lunes, 30 de septiembre de 2013

Amor loco humano y amor loco por Dios

 “Volvamos ahora al amor humano. Hemos dicho que, en nosotros, el amor loco está presente, emerge como Venus naciendo del mar, cuando la persona se da, al descubierto y al desnudo, ella misma toda entera a otra persona como a su Todo, en el cual se extasía y del que se hace parte (…)
Pues bien, teniendo en cuenta lo que acabo de indicar, debe decirse que es posible a un hombre o a una mujer que siente, por aquella o aquel a quien él o ella ama, una amistad (amor de abnegación) perfecta y plena, y un auténtico amor en su forma ordinaria, tener al mismo tiempo el amor loco de Dios; pero que un ser humano no puede darse a la vez totalmente, de una manera absoluta, a dos objetos cada uno de los cuales constituya su Todo; en otras palabras, si un alma ha entrado en el amor loco de Dios, entonces deberá renunciar al amor loco humano -sea que, como en el estado religioso, renuncie completamente a la carne, -sea que, manteniendo los vínculos del matrimonio, no renuncie a ese amor único y sagrado en que el hombre y la mujer son dos en una sola carne, pero renuncie a l0 que, en el orden de las perfecciones ontológicas de la naturaleza, es la cima y la perfección del amor conyugal, es decir, el amor loco. Porque un amor de dilección de tal clase que en él el Amado se convierta verdaderamente y realmente en el Todo del Amante, exige ser único en el alma, y si un amor así (amor loco) es dado a Dios, exige que no sea dado más que a Él
El alma humana no puede tener más que un único Esposo, entendiendo esta palabra de los supremos esponsales en que el amor loco reina como dueño. Por eso, si ese Esposo es Dios, su amor es celoso. Es preciso que Dios, es preciso que Jesús sea el Único Amado, el Único amado con amor loco. «¿Cómo le demostraré mi amor? -Dándome a El desde el fondo del corazón, de tal modo que nunca more en El ningún otro amor… Dios es celoso de este don particular del corazón que es el amor, que es total y exclusivo por su naturaleza”.    

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