miércoles, 22 de mayo de 2013

Jesús es nuestra luz

Marcos 9, 38-40. Tiempo Ordinario. Cada uno puede hacer el bien de diferente manera, pero todos somos Iglesia.
 
Jesús es nuestra luz
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-40

Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros».

Oración introductoria

Señor Jesucristo, que con el Bautismo me has concedido la gracia de la filiación divina. Concédeme la gracia de vivir siempre en la luz de tu amistad. Que en la lucha contra el mal, el pecado, la concupiscencia y las tentaciones esté siempre presente tu gracia santificadora. Que las tinieblas que se ciernen sobre mi vida se desvanezcan con la luz de tu amor misericordioso y paciente. Ayúdame a permanecer siempre en tu amistad. Te ofrezco esta meditación por todos mis familiares y amigos, por los que se sienten atribulados por el peso del pecado o los que se encuentran desesperados en la lucha contra el mal. Sostenlos con tu gracia, conforta sus corazones, ayúdales a encontrar la paz verdadera de sus almas. Acrecienta Señor en nuestras almas la gracia del Bautismo.

Petición

Señor, concédeme la gracia de amar y valorar la gracia bautismal. Que esté siempre a tu lado.

Meditación del Papa

Y quien está unido a Cristo, quien es sarmiento en la vid, vive de esta ley, no pregunta: "¿Todavía puedo o no puedo hacer esto?", "¿debo o no debo hacer esto?", sino que vive en el entusiasmo del amor que no pregunta: "esto todavía es necesario o está prohibido", sino que, simplemente, en la creatividad del amor, quiere vivir con Cristo y para Cristo y entregarse totalmente a sí mismo por él y así entrar en la alegría del dar fruto. Recordemos también que el Señor dice: "Os he destinado para que vayáis": es el dinamismo que vive en el amor de Cristo; ir, es decir, no quedarme sólo para mí, ver mi perfección, garantizarme la felicidad eterna, sino olvidarme de mí mismo, ir como Cristo fue, ir como Dios fue desde su inmensa majestad hasta nuestra pobreza, para encontrar fruto, para ayudarnos, para darnos la posibilidad de llevar el verdadero fruto del amor. Cuanto más llenos estemos de esta alegría de haber descubierto el rostro de Dios, tanto más el entusiasmo del amor será real en nosotros y dará fruto. (Benedicto XVI, 20 de febrero de 2010).

Reflexión

Un personaje predicaba en nombre de Jesús y los apóstoles se lo querían impedir. Jesús simplemente les dice que lo dejen actuar. ¿Qué había en aquella persona, de la cual no sabemos ni el nombre, ni la edad? No sabemos nada de él y, sin embargo, realizó actos buenos. Era una persona sencilla común y corriente. Podemos comparar aquella persona con uno de nosotros. Un seglar convencido en difundir el reino de Cristo. Nosotros somos una pieza clave en la iglesia. Mas ahora en estos tiempos ser católico es luchar contra corriente, si lo queremos ser con autenticidad. Tratamos de serlo en nuestro corazón pero también hay que serlo en el exterior compartiendo con los demás las riquezas de nuestra fe.

Por eso hay que vivir atentos, con la mirada alerta para descubrir el bien que pueden hacer las personas a nuestro alrededor.

Digamos, pues: «Dios ha ordenado a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos para impedirte caer; mil enemigos caen a tu mano siniestra y diez mil a tu diestra, sin que puedan llegarse a ti. Por haberse adherido a Mí, dice el Señor, le libraré, le protegeré, porque conoce mi nombre; me invocará y será atendida su demanda; estaré a su lado en el momento de la tribulación para librarle y glorificarle; le colmaré de días felices y le mostraré mi salvación» (Sal 90, 11-12; 14-16).

La gracia del Bautismo imprime carácter en nuestras almas. Por el Bautismo fuimos marcados con el sello de la cruz. Desde ese momento el nombre de Cristo resuena fuerte en nuestros corazones. El esfuerzo diario por ser fieles a nuestra fe es un camino ideal para realizar nuestros compromisos bautismales. Que el amor de Dios derramado en nuestros corazones por este sacramento fructifique en nuestras almas y en las de aquellas personas que por la Providencia Divina han de beneficiarse de nuestro ejemplo.

Propósito

Renovar en una visita eucarística la gracia bautismal. Repetir con fervor y alegría mi pertenencia total a Cristo.

Diálogo con Cristo

¡Gracias Señor por el don del Bautismo, gracias por renovarme desde dentro, gracias por nacer en mí en cada eucaristía, en cada comunión, gracias por hacerme parte de tu familia! Concédeme la gracia de vivir con la conciencia clara del inmenso amor que me has tenido. Que mi corazón se ensanche al contemplar las maravillas que haces en mi vida. Acrecienta mi fe, mi esperanza y caridad. Ayúdame en la lucha contra el mal y el pecado, fortifica mi voluntad e ilumina siempre mi inteligencia para conocerte y amarte en cada uno de mis hermanos. Ayúdame a dedicarme con la oración y el celo ardiente a transmitir esta hermosa realidad a todas las personas. Concédeme alimentar día a día la esperanza de encontrarme contigo en el cielo.


No olvidéis jamás que vuestra felicidad, que nuestra felicidad, depende en definitiva del encuentro y de la amistad con Jesús. (Benedicto XVI, Discurso, lunes 10 de abril de 2006)
miércoles 22 Mayo 2013
Miércoles de la séptima semana del tiempo ordinario

Santa Rita de Cascia,  Beato João Baptista Machado






Leer el comentario del Evangelio por
Concilio Vaticano II : ¿Acaso van con nosotros?

Lecturas

Eclesiástico 4,11-19.

La sabiduría educa a sus hijos y cuida de los que la buscan.
El que la ama ama la vida; los que parten de mañana en su búsqueda serán colmados de alegría.
El que la posee alcanzará al fin la gloria; el Señor le dará su bendición.
Los que la sirven se hacen los ministros del Santo, los que la aman son amados del Señor.
El que la escucha tendrá un juicio acertado, el que le obedece estará seguro.
El que confía en ella la heredará, y sus descendientes disfrutarán de ella.
Al principio lo llevará por caminos ásperos, le provocará miedos y sustos; lo agotará con su disciplina hasta el momento en que pueda contar con él; multiplicará sus exigencias para ponerlo a prueba.
Pero luego lo llevará por caminos planos, le procurará la alegría y le revelará sus secretos.
Pero si se ha extraviado, lo abandonará y dejará que se pierda.


Salmo 119(118),165.168.171-172.174-175.

Una paz grande para los que aman tu Ley, nada podrá hacerlos tropezar.
Observo tus ordenanzas, tus testimonios, a tu vista están todos mis caminos.
¡Que mis labios publiquen tu alabanza, pues tú me enseñas tus preceptos!
¡Que mi lengua celebre tu palabra, pues son justos todos tus mandamientos!
He ansiado, Señor, tu salvación, y tu Ley ha sido mi delicia.
¡Que mi alma viva para alabarte, y tus juicios vendrán en mi ayuda!



Marcos 9,38-40.

Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para expulsar demonios, y hemos tratado de impedírselo porque no anda con nosotros.»
Jesús contestó: «No se lo prohíban, ya que nadie puede hacer un milagro en mi nombre y luego hablar mal de mí.
El que no está contra nosotros está con nosotros.


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por

Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen gentium”, §16 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)

¿Acaso van con nosotros?

Por último, quienes todavía no recibieron el Evangelio, se ordenan al
Pueblo de Dios de diversas maneras. En primer lugar, aquel pueblo que
recibió los testamentos y las promesas y del que Cristo nació según la
carne (cf. Rm 9,4-5). Por causa de los padres es un pueblo amadísimo en
razón de la elección, pues Dios no se arrepiente de sus dones y de su
vocación (cf. Rm 11, 28-29). Pero el designio de salvación abarca también a
los que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los
musulmanes, que, confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con
nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el
día postrero. Ni el mismo Dios está lejos de otros que buscan en
sombras e imágenes al Dios desconocido, puesto que todos reciben de El la
vida, la inspiración y todas las cosas (cf. Hch 17,25-28), y el Salvador
quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2,4). Pues quienes,
ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no
obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de
la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de
la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. Y la divina
Providencia tampoco niega los auxilios necesarios para la salvación a
quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios
y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios. Cuanto
hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una
preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres
para que al fin tengan la vida.

 

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