martes, 29 de noviembre de 2011

Ayudémosle


"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
Pedro le contestó:
-Sí, Señor, tú sabes que te amo.
Entonces Jesús le dijo:
-Apacienta a mis corderos.
Jesús volvió a preguntarle:
-Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro respondió:
-Sí, Señor, tu sabes que te amo.
Jesús le dijo:
-Cuida a mis ovejas.
Por tercera vez insistió Jesús:
-Simon, hijo de Juan, ¿me amas?" (Jn 15,15-17)

Jesús, una vez Resucitado, vencida la muerte, tiene una preocupación: no dejar turbada el alma de Pedro. Tres veces lo negó y tres oportunidades le da Cristo de reparar la ofensa, de que su alma halle la paz. Siempre la misma respuesta: APACIENTA A MIS OVEJAS.

Es este mismo Corazón que no para de dar oportunidades... ¿somos todos como Pedro? ¿Cuántos no responden? ¡Está clarisimo!¡Se deshace en tierno y generoso Amor por nosotros! "¿me amas más que estos?"

¡Es hora de responderle SI, SI, SI SEÑOR, TU SABES QUE TE AMO! ¿CUAL ES TU PREOCUPACION? "Apacienta a mis ovejas". Es el último mensaje: darLe a los hermanos. ¡Gran misión! ¡La misión de la Iglesia!

Es aquí donde nace la Necesidad de Dios.El siemrpe quiere darSe al alma. Los hombres somos los portadores de Nuestro Señor. Es aquí donde nace nuestra vocación: acoger al Señor con todo el amor del mundo por todos los corazones que lo rechazan. Hacer de nuestra vida, por entera, Su Morada. Una Morada de Alivio. Esta aventura requiere vaciarse por entero para poder llenarse por entero de Dios.

¡Es Dios el que nos convocó desde el principio! La Necesidad de Dios de fundar en nuestros corazones nos apremia, nos urge, nos llama al cambio inminente. Es una vocación sencilla y silenciosa. ¿Cómo lograrlo?

Dios nos dejó los dos mejores regalos que podria habernos dejado: la Eucaristía y su Madre. Con ellos, todo lo podemos, absolutamente todo. ¿No es acaso en la Eucaristía donde se nos da por completo diariamente? ¿Acaso no está en el Sagrario a cada instante preguntandonos si le amamos? ¿No tenemos la Madre que más nos quiere? Aprendamos de ella, que tan bien apacienta a sus ovejas dandonos a Jesús sin medida.

Esta vocación requiere de una vida como la de la Virgen: humilde, serena, casta y entregada. En definitiva, una vida de total servicio al hermano a través del servicio a Dios. Una vida como la de Nazaret:

Alegría de espíritu, que nace del gozo de tener esta "morada divina" en nosotros. Imposible contenerla.

Paz de alma, ya que vivimos un "trocito de cielo en la tierra."

Pobreza, pues sabemos que sólo con El nos basta.

Permanente servicio, velando el Corazón de Cristo, orando por todos los hermanos, sirviendonos entre nosotros.

Castidad, muestra del compromiso tan grande que tenemos hacia El.

Silencio, que crea el ambiente necesario para escuchar lo que necesita en cada momento.

Amor a la Eucarístia, con continua adoración, no dejandola sola un instante en el Sagrario, haciendo de cada jornada una continuación de la misma.

No es otra cosa que lanzarnos a ser MARTIRES Y ADORADORES DE SU AMOR: mártir pues gastamos hasta el último aliento por su Amor y Adorador ya que cuidamos suave y continuamente de su Corazón. Nuestra Madre, María, será nuestro Auxilio, nuestra Colaboradora, nuestro Modelo. Y con Ella, poder ser fieles a la vocación. En definitiva hermanos, buscamos que nuestras almas alcancen la santidad a los ojos de Dios para poder ofrecerle lo mejor a Cristo: este es nuestro ideal de santidad.

Los signos externos, hermanos, deben mostrar todo esto. Deben mostrar la cantidad infinita de Amor que da el Señor; bien podría ser así nuestro hábito. Al igual que Cristo mora y descansa en nosotros,así moramos y descansamos nosotros en el mejor convento de todos: su corazón. Nuestro convento terrenal debe ser igual para toda alma: un lugar donde descansar del mundo y sobre todo encontrar el amor de Dios. Bajo la mano de nuestra Santa Madre Iglesía, obedeciendola en todo y yendo allí donde nos mande. Aprendemos de las almas que volaron alto en la contemplación: Santa Teresa de Jesús, Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Margarita María de Alacoque, San Bernardo, San Agustín, Santo Tomás y San Bruno.Tomamos prestado enseñanzas de la vida activa a Padre Damián, el Santo Cura de Ars y San Alfonso María de Ligorio

¿Dificil empresa? Nosotros, sus siervos, que poco tenemos y sabemos, debemos confiar, confiar y confiar. Ese es el mayor impedimento de nuestro tiempo. Lanzarse cuesta mucho pero tanto más se nos dará. ¿No es preciosa esta entrega? Queda todo por hacer y Cristo necesita de nuestra mano. Ayudemosle:

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