jueves, 26 de septiembre de 2013

Nicolás de Forca Palena, Beato

Monje y Presbítero, 29 de septiembre
 
Nicolás de Forca Palena, Beato
Nicolás de Forca Palena, Beato

Monje y Presbítero

Martirologio Romano: En Roma, beato Nicolás de Furca Palena, presbítero de la Orden de San Jerónimo, fundador del monasterio de San Onofre, en la colina del Janículo, descansando ya centenario en el Señor (1449).

Fecha de beatificación: El Papa Clemente XIV confirmó su culto el 27 de agosto de 1771.
Nicolás vivió de la mitad del siglo XIV a la mitad del siglo XV; exponente del imponente movimiento de la Tercera Orden Franciscana que abarca desde los palacios reales hasta las casitas de los tejedores, asumiendo formas muy diversas de vida religiosa; la magnífica flexibilidad de la regla la hace apta para santificar todos los estados y todas las almas. Así tenemos a santa Brígida de Suecia, esposa modelo, madre de 8 hijos, que, después de haber peregrinado a los grandes santuarios, permanece en Roma, donde inicia una vida pobre, premiada con visiones, fundadora de una escuela de perfección. Santa Isabel, reina de Portugal, San Elzeario de Sabran y la Beata Delfina de Glandèves, quienes desde el trono irradian fulgores de santidad, San Conrado Confalonieri, que cuando la mujer se hace clarisa, parte como peregrino por Italia, y concluye su vida en el eremitorio de Noto en Sicilia en la oración y en la penitencia. San Roque de Montpellier, quien de rico, se hace pobre e itinerante por los caminos de Francia e Italia, dejando un heroico mensaje evangélico en momentos de luchas y pestes.

En Forca Palena dei Peligni, pequeña región de la provincia de Chieti (Abruzos), nace Nicolás en 1349. Después de una sana educación entró en el seminario y fue ordenado sacerdote, ejerció por un tiempo el ministerio de párroco en la diócesis de Sulmona. Después de la elección al Sumo Pontificado del sulmonés Inocencio VII, deseoso de una vida de mayor santidad, viajó a Roma, donde fue acogido por un grupo de ermitaños, que vivían la vida de la Tercera Orden Franciscana Regular, bajo la dirección de Fray Rinaldo del Piamonte. Su eremitorio estaba situado entre las termas de Nerón, en una torre, con casitas y huertecillo en la región de San Eustaquio, cerca de la iglesia de San Salvador.

Su personalidad, sus eminentes dotes intelectuales y morales le atrajeron la estimación de todos los ermitaños, quienes a la muerte de Fray Rinaldo lo nombraron su sucesor, su maestro y padre. Entretanto habían crecido en número y fervor y de todas partes de Italia llegaban peticiones de nuevas fundaciones.

Con algunos compañeros Nicolás se fue a Nápoles y entre la vieja iglesia de San Agnello y el actual hospital de los incurables, fundó un eremitorio, que se haría célebre por los numerosos ermitaños y por su santidad, y la bella iglesia de Santa María Mayor en Caponapoli.

En 1434 fue llamado a Florencia por el papa Eugenio IV, con el encargo de reformar algunos monasterios, entre ellos los de Ricorboli y de San Agustín en el Apenino, y fundar eremitorios de su congregación.

Cumplido el mandato pontificio, regresó a Roma, y en el Monte Esquilino fundó el eremitorio y la iglesia de San Onofre, que luego sería célebre por haber hospedado al poeta Torcuato Tasso. Allí fijó su última residencia. Allí se encontró varias veces con el Beato Pedro Gambacorta de Pisa, quien venía a Roma para impetrar la aprobación de su Congregación de San Jerónimo cuyos ermitaños eran llamados Girolomini. Los dos santos se estimaban y se amaban con afecto fraternal. El 1 de octubre de 1449, a los 100 años de edad, Nicolás llegó a la patria celestial.
 

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