lunes, 17 de junio de 2013

Gervasio y Protasio, Santos


Hermanos Mártires, Junio 19
 
Gervasio y Protasio, Santos
Gervasio y Protasio, Santos

Hermanos Gemelos

Hijos de San Vidal y Santa Valeria, estos dos hermanos, en la carne y en la fe, padecieron martirio en Milán, en el siglo I. Sus reliquias fueron halladas providencialmente por San Ambrosio, y desde entonces la Iglesia les tributa culto. — Fiesta: 19 de junio.

Gervasio y Protasio son dos nombres que encontramos en las letanías de los santos y en frecuentes conmemoraciones martiriales, y que corresponden a dos hermanos milaneses que vivieron en el siglo I y merecieron la palma del martirio. Todo lo que sabemos de ellos lo debemos a San Ambrosio y a San Agustín, que nos explican, en sus escritos, cómo el primero halló, hacia el año 386, las reliquias de estos dos gloriosos mártires de la primitiva iglesia milanesa.

Sus vidas permanecen ignoradas, porque no se han conservado testimonios de su tiempo, pero el hecho del hallazgo de sus despojos es más elocuente que todas las actas que pudiésemos tener. No importa que se hayan perdido los testimonios de sus buenos ejemplos y de sus heroísmos. Lo importante para la Iglesia son sus reliquias, que proclaman perennemente la fe de aquellos héroes que supieron permanecer fieles a Cristo aun a costa de la propia vida. Su canto heroico trasciende a la misma muerte y nos llega a través de los siglos como un mensaje del Dios vivo, que nos mueve a la fidelidad.

Y si bien su historia está envuelta por la leyenda, por carecer de testimonios de sus días, no nos faltan los de ambos Santos Doctores de la Iglesia, que nos explican cómo Dios quiso que fuesen halladas las reliquias de aquellos dos mártires, cuya memoria ya casi había desaparecido de entre los cristianos. En la carta a su hermana Santa Marcelina, San Ambrosio nos cuenta cómo debiendo consagrar el nuevo templo de Milán, muchos le rogaban que lo hiciese con gran solemnidad. Él respondió que lo haría si hallaba reliquias de mártires, sintiendo en aquel mismo momento un movimiento interior, que le pareció el presagio de lo que había de suceder. San Agustín, que por entonces ocupaba el cargo de maestro de retórica en la escuela de Milán, nos explica —con su emocionante y sugestivo estilo de las «Confesiones»— cómo se vio confirmado este presagio del gran obispo Ambrosio

«Entonces —dice el más ilustre de los Padres occidentales, dirigiéndose a Dios— fue cuando por medio de una visión descubriste al susodicho obispo el lugar en que yacían ocultos los cuerpos de San Gervasio y San Protasio, que Tú habías conservado incorruptos en el tesoro de tu misterio tantos años, a fin de sacarlos oportunamente para reprimir una rabia femenina y además regia. Porque habiendo sido descubiertos y desenterrados, al ser trasladados con la pompa conveniente a la basílica ambrosiana, no sólo quedaban sanos los atormentados por los espíritus inmundos, confesándolo los mismos demonios, sino también un ciudadano, ciego hacía muchos años y muy conocido en la ciudad, quien, como preguntara la causa de aquel alegre alboroto del pueblo y se la indicasen, dio un salto y rogó a su lazarillo que lo condujera al lugar; llegado allí, suplicó se le concediese tocar con el pañuelo el féretro de los santos, cuya muerte había sido preciosa en tu presencia. Hecho esto, y aplicado después el pañuelo a los ojos, recobró al instante la vista.

»Al punto corrió la fama del hecho, y al punto sonaron tus alabanzas, fervientes y luminosas, con lo que si el ánimo de aquella adversaria no se acercó a la salud de la fe, se reprimió al menos en su furor de persecución. Gracias te sean dadas, Dios mío”.

La adversaria de San Ambrosio a quien se refiere San Agustín, era Justina, la madre del emperador Valentiniano, todavía niño, que perseguía al santo obispo porque ella era arriana y encontraba en él al gran defensor de la ortodoxia católica.

Ante el hallazgo de aquellas reliquias, a través de las que Dios se dignó realizar tales prodigios, pudo exclamar con razón el gran obispo de Milán: «Nuestra Iglesia ya no es estéril». No era infundado el gozo del santo: los cuerpos enteros de dos hombres de admirable estatura, hallados en las mismas puertas del templo de los Santos Félix y Nabor, eran los cuerpos de dos jóvenes campeones de Cristo. Por si alguno dudase de ello, quiso Dios mostrar su complacencia hacia los restos de aquellos héroes, obrando por ambos los milagros que nos narran San Agustín y San Ambrosio. Éste podía ya consagrar los altares con la deseada solemnidad, y dirigirse a su pueblo con el primer panegírico que se hacía en la Historia de los dos gloriosos mártires.

Santos Gervasio y Protasio, mártires
fecha: 19 de junio
†: transl. 386 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Milán, en la Liguria, santos Gervasio y Protasio, mártires, cuyos cuerpos fueron encontrados por san Ambrosio, que en este día los trasladó solemnemente a la nueva basílica que había edificado.
patronazgo: Patronos de Milán y Brescia, de los niños y de los trabajadores del heno; protectores contra robos, y contra el flujo sanguíneo y urinario; para pedir una buena cosecha (en especial de heno); patronos secundarios del obispado de Lugano (Suiza) en el rito ambrosiano.
refieren a este santo: San Vital de Ravena

San Ambrosio, en una carta dirigida a su hermana Marcelina, relata las circunstancias en que fueron encontradas las reliquias de los santos Gervasio y Protasio, quienes, desde aquel entonces hasta nuestros días, han sido venerados como los primeros mártires de Milán. San Ambrosio cuenta que, terminada la construcción de la famosa basílica que lleva su nombre, se preparaba para la ceremonia de la dedicación, cuando se le acercaron algunas gentes del lugar para pedirle que diese mayor solemnidad al acto y repitiese el ceremonial con el que había consagrado en Roma, recientemente, una iglesia dedicada a los Apóstoles; al mismo tiempo, solicitaron que se conservaran en la nueva iglesia de Milán, algunas reliquias de santos. «Así lo haré -repuso San Ambrosio-, si es que puedo encontrar esas reliquias». Con el propósito de cumplir con su promesa (San Agustín dice que actuó de acuerdo con las informaciones que había recibido durante una visión), ordenó que se procediera a excavar en el sector de la iglesia y cementerio de santos Nabor y Félix. No tardaron en ser descubiertos los restos de dos hombres muy altos que habían sido enterrados uno junto al otro. Las cabezas estaban separadas de la columna vertebral, pero el resto de los esqueletos se halló completo. Aquellas osamentas se identificaron como los restos de los santos Gervasio y Protasio, de quienes no se recordaba nada más que sus nombres y una vaga tradición de su martirio. Las reliquias fueron trasportadas en literas a la basílica de Fausto, a donde acudió a venerarlas una gran multitud y de ahí se trasladaron a la basílica Ambrosiana, entre las aclamaciones regocijadas de la población de Milán. Las noticias que se propalaron respecto a numerosos milagros que tuvieron lugar durante la traslación de las reliquias, se consideraron como testimonios sobre la autenticidad de las mismas. Por aquel entonces se hallaban en Milán, junto a San Ambrosio, su secretario Paulino y San Agustín, y los tres mencionan en particular, el caso de un carnicero llamado Severo que estaba ciego y recuperó la vista al tocar la orla del manto con que iban cubiertos los restos de los santos mártires. El carnicero, agradecido, hizo el voto de entregarse, durante el resto de su vida, al servicio de la iglesia donde se conservaban las reliquias y ahí se encontraba todavía en 411, cuando Paulino se dedicaba a escribir la biografía de San Ambrosio.

No se puede dar crédito a las llamadas «actas» de estos dos santos, ya que están fundadas en una carta que, si bien pretende haber pertenecido a san Ambrosio, está universalmente considerada como espuria. Las «actas» dicen que Gervasio y Protasio eran gemelos, hijos de los mártires Vitalis y Valeria; sufrieron el martirio cuando estaba a punto de terminar la persecución de Nerón, diez años después de la muerte de sus padres. Se afirma que para matar a Gervasio, los verdugos utilizaron látigos armados con puntas de hierro; a Protasio, lo decapitaron. Estos dos mártires han sido objeto de muchas discusiones por parte de los historiadores. El Dr. J. Rendel Harris hizo el atrevido intento de identificarlos con los dioses paganos Castor y Polux, en tanto que otros estudiosos, se han contentado con negar su existencia. Sin embargo, la mayoría de los hagiógrafos modernos los consideran como auténticos mártires que perecieron durante el reinado del emperador Antonino, o en época anterior, y cuya historia se desconoce.

Por expreso deseo de san Ambrosio, sus restos mortales fueron sepultados junto a los de Gervasio y Protasio y, uno de sus sucesores en la sede de Milán, Angilberto II, hizo tallar un suntuoso sarcófago de pórfido para los tres cadáveres, en el siglo noveno. Hubo una época en que, a raíz de la desaparición de los restos, se supuso que el emperador Federico Barbarroja se los había llevado para distribuirlos en numerosas iglesias de Francia y Alemania, pero llegó a comprobarse que esa idea era falsa. En la actualidad, descansan en paz bajo el altar mayor de la basílica de San Ambrosio, en el mismo sitio donde fueron descubiertos en 1864. En aquel entonces se construyó una cripta para que los devotos pudiesen llegar hasta el sitio en que se ven los restos a través de un muro de cristal. Desde fechas muy antiguas, casi todos los calendarios y martirologios contienen la nota que conmemora a los santos Gervasio y Protasio en este día, 19 de junio.

Los párrafos más importante en los escritos de San Ambrosio, San Agustín, Paulino, etc., con referencias a estos santos, se encuentran en el Acta Sanctorum, junio, vol. IV, así como la supuesta carta de san Ambrosio en que se relata su historia. Para la cuestión del descubrimiento de los restos por parte de san Ambrosio, véase a F. Savio, Gli Antichi Vescovi d'ltalia, Milano, pp. 788-810; a F. Lanzoni, Diócesi d'Italia, vol. II, pp. 1000-1007; y CMH., pp. 325-326. Hay cierta dificultad para hacer coincidir las declaraciones de san Ambrosio y san Agustín respecto a la fecha y el día de la semana en que fueron descubiertos y trasladados los restos de los mártires; para este asunto, véase a Delehaye en Analecta Bollandiana, vol. XLIX (1931), pp. 30-34.
Cuadro: Philippe de Champaigne, «Los santos Gervasio y Protasio aparecen a san Ambrosio», 1658, óleo sobre tela, 360 x 678 cm, Musée du Louvre, París.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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