martes, 4 de junio de 2013

Diego Oddi, Beato


Laico Franciscano, Junio 3
 
Diego Oddi, Beato
Diego Oddi, Beato
Hermano laico profeso de la Orden de Hermanos Menores. Se dedicó a la vida de piedad y al trabajo del campo hasta que entró en la casa retiro de Bellegra (Roma). Fue limosnero durante cuarenta años y, aunque no tenía estudios, edificó a las gentes con sus palabras germinadas en un corazón acostumbrado a dialogar con Dios. Lo beatificó Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.

José Oddi, como se llamaba antes de entrar en la Orden de Frailes Menores, nació en Vallinfreda (Roma), el 6 de junio de 1839, en el seno de una familia pobre y muy religiosa. A los veinte años, mientras trabajaba en el campo, sintió una misteriosa llamada, que fue madurando en las visitas que cada tarde solía hacer a la iglesia, al volver del trabajo, para dialogar con Dios y con la santísima Virgen, a quien estaba vinculado desde siempre por una entrañable devoción filial.

Algunos meses después, juntamente con un grupo de peregrinos, fue a visitar el Retiro de San Francisco, en Bellegra. Quedó impresionado por el lugar y por la vida santa que llevaban los frailes. Pasaron otros cuatro años, pero no podía olvidar aquella experiencia. Soñaba con el pequeño convento franciscano. Volvió allí en la primavera de 1864. Salió a abrirle la puerta un fraile, venerable por su edad y su aspecto. A José en el pueblo le habían hablado de él, destacando su vida santa. Aquel anciano llevaba allí más de cuarenta años abriendo la puerta a peregrinos y viandantes; para todos tenía una palabra buena, una sonrisa y, si hacía falta, un reproche y un pan: se llamaba fray Mariano de Roccacasale, también él proclamado beato el 3 de octubre de 1999.

José acudió a pedirle consejo. Fray Mariano le dijo: «¡Sé bueno; sé bueno, hijo mío!». Estas sencillas palabras fueron decisivas para su vida: en el largo viaje de regreso a Vallinfreda, las palabras de fray Mariano comenzaron a hacer mella en él con la fuerza de la verdad repentinamente descubierta. A partir de entonces, aumentó el tiempo dedicado a la oración; se afianzaba en él la certeza de la llamada.

Entró en el Retiro de Bellegra en 1871, superando la resistencia de sus padres. Acogido al principio como «terciario oblato», pudo pronunciar los votos solemnes en 1889. José inició una nueva vida: durante cuarenta años recorrió los caminos de Subiaco pidiendo limosna. Analfabeto, pero ingenioso y fácil para el diálogo, sorprendía a todos con sus palabras, que brotaban de un corazón habituado a usarlas en los coloquios con Dios. Cuando la campana que indicaba el silencio de la noche invitaba a los religiosos a descansar en su celda, Diego se quedaba a hablar con el Señor; y a menudo este coloquio se prolongaba toda la noche. Al recorrer los pueblos pidiendo limosna, hacia el atardecer, entraba en la iglesia y asistía con los fieles a las funciones litúrgicas. Después persuadía al sacristán para que se fuese a casa, porque él se ocuparía de tocar al «Ave María» y de cerrar la iglesia. Así se quedaba a menudo en oración durante toda la noche. De este continuo coloquio con el Señor sacaba la sabiduría de la fe, que los demás luego recogían de sus palabras y discursos. Verlo ayudar la misa y acercarse a la comunión equivalía a una predicación.

Otra cosa que despertaba admiración era su austeridad y penitencia, que trataba de ocultar, pero que quedaba de manifiesto a quien convivía con él o le hospedaba cuando se dirigía a los pueblos a pedir limosna. Ocultaba esta virtud bajo la sonrisa y respondiendo con ingeniosidad a las preguntas que le dirigían. En su vida sencilla se podían descubrir las maravillas que Dios obraba en él. Muchos fueron los milagros realizados a su paso; pero el más auténtico era su vida.

Murió el 3 de junio de 1919. Lo beatificó Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.

Beato Diego Oddi, religioso
fecha: 3 de junio
n.: 1839 - †: 1919 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 3 oct 1999
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
En la localidad de Bellegra, en los alrededores de Roma, beato Diego (José) Oddi, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, eximio por su vida de oración y su sencillez.

Es una bella y simpática figura de humilde Hermano Menor que, en el pesado quehacer cotidiano o en la petición de limosna ejercida como una continua predicación por cerca de 48 años, dio un espléndido testimonio de fidelidad al Señor. Auténtico contemplativo itinerante, fray Diego centró su alta y sencilla espiritualidad en una robusta piedad cristológica y mariana. La misma simplicidad de sus modales escondía un vigoroso y constante encuentro con Dios a quien él supo descubrir en los hermanos, especialmente los más pobres y necesitados. Esto explica también cómo una verdadera multitud de toda clase y condición social desease encontrarse con él, y cómo de él «hombre todo de Dios», se difundieron paz y serenidad capaces de resucitar en el corazón de muchos la alegría y la esperanza.

Nacido en Vallinfreda, provincia de Roma, diócesis de Tívoli, el 6 de junio de 1839, hijo de Vicenzo Oddi y Bernardina Pasquali, pobres campesinos pero fervientes cristianos («los únicos devotos», los llamaban los campesinos), recibió en el bautismo el nombre de José. Sabía poco leer y poco escribir, pero era el primero en el estudio de la doctrina cristiana. Bien pronto sintió la vocación a la vida religiosa franciscana; pero ante la oposición de sus padres, que tenían necesidad de su único hijo varón por las penurias familiares, José renunció a entrar en el convento. En Bellegra, en 1872, finalmente, a los 33 años fue recibido como «Terciario Oblato». En 1877 los frailes fueron expulsados de su querido «Retiro» y forzados a vivir en casa de algunos bienhechores. Pero Fray José continuó ocupánddose del cuidado del huerto del convento, que había sido confiado a un amigo de los frailes. Con el regreso de los frailes a su convento (1878) y la subsiguiente reapertura del noviciado (1884), fray José fue admitido a la prueba canónica (12 de febrero de 1884), tomando también el nuevo nombre religioso de fray Diego. Hecha la primera profesión el 14 de febrero de 1886 y la solemne el 16 de mayo de 1889, permanecerá en el Retiro de Bellegra, célebre por también por otros santos, como el fundador, santo Tomás de Cori, san Teófilo de Corte, el venerable Franceschino da Ghisoni y el beato Mariano da Roccacasale. Permaneció allí hasta el día de su muerte, ocupándose primero del cuidado del bosque y del huerto y luego ejerciendo el oficio de «limosnero» hasta los últimos años de su vida. Fue verdadero ángel de consuelo para toda la vasta zona del Sublacense, del Tiburtino, del Carseolano y del Veliterno.

Apóstol del buen ejemplo y verdadero testigo de la caridad de Cristo, rodeado de universal fama de santidad. Digno sucesor de los santos que habitaron el sacro Retiro de Bellegra, fray Diego fue perfecto imitador del Seráfico Padre particularmente en la penitencia, en la humildad y en el espíritu de oración, al cual consagraba muchas horas del día y de la noche. Cantando las alabanzas a María y en espíritu de obediencia al Guardián, fray Diego se durmió en la paz de los justos el 3 de junio de 1919. Entre los admiradores de fray Diego y de su estupenda simplicidad podemos enumerar al Papa Juan XXIII quien fue a visitar el Retiro y los recuerdos de fray Diego en 1959 y, feliz coincidencia, pasó a la patria eterna el mismo día que nuestrpo beato: el 3 de junio de 1963. Los restos mortales del querido apóstol «itinerante» son guardados con viva piedad en su querido Retiro de Bellegra, meta de numerosas peregrinaciones. Beatificado por SS Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.

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