Dudamos de la existencia de Dios, porque queremos entenderlo, explicarlo y conocerlo con nuestra mente, que aunque es poderosa, capaz y dicen los que saben que apenas desarrollamos el 10% de su capacidad, nunca será lo suficientemente capaz para comprender los misterios que Dios encierra.
Iniciemos por comprender que Dios, creador y origen de todo lo que existe y nosotros mismos somos semejanza de El, no puede ser descubierto estudiando lo material, lo que nos rodea día a día, sino interiorizando en nuestra esencia, nuestra alma. He de afirmar que mientras sigamos haciendo esfuerzos para entender, ver y tocar a Dios por medio de lo material (experimentos, laboratorios, pruebas, ciencia), será cada vez mas difícil que ese encuentro personal con el Creador se de.
¿Quieres conocer, sentir y vivir a Dios?, entonces te invito a que en primer lugar te liberes de las confusiones que el mundo ha inventado por incredulidad. Comprende que eres un todo divisible, como un perfume finísimo. Tu cuerpo es como el envase del perfume, aunque tuvo también un proceso dedicado de elaboración, diseño y arreglo, pierde su importancia cuando el contenido se termina. Tu alma es como la esencia del perfume en sí, es lo que mas se aprecia y aunque tiene un estado líquido, cuando cumple con su función principal, aromatizar, cambia su estado y se fija en la piel o se atomiza en el aire y pudiendo ver todo lo que sucede con el, nunca atraparás permanentemente el aroma que en sus estados anteriores encerraban, pues para ser lo que en verdad es, necesita liberarse de lo que la atrapa.
Si estas dispuesto a lo que te propongo, estas dando el primer paso en acercarte a Dios. Te invito a que te adentres en tu verdadero ser, cierra tus ojos y ora desde tu corazón, para lo cual te sugiero:
Señor Jesús, hijo de Dios y Dios mismo, te pido, por el amor que haz tenido al mundo, que en este momento en el que cierro mis ojos materiales, me permitas abrir por primera vez mis ojos espirituales, esos ojos que realmente pueden conocerte. Permíteme ser admirador de la creación, del mundo y sus maravillas, pero aléjame Señor de todas las ofertas materiales que me separan de Ti y de tu amor. Enséñame tu camino, tu verdad y la verdadera esencia de la vida, para que con la sabiduría que me brinda tu Espíritu, pueda comprender que tu existes, vives y reinas por todos los siglos, Amen.
Realiza este tipo de oración con frecuencia, hazlo en tu intimidad, con gran devoción y entrega; poco a poco, en la medida que tu ser se va entregando, comenzaras a descubrir la presencia de Dios en tu vida y las maravillas que tiene para ti.
Iniciemos por comprender que Dios, creador y origen de todo lo que existe y nosotros mismos somos semejanza de El, no puede ser descubierto estudiando lo material, lo que nos rodea día a día, sino interiorizando en nuestra esencia, nuestra alma. He de afirmar que mientras sigamos haciendo esfuerzos para entender, ver y tocar a Dios por medio de lo material (experimentos, laboratorios, pruebas, ciencia), será cada vez mas difícil que ese encuentro personal con el Creador se de.
¿Quieres conocer, sentir y vivir a Dios?, entonces te invito a que en primer lugar te liberes de las confusiones que el mundo ha inventado por incredulidad. Comprende que eres un todo divisible, como un perfume finísimo. Tu cuerpo es como el envase del perfume, aunque tuvo también un proceso dedicado de elaboración, diseño y arreglo, pierde su importancia cuando el contenido se termina. Tu alma es como la esencia del perfume en sí, es lo que mas se aprecia y aunque tiene un estado líquido, cuando cumple con su función principal, aromatizar, cambia su estado y se fija en la piel o se atomiza en el aire y pudiendo ver todo lo que sucede con el, nunca atraparás permanentemente el aroma que en sus estados anteriores encerraban, pues para ser lo que en verdad es, necesita liberarse de lo que la atrapa.
Si estas dispuesto a lo que te propongo, estas dando el primer paso en acercarte a Dios. Te invito a que te adentres en tu verdadero ser, cierra tus ojos y ora desde tu corazón, para lo cual te sugiero:
Señor Jesús, hijo de Dios y Dios mismo, te pido, por el amor que haz tenido al mundo, que en este momento en el que cierro mis ojos materiales, me permitas abrir por primera vez mis ojos espirituales, esos ojos que realmente pueden conocerte. Permíteme ser admirador de la creación, del mundo y sus maravillas, pero aléjame Señor de todas las ofertas materiales que me separan de Ti y de tu amor. Enséñame tu camino, tu verdad y la verdadera esencia de la vida, para que con la sabiduría que me brinda tu Espíritu, pueda comprender que tu existes, vives y reinas por todos los siglos, Amen.
Realiza este tipo de oración con frecuencia, hazlo en tu intimidad, con gran devoción y entrega; poco a poco, en la medida que tu ser se va entregando, comenzaras a descubrir la presencia de Dios en tu vida y las maravillas que tiene para ti.
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