Hermano Francisco, como tú, ayúdanos a vivir hoy
el Evangelio sin glosa y plenamente.
Con la transparencia de una flor
construiremos relaciones fraternas estables.
El SOL de justicia brille en tu corazón.
Con Francisco, apostemos por un mundo más habitable
y humano.
Artesanos de la paz y portadores de la bondad y la misericordia.
Alabado seas mi Señor en toda tu magnificencia
y esplendor.
Alabado seas mi Señor por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Que ese torrente de AGUA VIVA llegue a mi corazón, Señor,
como un día en Francisco.
Como una página en blanco, para que cada día
el Señor escriba algo nuevo en mi.
En lo profundo de mi ser, mi alma te busca
a ti Señor.
Altísimo, omnipotente, buen Señor:
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor ...
Alabado seas mi Señor por el hermano SOL
y que hace de ti mención.
Ilumínanos con tu esplendor y disipa las
tinieblas de nuestra vida.
Al atardecer de cada día: ¡QUEDATE CON NOSOTROS, SEÑOR!
Hermano Menor, enséñanos a orar cada día
con un corazón desapropiado y pequeño.
Con las manos abiertas para acoger a todos,
sin discriminar a nadie. Como Francisco, el hermano de todos.
Cristo POBRE Y CRUCIFICADO:
la pasión del hermano Francisco
Aferrados a Cristo, sigamos sus huellas cada día.
Si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
no produce fruto. Con la fuerza de la debilidad seamos
signos de un mundo nuevo.
Siempre nos preguntaremos: Señor, ¿qué quieres que haga?
La vida es dinámica y cada día el Señor nos invita
a vivir algo nuevo. Así la vivió Francisco.
HERMANO FRANCISCO
El otro Cristo que pasó haciendo el bien por este mundo.
El otro pobre que siguió al POBRE, desnudo y sin poder.
Necesitamos de ti hermano Francisco.
Ven a recrear nuestra vida cristiana y franciscana
y nuestra propia vocación.
Tráenos tu audacia y originalidad,
para vivir el Evangelio en las actuales circunstancias.
Haznos artesanos de la paz y hombres y mujeres
del diálogo y el encuentro.
Danos fortaleza para abrasar a los leprosos de hoy.
Y enséñanos a vivir la fraternidad universal.
¡Ven hermano Francisco!, hoy más que nunca necesitamos de ti.
Amén.
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