Hoy, 27 de noviembre, conmemoramos a San JACOBO el INTERCISO, Mártir.
SAN JACOBO EL INTERCISO (¿?-421) nació en Bêth-Lâpat, la actual Khorramabad, en Irak, en el seno de una familia de cristianos pudientes y honorables.
A San Jacobo, o Santiago, el Interciso se le conoce también como San Jacobo de Persia o Santiago el Amputado.
Dentro de su comunidad, San Jacobo el Persa se casó con una joven cristiana, y procrearon amorosamente una familia a la que también educaron en la fe de Jesús.
San Jacobo era funcionario en la corte del emperador persa Izdegerd; estuvo a su lado cuando eventualmente se desató una guerra, e incluso lo acompañó a rendir culto a los dioses paganos.
En la soledad de las noches San Jacobo se lamentaba de lo que había hecho, y su familia, que desde la distancia lo apoyaba, lo instó a través de cartas a que se arrepintiera.
Cuando leía las cartas de su familia, San Jacobo se ponía a llorar y a rezar. Una vez fue espiado por soldados del nuevo emperador, quienes lo delataron y lo llevaron ante su presencia.
Ahí, armado de valor, San Jacobo confesó públicamente su religión. Esto despertó la tremenda ira del monarca, que lo condenó al terrible tormento de la amputación de todos sus miembros.
Así, los verdugos comenzaron cortándole uno por uno los dedos de las manos y de los pies, hasta llegar a las piernas y los brazos, mientras San Jacobo rezaba y daba gracias a Dios por la oportunidad de redimirse. Finalmente falleció decapitado.
A pesar de que el emperador ordenó que los trozos del cuerpo del mártir fueran esparcidos por el desierto, los cristianos consiguieron reunirlos y transportarlos a Jerusalén.
San Jacobo el Interciso es patrono del monasterio de Mar Iaqub, en Dedeh, en las cercanías de Trípoli, en Líbano, donde las monjas del lugar cuidan las reliquias que se le atribuyen.
SAN JACOBO EL INTERCISO nos enseña el valor del arrepentimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario