lunes, 23 de septiembre de 2013

Jesucristo


rostro de Cristo
La expresión «Jesucristo» (140 veces) o «Cristo Jesús» (96 veces) se encuentra sobre todo en los Hechos de los Apóstoles y las Cartas, pero solamente 6 veces en los Evangelios (Mt 1,1.18; 16,21; Mc 1,1; Jn 1,17; 17,3). Asocia un nombre propio, Jesús, a un término de función, Cristo, Mesías.

Josué, Jesús

El nombre de Jesús es indicado por el enviado de Dios a María (Lc 1,31) y a José: «Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados» (Mt 1,21). Esta explicación mediante el verbo «salvar*» subraya que Jesús (Iesous) es la forma griega abreviada de Yeho-súa’ (oYesúa’, que quiere decir: «El Señor salva». Es el nombre de Josué, el sucesor de Moisés, el que hace que entre el pueblo de Dios en la Tierra prometida pasando el Jordán. ¿No es ahí donde Jesús recibirá el bautismo de Juan y se pondrá de nuevo a la cabeza del nuevo pueblo de los pecadores perdonados, adoptados por Dios como hijos suyos?
El nombre de Jesús es asociado una treintena de veces a «salvar, salvación»: «Nadie más que él puede salvarnos, pues sólo a través de él nos concede Dios a los hombres la salvación sobre la tierra» (Hch 4,12). Jesús es llamado «salvador» (soter) 16 veces (Lc 2,11; Jn 4,42).
El nombre de Josué es frecuente: ¡se pueden contar 16 diferentes en la Biblia! En el Nuevo Testamento, véanse los Jesús de Lc 3,29; Mt 27,16 (Barrabás) y Col 4,11. Esta raízyasá’, salvar, forma parte de muchos otros nombres bíblicos: Eliseo, Isaías, Oseas, Mesá, etc.; prueba de que el nombre de «Dios salva» siempre ha sido muy importante.

Mesías, Cristo

La palabra «mesías» es la transcripción (a través del griegomessías) del hebreo masiah, «consagrado, ungido». Lo más frecuente es que la palabra hebrea se traduzca en griego porchristós, «ungido, untado con aceite». Se aplicaba a los reyes (Saúl, y después a David y sus descendientes), que recibían una unción con aceite perfumado en el momento de su advenimiento (2 Sam 5,3; 1 Re 1,39). Por tanto, Mesías es un título real. Los profetas anuncian la llegada de un rey futuro enviado por Dios para restablecer la monarquía en Israel: en tiempos de Jesús, esta espera del Mesías es muy viva y frecuentemente está vinculada a un deseo de liberación del ocupante romano (Mt 22,42; 24,5).
Jesús rechaza responder a esta espera nacionalista: su mensaje sobre el Reino* de Dios no es político: «Mi reino no es de este mundo» (Jn 18,36), y huye de la multitud, que, después de un espectacular milagro, quiere hacerle rey (Jn 6,15). El evangelio de Marcos subraya muchas veces que Jesús pide silencio a los que ha curado (Mc 1,44) Yevita presentarse como el Mesías a causa de esta ambigüedad que falsearía su misión; se trata del «secreto mesiánico». Cuando Pedro dice a Jesús: «Tú eres el Cristo», «Jesús les prohibió terminantemente que hablaran a nadie acerca de él» (Mc 8,30). No acepta el título de Mesías más que al final, ante el sumo sacerdote que le quiere condenar (Mc 14,61-62).
Los primeros cristianos reconocieron en Jesús al Mesías esperado que cumple las profecías (Hch 9,22; 17,3), pero prefieren darle el título de «Señor» (Lc 2,11; Hch 2,36; Flp 2,11), para decir que es mucho más que el Mesías esperado por los judíos: es el Hijo de Dios.

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