|  | 
| Noé Mawaggali, Santo | 
Mártir
Martirologio Romano:  En el lugar de Mityana,  en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del  rey, iniciada la persecución rehusó impávido emprender la fuga y  ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados,  quienes, tras atravesárselo, lo colgaron de un árbol hasta que  entregó el espíritu por Cristo. († 1886)
Fecha de canonización: 18  de octubre de 1964 por Pablo VI.
 
 
Causó un gran revuelo en el año  1920 la beatificación realizada por el Papa Benedicto XV de  veintidós mártires ugandeses, tal vez porque en aquellos días la  gloria de los altares estaba vinculada a ciertos parámetros raciales,  de cultura y de idiomas, (afortunadamente esto ha disminuido con  el pasar de los años).  De hecho, estos fueron  los primeros africanos subsaharianos (por llamarlo de algún modo, nativos  del “África Negra”) en ser reconocidos como mártires, y como  tales ser venerados por la Iglesia Católica.
Su vida terrena la  pasaron bajo el reinado de Mwanga, un joven rey que,  habiendo asistido a la escuela de los misioneros (los “Padres  Blancos” del Cardenal Lavigerie), no aprendió ni a leer ni  a escribir porque era “obstinado, indisciplinado e incapaz de concentrarse”.   Actitudes que podrían sembrar alguna duda sobre sus facultades  mentales, además de los comerciantes blancos venidos del norte aprendió  lo peor: habituarse a fumar hachís, beber alcohol en grandes  cantidades y disfrutar de prácticas homosexuales.  Para esto último  construye un harén bien surtido compuesto por pajes, funcionarios e  hijos de los nobles de su corte.
Respaldado al inicio de  su reinado por los cristianos (católicos y anglicanos) que se  unen a él para hacer frente común contra la tiranía  del rey musulmán Kalema, el rey Mwanga pronto ve en  el cristianismo la mayor amenaza contra las tradiciones tribales y,  principalmente, un obstáculo para su libertinaje.  Quienes apoyan su  enfrentamiento contra el cristianismo son, primordialmente, los hechiceros y fetichistas  que ven comprometidos su poder tradicional, y así, en 1885,  comenzó una feroz persecución, la primera víctima es Hannington, obispo  anglicano, pero la lista incluye al menos 200 jóvenes asesinados  por su fe.
El 15 de noviembre de 1885 Mwanga hace  decapitar al maestro de los pajes y prefecto de la  sala real.  ¿Su delito?, ser católico y además catequista,  haber reprendido al monarca por el asesinato del obispo anglicano  y haber defendido en repetidas ocasiones a los pajes de  los “avances” sexuales del rey.  José Mkasa Balikuddenbe pertenecía  al clan Kayozi y tenía apenas 25 años.
El sustituto en  el prestigioso cargo es Carlo Lwanga, del clan Ngabi, que  se convierte en el centro de la mórbida atención del  rey. Pero Lwanga tiene un “defecto”, es católico, y además  en un período en que los misioneros están prohibidos asume  el papel de “líder” y sustenta la fe de los  nuevos conversos.
El 25 de mayo de 1886 fue condenado a  muerte junto a un grupo de cristianos y cuatro catecúmenos  a quienes Lwanga logra bautizar secretamente por la noche, el  más joven es Kizito, del clan Mmamba, tiene apenas 14  años.  El 26 de mayo son asesinados Andrés Kaggwa,  (jefe de los músicos y pariente del rey, quien había  demostrado ser especialmente generoso y valiente durante una epidemia), y  Dionisio Ssebuggwawo.
Se ordena que sean trasladados desde Munyonyo, donde estaba  el palacio real y donde se dictaron las sentencias, a  Namugongo, lugar donde se efectuarán las ejecuciones, un “vía crucis”  de 27 millas, (44.6 kilómetros), recorridos en 8 días, junto  a presiones de familiares para que adjuraran de su fe  y la violencia de los soldados.  Una muere en  el camino: Ponciano Ngondwe, del clan Nnyonyi Nnyange, es atravesado  por una lanza, era el paje real, había sido bautizado  en el apogeo de la persecución y por ello fue  inmediatamente aprendido;  Atanasio Bazzekuketta, del clan Nikima, es martirizado  el 27 de mayo.
Unas horas más tarde cae atravesado por  las lanzas de los soldados, el siervo del rey Gonzaga  Gonga, del clan Mpologoma, y poco después es asesinado Mateo  Mulumga, del clan Lugane, quien tenía el rango de “juez”,  tenía ya más de cincuenta años de edad pero apenas  tres de haberse convertido al catolicismo.
Noé Mawaggali nacido en el  distrito de Singa, en la zona de Mityana, en 1851,  pertenecía al clan del Antílope y era alfarero de profesión.  Vino al conocimiento del cristianismo y se adhirió a Cristo,  bautizándose el 1 de noviembre de 1885.  Nombrado catequista  de la comunidad cristiana, cumplía su encargo con gran celo,  y estaba precisamente dando catequesis en su casa cuando los  emisarios reales vinieron a su poblado, Kiwanga, a poner fin  a la comunidad cristiana. Se le avisó y pudo huir,  pero no quiso abandonar su puesto y por ello fue  martirizado. Atravesado primero con lanzas hasta dejarlo todo lleno de  heridas, fue luego colgado de un árbol para que fuese  pasto de los perros y fueron echadas a las hienas  algunas vísceras suyas. Era el 31 de mayo de 1886.  Su hermana Munaku, entonces catecúmena, presenció su martirio y manifestó  el deseo de ser ella también martirizada, pero no lo  fue. Vivió en la misión consagrada al Señor y aún  vivía cuando los mártires fueron beatificados(1). 
El 3 de junio,  sobre la colina de Namugongo, son quemados vivos 31 cristianos,  (entre ellos algunos anglicanos).  Allí están los doce católicos  a cargo de Carlo Lwanga, quien le habría prometido al  joven Kizito “voy a tomarte de la mano, si hemos  de morir por Jesús, lo haremos juntos, mano a mano”.   En ese grupo también estaban: 
• Lucas Baanabakintu, Musoke Gyaviira  y Tuzinde Mbaga, todos del clan Mmamba;
• Santiago Buuzabalyawo, hijo del  tejedor real y miembro del clan Ngeye; 
• Ambrosio Kibuuka, del  clan Lugane 
• Anatolio Kiriggwajjo, guardián de los rebaños el rey;  
• Mukasa Kiriwawanvu, camarero real; 
• Adolofo Mukasa Ludico, del clan Ba´Toro,  guardián de los rebaños del rey; 
• Mugagga Lubow sastre real,  del clan de Ngo; 
• Aquiles Kiwanuka, del clan Lugave, y
• Bruno  Sserunkuuma,  del clan Ndiga.
Quienes asistieron a la ejecución se  impresionaron al oírlos orar hasta el final, sin un gemido.  Es un martirio que no apagó la fe de  Uganda, más bien se convierte en semilla de muchas conversiones,  como anunciara proféticamente Bruno Sserunkuuma justo antes de su martirio:  “un manantial que tiene muchas fuentes no se secará nunca,  nosotros ya no estemos pero otros vendrán despues de nosotros”.  
El grupo de mártires católicos elevados a los altares se  completa el 27 de enero de 1887 con la muerte  del siervo del rey, Juan María Musei, que espontáneamente confesó  su fe ante el primer ministro del rey  Mwanga  por lo que fue decapitado de inmediato.
Carlo Lwanga y sus  21 jóvenes compañeros fueron canonizados por el Papa Pablo VI  en 1964 y en el lugar de su martirio se  construyó una magnífica santuario, a poca distancia, otro santuario recuerda  a los cristianos no católicos que fueron martirizados también. Hay  que señalar que junto a los cristianos también fueron martirizados  algunos musulmanes. 
 
 
En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución rehusó impávido emprender la fuga y ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes, tras atravesárselo, lo colgaron de un árbol hasta que entregó el espíritu por Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario