miércoles, 20 de marzo de 2013

Flavio Josefo y el testimonium flavianum

      


Flavio Josefo escribe sobre Jesús más o menos al mismo tiempo en el que se estaba componiendo el evangelio de san Juan. Su testimonio es muy antiguo y, según los especialistas, independiente de las fuentes cristianas.

Su nombre judío era José ben Matías, nació sobre el año 38 y murió algo después del año 100. Era de familia aristocrática y sacerdotal, que aunque comenzó luchando contra los romanos, tras ser hecho prisionero, acabó siendo favorecido por los emperadores Flavios, de quienes adoptó el nombre y a quienes sirvió con sus escritos.

Entre sus obras, es en la más extensa: las Antigüedades judaicas (escrita entorno al año 93), en la que aparece lo que se conoce por testimonium flavianum donde Josefo hace un escueto retrato de Jesús al narrar la historia del gobernador romano de Palestina Poncio Pilato. El texto dice así:
—En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio si es lícito llamarlo hombre,.  Porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. Era el Cristo. Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los hombres principales entre nosotros, lo condenó a la cruz, los que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo. Porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido (Capítulo XVII de Antigüedades de los judíos)
—Esta hipótesis recibió una sólida confirmación en 1971, al descubrirse la versión árabe también conocida como versión eslava, fue incluida en el siglo X en una traducción al árabe de la obra de Flavio Josefo, dentro de la Historia Universal, desde sus inicios hasta 941/942 d.C., debida a Agapio, obispo de Hierápolis. Fue sacada a la luz -como hemos dicho- en 1971 por el exégeta judío Shlomo Pines:
En este tiempo existió un hombre de nombre Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas.
Como bien se ha observado por algunos autores, especialmente James Charlesworth en 1988, este texto, que es anterior a la copia manuscrita más antigua de las Antigüedades judías, debe reproducir la versión original de Josefo sin las interpolaciones cristianas posteriores, y contribuye decisivamente, incluso más que el texto de Eusebio, a afirmar la validez del Testimonium flavianum como documento sobre el Jesús histórico.

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