*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
miércoles, 22 de mayo de 2013
Vísperas de Pentecostés
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"Ruah", "pneuma"... Espíritu.
Realidad que viene de Dios y a Dios nos lleva. Esencia misma del mundo y la materia, pues la anima, fortalece y guía en cada disposición de la vida y de la existencia. Espíritu, es patrimonio inmaterial de la existencia, no de la humanidad; pues allende las estrellas, existen otras realidades celestes, que igualmente están invadidas por esa fuerza de la vida y de la materia.
Espíritu nos pone en contacto con nuestra propia existencia, es motor de la vida, aliento y fuerza, chispa y resplandor, tempestad y calma.
Espíritu es ser fiel a la existencia, no a lo que se es; pues se puede ser responsable y tiránico. Espíritu es humanidad, certeza absoluta de la existencia, y convencimiento pleno del amor de Dios, en el mundo y para el mundo.
Todo esto es para mi el Espíritu. Una fuerza que nos abre a la vida, para Ser vida, En, Desde y Por nosotros; para proyectar en el mundo un testimonio válido y contundente en esta sociedad tan necesitada de experiencias de Dios.
Espíritu es Hoy, pues el ayer paso y el mañana depende de la misericordia de Dios, aunque si somos vivos lo convertiremos en otro hoy.
Queridos amigos y amigas, deseo compartir con vosotros este convencimiento de lo que para mí es Espíritu. Como reducir su asistencia solamente a un gesto de imposición de manos.
Él vive en nosotros, si nosotros somos Vida de Dios. El se dispersa en miles de gotas de Gracia vivificante, cada vez que dejamos alto el listón de humanos, siendo sinceros, personas de verdad, confiados en Dios y en las posibilidades del hombre y la mujer de cada tiempo.
¿Porqué temer llevar el Espíritu a los bordillos de la calle, por los cuales pasamos los humanos? ¿Porqué no contemplarlo en al atardecer, en la arrugas que el tiempo cinceló con maestría en el rostro de aquel anciano amado?
¿Porqué no advertirlo en la sexualidad -relación o pensamiento don de Dios- vivida de manera sana y libre?
¿Porqué no comérnoslo en la reunión fraternal de amigos ya migas, en la cual al compartir el alimento en nombre de Jesús, le hagamos Eucaristía entre nosotros?
Que aburrida debe ser para el Espíritu, una existencia sujeta a los rituales preestablecidos, aun cuando Él mismo fue auténticamente ofrecido por Cristo, cada vez que Este, devolvía su dignidad a una persona infravalorada.
Hoy, después de mucho leer durante mucho tiempo, de estudiar y de investigar; llego al convencimiento de que apuesto -como siempre lo hice- por el Espíritu. Él puede ser nuestro, es nuestro; estamos obligados a transmitirlo a reflejarle... y como don de Dios que es, tengamos el convencimiento de que nos lo ofrece, POR QUE NOS AMA, TAL Y COMO SOMOS.
SEAMOS LAS MANOS DE DIOS, Y TRANSMITAMOS SU ESPÍRITU.
Amén, aleluya.
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