Dios está presente en nuestra vida. Nuestro Dios es un Dios vivo, actuante y que se relaciona con nosotros incluso de manera personal. Misteriosamente, Aquél que ha creado todo lo que existe y que está más allá de toda posibilidad de comprensión humana, resulta ser más íntimo a nosotros que nosotros mismos.
Muchas de las dificultades que afrontamos en nuestra vida, derivan de las dudas que albergamos respecto de las afirmaciones anteriores. Nuestra fe suele vacilar. Pero merced a Su gracia y al ejercicio de nuestro margen de libertad, lo que es mera creencia puede transformarse en fe, esta convertirse en certeza y desde aquella es posible el acceso a la experiencia.
Estamos diciendo que puede tenerse experiencia íntima e indubitable de la presencia de Dios y por cierto de Su acción en lo cotidiano. Contrariamente a lo que pudiera suponerse, esta presencia no es esquiva, ni se oculta al hombre. Somos nosotros los que teniendo embotados los sentidos físicos y espirituales nos hemos convertido en ciegos y en sordos a las múltiples manifestaciones de lo sagrado.
Somos esclavos de nuestras pasiones y mediante múltiples deseos hemos dirigido nuestra atención hacia aquello que creíamos podía colmar nuestras ansias de felicidad. Una y otra vez, fracasamos en encontrar un bienestar estable, porque apostamos a lo provisorio, a lo que esencialmente es fugaz y mudable.
Tarde o temprano hemos de reconocer, que no hay en este mundo algo capaz de saciar el corazón del hombre, como no sea aquello que tiene la cualidad de lo eterno, solo Dios. Vivimos extrañados, siempre algo alienados, como extranjeros en un país de idioma críptico, donde nuestras acciones e intenciones nunca terminan dando los frutos que esperamos.
Es que no somos de aquí, nuestro origen es celeste y olvidando nuestra condición de hijos de Dios, buscamos identidad en las cosas materiales.
Concentrémonos en actualizar nuestra experiencia de lo sagrado. Busquemos el don de la presencia de Dios en lo cotidiano, para que este encuentro con El Amado nos inflame de fuerza y determinación para ser fieles, para subir peldaño a peldaño la escala de Jacob.
Invoquemos a María, la “Theotokos”, para que imbuidos de su entrega y de su confianza nos dispongamos a profundizar nuestro camino espiritual.
Lectura recomendada Génesis 28, 11-19
1 comentario:
Reciban muchisimas bendiciones, quiero aprovechar y compartirles mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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