miércoles, 13 de marzo de 2013

José, Santo


Esposo de la Virgen María, Marzo 19
 
José, Santo
José, Santo

Esposo de la Virgen María

Martirologio Romano: Solemnidad de san José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.

Etimológicamente; José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.

Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a
José, Santo
José, Santo
Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.


San José con JesúsSAN JOSÉ
ESPOSO DE MARÍA y PADRE VIRGINAL DE JESUS

FIESTA: 19 de marzo
Modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte.
Ver también:Página principal sobre San José en Corazones.org
San José. el esposo de María, Francisco Fernández
Virgen María"hermanos de Jesús"
A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y de la Stma. Virgen María.
Nuestro Señor fue llamado "hijo de José" (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el carpintero (Mateo 12:55).
No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Stma. Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a el como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!
San José es llamado el "Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido" de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.
Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser parte de la Revelación. 
San Mateo (1:16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3:23), su padre era Heli.  Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.
Según San Mateo 13:55 y Marcos 6:3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que era carpintero. San Justino lo confirma (Dial. cum Tryph., lxxxviii, en P. G., VI, 688), y la tradición ha aceptado esta interpretación.
Si el matrimonio de San José con La Stma. Virgen ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás, opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a José.  Santo Tomás observa que esta interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.
Los hombres por lo general se casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero...ejemplo para todos nosotros.
La literatura apócrifa, (especialmente el "Evangelio de Santiago", el "Pseudo Mateo" y el "Evangelio de la Natividad de la Virgen María", "La Historia de San José el Carpintero", y la "Vida de la Virgen y la Muerte de San José) provee muchos detalles pero estos libros no están dentro del canon de las Sagradas Escrituras y no son confiables.
Amor virginal
Algunos libros apócrifos cuentan que San José era un viudo de noventa años de edad cuando se casó con la Stma. Virgen María quien tendría entre 12 a 14 años. Estas historias no tienen validez y San Jerónimo las llama "sueños". Sin embargo han dado pie a muchas representaciones artísticas. La razón de pretender un San José tan mayor quizás responde a la dificultad de una relación virginal entre dos jóvenes esposos. Esta dificultad responde a la naturaleza caída, pero se vence con la gracia de Dios. Ambos recibieron extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. En la relación esposal de San José y la Virgen María tenemos un ejemplo para todo matrimonio.  Nos enseña que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios.  San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús.  La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.
El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. (cf.St. Aug., "De cons. Evang.", II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; "Cont. Julian.", V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2).
Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño:
"Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1:19-20, 24).

Unos meses mas tarde, llegó el momento para S. José y  María de partir hacia Belén para apadrinarse según el decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba en cinta. (cf. Lucas 2:1-7).

En Belén tuvo que sufrir con La Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él".(Lucas 2:33).
Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Mateo 2:13.  San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.

San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.   Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada. 

Una vez mas por medio del ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: "«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.»  El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.  Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea". Mateo 2:22.
Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. Lucas 2, 42-51).  San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.  Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería.
Lo mas probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla mas de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.
Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y la Venerable Bede dice que fue enterrado en el Valle de Josafat. Pero estas historias son dudosas. 

La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra.  Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José.  Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.
San Pedro Crisólogo: "José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes" El nombre de José en hebreo significa "el que va en aumento. "Y así se desarrollaba el carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta llegar a una excelsa santidad.
En el Occidente, referencias a (Nutritor Domini) San José aparecen  en el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera iglesia a él dedicada.  Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), "La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José".
En el siglo XV, merecen particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer (m. 1419), Pedro d`Ailli (m. 1420), Bernadino de Siena (m. 1444) y Jehan Gerson (m. 1429).  Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471 - 84), San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad.  En 1621 Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726.
San Bernardino de Siena  "... siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada? " Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió durante treinta años.
Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Santa Teresa tenía una gran devoción a San José y la afianzó en la reforma carmelita poniéndolo en 1621 como patrono, y en 1689 se les permitió celebrar la fiesta de su Patronato en el tercer domingo de Pascua. Esta fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San José se arraigo entre los obreros durante el siglo XIX.  El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José. Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.
Santa Teresa de Jesús   "Tomé por abogado y señor al glorioso San José." Isabel de la Cruz, monja carmelita, comenta sobre Santa Teresa: "era particularmente devota de San José y he oído decir se le apareció muchas veces y andaba a su lado."
"No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo...No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea mas aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a El se encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y vera por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devocion..." -Sta. Teresa.
San Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?" José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los santos.
Bibliografía: Souvay, Charles L., Saint Joseph, Catholic Encyclopedia,   Encyclopedia Press, Inc. 191


José de Nazaret

         
San José de Nazaret
Chapelle Saint-Joseph Amiens 110608 02.jpg
Estatua de San José por los hermanos Duthoit (siglo XIX). Capilla de San José (1832), Catedral de Notre Dame de Amiens
Patriarca - Padre - Casto - Confesor - Obrero
ApodoEl santo silencioso
NacimientoFecha desconocida
Belén de Judá
FallecimientoAntes del inicio de la vida pública de Jesús
Nazaret de Galilea
Venerado enIglesia católica, Iglesia ortodoxa
Festividad19 de marzo Romano
Domingo siguiente a la Navidad Bizantino
3 de enero Mozárabe
1 de mayo San José Obrero (fiesta del trabajo)
AtributosPor antonomasia, con el niño Jesús en brazos.
Vara florida, con azucena o nardo.
Cayado.
Serrucho de carpintero.
PatronazgoFlag of Belgium.svg Bélgica; Flag of Austria.svg Austria; Flag of Canada.svg Canadá, Bandera de Corea del Sur Corea del Sur; Flag of Mexico.svg México; Flag of Panama.svg Panamá; Flag of Peru.svg Perú; Flag of New Caledonia.svg Nueva Caledonia; Bandera de Vietnam Vietnam; Flag of Italy.svg Italia, Turín, de la Iglesia Universal (declarado por el papa Pío IX en 1870), carpinteros, emigrantes, viajeros, de los niños por nacer. Por antonomasia, es el «patrono de la buena muerte» por atribuírsele haber muerto en brazos de Jesús y María.
José de Nazaret (heb.יוסף הקדוש) fue, en el cristianismo y según diversos textos neotestamentarios, el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, padre terrenal de Jesús. Según los Evangelios, era de oficio artesano (en el original griego, «τεχτων»; Mateo 13:55a), lo que ya en los primeros siglos del cristianismo se concretó en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien igualmente se indica que era "artesano" (Marcos 6:3a). De condición humilde, aunque las genealogías de Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38, lo presentan como perteneciente a la estirpe del rey David. Se ignora la fecha de su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo tenía ya más de 12 años pero antes del inicio de su predicación. En efecto, el evangelio de Lucas menciona a «los padres» de Jesús cuando éste ya cuenta con 12 años (Lucas 2:41-50), pero no se menciona a José de Nazaret en los Evangelios canónicos durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que éste tuviera lugar. Las Escrituras señalan a José como «justo» (Mateo 1:18), que implica su fidelidad a la Ley y su santidad.
La figura de José fue contemplada y admirada por diversos Padres y Doctores de la Iglesia y es hoy objeto de estudio de una rama particular de la Teología, la Josefología. La exhortación apostólica Redemptoris custos, escrita por Juan Pablo II y publicada el 15 de agosto de 1989, es considerada la carta magna de la teología de San José.[1]

 José de Nazaret en el Nuevo Testamento

El evangelio de Mateo 1:18-24 muestra parte del drama que vivió José de Nazaret al saber que María estaba embarazada. Iba a repudiarla, en secreto porque era justo, porque no quería que fuera apedreada según lo dispuesto en la Ley (Deuteronomio 22:20-21). La Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén interpreta que la justicia de José consistió en no querer encubrir con su nombre a un niño cuyo padre ignoraba, pero también en que, convencido de la virtud de María, se negaba a entregarla al riguroso procedimiento de la Ley.[2] Según el evangelio de Mateo, el ángel del Señor le manifestó en sueños que ella concibió por obra del Espíritu Santo y que su hijo «salvaría a su pueblo de sus pecados», por lo que José aceptó a María (Mateo 1:20-24).
 
Detalle de José de Nazaret en el Descanso en la huida a Egipto (1517), óleo sobre lienzo de Antonio Allegri da Correggio.
Luego, antes que Herodes el Grande ordenara matar a los niños menores de dos años de Belén y de toda la comarca, José tomó al niño Jesús y a su madre y huyó a Egipto (Mateo 2:13-18). Al morir Herodes, José entró nuevamente con el niño y su madre en tierra de Israel pero, al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes el Grande, reinaba en Judea, tuvo miedo de ir allí y se retiró a la región de Galilea, a Nazaret (Mateo 2:19-23).[Nota 1] Según el evangelio de Lucas, Nazaret había sido el lugar de residencia de María, ya desposada con José, cuando acaeció la Anunciación (Lucas 1:26-38).

 Significado del nombre, y oficio de José

José (o Joseph en su transcripción arcaica al español, usada hasta inicios del s. XIX) es un nombre masculino de origen hebreo que deriva de yôsef (יוסף) «añada», del verbo lehosif (להוסיף) «añadir». La explicación del significado de este nombre se encuentra en el libro del Génesis.
Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dio a luz a un hijo. Y dijo: «Ha quitado Dios mi afrenta.» y le llamó José, como diciendo: «Añádeme YHWH otro hijo.»
Génesis 30,22-24
.
El hecho de que José de Nazaret sea mencionado como padre putativo de Jesús,[Nota 2] habría dado lugar en castellano al acrónimo Pepe, resultante del conjunto de ambas iniciales.[3] [4] Sin embargo otros piensan que se trata de una versión reducida de Jusepe (antigua versión del nombre en español).[5]
El evangelio de Mateo en griego señala que Jesús de Nazaret era «hijo del artesano» (Mateo 13:55a) y el evangelio de Marcos expresa que a Jesús mismo le hacían de ese oficio: «¿No es éste el artesano?» (Marcos 6:3).
El término griego usado en ambos casos, «τεχτων», no corresponde específicamente a «carpintero», sino a «artesano», a «obrero»,[6] aunque más frecuentemente se diga de José que era carpintero. De hecho, así se lo suele traducir en la mayoría de las Biblias, incluyendo la Biblia de Jerusalén: «¿No es éste (Jesús) el hijo del carpintero?» (Mateo 13:55a).[7]

 José de Nazaret en la Patrística

Los Padres de la Iglesia fueron los primeros en retomar el tema de José de Nazaret. Ireneo de Lyon señaló que José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la María es figura y modelo.[8] A Ireneo se sumó Efrén de Siria con un sermón laudatorio,[9] Juan Crisóstomo,[10] Jerónimo de Estridón,[11] y Agustín de Hipona, quien apuntó de forma taxativa refiriéndose a José y a María:
Lo que el Espíritu Santo ha obrado, lo ha obrado para los dos. Justo es el hombre, justa es la mujer. El Espíritu Santo, apoyándose en la justicia de los dos, dio un hijo a ambos.
San Agustín, Serm. 51, c. 20.
Según la tradición apostólica, José nació en Belén. Los padres de José eran Santiago y Santa Juana. Santiago (cuyo nombre original es Jacob) era natural de Belén. Sus padres eran Mathan y Estha. Su genealogía es la del Evangelio de San Mateo. Santa Juana (cuyo nombre original es Abdit), llamada por algunos Abigail, era de Belén. Sus padres eran Eleazar y Abdit.
Además, José podría haber tenido un primo hermano de nombre Cleofás, quizá padre de Santiago el Menor, José Barsabás, Simón El Celote, Judas Tadeo, Lidia y Lisia. Todos ellos fueron conocidos como hermanos de Jesús, aunque la interpretación tradicional católica considera que serían sus primos segundos.

 San José en la Iglesia católica

Numerosos autores cristianos, varios de ellos doctores de la Iglesia, se refirieron a lo largo de la historia a José de Nazaret (Beda el Venerable, Bernardo de Claraval, Tomás de Aquino en su Summa Theologiae, 3, q. 29, a. 2 in c.).[12] Sixto IV (1471-1484) introdujo la festividad de San José en el Breviario romano, e Inocencio VIII (1484-1492) la elevó a rito doble.
También desde el comienzo de la Orden de Frailes Menores, los franciscanos se interesaron en José de Nazaret como modelo único de paternidad. Distintos escritores franciscanos desde el siglo XIII al XV (Buenaventura de Fidanza, Juan Duns Scoto, Pedro Juan Olivi, Ubertino da Casale, Bernardino de Siena, y Bernardino de Feltre) fueron sugiriendo progresivamente cómo José de Nazaret podría convertirse en un modelo de fidelidad, de humildad, pobreza y obediencia para los seguidores de Francisco de Asís.[13]
Sin embargo, fue Teresa de Ávila quien dio a la devoción a San José el espaldarazo definitivo en el siglo XVI. Esta mística española relata su experiencia personal referida a José de Nazaret en el Libro de la Vida:
Y tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él. [...] No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra (que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar), así en el cielo hace cuanto le pide. [...] Paréceme, ha algunos años, que cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío. [...] Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas, que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los Ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ello. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro, y no errará en el camino.[14]
Teresa de Ávila, Libro de la Vida, cap. 6, nn. 6-8.
 
Lienzo cuzqueño que representa a San José con el Niño Jesús. Perú es uno de los países de los cuales José de Nazaret fue proclamado santo patrón.
Por la fidelidad a su esposa con la que, según la Iglesia católica, consumó el matrimonio manteniéndose casto, debido a que María estaba profundamente entregada al amor de su padre divino, San José recibió el don divino de la paternidad aún siendo verdadero esposo virginal, de ahí su dignidad y santidad. San José fue declarado patrono de la familia y es por antonomasia el patrono de la buena muerte, atribuyéndosele el haber muerto en brazos de Jesús y de María.
El papa Pío IX lo proclamó patrono de la Iglesia universal en 1870. Debido a su trabajo de carpintero es considerado patrono del trabajo, especialmente de los obreros, por dictamen de Pío XII en 1955, que quiso darle connotacion cristiana a la efeméride del Día internacional de los trabajadores.
La Iglesia católica lo ha declarado también protector contra la duda y el papa Benedicto XV lo declaró además patrono contra el comunismo y la relajación moral. El 15 de agosto de 1989, el papa Juan Pablo II le dedicó la exhortación apostólica Redemptoris Custos, en ocasión del centenario de la encíclica Quamquam pluries del papa León XIII.[15] Ha sido proclamado patrono de América, China, Canadá, Corea, México, Austria, Bélgica, Bohemia, Croacia, Perú, Vietnam.

 José en la Sagrada Familia

José constituye uno de los tres pilares que componen la familia cristiana modelo, tanto en su aspecto interno (en las relaciones entre los distintos miembros que la integran) como en el externo (la familia en la sociedad).
Se puede afirmar que José no era padre adoptivo en sentido estricto pues no hubo ninguna adopción, ningún negocio jurídico equivalente a ello. José fue la persona que, según la tradición cristiana, Dios eligió para constituir una familia para Jesús. Y tal familia se caracterizó por sólo tres elementos, destacando que de ellos, José asumió el rol masculino.
José, un hombre justo, se caracterizó en sus relaciones familiares, por dar una trato de máximo respeto y apoyo a María y por servir de modelo, por voluntad de Dios, a Jesús. Son estas notas las que constituyen el aspecto fundamental de la familia cristiana vista internamente. Y nos llevan a afirmar que José es una de las figuras centrales del cristianismo, un hombre excepcional.

 Josefología

 
San José de la Hermandad de Desamparados (San Fernando, España). En la imagen se observa la vara florida, uno de los símbolos de José de Nazaret a partir del siglo V.
En el presente, algunos teólogos católicos sostienen que José subió al cielo en cuerpo y alma e inclusive que José fue inmaculado desde su concepción.[16] La «Josefología», como rama de la Teología que estudia a José de Nazaret, está en constante evolución.

 Iconografía

San José se halla representado desde el siglo III en algunos relieves de sarcófagos, siempre junto a la Virgen María, llevando ordinariamente como distintivo un cayado (bastón con el extremo superior curvo) o un instrumento de su oficio.
Hasta el siglo V siempre se le da un aspecto joven y hasta el siglo XIII nunca figura aislado o fuera de escena.

Oración a San José

A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José, y después de haber implorado el auxilio de vuestra Santísima esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por el afecto que os unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios; por el amor paternal que profesasteis al Niño Jesús, os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su Sangre, y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades. Proteged, prudentísimo custodio de la Sagrada Familia, al linaje escogido de Jesucristo; preservadnos, Padre amantísimo, de todo contagio de error y corrupción; sednos propicio y asistidnos desde el Cielo, oh, poderosísimo Protector nuestro! en el combate que al presente libramos con el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otra ocasión librasteis del peligro de la muerte al Niño Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de Dios de las asechanzas del enemigo y de toda adversidad. Amparad a cada uno de nosotros, con vuestro perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo vuestros ejemplos y sostenidos con vuestros auxilios, podamos vivir santamente, morir piadosamente, y obtener la felicidad eterna del cielo. Amén.
Prescrita por León XIII.

 San José y Las Fallas de Valencia

En Valencia, España, se celebran unas fiestas tradicionales llamadas Fallas de Valencia en las que, entre otros actos, se queman unos monumentos hechos de madera y cartón en diferentes puntos de la ciudad. Éstas se celebran en honor de San José. Los principales actos de Las Fallas son:
  • La Despertà
  • La Mascletà
  • El Castell de Focs artificials
  • La Cremà

Véase también

 Notas

  1. Según algunas investigaciones arqueológicas, Nazaret puede haber sido una pequeña aldea con casas muy humildes adyacentes a cuevas rocosas; ver: Reed, Jonathan L. (2000). Archaeology and the Galilean Jesus. A Re-examination of the evidence. Harrisburg, PA (EE. UU.): Trinity Press International. ISBN 1-56338-394-2. p. 13.
  2. Algunos piensan que la expresión «padre putativo» (que usualmente se abrevia como «P. P.») de Jesús refiere a José, es decir, aquél que era reputado o tenido por padre de Jesús sin serlo.

Bibliografía

  • Esquerda Bifet, J. (1989). José de Nazaret. Salamanca: Ed. Sígueme.
  • Llamera, B. (1953). Teología de San José. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Referencias

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  2. Escuela Bíblica de Jerusalén, ed (1976). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. p. 1387. ISBN 84-330-0022-5. 
  3. Gómez Ortín, Francisco Javier (2007). «Escarceos filológicos - Putativo/a». Tonos (Revista electrónica de estudios filológicos) (13). ISSN 1577-6921. http://www.um.es/tonosdigital/znum13/subs/corpora/indicecorpora.htm. Consultado el 7 de mayo de 2012. «El cultismo hijo putativo se aplicó, desde antiguo, a Jesús de Nazaret, ya que se tenía por hijo de José, no siéndolo, como S. José es el padre putativo de Jesús. Se cree que el familiar Pepe se originó de las siglas P.P., "Pater Putativus". Está claro que hijo putativo no implica deshonra alguna, sino que manifiesta una opinión general aparentemente fundada. Así, los hijos adoptivos, cuya condición se mantenga secreta, se podrán denominar hijos putativos de sus padres adoptivos, en tanto no llegue a ser pública esa situación.». 
  4. Villegas Villegas, Alberto (2002). «Territorios de la palabra». Cifra Nueva (Trujillo) (15):  pp. 5-18. ISSN 0798-1570. http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/18780/1/articulo1.pdf. Consultado el 14 de mayo de 2012. «Recordemos que según la tradición española a los José le suelen llamar Pepe. Esto viene a raíz de que San José fue llamado Padre Putativo de Jesús. Se hizo norma que cada vez que se utilizaba el nombre de José para referirse a San José había que agregar el apósito Padre Putativo, se decidió abreviarlo en P.P.». 
  5. Malkiel, Yakov (1978) "Derivational categories". En: Greenberg, Joseph H. (ed.) Universals of human language. Stanford, CA: Stanford University Press, tomo I, p.131
  6. Zorrell, Francisco. (1931). Lexicon graecum Novi Testamenti. París, col. 1307-1308.
  7. Escuela Bíblica de Jerusalén, ed (1976). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. p. 1408. ISBN 84-330-0022-5. 
  8. Ireneo de Lyon. Adversus haereses IV, 23, 1.
  9. San Efrén. Sermón de Navidad, 1.
  10. San Juan Crisóstomo, Hom. 4 in Math., n. 6.
  11. San Jerónimo. De perp. Virg. B. M. V., PL 23, 213.
  12. Martelet, Bernard (1999). José de Nazaret, el hombre de confianza. 321 pp (4a edición). Madrid: Ediciones Palabra. ISBN 84-8239-324-3. http://books.google.com.ar/books?id=hhZrcF08IcsC&printsec=frontcover&dq=Jos%C3%A9+de+Nazaret,+El+hombre+de+confianza+Bernard+Martelet&hl=es&cd=2#v=onepage&q&f=false. Consultado el 20 de marzo de 2012. 
  13. Spirito, Guglielmo; Ceschia, Marzia (2011). «Giuseppe di Nazareth: Una prospettiva francescana tra XIII e XV secolo». Miscellanea francescana (Roma) 111 (1-2):  pp. 163-185. ISSN 0026-587X. http://cat.inist.fr/?aModele=afficheN&cpsidt=24421291. Consultado el 28 de mayo de 2012. 
  14. Santa Teresa de Jesús (2003). Libro de la vida. Volumen 90 de Colección Clásicos universales. 347 pp. Valdeavero, Madrid: Jorge A Mestas Ediciones. ISBN 978-84-9599-418-9. 
  15. Juan Pablo II (15 de agosto de 1989). «Exhortación Apostólica «Redemptoris Custos» sobre la figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia». Consultado el 19 de marzo de 2012.
  16. Canals Vidal (1998). «La tarea josefológica del P. Francisco de Paula Sola». Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada (4):  pp. 35-49. ISSN 1137-117X. http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2864367. Consultado el 20 de marzo de 2012. 

 Enlaces externos



San José, esposo de la Virgen María
fecha: 19 de marzo
canonización: bíblico
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Solemnidad de san José, esposo de la Bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre para con el Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José, y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia.
patronazgo: Patrono de la Iglesia Católica (proclamado por SS Pío IX), de México, Filipinas, Canadá, China, Perú, Rusia, Vietnam y Austria, entre los países, Bohemia y Baviera, entre otras muchas regiones; de los matrimonios y familias, de los niños, los jóvenes y los huérfanos, de la virginidad, de los obreros, artesanos, carpinteros, leñadores, sepultureros, ingenieros, educadores, viajantes, exiliados, moribundos, protector contra problemas en los ojos, y para invocar en las tentaciones y la desesperación, para vender, comprar o conseguir vivienda, para tener una buena muerte, también es patrono de muchas diócesis del mundo y muchas instituciones religiosas se ponen bajo su patrocinio.
tradiciones, refranes, devociones: España, Honduras, Bolivia, Italia, Liechtenstein y Portugal celebran en este día el «día del padre».
Las «Fallas» en Valencia, España, y muchas otras fiestas se realizan en homenaje a san José.
Refranes [tomados de BADARE y otras fuentes]:
Si por San José / no ha venido el cucut, / o és mort o s'ha perdut (castellano-aragonés)
¿Nieve por San José? Poca y alguna vez.
No digas corderada, que San José o la Virgen de marzo no sia pasada (aragonés, parece que se refiere a que aun pueden morir ovejas por el frío)
Por San José bendito, hace la perdiz su nido.
Por San José, los sapos se empiezan a ver.
oración:
Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de San José, haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica)


La historia de la vida de san José, dice Butler, no ha sido escrita por los hombres, pero sus acciones principales las relata el propio Espíritu Santo por medio de los Evangelios. Lo que de él se dice allí es tan conocido, que apenas necesita comentario: San José era de ascendencia real y su genealogía nos la dan tanto san Mateo como san Lucas. Fue el custodio del buen nombre de Nuestra Señora y por ese motivo, necesariamente confidente de los secretos celestiales; fue el padre adoptivo de Jesús, el encargado de guiar y sostener a la Sagrada Familia y el responsable, en cierto sentido, de la educación de aquel que siendo Dios, se complacía en llamarse «hijo del hombre». Fue el oficio de José el que Jesús aprendió, su modo de hablar el que el Niño habrá imitado; fue José a quien la misma Santísima Virgen pareció investir con los plenos derechos paternales, cuando dijo sin restricción alguna: «Tu padre y yo, apenados, te buscábamos». No es de admirar que el evangelista hiciera suya esta frase y nos diga, refiriéndose a los incidentes ocurridos durante la presentación del Niño en el Templo, que «Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de Él».

De todos modos, nuestros conocimientos positivos referentes a la vida de san José son muy limitados; a la «tradición» conservada en los evangelios apócrifos, hay que considerarla completamente inútil, por provenir de la fantasía, más que de una auténtica transmisión de hechos. Podemos suponer que se desposó con María, su prometida, de acuerdo con las ceremonias prescritas por el ritual judío, pero no se conoce claramente la naturaleza de este ceremonial, especialmente tratándose de gente humilde, y que José y María eran de esa condición se comprueba por el hecho de que durante la purificación de María en el templo sólo pudieron hacer la ofrenda de dos tórtolas. Esta misma pobreza muestra que es enteramente improbable la historia de la rivalidad de doce pretendientes a la mano de María, los que depositaron sus varas con el Sumo Sacerdote y los portentos que distinguieron de las demás, la vara de José, que fue la única en florecer. Los detalles proporcionados por el llamado «Protoevangelio», por el «Evangelio del pseudo-Mateo», por la «Historia de José, el Carpintero», etc., son, en muchos aspectos, extravagantes y contradictorios entre sí. Debemos contentarnos con los simples hechos que relatan los Evangelios de que, después de la Anunciación, cuando el embarazo de María entristeció a su esposo, sus temores fueron disipados por una visión angélica; que recibió otros avisos del mismo ángel, primero para que buscara refugio en Egipto y después, para que regresara a Palestina; que estuvo presente en Belén cuando Nuestro Señor fue recostado en el pesebre y cuando los pastores acudieron a adorarle; que también acompañaba a María cuando ésta puso al Niño en los brazos del santo Simeón y, finalmente, que compartió el dolor de su esposa por la pérdida de su Hijo en Jerusalén y su gozo cuando lo encontraron discutiendo con los doctores en el Templo. El mérito de san José se resume en la frase evangélica: «fue un varón justo». Éste es el elogio que hace de él la Sagrada Escritura, y el mayor y mejor que podemos hacer nosotros.


Aunque ahora se venera especialmente a san José con oraciones que se ofrecen para obtener la gracia de una buena muerte, este aspecto de la devoción popular al santo tardó en ser reconocido. El Rituale Romanum, publicado con autorización en 1614, a pesar de que incluye amplios y antiguos formularios para ayudar a los enfermos y moribundos, no menciona en ninguna parte, incluyendo las letanías, el nombre de san José, y sólo en tiempos recientes se ha reparado esta omisión. Lo que hace este silencio más notable, es el hecho de que la relación que se da de la muerte de san José en la «Historia de José el Carpintero», apócrifa, parece haber sido muy popular en la Iglesia oriental y que esa historia fue el verdadero punto de partida del interés por el santo. Más aún, ahí es donde encontramos el primer indicio de algo relacionado con una celebración litúrgica. El reconocimiento que ahora se le otorga a san José en el Occidente, según opinión general, se derivó de fuentes orientales, pero el asunto es muy oscuro. De cualquier modo, debe tenerse en cuenta que la «Historia de José, el Carpintero» se escribió originalmente en griego, aunque ahora sólo la conocemos por las traducciones copta y arábiga. En este documento se hace una narración muy completa de la última enfermedad de san José, de su temor a los juicios de Dios, de sus autoreproches y de los esfuerzos que hicieron Nuestro Señor y su Madre para consolarlo y facilitarle su paso a la otra vida, así como de las promesas que hizo Jesús de proteger, en la vida y en la muerte, a los que hagan el bien en nombre de José. Es fácil comprender que esas supuestas promesas debieron haber causado honda impresión en la gente sencilla; la mayoría, sin duda, creyó que incluían una garantía divina de su cumplimiento. En todas las épocas de la historia del mundo, nos encontramos parecidas extravagancias, que se desarrollan a la par de los grandes movimientos de devoción popular. Lo maravilloso es que, en casi mil años, según parece, no encontramos rasgos reconocibles ni en el Oriente ni en el Occidente, de que tales promesas hayan despertado mucho interés. El Dr. L. Stern, persona altamente autorizada que se interesó mucho por este documento, creía que el original en griego de la "Historia de José, el Carpintero" podía remontarse al siglo IV, pero esta estimación de su antigüedad, en opinión del padre Paul Peeters, es quizás excesiva.


Por lo que se refiere a Occidente, hay algunas menciones primitivas -no más atrás del siglo VIII- en martirologios del norte de Francia y Bélgica, que se extendieron luego a Iglaterra e Irlanda, llegando al catálogo de santos (Feliré) de san Oengus. Este testimonio es muy valioso, porque comprueba la presencia de los nombres de santos que él menciona en el documento que usó; pero un martirologio no es un calendario litúrgico y no nos permite concluir que tal o cual santo fuera celebrado en tal o cual fecha en un monasterio u otro. Estas alusiones primitivas fueron más bien un punto de partida para futuros acontecimientos, aunque se desarrollaron lentamente. En el primer Misal Romano impreso (1474), no se encuentra ninguna conmemoración de san José, ni aparece su nombre en el calendario. En Roma encontramos por primera vez, en 1505, una misa en honor de san José, aunque un breviario romano de 1482 le dedica una fiesta con nueve lecciones. Pero en ciertas localidades y bajo la influencia de maestros individuales, había comenzado un culto notable, mucho antes de esto. Probablemente las representaciones de autos sacramentales en los que, con frecuencia, se asignaba a san José un papel prominente, contribuyeron en parte a este resultado. El Beato Hermán, premonstratense que vivió en la segunda mitad del siglo XII, tomó el nombre de José y creía que se le había concedido la seguridad de obtener su protección especial. Parece que santa Margarita de Cortona, la beata Margarita de Cittá di Castello, santa Brígida de Suecia y san Vicente Ferrer, honraron particularmente a san José en sus devociones privadas. A principios del siglo XV, algunos escritores influyentes, como el cardenal Pedro D´Ailly, Juan Gerson y san Bernardino de Siena, abogaron calurosamente por su causa y sin duda, debido sobre todo a su influencia, antes de finalizar el mismo siglo, la fiesta de san José comenzó a celebrarse litúrgicamente en muchas partes de Europa occidental. La pretensión de que los carmelitas introdujeron la devoción del Oriente está completamente desprovista de fundamento; el nombre de san José no se menciona en ninguna parte del Ordinarium de Sibert de Beka y, aunque el primer Breviario carmelita que fue impreso (1480), reconoce su fiesta, esto parece haber sido fruto de la costumbre, ya aceptada en Bélgica, en donde se imprimió el mencionado Breviario. El capítulo carmelita celebrado en Nimes en 1498, fue el primero que autorizó formalmente este agregado al calendario de la orden. Pero de ahí en adelante, la devoción se extendió rápidamente y es indudable que el celo y el entusiasmo desplegados por la gran santa Teresa en la causa de san José produjeron una honda impresión en la Iglesia. En 1621, el Papa Gregorio XV declaró la celebración de san José fiesta de precepto y, aunque después se anuló esta obligación en Inglaterra y otras partes, no por eso ha disminuido, aún en nuestros días, el fervor y confianza de sus innumerables devotos. Testimonio elocuente de este hecho es el gran número de iglesias dedicadas en su honor y las muchas congregaciones religiosas, tanto de hombres como de mujeres, que llevan su nombre. [Por no mencionar, ya en el mundo hispano, la arraigada costumbre de utilizar para los niños -y en menor medida, en la forma de «Josefina», para las niñas- el nombre de José, costumbre que sin embargo no parece tan antigua].


Notas de ETF: he tomado el artículo del Butler, pero resumiendo en algunos aspectos los detalles excesivamente centrados en Irlanda, y corrigiendo algunas cuestiones de redacción, por lo que esta versión no coincidirá ni con la versión impresa en 1964, ni con las reproducciones de la misma (errores de escaneo incluidos) que circulan por internet; no obstante esos cambios que me parecieron imprescindibles, creo que es una de las mejores hagiografías, porque se ciñe a lo escaso verídico que poseemos, y además ayuda a comprender cómo se fue llegando tanto a la solemnidad litúrgica como a algunos aspectos de la devoción. Aunque Butler -al menos en la edición del P. Guinea- habla de «padre adoptivo», lo correcto es «padre putativo», es decir, aquel a quien se le imputa la paternidad, que sigue siendo de otro, i.e. de Dios Padre. El uso del hipocorístico «Pepe» para los millones de José, sobre todo en España, aunque también en sus países de influencia, proviene, según se dice, del uso de escribir siempre al lado del nombre José las siglas «pp», precisamente como abreviatura de «pater putativus».
Omito la detallada bibliografía del Butler, porque se ha avanzado mucho en los últimos decenios en el conocimiento de las fuentes apócrifas, por lo que, aunque conceptualmente sigue teniendo plena validez lo que señala el artículo, hoy habría de ser apoyado en otras fuentes. Para la cuestión de las dos genealogías de Jesús, las dos por vía de José, puede leerse mi artículo de divulgación Las genealogías de Jesús; sobre este mismo tema, y en general sobre las tradiciones evangélicas referidas a José, sigue siendo la mejor fuente exegética el decisivo «El nacimiento del Mesías» de Raymond Brown.
Imágenes: la iconografía e imaginería josefinas son, a partir del Renacimiento, vastísimas; he seleccionado tres que considero particularmente bellas:
-Una rara escultura del 1250 aproximadamente, atribuida al arquitecto y escultor Arnolfo Di Cambio, «San José durmiendo», que se encuentra en la Catedral de Orvieto (Italia).
-Una de las «Sagrada Familia» de Murillo, obra de aprox. 1660, óleo sobre tela de 186 x 155 cm que se encuentra en la Basílica de San Esteban, en Budapest. ¿Quién se anima a elegir un solo Murillo entre todos los murillos? sin embargo he seleccionado ésta porque es difícil encontrar una obra donde el Niño esté en brazos de José.
-«El sueño de José», de Rembrandt, óleo sobre tela de 105 X 83 cm, de aproximadamente la época de su «Baño de Betsabé», y otras de gran profundidad del maestro holandés, es decir, de aproximadamente 1650; también se encuentra en Budapest, en el Museo de Bellas Artes.
Sínteis del artículo y notas, Abel Della Costa.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 

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