios de comunicación y una homilía pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra en 1967.
Tanto de Camino como de Santo Rosario[80] se ha publicado una edición crítico-histórica.

Película

En 2011 se estrenó Encontrarás dragones (en inglés, There be Dragons), película protagonizada por Charlie Cox, Wes Bentley, Dougray Scott y Olga Kurylenko, en la que Charlie Cox da vida a Josemaría. A raíz del horror de la Guerra Civil Española, un candidato para la canonización es investigado por un periodista que descubre que su propio padre tenía una conexión profunda, oscura y devastadora.[81]

Véase también

Notas y referencias

  1. En la partida de nacimiento, figura el apellido Escriba, por lo que algunos han supuesto que ése era su apellido originario. En realidad se trata de una equivocación al escribir el nombre, puesto que el estudio de su árbol genealógico demuestra que el apellido familiar era Escrivá (ver Vázquez de Prada, A., El fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1999, obra que se remite a las fuentes; o Rodríquez, P., Camino. Edición Crítico-histórica, Madrid, Rialp, 2004).
  2. Herrando, Ramón (2002). Los años del Seminario de Josemaría Escrivá en Zaragoza: (1920-1925). Rialp. ISBN 9788432134029. http://books.google.com/books?id=RPgEM4eoMSAC.  Incluye un apéndice con testimonios autografiados de 22 personas ajenas al Opus Dei (compañeros del seminario y de la Universidad, parientes cercanos, amigos de infancia, etc.)
  3. Se trata de Manuel Mindán Manero, que también se hizo sacerdote, y le califica de "hombre oscuro, introvertido y con notable falta de agudeza".
  4. González Simancas, J., San Josemaría entre los enfermos de Madrid (1927-1931), en «Studia et Documenta», Rivista dell´Istituto Storico San Josemaría Escrivá, vol. 2 (2008), Roma, pp. 147-203
  5. La práctica de la mortificación, como medio de unirse a la cruz de Cristo y de dominar las pasiones del cuerpo, viene de lejos en la tradición cristiana (ayunos, uso del cilicio y de las disciplinas, noches en vela ante el Santísimo Sacramento como medios para recibir la ayuda de Dios). (ver Allen, J. L., cap. 8 de Opus Dei. Una visión objetiva de la realidad y los mitos de la fuerza más polémica dentro de la Iglesia católica, Barcelona, Planeta, 2005).
  6. Messori, Vitorio, "La Obra que Escrivá no quería", Corriere della Sera, 6 de octubre de 2007.
  7. José Miguel Pero-Sanz (2009). Isidoro Zorzano (5ª edición). Ediciones Palabra. ISBN 9788498403480. http://books.google.es/books?id=S9WGZ2P4F1oC. 
  8. José Miguel Cejas (1995). José María Somoano en los comienzos del Opus Dei. Ediciones Rialp. ISBN 9788432130854. http://books.google.es/books?id=BmGNtCw0OPwC. 
  9. José Miguel Cejas (2001). María Ignacia García Escobar en los comienzos del Opus Dei (1896-1933). Ediciones Rialp. ISBN 9788432133718. http://books.google.es/books?id=P9DOikrEhH4C. 
  10. Álvaro del Portillo, Cesare Cavalleri (1993). Entrevista sobre el fundador del Opus Dei (7ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432129728. http://books.google.es/books?id=O5n0XAstaIQC. 
  11. Persecución religiosa durante la Guerra Civil Española
  12. Don Josemaría escribe, el 5 de mayo de 1931, a Isidoro Zorzano: «No te dé frío ni calor el cambio político: que sólo te importe que no ofendan a Dios» (p. 126), en José Miguel Pero-Sanz, "Isidoro Zorzano, Ingeniero Industrial (Buenos Aires, 1902 - Madrid 1943)", 4ª ed., Palabra, Madrid 1997. "En aquellos tiempos ser católico equivalía a ser de la derecha", reconoce uno de los primeros estudiantes seguidores de Escrivá, años después de abandonar la institución: "porque las continuas provocaciones de la izquierda abrieron un foso imposible de cerrar entre creyentes y defensores del progresismo social" (Fisac, Miguel, Testimonio, en Moncada, Alberto, "Historia oral del Opus Dei", Plaza & Janés, Barcelona, 1987, p. 60; para una crítica detallada de este libro, véase la pág. [1]). Según esta cita de Fisac, en aquellos años sería imposible ser católico y no alinearse en una postura política definida. Sin embargo, existen fuentes que apuntan en una dirección distinta, según la cual, Escrivá habría evitado cuidadosamente tomar partido en el debate político: "Escrivá no participaba en estos debates. Desde los días del seminario, le repelía el clericalismo que caracterizaba a muchos en la Iglesia española; entonces quedó convencido sobre el deber de los sacerdotes de respetar el derecho de los laicos a formar su propia opinión política y a pertenecer al partido que prefiriesen. Aunque sentía un vivo interés por los acontecimientos del momento, tomó como inflexible una norma de conducta personal que mantuvo toda su vida: No expresar nunca sus opiniones políticas" (Coverlade, J. F., La fundación del Opus Dei, Barcelona, Ariel, 2002, p. 78). Salvador Bernal recoge muchos testimonios en el mismo sentido: "Al comienzo de los años treinta hubo en España una fuerte presión para unir a los católicos en la vida pública y poder defender los derechos de la Iglesia. Muchos llegaron a creer que seguir aquella línea era una auténtica obligación de conciencia, aunque el episcopado no se pronunció colectivamente (sólo lo haría ya iniciada la contienda civil). En aquel contexto, la actitud del Fundador del Opus Dei en defensa de la legítima libertad de los cristianos, acentuando el necesario y único denominador común, no resultaba eficaz a corto plazo. El planteamiento ‑según sintetiza ahora José Antonio Palacios, sus vivencias de 1932‑ no era "nada atractivo, en principio, para gente como nosotros, de pocos años, que considerábamos la situación de España como un gran problema religioso, y con una amenaza de persecución religiosa creciente, pero que no veíamos otra solución que la política, y por ese estábamos metidos de lleno en un activismo orientado a la solución violenta de todo". Don Josemaría (...) acudió a la cárcel, para visitar a algunos jóvenes amigos suyos, detenidos tras el fracaso de la sublevación del 10 de agosto de 1932. (...) En estas visitas, charlaba sacerdotalmente con cada uno de sus amigos; a veces, lo hacía en grupo. Ante las rejas del locutorio de presos políticos ‑una galería muy larga‑ llevaba la conversación a temas espirituales: devoción a la Virgen, filiación divina, amor a la Iglesia y al Papa, frecuencia de sacramentos. Les animaba a aprovechar el tiempo en la cárcel, a dar un enfoque sobrenatural a su estudio y trabajo. Sobre aquellos doce meses que pasó en la cárcel, José Antonio Palacios narra una anécdota simpática y expresiva. Fueron detenidos los anarcosindicalistas que participaron en la rebelión de Casas Viejas; además los ingresaron en la Cárcel Modelo de Madrid. Cuando hacía buen tiempo, los presos eran conducidos a los diversos patios de la prisión para hacer un poco de ejercicio. Algunos jugaban al fútbol. Palacios se llevó una gran sorpresa al advertir que los anarcosindicalistas bajaban al mismo patio al que solían llevarlos a ellos. Aprovechó una visita de don Josemaría a la cárcel, para pedirle consejo sobre cómo convivir con aquellos hombres, tan opuestos a la religión. El Fundador del Opus Dei le hizo ver que tenían una ocasión espléndida de tratarlos con cariño (...). Luego les dio un consejo práctico: jugar mezclados unos con otros, formando en el mismo equipo con los anarcosindicalistas. También fue detenido Vicente Hernando Bocos, en agosto de 1932. En aquel tiempo de dura lucha política, él era partidario ‑según reconoce‑ de usar la violencia. No se dejó convencer por don Josemaría, que le animaba a defender sus sentimientos con tenacidad y constancia, pero sin herir a nadie. Él prefería más el "estacazo y tentetieso". Los consejos del Padre eran sacerdotales, no políticos: "Nunca don Josemaría ‑afirma expresamente Vicente Hernando‑ discriminó a nadie por motivo de sus opiniones políticas, sociales, etc., respetaba la libertad personal en todas las cuestiones" (Salvador Bernal: "Josemaría Escrivá de Balaguer. Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei", cap. 8).
  13. Gaceta de Madrid: Diario Oficial de la República núm. 347, de 13/12/1934. Decreto nombrando para el cargo de Rector del Patronato de Santa Isabel a don José María Escrivá Albas, Licenciado en Derecho civil
  14. Vázquez de Prada, El fundador del Opus Dei, tomo I, Rialp, Madrid; Ynfante, Jesús, El santo fundador del Opus Dei Cap. IV.
  15. Las prácticas penitenciales ya se incluyen en el artículo 260 de la Constitución del Opus Dei de 1950: "La piadosa costumbre de castigar el cuerpo y reducirlo a servidumbre llevando un pequeño cilicio durante al menos dos horas al día, disciplinándose al menos una vez a la semana y durmiendo en el suelo, se mantendrá fielmente, teniendo solamente en cuenta la salud de la persona".
  16. "En su cuarto guardaba el Padre, en una caja, el cilicio y las disciplinas. Impresionaba ese instrumento de flagelación, de cuyos cabos pendían cabos de herradura y cuchillas de afeitar. Andrés Vázquez de Prada "El Fundador del Opus Dei" p. 161.
  17. Dijo en una homilía: "Penitencia es el cumplimiento exacto del horario que te has fijado (...). Penitencia es levantarse a la hora. Y también, no dejar para más tarde, sin un motivo justificado, esa tarea que te resulta más difícil o costosa. La penitencia está en saber compaginar tus obligaciones con Dios, con los demás y contigo mismo, exigiéndote de modo que logres encontrar el tiempo que cada cosa necesita. (...) Penitencia es tratar siempre con la máxima caridad a los otros, empezando por los tuyos. Es atender con la mayor delicadeza a los que sufren, a los enfermos, a los que padecen. Es contestar con paciencia a los cargantes e inoportunos. (...) La penitencia consiste en soportar con buen humor las mil pequeñas contrariedades de la jornada; en no abandonar la ocupación, aunque de momento se te haya pasado la ilusión con que la comenzaste; en comer con agradecimiento lo que nos sirven, sin importunar con caprichos. (...)" (Homilía "Tras los pasos del Señor", en "Amigos de Dios", Madrid, 1977, n. 138).
  18. Solía repetir "soy un fundador sin fundamento" (Messori, Vitorio, "La Obra que Escrivá no quería", Ob. cit.).
  19. Peter Berglar (2002). El Opus Dei: vida y obra del fundador Josemaría Escrivá de Balaguer. Ediciones Rialp. ISBN 9788432134203. http://books.google.es/books?id=kVz-Cxb6yXAC. 
  20. Salvador Bernal (1980). Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer: apuntes sobre la vida del fundador del Opus Dei. Ediciones Rialp. ISBN 9788432118852. http://books.google.es/books?id=7qX-eMaW4wMC. 
  21. Antonio Montero Moreno identificó a un total de 6.832 víctimas religiosas asesinadas en el territorio republicano. Los sublevados también ejecutaron sacerdotes en la "zona nacional". Al menos siete fueron fusilados en el País Vasco.
  22. Según Daniel Artigues, un decenio más tarde todavía declaraba con frecuencia ante diferentes interlocutores que en el caso de reanudarse la persecución de sacerdotes en España no podría permanecer pasivo y prefería salir a la calle con una metralleta [Artigues, Daniel, "El Opus Dei en España", Ruedo Ibérico, París, 1971, p.42.]. Esta afirmación contrasta con el testimonio de aquellos que le oyeron decir que lo único que se podía hacer frente a esos atropellos era rezar, mortificarse y perdonar de todo corazón.
  23. Puede verse al respecto el artículo La relación del Opus Dei con Franco).
  24. La Fundación Nacional Francisco Franco tiene su domicilio en la c./ Marqués de Urquijo, número 10, de Madrid (código postal 28.008), y permanece abierto a los investigadores.
  25. Vázquez de Prada, Andrés (2002). El Fundador del Opus Dei. Tomo II (2ª edición). Ediciones Rialp. pp. 676-677. ISBN 9788432134210. http://books.google.com/books?id=x9eGSoZSsYoC. 
  26. Véase Pedro Rodríguez, "El doctorado de san Josemaría en la Universidad de Madrid", Studia et Documenta: Rivista dell’Istituto Storico san Josemaría Escrivá, vol. II, núm. 2 (2008), pp. 13-103.
  27. Ana Sastre (1989). Tiempo de caminar: semblanza de Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer (2ª edición). Ediciones Rialp. pp. 282 ss.. ISBN 9788432125706. http://books.google.com/books?id=oSrD6xT7_zIC. 
  28. Así lo indican, sobre la base de numerosos documentos y testimonios, biógrafos del Fundador del Opus Dei como Vázquez de Prada, Dolz, Urbano, Berglar (que escribió su biografía sin ser aún del Opus Dei, pidiendo la admisión años más tarde), etc., e investigadores independientes como Allen y Messori.
  29. Por deseo de Josemaría Escrivá, desde 1956, comenzó a ser obligatorio dentro del Opus Dei, como saludo al Padre, besarle la mano con la rodilla izquierda en el suelo.
  30. Asociaciones Internacionales de fieles, Repertorio. Consejo Pontificio para los Laicos
  31. Los estatutos de 1950 tienen 479 normas escritas en latín, la norma 194 prohibía expresamente traducirlo a otras lenguas y divulgarlas: "Estas Constituciones, las instrucciones publicadas y las que puedan en lo futuro publicarse, así como los demás documentos, no han de divulgarse; más aún, sin licencia del Padre [Escrivá], aquellos de dichos documentos que estuvieren escritos en lengua latina ni siquiera han de traducirse a las lenguas vulgares." Sin embargo, los estatutos del Opus Dei fueron publicados de forma extraoficial en 1970 en París como apéndice en un libro de Jesus Ynfante titulado "La prodigiosa aventura del Opus Dei: génesis y desarrollo de la Santa Mafia", bajo la denominación de "constituciones secretas".
  32. Coverdale, John F. (2002). La fundación del Opus Dei. Ariel. ISBN 9788434412453. http://books.google.es/books?id=auI2AAAACAAJ. 
  33. Vázquez de Prada, Andrés (2003). El Fundador del Opus Dei, (III): Los caminos divinos de la tierra. Rialp. pp. 313 ss.. ISBN 9788432134623. http://books.google.es/books?id=wK_JpN7Ga1AC. 
  34. Para la columba eucarística en relación con el arte paleocristiano, véase el artículo "La exposición del Santísimo" en "Alfa y Omega" núm. 144 de 19-XII-1998.
  35. Domenico Roy Palmer. Araldo del Vangelo. Studi sull'episcopato e sull'archivio di Giacomo Lercaro a Bologna (1952-1968). Bologna: Il Mulino, 2004, pp. 286-287.
  36. Jesús Ynfante: "El santo fundador del Opus Dei", Cap. 9
  37. Cuenta Luis Carandell en su biografía sobre Escrivá, que el fundador del Opus Dei fue a inaugurar un centro de la Sección Femenina dedicado a escuela de hogar. Aquel día, la decoración del local a cuya inauguración asistía no le debió gustar y comenzó a ponerse de mal humor. Escrivá se fue poniendo cada vez más nervioso y llegó un momento en que se acercó a una puerta y dijo: "Esta moldura es una porquería." Y tomando un extremo de la moldura, tiró de ella y la arrancó de cuajo. Luego hizo lo mismo con otras molduras de la misma puerta y con las de las ventanas más próximas. [Carandell, Luis, "Vida y milagros de monseñor Escrivá de Balaguer", Deriva, Madrid, 1992, pp. 153-154]. Ahora bien, el historiador católico conservador Ricardo de la Cierva, que mostró la supuesta falsedad en la obtención del Marquesado de Peralta por parte del fundador del Opus Dei, concede muy poco valor a la biografía de Carandell, hasta el punto de tacharla de "jocosa y estúpida" en el capítulo 9 de su libro Las Puertas del Infierno
  38. Vídeos breves del Fundador del Opus Dei
  39. En Madrid, una de las personas que intervino en la obtención del título nobiliario fue Alfredo López, miembro supernumerario del Opus Dei, que se encargó como subsecretario del Ministerio de justicia de gestionar directamente la concesión del marquesado de Peralta; para más detalles véase Jesús Ynfante: "El santo fundador del Opus Dei", Cap. 9
  40. Véase
  41. Ver el controvertido artículo de Ricardo de la CiervaFalsificación del marquesado de Peralta Libro: Los años mentidos. Cap. X (páginas 143 a 158) Autor: Ricardo de la Cierva. Editorial Fénix. Donde se exponen los datos de su investigación. Por otra parte según, el hermano del Fundador, Santiago Escrivá de Balaguer, "fue una decisión heroica, porque sabía muy bien que de aquella decisión él sólo recibiría críticas y daría ocasión a calumnias y difamaciones; pero Josemaría era profundamente justo y no quería privarnos, sólo por esa razón, de ese derecho. Hizo siempre lo que pensaba en conciencia que debía hacer: obraba cara a Dios, y nos enseñó, ante la maledicencia, a perdonar y a olvidar... Actuó de forma solidaria conmigo y, pasado el tiempo oportuno, sin haber usado nunca el título -jamás tuvo la intención de utilizarlo- me lo cedió." [2]
  42. Véase la"Breve semblanza"en la página web del Vaticano.
  43. Josemaría Escrivá de Balaguer. Itinerario de la causa de canonización, Madrid, Palabra, 1991, p. 23. De los 69 cardenales, 241 arzobispos y 987 obispos que se mostraron favorables a Josemaría, 128 (menos de un 10% del total) lo habían conocido personalmente, un número que, considerado en sí mismo, no deja de ser elevado. Entre ellos, Mons. García Lahiguera, que fue arzobispo de Valencia, y que lo trató durante más de 40 años.
  44. Dudas y textos Josemaría Escrivá, Un Sembrador de Paz, por José Miguel Cejas
  45. En la misma ceremonia es beatificada la religiosa canosiana sudanesa Josefina Bakhita)
  46. Artículos de El País yEl Mundo sobre la canonización.
  47. Opus Dei - Blog no oficial: septiembre de 2001
  48. Es interesante señalar que Josefina Bakhita, beatificada a la vez que Josemaría Escrivá, será canonizada antes que él
  49. Kenneth Woodward, periodista de la revista Newsweek, que escribió el libro La fabricación de los santos subtitulado "Cómo la iglesia católica determina quién se convierte en santo, quién no, y porqué" (1990), dice que el oponente oficial, fue puenteado y que importantes testigos críticos con el opus no fueron llamados. Según él, no es cierto que oyeron a once críticos de la canonización de Escrivá, sino que solamente había uno. Rechazando de entrada miembros cercanos al fundador, entre ellos: María del Carmen Tapia, Miguel Fisac, el padre Vladimir Feltzman y John Roche. A este respecto hay que decir que los nombres de los testigos contrarios fueron introducidos por la Postulación del Opus Dei en la propuesta de testigos para la Causa. Sin embargo, fueron rechazados por el Tribunal. El Opus Dei también incluyó en la documentación las publicaciones contrarias a Escrivá publicadas hasta entonces (cfr. Josemaría Escrivá de Balaguer. Itinerario de la causa de canonización, Madrid, Palabra, 1991). Woodward también afirma que los consultores eran principalmente italianos y miembros del Opus Dei. Sin embargo, a pesar de que, según la praxis vigente en la Congregación para las Causas de los Santos, los nombres de los consultores no se pueden hacer públicos (ni, por tanto, su procedencia), en el proceso se hizo constar explícitamente que ninguno de ellos pertenecía al Opus Dei. Además, Woodward incide en que la abundancia de recursos económicos del Opus Dei fue utilizada para presionar financieramente sobre centenares de obispos, especialmente del tercer mundo, para enviar informes favorables a los que llevaban el proceso de canonización en Roma. Sin embargo, para el juez del proceso (el padre Rafael Pérez, agustino que durante años fue Abogado del Diablo mientras existió esta figura), esta acusación es insostenible: "No se hace caso de ningún tipo de presiones. Sería casi imposible e ineficaz que las hubiera, porque en cada uno de los distintos pasos intervienen muchas personas", dijo en una entrevista aparecida en el periódico Heraldo de Aragón el 1 de diciembre de 1991. Woodward alega que 1300 obispos se mostraron favorables a Josemaría, pero que de todos ellos, solamente 128 habían conocido personalmente a Escrivá. Número éste que, a pesar de la valoración de Woodward, no deja de ser elevado. La revista Newsweek averiguó también que dos de los jueces, Mons. Luigi De Magistris, y Mons. Justo Fernández Alonso, rector de la iglesia nacional española en Roma, no aprobaron la causa. De hecho, uno de los disidentes escribió según su informe, que la beatificación de Escrivá podía causar grave escándalo público en la iglesia.
  50. El arzobispo de París, en 1979 afirmó que si “la Iglesia reconociese la santidad de Monseñor Escrivá (…), el mundo entero obtendría un gran beneficio”, o el del Cardenal Frantisek (arzobispo de Praga), que dijo pocos meses después de su fallecimiento: “su muerte ha sellado una ejemplar vida cristiana y sacerdotal, modelo para la Iglesia”. Mons. García Lahiguera, arzobispo de Valencia, que trató a Escrivá durante más de 40 años, dijo que “contemplando su vida” se podía decir que “Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás era un santo”, y el Cardenal Ángel Suquía afirmó en la clausura del Proceso de Virtudes (paso previo a la canonización) que tenía la “segura esperanza” de que su canonización serviría “para despertar y promover deseos y propósitos de santidad” (éstos y otros testimonios en Josemaría Escrivá de Balaguer. Itinerario de la Causa de Canonización, Op. cit., pp. 77-91).
  51. Todo Escrivá
  52. A partir de 1982, después de conseguir el estatuto de prelatura personal, el número de miembros del Opus Dei debía ser comunicado a las autoridades eclesiásticas. Para cumplir con el requisito, la guía oficial de la Iglesia, el Anuario Pontificio, reconoce en el año 1986, en el apartado de prelatura personal, como miembros, a 1.217 sacerdotes, 56 nuevos sacerdotes y 352 seminaristas mayores; y tres años más tarde en el Anuario Pontificio de 1989, aparecía la cifra de 74.401 laicos, que si se añaden a los sacerdotes y seminaristas citados anteriormente suman alrededor de 76.000 miembros. Con esta cifra de más de setenta mil miembros se siguieron manteniendo hasta finales del siglo XX
  53. Fernando Ocáriz e Ignacio de Celaya (2000). Vivir como hijos de Dios (5ª edición). Eunsa. ISBN 978-84-313-1513-9. 
  54. Francisco Fernández Carvajal, Pedro Beteta López (1999). Hijos de Dios: la filiación divina que vivió y predicó el Beato Josemaría Escrivá (5ª edición). Ediciones Palabra. ISBN 9788482390017. 
  55. Andrea Mardegan (2010). Una libertad para ser vivida (2ª edición). Cobel Ediciones. ISBN 978-84-15024-08-8. 
  56. José Luis Illanes Maestre (2001). La santificación del trabajo: el trabajo en la historia de la espiritualidad (10ª edición). Ediciones Palabra. ISBN 9788482395333. http://books.google.es/books?id=hxMm-fGRTcIC. 
  57. Josemaría Escrivá de Balaguer (1985). Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer (14ª edición). Ediciones Rialp. p. 236. ISBN 9788432122682. http://books.google.es/books?id=M4cAzeNUZ5MC. 
  58. Homilía Vida de oración
  59. Homilía Amar al mundo apasionadamente
  60. Boletín Oficial del Estado núm. 53, de 22/02/1954
  61. Boletín Oficial del Estado núm. 202, de 21/07/1951
  62. Boletín Oficial del Estado núm. 173, de 20/07/1960
  63. Según Luis Carandell, cuando el gobierno español le concedió la Gran Cruz de Carlos III, sus seguidores en España mandaron labrar en oro la condecoración que debía imponérsele. El fundador la devolvió con cajas destempladas exigiendo que la Gran Cruz fuese de brillantes. [Carandell, Luis, "Vida y milagros de monseñor Escrivá de Balaguer", Deriva, Madrid, 1992, p. 97]. Sobre la fiabilidad de esta biografía véase el comentario de Ricardo de la Cierva recogido más arriba. No hay otro testimonio para este episodio.
  64. Boletín Oficial del Estado: Gaceta de Madrid núm. 290, de 03/12/1964
  65. «La Santa Sede. Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975)». Consultado el 26 de febrero de 2011. «En aquellas sesiones, el Magisterio solemne confirmará aspectos fundamentales del espíritu del Opus Dei: la llamada universal a la santidad; el trabajo profesional como medio de santidad y apostolado; el valor y los límites legítimos de la libertad del cristiano en las cuestiones temporales, la Santa Misa como centro y raíz de la vida interior, etc. El Beato Josemaría se encuentra con numerosos Padres conciliares y Peritos, que ven en él un auténtico precursor de muchas de las líneas maestras del Vaticano II».
  66. John L. Allen (2006). Opus Dei. Planeta. ISBN 978-84-08-06710-8. http://planetadelibros.com/l-9733. 
  67. David Clark es consejero espiritual, su especialidad consiste en rescatar a miembros de las sectas. Clark ha trabajado a lo largo de los años, con alrededor de veinte familias con algún miembro implicado en el Opus Dei. Clark cree, según sus conversaciones con algunos miembros, que la Obra ejerce una "influencia excesiva" sobre las personas jóvenes que ingresan en el grupo.Ver referencia
  68. Los estatutos de 1950 decían que los miembros no debían revelar a los extraños que eran socios de la organización, sin permiso de sus superiores. Esta obligación se extendía también a los ex-miembros. Art. 191: "Por lo cual los socios Numerarios [miembros plenos] y los Supernumerarios [casados y otros] sepan bien que van a guardar siempre un prudente silencio respecto a los nombres de otros miembros, y que a nadie van a revelar nunca que ellos mismos pertenecen al Opus Dei, ni aun siquiera con el fin de la difusión de dicho instituto, sin licencia expresa del propio director local. Esta discreción obliga principalmente a aquellos que hayan sido recibidos recientemente en el Instituto, así como también a los socios que, por cualquier causa, hayan abandonado el Instituto."
  69. Uno de los casos más destacados que presenta David clark, es el de Tammy DiNicola, una numeraria del Opus Dei que vivía en el Centro de Estudios de Brimfield, Massachusetts, y cuya familia había solicitado ayuda a Clark. David Clark, por lo general afirma que el perfil de los miembros que ha conocido es de "personas sinceras, que se adaptan bien a lo que el Opus Dei presenta. Suelen ser verdaderos creyentes y acostumbran a ser bastante sumisos". Comenta que a menudo las familias de estos miembros apoyan en un principio al Opus Dei "porque saben que cuenta con el respaldo de la Iglesia católica". Sin embargo, empiezan a ver que algo no va bien, dice Clark, cuando descubren que los miembros de sus familias no pueden volver a casa por vacaciones, cuando tienen un tiempo limitado para hablar por teléfono y los numerarios afirman haber donado parte de su dinero al Opus Dei.
  70. Josemaría Escrivá de Balaguer (2007). Surco (23ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432136580. http://books.google.es/books?id=jUqw5fFNKbEC. 
  71. Josemaría Escrivá de Balaguer (2001). Forja (11ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432133664. http://books.google.es/books?id=Dba6_u_UD7UC. 
  72. Josemaría Escrivá de Balaguer (1988). La Abadesa de las Huelgas (3ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432124389. http://books.google.es/books?id=O0r7b2k0oJkC. 
  73. Josemaría Escrivá de Balaguer (1996). Amar a la Iglesia (5ª edición). Ediciones Palabra. ISBN 9788482398518. http://books.google.es/books?id=eil3p1bVrrkC. 
  74. Obras de san Josemaría Escrivá. Discursos sobre la Universidad
  75. Josemaría Escrivá de Balaguer (1988). Es Cristo que pasa (25ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432124396. http://books.google.es/books?id=nOIMM8AoMhYC. 
  76. Josemaría Escrivá de Balaguer (1988). Amigos de Dios (14ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432124402. http://books.google.es/books?id=GhR9gpK_6HQC. 
  77. Josemaría Escrivá de Balaguer (2003). Santo Rosario (49ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432134630. http://books.google.es/books?id=9YVJuJuRo14C. 
  78. Josemaría Escrivá de Balaguer (2002). Via Crucis (27ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432131837. http://books.google.es/books?id=ZVCFfNlJp64C. 
  79. Josemaría Escrivá de Balaguer (1985). Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer (14ª edición). Ediciones Rialp. ISBN 9788432122682. http://books.google.es/books?id=M4cAzeNUZ5MC. 
  80. Pedro Rodríguez, Constantino Anchel, Javier Sesé (2010). Santo Rosario. Edición crítico-histórica. Ediciones Rialp. ISBN 9788432138188. http://books.google.es/books?id=na3aDBDhqNIC. 
  81. There Be Dragons (página web oficial)

Bibliografía sobre Josemaría Escrivá y el Opus Dei

Biografías

Estudios históricos y monográficos

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Enlaces externos

 Fundador del Opus Dei

Fiesta: 26 de Junio


Vea estas páginas:- El taller de San José: San Josemaria Escrivá
- Ten devoción a San José
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Familia100.com



San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, nos recuerda una verdad fundamental, enseñada desde siempre por la Iglesia pero por muchos olvidada: todos los bautizados estamos llamados a alcanzar la santidad realizando nuestro trabajo y actividades diarias con un espíritu cristiano.
Fue canonizado por S.S. Juan Pablo II el 6 de octubre del 2002.
Oración
San Josemaría Escrivá
Fundador del Opus Dei

Oh Dios, que por mediación de la Santísima Virgen otorgaste a San Josemaría, sacerdote, gracias innumerables, escogiéndole como instrumento fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano: haz que yo sepa también convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte, y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas, iluminando los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y del amor.

Concédeme por la intercesión de San Josemaría el favor que te pido... (pídase). Así sea.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
 
 
 
JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER
 
 
Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975)
 
 
 
 
 
Un hogar luminoso y alegre

Josemaría Escrivá de Balaguer nace en Barbastro (España), el 9 de enero de 1902, segundo de los seis hijos que tuvieron José Escrivá y María Dolores Albás. Sus padres, fervientes católicos, le llevaron a la pila bautismal el día 13 del mismo mes y año, y le transmitieron —en primer lugar, con su vida ejemplar— los fundamentos de la fe y las virtudes cristianas: el amor a la Confesión y a la Comunión frecuentes, el recurso confiado a la oración, la devoción a la Virgen Santísima, la ayuda a los más necesitados.
El Beato Josemaría crece como un niño alegre, despierto y sencillo, travieso, buen estudiante, inteligente y observador. Tenía mucho cariño a su madre y una gran confianza y amistad con su padre, quien le invitaba a que con libertad le abriese el corazón y le contase sus preocupaciones, estando siempre disponible para responder a sus consultas con afecto y prudencia. Muy pronto, el Señor comienza a templar su alma en la forja del dolor: entre 1910 y 1913 mueren sus tres hermanas más pequeñas, y en 1914 la familia experimenta, además, la ruina económica. En 1915, los Escrivá se trasladan a Logroño, donde el padre ha encontrado un empleo que le permitirá sostener modestamente a los suyos.
En el invierno de 1917-18 tiene lugar un hecho que influirá decisivamente en el futuro de Josemaría Escrivá: durante las Navidades, cae una intensa nevada sobre la ciudad, y un día ve en el suelo las huellas heladas de unos pies sobre la nieve; son las pisadas de un religioso carmelita que caminaba descalzo. Entonces, se pregunta: —Si otros hacen tantos sacrificios por Dios y por el prójimo, ¿no voy a ser yo capaz de ofrecerle algo? De este modo, surge en su alma una inquietud divina: Comencé a barruntar el Amor, a darme cuenta de que el corazón me pedía algo grande y que fuese amor. Sin saber aún con precisión qué le pide el Señor, decide hacerse sacerdote, porque piensa que de ese modo estará más disponible para cumplir la voluntad divina. 
 
La ordenación sacerdotal
Terminado el Bachillerato, comienza los estudios eclesiásticos en el Seminario de Logroño y, en 1920, se incorpora al de Zaragoza, en cuya Universidad Pontificia completará su formación previa al sacerdocio. En la capital aragonesa cursa también —por sugerencia de su padre y con permiso de los superiores eclesiásticos— la carrera universitaria de Derecho. Su carácter generoso y alegre, su sencillez y serenidad hacen que sea muy querido entre sus compañeros. Su esmero en la vida de piedad, en la disciplina y en el estudio sirve de ejemplo a todos los seminaristas, y en 1922, cuando sólo tenía veinte años, el Arzobispo de Zaragoza le nombra Inspector del Seminario.
Durante aquel periodo transcurre muchas horas rezando ante el Señor Sacramentado —enraizando hondamente su vida interior en la Eucaristía— y acude diariamente a la Basílica del Pilar, para pedir a la Virgen que Dios le muestre qué quiere de él: Desde que sentí aquellos barruntos de amor de Dios —afirmaba el 2 de octubre de 1968—, dentro de mi poquedad busqué realizar lo que El esperaba de este pobre instrumento. (...) Y, entre aquellas ansias, rezaba, rezaba, rezaba en oración continua. No cesaba de repetir: Domine, ut sit!, Domine, ut videam!, como el pobrecito del Evangelio, que clama porque Dios lo puede todo. ¡Señor, que vea! ¡Señor, que sea! Y también repetía, (...) lleno de confianza hacia mi Madre del Cielo: Domina, ut sit!, Domina, ut videam! La Santísima Virgen siempre me ha ayudado a descubrir los deseos de su Hijo.
El 27 de noviembre de 1924 fallece don José Escrivá, víctima de un síncope repentino. El 28 de marzo de 1925, Josemaría es ordenado sacerdote por Mons. Miguel de los Santos Díaz Gómara, en la iglesia del Seminario de San Carlos de Zaragoza, y dos días después celebra su primera Misa solemne en la Santa Capilla de la Basílica del Pilar; el 31 de ese mismo mes, se traslada a Perdiguera, un pequeño pueblo de campesinos, donde ha sido nombrado regente auxiliar en la parroquia.
En abril de 1927, con el beneplácito de su Arzobispo, comienza a residir en Madrid para realizar el doctorado en Derecho Civil, que entonces sólo podía obtenerse en la Universidad Central de la capital de España. Aquí, su celo apostólico le pone pronto en contacto con gentes de todos los ambientes de la sociedad: estudiantes, artistas, obreros, intelectuales, sacerdotes. En particular, se entrega sin descanso a los niños, enfermos y pobres de las barriadas periféricas.
Al mismo tiempo, sostiene a su madre y hermanos impartiendo clases de materias jurídicas. Son tiempos de grandes estrecheces económicas, vividos por toda la familia con dignidad y buen ánimo. El Señor le bendijo con abundantes gracias de carácter extraordinario que, al encontrar en su alma generosa un terreno fértil, produjeron abundantes frutos de servicio a la Iglesia y a las almas.
 
Fundación del Opus Dei
El 2 de octubre de 1928 nace el Opus Dei. El Beato Josemaría está realizando unos días de retiro espiritual, y mientras medita los apuntes de las mociones interiores recibidas de Dios en los últimos años, de repente ve —es el término con que describirá siempre la experiencia fundacional— la misión que el Señor quiere confiarle: abrir en la Iglesia un nuevo camino vocacional, dirigido a difundir la búsqueda de la santidad y la realización del apostolado mediante la santificación del trabajo ordinario en medio del mundo sin cambiar de estado. Pocos meses después, el 14 de febrero de 1930, el Señor le hace entender que el Opus Dei debe extenderse también entre las mujeres.
Desde este momento, el Beato Josemaría se entrega en cuerpo y alma al cumplimiento de su misión fundacional: promover entre hombres y mujeres de todos los ámbitos de la sociedad un compromiso personal de seguimiento de Cristo, de amor al prójimo, de búsqueda de la santidad en la vida cotidiana. No se considera un innovador ni un reformador, pues está convencido de que Jesucristo es la eterna novedad y de que el Espíritu Santo rejuvenece continuamente la Iglesia, a cuyo servicio ha suscitado Dios el Opus Dei. Sabedor de que la tarea que le ha sido encomendada es de carácter sobrenatural, hunde los cimientos de su labor en la oración, en la penitencia, en la conciencia gozosa de la filiación divina, en el trabajo infatigable. Comienzan a seguirle personas de todas las condiciones sociales y, en particular, grupos de universitarios, en quienes despierta un afán sincero de servir a sus hermanos los hombres, encendiéndolos en el deseo de poner a Cristo en la entraña de todas las actividades humanas mediante un trabajo santificado, santificante y santificador. Éste es el fin que asignará a las iniciativas de los fieles del Opus Dei: elevar hacia Dios, con la ayuda de la gracia, cada una de las realidades creadas, para que Cristo reine en todos y en todo; conocer a Jesucristo; hacerlo conocer; llevarlo a todos los sitios. Se comprende así que pudiera exclamar: Se han abierto los caminos divinos de la tierra.
 
Expansión apostólica
En 1933, promueve una Academia universitaria porque entiende que el mundo de la ciencia y de la cultura es un punto neurálgico para la evangelización de la sociedad entera. En 1934 publica —con el título de Consideraciones espirituales— la primera edición de Camino, libro de espiritualidad del que hasta ahora se han difundido más de cuatro millones y medio de ejemplares, con 372 ediciones, en 44 lenguas.
El Opus Dei está dando sus primeros pasos cuando, en 1936, estalla la guerra civil española. En Madrid arrecia la violencia antirreligiosa, pero don Josemaría, a pesar de los riesgos, se prodiga heroicamente en la oración, en la penitencia y en el apostolado. Es una época de sufrimiento para la Iglesia; pero también son años de crecimiento espiritual y apostólico y de fortalecimiento de la esperanza. En 1939, terminado el conflicto, el Fundador del Opus Dei puede dar nuevo impulso a su labor apostólica por toda la geografía peninsular, y moviliza especialmente a muchos jóvenes universitarios para que lleven a Cristo a todos los ambientes y descubran la grandeza de su vocación cristiana. Al mismo tiempo se extiende su fama de santidad: muchos Obispos le invitan a predicar cursos de retiro al clero y a los laicos de las organizaciones católicas. Análogas peticiones le llegan de los superiores de diversas órdenes religiosas, y él accede siempre.
En 1941, mientras se encuentra predicando un curso de retiro a sacerdotes de Lérida, fallece su madre, que tanto había ayudado en los apostolados del Opus Dei. El Señor permite que se desencadenen también duras incomprensiones en torno a su figura. El Obispo de Madrid, S.E. Mons. Eijo y Garay, le hace llegar su más sincero apoyo y concede la primera aprobación canónica del Opus Dei. El Beato Josemaría sobrelleva las dificultades con oración y buen humor, consciente de que «todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos» (2 Tm 3,12), y recomienda a sus hijos espirituales que, ante las ofensas, se esfuercen en perdonar y olvidar: callar, rezar, trabajar, sonreír.
En 1943, por una nueva gracia fundacional que recibe durante la celebración de la Misa, nace —dentro del Opus Dei— la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, en la que se podrán incardinar los sacerdotes que proceden de los fieles laicos del Opus Dei. La plena pertenencia de fieles laicos y de sacerdotes al Opus Dei, así como la orgánica cooperación de unos y otros en sus apostolados, es un rasgo propio del carisma fundacional, que la Iglesia ha confirmado en 1982, al determinar su definitiva configuración jurídica como Prelatura personal. El 25 de junio de 1944 tres ingenieros —entre ellos Álvaro del Portillo, futuro sucesor del Fundador en la dirección del Opus Dei— reciben la ordenación sacerdotal. En lo sucesivo, serán casi un millar los laicos del Opus Dei que el Beato Josemaría llevará al sacerdocio.
La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz —intrínsecamente unida a la Prelatura del Opus Dei— desarrolla también, en plena sintonía con los Pastores de las Iglesias locales, actividades de formación espiritual para sacerdotes diocesanos y candidatos al sacerdocio. Los sacerdotes diocesanos también pueden formar parte de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, manteniendo inalterada su pertenencia al clero de las respectivas diócesis.
 
Espíritu Romano y universal
Apenas vislumbró el fin de la guerra mundial, el Beato Josemaría comienza a preparar el trabajo apostólico en otros países, porque —insistía— quiere Jesús su Obra desde el primer momento con entraña universal, católica. En 1946 se traslada a Roma, con el fin de preparar el reconocimiento pontificio del Opus Dei. El 24 de febrero de 1947, Pío XII concede el decretum laudis; y el 16 de junio de 1950, la aprobación definitiva. A partir de esta fecha, también pueden ser admitidos como Cooperadores del Opus Dei hombres y mujeres no católicos y aun no cristianos, que ayuden con su trabajo, su limosna y su oración a las labores apostólicas.
La sede central del Opus Dei queda establecida en Roma, para subrayar de modo aún más tangible la aspiración que informa todo su trabajo: servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida, en estrecha adhesión a la cátedra de Pedro y a la jerarquía eclesiástica. En repetidas ocasiones, Pío XII y Juan XXIII le hacen llegar manifestaciones de afecto y de estima; Pablo VI le escribirá en 1964 definiendo el Opus Dei como «expresión viva de la perenne juventud de la Iglesia».
También esta etapa de la vida del Fundador del Opus Dei se ve caracterizada por todo tipo de pruebas: a la salud afectada por tantos sufrimientos (padeció una grave forma de diabetes durante más de diez años: hasta 1954, en que se curó milagrosamente), se añaden las estrecheces económicas y las dificultades relacionadas con la expansión de los apostolados por el mundo entero. Sin embargo, su semblante rebosa siempre alegría, porque la verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre. Su permanente buen humor es un continuo testimonio de amor incondicionado a la voluntad de Dios.
El mundo es muy pequeño, cuando el Amor es grande: el deseo de inundar la tierra con la luz de Cristo le lleva a acoger las llamadas de numerosos Obispos que, desde todas las partes del mundo, piden la ayuda de los apostolados del Opus Dei a la evangelización. Surgen proyectos muy variados: escuelas de formación profesional, centros de capacitación para campesinos, universidades, colegios, hospitales y dispensarios médicos, etc. Estas actividades —un mar sin orillas, como le gusta repetir—, fruto de la iniciativa de cristianos corrientes que desean atender, con mentalidad laical y sentido profesional, las concretas necesidades de un determinado lugar, están abiertas a personas de todas las razas, religiones y condiciones sociales, porque su clara identidad cristiana se compagina siempre con un profundo respeto a la libertad de las conciencias.
En cuanto Juan XXIII anuncia la convocatoria de un Concilio Ecuménico, comienza a rezar y a hacer rezar por el feliz éxito de esa gran iniciativa que es el Concilio Ecuménico Vaticano II, como escribe en una carta de 1962. En aquellas sesiones, el Magisterio solemne confirmará aspectos fundamentales del espíritu del Opus Dei: la llamada universal a la santidad; el trabajo profesional como medio de santidad y apostolado; el valor y los límites legítimos de la libertad del cristiano en las cuestiones temporales, la Santa Misa como centro y raíz de la vida interior, etc. El Beato Josemaría se encuentra con numerosos Padres conciliares y Peritos, que ven en él un auténtico precursor de muchas de las líneas maestras del Vaticano II. Profundamente identificado con la doctrina conciliar, promueve diligentemente su puesta en práctica a través de las actividades formativas del Opus Dei en todo el mundo.
 
Santidad en medio del mundo 
De lejos —allá, en el horizonte— el cielo se junta con la tierra. Pero no olvides que donde de veras la tierra y el cielo se juntan es en tu corazón de hijo de Dios. La predicación del Beato Josemaría subraya constantemente la primacía de la vida interior sobre la actividad organizativa: Estas crisis mundiales son crisis de santos, escribió en Camino; y la santidad requiere siempre esa compenetración de oración, trabajo y apostolado que denomina unidad de vida y de la que su propia conducta constituye el mejor testimonio.
Estaba profundamente convencido de que para alcanzar la santidad en el trabajo cotidiano, es preciso esforzarse para ser alma de oración, alma de profunda vida interior. Cuando se vive de este modo, todo es oración, todo puede y debe llevarnos a Dios, alimentando ese trato continuo con Él, de la mañana a la noche. Todo trabajo puede ser oración, y todo trabajo, que es oración, es apostolado.
La raíz de la prodigiosa fecundidad de su ministerio se encuentra precisamente en la ardiente vida interior que hace del Beato Josemaría un contemplativo en medio del mundo: una vida interior alimentada por la oración y los sacramentos, que se manifiesta en el amor apasionado a la Eucaristía, en la profundidad con que vive la Misa como el centro y la raíz de su propia vida, en la tierna devoción a la Virgen María, a San José y a los Ángeles Custodios; en la fidelidad a la Iglesia y al Papa.
 
El encuentro definitivo con la Santísima Trinidad
En los últimos años de su vida, el Fundador del Opus Dei emprende viajes de catequesis por numerosos países de Europa y de América Latina: en todas partes, mantiene numerosas reuniones de formación, sencillas y familiares —aun cuando con frecuencia asisten miles de personas para escucharlo—, en las que habla de Dios, de los sacramentos, de las devociones cristianas, de la santificación del trabajo, de amor a la Iglesia y al Papa. El 28 de marzo de 1975 celebra el jubileo sacerdotal. Aquel día su oración es como una síntesis de toda su vida: A la vuelta de cincuenta años, estoy como un niño que balbucea: estoy comenzando, recomenzando, en mi lucha interior de cada jornada. Y así, hasta el final de los días que me queden: siempre recomenzando.
El 26 de junio de 1975, a mediodía, el Beato Josemaría muere en su habitación de trabajo, a consecuencia de un paro cardiaco, a los pies de un cuadro de la Santísima Virgen a la que dirige su última mirada. En ese momento, el Opus Dei se encuentra presente en los cinco continentes, con más de 60.000 miembros de 80 nacionalidades. Las obras de espiritualidad de Mons. Escrivá de Balaguer (Camino, Santo Rosario, Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, Amigos de Dios, La Iglesia, nuestra Madre, Via Crucis, Surco, Forja) se han difundido en millones de ejemplares.
Después de su fallecimiento, un gran número de fieles pide al Papa que se abra su causa de canonización. El 17 de mayo de 1992, en Roma, S.S. Juan Pablo II eleva a Josemaría Escrivá a los altares, en una multitudinaria ceremonia de beatificación. El 21 de septiembre de 2001, la Congregación Ordinaria de Cardenales y Obispos miembros de la Congregación para las Causas de los Santos, confirma unánimemente el carácter milagroso de una curación y su atribución al Beato Josemaría. La lectura del relativo decreto sobre el milagro ante el Romano Pontífice, tiene lugar el 20 de diciembre. El 26 de febrero de 2002, Juan Pablo II preside el Consistorio Ordinario Público de Cardenales y, oídos los Cardenales, Arzobispos y Obispos presentes, establece que la ceremonia de Canonización del Beato Josemaría Escrivá se celebre el 6 de octubre de 2002.
 
 
 

San Josemaría Escrivá de Balaguer, presbítero y fundador
fecha: 26 de junio
n.: 1902 - †: 1975 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 17 may 1992 - C: Juan Pablo II 6 oct 2002
hagiografía: Vaticano
En Roma, san Josemaría Escrivá de Balaguer, presbítero, fundador del Opus Dei y de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

Josemaría Escrivá de Balaguer nace en Barbastro (España), el 9 de enero de 1902, segundo de los seis hijos que tuvieron José Escrivá y María Dolores Albás. Sus padres, fervientes católicos, le llevaron a la pila bautismal el día 13 del mismo mes y año, y le transmitieron -en primer lugar, con su vida ejemplar- los fundamentos de la fe y las virtudes cristianas: el amor a la Confesión y a la Comunión frecuentes, el recurso confiado a la oración, la devoción a la Virgen Santísima, la ayuda a los más necesitados.

El San Josemaría crece como un niño alegre, despierto y sencillo, travieso, buen estudiante, inteligente y observador. Tenía mucho cariño a su madre y una gran confianza y amistad con su padre, quien le invitaba a que con libertad le abriese el corazón y le contase sus preocupaciones, estando siempre disponible para responder a sus consultas con afecto y prudencia. Muy pronto, el Señor comienza a templar su alma en la forja del dolor: entre 1910 y 1913 mueren sus tres hermanas más pequeñas, y en 1914 la familia experimenta, además, la ruina económica. En 1915, los Escrivá se trasladan a Logroño, donde el padre ha encontrado un empleo que le permitirá sostener modestamente a los suyos.

En el invierno de 1917-18 tiene lugar un hecho que influirá decisivamente en el futuro de Josemaría Escrivá: durante las Navidades, cae una intensa nevada sobre la ciudad, y un día ve en el suelo las huellas heladas de unos pies sobre la nieve; son las pisadas de un religioso carmelita que caminaba descalzo. Entonces, se pregunta: -Si otros hacen tantos sacrificios por Dios y por el prójimo, ¿no voy a ser yo capaz de ofrecerle algo? De este modo, surge en su alma una inquietud divina: Comencé a barruntar el Amor, a darme cuenta de que el corazón me pedía algo grande y que fuese amor. Sin saber aún con precisión qué le pide el Señor, decide hacerse sacerdote, porque piensa que de ese modo estará más disponible para cumplir la voluntad divina.

Terminado el Bachillerato, comienza los estudios eclesiásticos en el Seminario de Logroño y, en 1920, se incorpora al de Zaragoza, en cuya Universidad Pontificia completará su formación previa al sacerdocio. En la capital aragonesa cursa también -por sugerencia de su padre y con permiso de los superiores eclesiásticos- la carrera universitaria de Derecho. Su carácter generoso y alegre, su sencillez y serenidad hacen que sea muy querido entre sus compañeros. Su esmero en la vida de piedad, en la disciplina y en el estudio sirve de ejemplo a todos los seminaristas, y en 1922, cuando sólo tenía veinte años, el Arzobispo de Zaragoza le nombra Inspector del Seminario.

Durante aquel periodo transcurre muchas horas rezando ante el Señor Sacramentado -enraizando hondamente su vida interior en la Eucaristía- y acude diariamente a la Basílica del Pilar, para pedir a la Virgen que Dios le muestre qué quiere de él: Desde que sentí aquellos barruntos de amor de Dios -afirmaba el 2 de octubre de 1968-, dentro de mi poquedad busqué realizar lo que El esperaba de este pobre instrumento. (...) Y, entre aquellas ansias, rezaba, rezaba, rezaba en oración continua. No cesaba de repetir: Domine, ut sit!, Domine, ut videam!, como el pobrecito del Evangelio, que clama porque Dios lo puede todo. ¡Señor, que vea! ¡Señor, que sea! Y también repetía, (...) lleno de confianza hacia mi Madre del Cielo: Domina, ut sit!, Domina, ut videam! La Santísima Virgen siempre me ha ayudado a descubrir los deseos de su Hijo.

El 27 de noviembre de 1924 fallece don José Escrivá, víctima de un síncope repentino. El 28 de marzo de 1925, Josemaría es ordenado sacerdote por Mons. Miguel de los Santos Díaz Gómara, en la iglesia del Seminario de San Carlos de Zaragoza, y dos días después celebra su primera Misa solemne en la Santa Capilla de la Basílica del Pilar; el 31 de ese mismo mes, se traslada a Perdiguera, un pequeño pueblo de campesinos, donde ha sido nombrado regente auxiliar en la parroquia.


El 2 de octubre de 1928 nace el Opus Dei. San Josemaría está realizando unos días de retiro espiritual, y mientras medita los apuntes de las mociones interiores recibidas de Dios en los últimos años, de repente ve -es el término con que describirá siempre la experiencia fundacional- la misión que el Señor quiere confiarle: abrir en la Iglesia un nuevo camino vocacional, dirigido a difundir la búsqueda de la santidad y la realización del apostolado mediante la santificación del trabajo ordinario en medio del mundo sin cambiar de estado. Pocos meses después, el 14 de febrero de 1930, el Señor le hace entender que el Opus Dei debe extenderse también entre las mujeres.

Desde este momento, San Josemaría se entrega en cuerpo y alma al cumplimiento de su misión fundacional: promover entre hombres y mujeres de todos los ámbitos de la sociedad un compromiso personal de seguimiento de Cristo, de amor al prójimo, de búsqueda de la santidad en la vida cotidiana. No se considera un innovador ni un reformador, pues está convencido de que Jesucristo es la eterna novedad y de que el Espíritu Santo rejuvenece continuamente la Iglesia, a cuyo servicio ha suscitado Dios el Opus Dei. Sabedor de que la tarea que le ha sido encomendada es de carácter sobrenatural, hunde los cimientos de su labor en la oración, en la penitencia, en la conciencia gozosa de la filiación divina, en el trabajo infatigable. Comienzan a seguirle personas de todas las condiciones sociales y, en particular, grupos de universitarios, en quienes despierta un afán sincero de servir a sus hermanos los hombres, encendiéndolos en el deseo de poner a Cristo en la entraña de todas las actividades humanas mediante un trabajo santificado, santificante y santificador. Éste es el fin que asignará a las iniciativas de los fieles del Opus Dei: elevar hacia Dios, con la ayuda de la gracia, cada una de las realidades creadas, para que Cristo reine en todos y en todo; conocer a Jesucristo; hacerlo conocer; llevarlo a todos los sitios. Se comprende así que pudiera exclamar: Se han abierto los caminos divinos de la tierra.

El Opus Dei está dando sus primeros pasos cuando, en 1936, estalla la guerra civil española. En Madrid arrecia la violencia antirreligiosa, pero don Josemaría, a pesar de los riesgos, se prodiga heroicamente en la oración, en la penitencia y en el apostolado. Es una época de sufrimiento para la Iglesia; pero también son años de crecimiento espiritual y apostólico y de fortalecimiento de la esperanza. En 1939, terminado el conflicto, el Fundador del Opus Dei puede dar nuevo impulso a su labor apostólica por toda la geografía peninsular, y moviliza especialmente a muchos jóvenes universitarios para que lleven a Cristo a todos los ambientes y descubran la grandeza de su vocación cristiana. Al mismo tiempo se extiende su fama de santidad: muchos Obispos le invitan a predicar cursos de retiro al clero y a los laicos de las organizaciones católicas. Análogas peticiones le llegan de los superiores de diversas órdenes religiosas, y él accede siempre.

En 1943, por una nueva gracia fundacional que recibe durante la celebración de la Misa, nace -dentro del Opus Dei- la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, en la que se podrán incardinar los sacerdotes que proceden de los fieles laicos del Opus Dei. La plena pertenencia de fieles laicos y de sacerdotes al Opus Dei, así como la orgánica cooperación de unos y otros en sus apostolados, es un rasgo propio del carisma fundacional, que la Iglesia ha confirmado en 1982, al determinar su definitiva configuración jurídica como Prelatura personal. El 25 de junio de 1944 tres ingenieros -entre ellos Álvaro del Portillo, futuro sucesor del Fundador en la dirección del Opus Dei- reciben la ordenación sacerdotal. En lo sucesivo, serán casi un millar los laicos del Opus Dei que San Josemaría llevará al sacerdocio.

Apenas vislumbró el fin de la guerra mundial, San Josemaría comienza a preparar el trabajo apostólico en otros países, porque -insistía- quiere Jesús su Obra desde el primer momento con entraña universal, católica. En 1946 se traslada a Roma, con el fin de preparar el reconocimiento pontificio del Opus Dei. El 24 de febrero de 1947, Pío XII concede el decretum laudis; y el 16 de junio de 1950, la aprobación definitiva. A partir de esta fecha, también pueden ser admitidos como Cooperadores del Opus Dei hombres y mujeres no católicos y aun no cristianos, que ayuden con su trabajo, su limosna y su oración a las labores apostólicas.

Estaba profundamente convencido de que para alcanzar la santidad en el trabajo cotidiano, es preciso esforzarse para ser alma de oración, alma de profunda vida interior. Cuando se vive de este modo, todo es oración, todo puede y debe llevarnos a Dios, alimentando ese trato continuo con Él, de la mañana a la noche. Todo trabajo puede ser oración, y todo trabajo, que es oración, es apostolado.

La raíz de la prodigiosa fecundidad de su ministerio se encuentra precisamente en la ardiente vida interior que hace dSan Josemaría un contemplativo en medio del mundo: una vida interior alimentada por la oración y los sacramentos, que se manifiesta en el amor apasionado a la Eucaristía, en la profundidad con que vive la Misa como el centro y la raíz de su propia vida, en la tierna devoción a la Virgen María, a San José y a los Ángeles Custodios; en la fidelidad a la Iglesia y al Papa.

El 26 de junio de 1975, a mediodía, San Josemaría muere en su habitación de trabajo, a consecuencia de un paro cardiaco, a los pies de un cuadro de la Santísima Virgen a la que dirige su última mirada. Las obras de espiritualidad de Mons. Escrivá de Balaguer (Camino, Santo Rosario, Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, Amigos de Dios, La Iglesia, nuestra Madre, Via Crucis, Surco, Forja) se han difundido en millones de ejemplares.
 
 

 
 
 

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