domingo, 12 de febrero de 2012

MARÍA VALTORTA VISIÓN DEL INFIERNO

¡El Infierno es Eterno!


Visita que hizo Santa Faustina Kowalska (Apóstol de la Divina Misericordia) a los abismos del infierno y visión que tuvieron los Pastorcitos de Fátima sobre el mismo.

MARÍA VALTORTA VISIÓN DEL INFIERNO

DESPUÉS DE HABER ADORADO EN LA VIDA A SATANAS EN VEZ DE ADORARME A MI…AHORA LO POSEEN. (MARIA VALTORTA) JESUS HABLA DEL INFIERNO.

Capítulo II: María Valtorta, mística italiana

Presentación:

Supongamos por un instante que el mundo vive tranquilo, en medio de los placeres y abandonado sin temor a todas las pasiones. Un día viene un filosofo y les dice, hay un infierno, un lugar de tormentos donde van los que no quieren cambiar y siguen obrando mal, un infierno de fuego en donde arderéis perpetuamente, si no cambias de vida. Desde luego nadie le hubiera creído, que venís a predicarnos, le hubieren dicho a ese inventor del infierno, de donde habéis sabido esto que pruebas nos das, no sois más que un profeta de desgracias. Lo repito, no se le hubiera dado crédito alguno.
No se le hubiera creído por que en el hombre corrompido, todo se revela instintivamente contra la idea del infierno. Del mismo modo como todo criminal rechaza tanto como puede, la idea de un castigo como también el hombre culpable rechaza la perspectiva, de aquel fuego vengador, eterno, que ha de castigar tan inexorablemente todas sus faltas.
Sobre todo en una sociedad en que nadie nunca ha escuchado hablar del infierno. No solo no se le hubiera dado crédito al burlado inventor, sino que hubiera sido víctima de la cólera. Si por un imposible se hubieran dado crédito, si por una imposibilidad más evidente todos los pueblos hubiesen creído por la sola palabra del filósofo, se hubiera consignado en la historia, el siglo, el país donde él ha nacido.

A Continuación encontrarás el relato de la mística italiana que se llamaba María Valtorta, a quien nuestro señor Jesucristo le hablo del infierno.

María Valtorta nace en Caserta (Italia) el 14 de Marzo de 1897. Fue enfermera y tras sufrir la agresión de un manifestante quedó paralítica de cintura para abajo lo que le obligó a estar postrada durante los 27 últimos años de su vida. Tuvo revelaciones de Dios quien le contó toda su vida que ella consignó bajo el título de “El Evangelio como me ha sido revelado”.
Muere en Viareggio, a los 64 años, el 12 de Octubre de 1961.

Estoy convencida que este mensaje producirá mucho bien; así he podido experimentarlo personalmente cuando, lo escuche por primera vez, al Sacerdote Carlos Cancelado. Él lo leyó de una forma tal, que me parecía estar en ese mismo lugar. Querido lector, lea lenta y pausada, le recomiendo que no se desvié su atención, porque el enemigo la antigua serpiente, no quiere q se hable de su reino.

1) Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo, la gracia del arrepentimiento y de la perseverancia.
2) Veamos con los ojos de la imaginación, un lugar ardiendo, donde el olor es sofocante. Ya nada se puede hacer, una vez que se entro a ese lugar no se sale jamás.

Valoremos la gran misericordia que tuvo Jesús, que nos habla el mismo acerca de este lugar, porque él quiere que el pecador se salve.

Relato:

El Señor hablo a María Valtorta sobre el infierno el 15 de enero de 1944:

Dijo Jesús: “Una vez te hice ver el monstruo del abismo. Hoy te hablaré sobre su Reino… Recuerda que tienes la misión de llamar a todos a la verdad porque muchos la han olvidado.
Y este olvido que es en realidad desprecio por las verdades eternas, procura muchos males a los hombres .Los hombres de esta época ya no creen en la existencia del Infierno.
Se han fabricado un más allá a su gusto para hacerlo menos aterrador a sus conciencias merecedoras de muchos castigos.
Discípulos más o menos fieles del espíritu del mal saben que su conciencia no se atrevería a cometer ciertos delitos si realmente creyeran en el Infierno tal como la Fe enseña que es.
Saben que ante ciertos delitos cometidos, con el remordimiento encontrarían el arrepentimiento.
En el miedo encontrarían el arrepentimiento y con el arrepentimiento, el camino para volver a Mí.
Su malicia enseñada por Satanás, del cual son siervos y esclavos, secundada por su adhesión a los deseos y sugerencias del maligno, no quiere este retroceso ni este retorno.
Por eso anulan la Fe en eI infierno tal cual es, y se fabrican otro. Lo cual no es más que una tregua para tomar impulso a otras futuras equivocaciones.
He dicho Yo, Dios Uno y Trino, que quien va al Infierno permanecerá en él por toda la eternidad, porque de esa muerte no se surge a una nueva resurrección. He dicho que aquel fuego es eterno y que ahí serán acogidos todos los operadores de escándalos y de iniquidad.
No crean que eso será sólo hasta el momento del fin del mundo, no, porque después de la tremenda revisión, más despiadada quedará aquella morada de llanto y tormento.
El Infierno es remordimiento, es cólera, es odio.
Odio hacia Satanás, odio hacia los hombres, odio hacia sí mismos. Después de haber adorado en la vida a Satanás en vez de adorarme a Mí, ahora lo poseen y lo ven en su verdadero aspecto, ya no escondido bajo la maligna sonrisa de la carne, el reluciente brillo del oro, o el poderoso signo de la supremacía. Terminan allí por haber olvidado su dignidad de hijos de Dios.
Terminan ahí por haber adorado a los hombres, hasta convertirse por ellos en asesinos, en ladrones, en tramposos, en mercaderes de inmundicia. Ahora encuentran a su dueño… por el cual han matado, robado, estafado, vendido su honor y el honor de muchas infelices criaturas, débiles e indefensas, haciéndolas instrumentos de vicios que las bestias no conocen, de la lujuria, atributo del hombre envenenado por Satanás.
Están allí por haberse dado a todas las satisfacciones, despreciando las leyes de Dios y las leyes morales.
Todo el dolor de haber traicionado a Dios en el tiempo (cuando vivos) está frente al alma por toda la eternidad.
Todo el error de haber rechazado a Dios en el tiempo, está presente para su tormento por toda la eternidad.
Han querido el fuego de las pasiones. Ahora tienen el fuego ardiente de Dios de cuyo santo fuego se burlaron.
El fuego responde al fuego. ¡Oh! lo que es el Infierno, no lo podéis imaginar.
Tomad todo lo que constituye tormento para el hombre sobre la Tierra. Fuego, hielo, agua que ahoga, hambre, sueño, heridas, enfermedades, llagas, muerte; y si hacéis con ello una cantidad única multiplicándola millones de veces, no tendréis más que un fantasma de aquella tremenda verdad.
Al ardor insostenible se mezcla el hielo sideral.
Los condenados ardieron con todos los fuegos humanos, habiendo tenido únicamente hielo espiritual hacia el Señor su Dios.
El hielo los espera para congelarlos después que el fuego los haya [calentado] como peces puestos a asar.
Tormento sobre tormento es este pasar del fuego que derrite al hielo que congela.
¡Oh! no es una descripción metafórica porque Dios hace que las almas cargadas de culpa tenga sensibilidad igual a las de la carne, aún antes que se vuelvan a revestir de carne.
“Vosotros no sabéis, no creéis, pero en verdad os digo que os convendría más soportar todos los tormentos de mis mártires, antes que una hora de aquella tortura infernal. La oscuridad será el tercer tormento.
Oscuridad material y espiritual. La reverberación de los espíritus ardiendo ilumina sólo el nombre del pecado por el cual están confinados.
El horror de permanecer siempre en las tinieblas después de haber visto la luz del Paraíso y estar abrazado por las tiniebla, después de haber visto la luz de Dios.
Tener que debatirse en aquel horror tenebroso sin encontrar excusas en aquella promiscuidad de espíritus que se odian y se dañan recíprocamente. Se ha dicho que la muerte nutrirá a la muerte.
La desesperación es muerte y nutrirá a estos muertos por toda la eternidad…. Yo Dios… cuando descendí… tuve horror de aquel horror… y vosotros queréis ir a él. Meditad, oh hijos, estas palabras mías.
La vida sobre la Tierra no dura más que unos pocos días. La vida comienza cuando parece que acaba, y entonces ya no tiene fin.
Haced que para vosotros transcurra donde la Luz y la Gloria de Dios hacen bella la eternidad y no donde Satanás es el eterno verdugo”…

Conclusión y suplicas:

No quiero resistir más tiempo a tu voz… ¡Quién sabe si estas palabras que acabo de leer son para mí un último llamamiento! Confieso que no merezco mise¬ricordia. ¡Tantas veces me perdonaste, y yo, in¬grata, he vuelto a ofenderte!
Cuando San Camilo de Lelis se asomaba a alguna se¬pultura, decía a sí mismo: «Si volvieran los muertos a vivir, ¿qué no harían por la vida eterna? Y yo, que ten¬go tiempo, ¿qué hago por mi alma?…»
¡Gracias te doy, Jesús y Redentor mío, porque no quisiste que muera cuando estaba en pecado mortal! ¡Cuántos años merecí estar en el infierno!… Si hubiera muerto en aquel día, en aquella noche, ¿qué habría sido de mí por toda la eternidad?… ¡Señor!, te doy gracias por tal beneficio.


Que estas visiones nos ayuden a evitarlo y seamos más celosos de la salvación de las almas.

# 741 - Diario. La Divina Misericordia en mi alma. Santa Faustina Kowalska.

"Hoy he estado en los abismos del infierno, conducida por un ángel. Es un lugar de grandes tormentos, ¡qué espantosamente grande es su extensión! Los tipos de tormentos que he visto: el primer tormento que constituye el infierno, es la pérdida de Dios; el segundo, el continuo remordimiento de conciencia; el tercero, aquel destino no cambiará jamás; el cuarto tormento, es el fuego que penetrará al alma, pero no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puramente espiritual, incendiado por la ira divina; el quinto tormento, es la oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demás y el suyo; el sexto tormento, es la compañía continua de Satanás; el séptimo tormento, es una desesperación tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias. Estos son los tormentos que todos los condenados padecen juntos, pero no es el fin de los tormentos. Hay tormentos particulares para distintas almas, que son los tormentos de los sentidos: cada alma es atormentada de modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado. Hay horribles calabozos, abismos de tormentos donde un tormento se diferencia del otro. Habría muerto a la vista de aquellas terribles torturas, si no me hubiera sostenido la omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ése será atormentado por toda la eternidad. Lo escribo por orden de Dios para que ningún alma se excuse diciendo que el infierno no existe o que nadie estuvo allí ni sabe cómo es.

Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe. Ahora no puedo hablar de ello, tengo la orden de dejarlo por escrito. Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe. Cuando volví en mí no pude reponerme del espanto, qué terriblemente sufren allí las almas. Por eso ruego con más ardor todavía por la conversión de los pecadores, invoco intensamente la misericordia de Dios para ellos. Oh Jesús mío, prefiero agonizar en los más grandes tormentos hasta el fin del mundo, que ofenderte con el menor pecado".

Nuestra Señora de Fátima dijo a los Pastorcitos:

–Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: “¡Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”. Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos como los meses anteriores. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todo los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. (Debía ser a la vista de eso que di un “ay” que dicen haber oído.) Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:

–Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre, etc. (Aquí comienza la tercer parte del secreto, escrita por Lucía entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944.) Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí podéis decírselo.

–Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: “Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas.”

Dictado de Jesús a María Valtorta sobre el infierno: (Ver sobre María Valtorta)

15 de enero de 1944.

Dice Jesús:

"Una vez te hice ver al Monstruo de los abismos. Hoy te hablaré de su reino. No puedo tenerte siempre en el paraíso. Recuerda que tú tienes la misión de evocar en los hermanos las verdades que han olvidado demasiado. Pues en este olvido que, en realidad, es desprecio por las verdades eternas, se originan tantos males para los hombres.

Por lo tanto, escribe esta página dolorosa. Luego tendrás consuelo. Es viernes por la noche. Mientras escribes, mira a tu Jesús, que murió en la cruz, entre tormentos tales que pueden compararse a los del infierno, y que quiso esa muerte para salvar a los hombres de la Muerte.

Los hombres de nuestro tiempo ya no creen en la existencia del Infierno. Se han construido un más allá según el propio deseo, de tal modo que sea menos aterrador para su conciencia, merecedora de grandes castigos. Como son discípulos relativamente fieles del Espíritu del Mal, saben que su conciencia retrocedería ante ciertas fechorías, si de verdad creyera en el Infierno tal como lo enseña la Fe; saben que, si cometieran esa fechoría, su conciencia volvería en sí misma y, por el remordimiento, llegaría a arrepentirse, por el miedo llegaría a arrepentirse y, arrepintiéndose, encontraría el camino para volver a Mí.

Su maldad, que les enseña Satanás -del que son siervos o esclavos, según su adhesión a los deseos e instigaciones del Maligno-, no admite estos retrocesos y estos regresos. Por eso, anula la creencia en el Infierno tal como es y construye otro -si es que se decide a hacerlo- que no es más que una pausa para tomar impulso hacia nuevas elevaciones futuras.

E insiste en esta opinión hasta creer sacrílegamente que el mayor pecador de la humanidad puede redimirse y llegar a Mí a través de fases sucesivas. Hablo de Judas, el hijo predilecto de Satanás; el ladrón, tal como está escrito en el Evangelio; el que era concupiscente y ansioso de gloria humana, como Yo le defino; el Iscariote que, por la sed insaciable de la triple concupiscencia, se convirtió en mercante del Hijo de Dios y que me entregó a los verdugos por treinta monedas y la señal de un beso: un valor monetario irrisorio y un valor afectivo infinito.

No; si él fue el sacrílego por excelencia, Yo no lo soy. Si él fue el injusto por excelencia, Yo no lo soy. Si él fue quien con desprecio derramó mi Sangre, Yo no lo soy. Perdonar a Judas sería un sacrilegio hacia mi Divinidad, que traicionó; sería una injusticia hacia todos los demás hombres que, en todo caso, son menos culpables que él y que, aún así, son castigados por sus pecados; sería despreciar mi Sangre y sería, en fin, faltar a mis leyes.

Yo, Dios Uno y Trino, he dicho que lo que está destinado al Infierno, quedará en él eternamente, porque de esa muerte no se surge a una nueva resurrección. He dicho que ese fuego es eterno y que acogerá a todos los que cometieron escándalos e iniquidades. Y no creáis que esto dure hasta el momento del fin del mundo. No; al contrario, tras la tremenda reseña, esa morada de llanto y de tormento se hará más despiadada, porque el infernal solaz que aún se concede a sus huéspedes -poder dañar a los vivos y ver precipitar en el abismo a nuevos condenados- ya no será posible y la puerta del abominable reino de Satanás será remachada y clausurada por mis ángeles para siempre, para siempre; será ése un siempre cuyo número de años no tiene número; un siempre tan ilimitado que, si los granillos de arena de todos los océanos de la tierra se convirtieran en años, formarían menos de un día del mismo, de esta inconmensurable eternidad mía, hecha de luz y gloria en las alturas para los benditos; de tinieblas y horror en el abismo para los malditos.

Te he dicho que el Purgatorio es fuego de amor. Y que el Infierno es fuego de rigor.

El Purgatorio es un lugar en el cual expiáis la carencia de amor hacia el Señor Dios vuestro mientras pensáis en Dios, cuya Esencia brilló ante vosotros en el instante del juicio particular y despertó en vosotros un incolmable deseo de poseerla. A través del amor conquistáis el Amor y, por niveles de caridad cada vez más viva, laváis vuestras vestiduras hasta hacerlas cándidas y brillantes para entrar en el reino de la Luz, cuyos fulgores te hice ver días atrás.

El Infierno es un lugar en el cual el pensamiento de Dios, el recuerdo del Dios entrevisto en el juicio particular no es, como para los que están en el Purgatorio, deseo santo, nostalgia dolorida más plena de esperanza, esperanza colma de serena espera, de segura paz, que será perfecta cuando llegue a convertirse en conquista de Dios, pero que ya va dando al espíritu que purga sus faltas una jubilosa actividad purgativa porque cada pena, cada instante de pena, le acerca a Dios, su único amor. En cambio, en el Infierno, el recuerdo de Dios es remordimiento, es resquemor, es tormento, es odio; odio hacia Satanás, odio hacia los hombres, odio hacia sí mismos.

Tras haber adorado en la vida a Satanás en vez que a Mí, ahora que le poseen y ven su verdadero aspecto, que ya no se oculta bajo la hechicera sonrisa de la carne, bajo el brillante refulgir del oro, bajo el poderoso signo de la supremacía, ahora le odian porque es la causa de su tormento.

Tras haber adorado a los hombres -olvidando su dignidad de hijos de Dios- hasta llegar a ser asesinos, ladrones, estafadores, mercantes de inmundicias por ellos, ahora que se encuentran con esos patrones por los que mataron, robaron, estafaron, vendieron el propio honor y el honor de tantas criaturas infelices, débiles, indefensas -que convirtieron en instrumento de la lujuria, un vicio que las bestias no conocen, pues es atributo del hombre envenenado por Satanás-, ahora, les odian porque son la causa de su tormento.

Tras haber adorado a sí mismos otorgando todas las satisfacciones a la carne, a la sangre, a los siete apetitos de su carne y de su sangre y haber pisoteado la Ley de Dios y la ley de la moralidad, ahora se odian porque ven que son la causa de su tormento.

La palabra "Odio" tapiza ese reino inconmensurable; ruge en esas llamas; brama en las risotadas de los demonios; solloza y aúlla en los lamentos de los condenados; suena, suena y suena como una eterna campana que toca a rebato; retumba como un eterno cuerno pregonero de muerte; colma todos los recovecos de esa cárcel; es, por sí misma, tormento porque cada sonido suyo renueva el recuerdo del Amor perdido para siempre, el remordimiento de haber querido perderlo, la desazón de no poder volver a verlo jamás.

Entre esas llamas, el alma muerta, a igual que los cuerpos arrojados a la hoguera o en un horno crematorio, se retuerce y grita como si la animara de nuevo una energía vital y se despierta para comprender su error, y muere y renace a cada instante en medio de atroces sufrimientos, porque el remordimiento la mata con una maldición y la muerte la vuelve a la vida para padecer un nuevo tormento. El delito de haber traicionado a Dios en el tiempo terrenal está integralmente frente al alma en la eternidad; el error de haber rechazado a Dios en el tiempo terrenal está presente integralmente para atormentarla, en la eternidad.

En el fuego, las llamas simulan los espectros de lo que adoraron en la vida terrena, por medio de candentes pinceladas las pasiones se presentan con las más apetitosas apariencias y vociferan, vociferan su memento: "Quisiste el fuego de las pasiones. Experimenta ahora el fuego encendido por Dios, cuyo santo Fuego escarneciste".

A fuego corresponde fuego. En el Paraíso es fuego de amor perfecto. En el Purgatorio es fuego de amor purificador. En el Infierno es fuego de amor ultrajado. Dado que los electos amaron a la perfección, el Amor se da a ellos en su Perfección. dado que los que están en el Purgatorio amaron débilmente, el Amor se hace llama para llevarles a la Perfección. Dado que los malditos ardieron en todos los fuegos menos que en el Fuego de Dios, el Fuego de la ira de Dios les abrasa por la eternidad. Y en ese fuego hay hielo.

¡Oh, no podéis imaginar lo que es el Infierno! Tomad fuego, llamas, hielo, aguas desbordantes, hambre, sueño, sed, heridas, enfermedades, plagas, muerte, es decir, todo lo que atormenta al hombre en la tierra, haced una única suma y multiplicadla millones de veces. Tendréis sólo una sombra de esa tremenda verdad.

Al calor abrasador se mezcla el hielo sideral. Los condenados ardieron en todos los fuegos humanos y tuvieron únicamente hielo espiritual para con el Señor su Dios. Y el hielo les espera para congelarles una vez que el fuego les haya sazonado como a los pescados puestos a asar en la brasa. Este pasar del ardor que derrite al hielo que condensa es un tormento en el tormento.

¡Oh, no es un lenguaje metafórico, pues Dios puede hacer que las almas, ya bajo el peso de las culpas cometidas, tengan una sensibilidad igual a la de la carne, aún antes de que vuelvan a vestir dicha carne! Vosotros no sabéis y no creéis. Mas en verdad os digo que os convendría más soportar todos los tormentos de mis mártires que una hora de esas torturas infernales.

El tercer tormento será la oscuridad, la oscuridad material y la oscuridad espiritual. ¡Será permanecer para siempre en las tinieblas tras haber visto la luz del paraíso y ser abrazado por la Tiniebla tras haber visto la Luz que es Dios! ¡Será debatirse en ese horror tenebroso en el que solamente se ilumina, por el reflejo del espíritu abrasado, el nombre del pecado que les ha clavado en dicho horror! Será encontrar apoyo, en medio de ese revuelo de espíritus que se odian y se dañan recíprocamente, sólo en la desesperación que les enloquece y cada vez más les hace malditos. Será nutrirse de esa desesperación, apoyarse en ella, matarse con ella. Está dicho: La muerte nutrirá a la muerte. La desesperación es muerte y nutrirá a estos muertos eternamente.

Y os digo que, a pesar de que Yo creé ese lugar, cuando descendí a él para sacar del Limbo a los que esperaban mi venida, sentí horror de ese horror. Lo sentí Yo mismo, Dios; y si no hubiera sido porque lo que ha hecho Dios es inmutable por ser perfecto, habría intentado hacerlo menos atroz, porque Yo soy el Amor y ese lugar horroroso produjo dolor en Mí.

¡Y vosotros queréis ir allí!

¡Oh hijos, reflexionad sobre esto que os digo! A los enfermos se les da una amarga medicina; a los cancerosos se les cauteriza y cercena el mal. Ésta es para vosotros, enfermos y cancerosos, medicina y cauterio de cirujano. No la rechacéis. Usadla para sanaros. La vida no dura estos pocos días terrenos. La vida comienza cuando os parece que termina, y ya no acaba más.

Haced que para vosotros la vida se deslice donde la luz y el júbilo de Dios embellecen la eternidad y no donde Satanás es el eterno Torturador".


Obra de María Valtorta



María Valtorta, nacida (1897) en Caserta no lejos de Nápoles, hija de militar y madre de recio carácter, por lo que sufrió frecuentes contradicciones, finalmente padeció largos años de enfermedad hasta su muerte (1961) en Viaréggio (Toscana).

Dejó abundantes manuscritos que siempre afirmó como dictados y visiones. Su obra principal histórico doctrinal "El Evangelio como me ha sido revelado" (Antes denominado "El Poema del Hombre-Dios"), relata con admirable exactitud geográfica de lugares que nunca visitó, y soltura de estilo, abundantes pasajes de la vida de Nuestro Señor y la Santísima Virgen, desde el nacimiento y la infancia a la Resurrección, Ascensión, Pentecostés y Asunción.

Palabras de Jesús a Mons. Ottavio Michelini:

No temas, estoy Yo para conducirte. Ve hacia adelante, no retrocedas y no te preocupes. Han rechazado mi Evangelio, han distorsionado mi verdad, no han creído a las almas víctimas, a las que he hablado. En sus palabras he puesto el sello de mi gracia; han resistido a todo.

He dictado a María Valtorta, alma víctima, una obra maravillosa. Yo soy el autor de esta obra. Tú mismo te has dado cuenta de las rabiosas reacciones de Satanás.

Tú has comprobado la resistencia que muchos sacerdotes oponen a esta obra que si fuera, no digo leída, sino estudiada y meditada llevaría un bien grandísimo a muchas almas. Ella es fuente de seria y sólida cultura.

Pero frente a esta obra, a la que está reservado un gran éxito en la Iglesia renovada, se prefiere la basura de tantas revistas y de libros de presuntuosos teólogos.

Te bendigo como siempre. Ámame mucho.

22 de enero de 1976

(...) Entre estos sacerdotes, está X. Me es querido por su deseo de perfección, y también por su amor por aquella Obra maravillosa que el mundo ignora, que los soberbios rechazan y que los humildes aman: el “Poema del Hombre-Dios”.

Es obra querida por la Sabiduría y Providencia divinas para los tiempos nuevos; es fuente de agua viva y pura.

Soy Yo, la Palabra viviente y eterna, que me he dado nuevamente en alimento a las almas que amo. Yo soy Luz, y la luz no se confunde y mucho menos se funde con las tinieblas. Donde Yo entro, las tinieblas se disuelven para dar lugar a la luz.

Donde no hay vida hay muerte, y la muerte es podredumbre. Hay una podredumbre espiritual no menos nauseabunda que la putrefacción orgánica de los cuerpos en descomposición. Yo, verdad y vida, agua viva y luz del mundo, ¿cómo podría morar en almas corrompidas por las concupiscencias de la carne y del espíritu?

También esto, hijo, prueba que quien no ha sentido en el "Poema" el sabor de lo divino, el perfume de lo sobrenatural, tiene el alma obstruida y oscurecida.

Hay obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que una vez más todavía alegan esa prudencia, para ellos causa de tantas imprudencias. Se refugian dentro, y no saben que están dentro del fortín del demonio. La prudencia es virtud, y la virtud no tiene náusea de lo Divino.

Hijo mío, ¡qué bajo hemos llegado! Que sepa Don X.. que cada vez que ha releído el "Poema del Hombre-Dios" me ha dado alegría por todos aquellos que me han negado esa alegría.

Testimonio desde la ciencia: Dr. Vittorio Tredici, geólogo y mineralogista, Italia (1952)
"Quiero subrayar la precisión inexplicable del conocimiento del autor en cuanto a Palestina en sus aspectos panorámicos, topográficos, geológicos y mineralógicos."

Testimonio desde la historia: Jean Aulagnier, reconocido especialista en calendarios de la antigüedad escribió en 1995 un libro sobre la obra de Valtorta: "Habiendo establecido una cronología científica de todos los eventos y ocurrencias en la obra de María Valtorta, Yo solo puedo decir que continúa siendo inexplicable de otra forma fuera de intervención divina".

Testimonios desde la teología y la Biblia:

Arzobispo Alfonso Carinci, Secretario de la Congregación de Ritos Sagrados (1946): "No hay nada contrario al Evangelio. Mas bien, este trabajo es un buen complemento al Evangelio, contribuye a una mejor comprensión de su significado".

Padre Agostino Bea S.J., rector del Instituto Bíblico Pontificio y consejero al Santo Oficio, 1952 (después fue Cardenal), director espiritual del Papa Pio XII: "He leido en manuscrito mecanografiado muchos de los libros escritos por María Valtorta... En cuanto a exégesis, no encontré ningún error en las partes que yo examiné".

Padre Gabriel Allegre, ofm, reconocido traductor de la Biblia al Chino, Macao/Hong-Kong (1970).
"El dedo de Dios está aquí". En cuanto a justificación teológica para un libro
tan convincente, tan carismático, tan extraordinario, aun desde el punto de vista meramente humano, como lo es "El Evangelio como me ha sido revelado" de Maria Valtorta, encuéntrelo en La Primera Epístola de San Pablo a los Corintios 14,6"

Padre Dreyfus, de la Escuela Francesa de Biblia y Arqueología, Jerusalén (1986) .
"Yo estuve grandemente impresionado al encontrar en la obra de María Valtorta los nombres de seis o siete pueblos que están ausentes del Antiguo y Nuevo Testamento. Estos nombres solo son conocidos por unos pocos especialistas, y por medio de fuentes fuera de la Biblia... [...] Ahora, ¿como pudo ella saber esos nombres, si no por las revelaciones que ella dijo tener?

Padre Gabriel M. Roschini, OSM. Profesor del instituto pontificio "Marianum" de Roma, mariólogo altamente reconocido por la Iglesia, escribió La Virgen María en los Escritos de María Valtorta, disponible en castellano del Centro Editoriale Valtortiano. La edición contiene un agradecimiento del Papa Pablo VI. Según Roschini "...los escritos, editados y por editar, de María Valtorta han sido para mí una auténtica revelación. Ningún otro escrito mariano ni siquiera la totalidad de los escritos marianos leídos y estudiados por mí fueron capaces de darme de la Obra Maestra de Dios (la Virgen) una idea tan clara, tan viva, tan completa, tan luminosa y fascinante: lo sencillo junto a lo sublime".

Padre Corrado Berti, OSM. (1911-1980+), profesor de dogmática y teología sacramental del instituto pontificio "Marianum" de Rome, consultor en el Concilio Vat II. El Padre Berti supervisó la segunda edición crítica en italiano de "El Evangelio como me ha sido revelado". También contribuyó extensas anotaciones para dicha edición, la cual es la base para todas las traducciones de la obra.

Lea o descargue la obra de María Valtorta en PDF:

Introducción y Vida oculta de Jesús y María

Primer año de la vida pública de Jesús

Segundo año de la vida pública de Jesús

Tercer año de la vida pública de Jesús

Preparación a la Pasión de Jesús

Pasión y Muerte de Jesús

Glorificación de Jesús y María

Jesus habla a Maria Valtorta
Purgatorio

17 de octubre

Dice Jesús:
«Quiero explicarte lo que es y en qué consiste el Purgatorio. Y te lo explico Yo de manera que chocará a muchos que se creen depositarios del conocimiento del más allá y no lo son. Las almas sumergidas en aquellas llamas sólo sufren por el amor.
Ellas no son indignas de poseer la Luz, pero tampoco son dignas de entrar inmediatamente en el Reino de la Luz; son investidas por la Luz, al presentarse ante Dios. Es una breve, anticipada beatitud, que les asegura su salvación y les hace conocedoras de lo que será su eternidad y expertas de cuanto cometieron contra su alma, defraudándola de años de bienaventurada posesión de Dios.
Después, sumergidas en el lugar de purgación, son investidas por las llamas expiadoras. En esto aciertan quienes hablan del purgatorio. Pero donde se equivocan es al querer aplicar distintos nombres a esas llamas.
Éstas son incendio de amor. Purifican encendiendo de amor las almas. Dan el Amor porque, cuando el alma ha alcanzado ese amor que no alcanzó en la tierra, es liberada y se une al Amor en el Cielo. Te parece una doctrina distinta de la conocida, ¿verdad? Pero piensa.
¿Qué es lo que Dios Uno y Trino quiere para las almas que ha creado? El Bien.
Quien quiere el Bien para una criatura, ¿qué sentimientos tiene hacia la criatura? Sentimientos de amor.
¿Cuál es el mandamiento primero y segundo, los dos más importantes, de los que he dicho que no los hay mayores y en ellos está la llave para alcanzar la vida eterna? Es el mandamiento del amor: “Ama a Dios con todas tus fuerzas, ama al prójimo como a ti mismo”.
¿Que os he dicho infinidad de veces por mi boca, la de los profetas y los santos? Que la mayor absolución es la Caridad. La Caridad consuma las culpas y las debilidades del hombre, porque quien ama vive en Dios y viviendo en Dios peca poco, y si peca se arrepiente inmediatamente, y el perdón del Altísimo es para quien se arrepiente.
¿A qué faltaron las almas? Al Amor. Si hubieran amado mucho, habrían cometido pocos y leves pecados, unidos a vuestra debilidad e imperfección pero nunca habrían alcanzado la persistencia consciente en la culpa, ni siquiera venial. Habrían visto la forma de no afligir a su Amor y el Amor viendo su buena voluntad, les habría absuelto incluso de los pecado veniales cometidos.
¿Cómo se repara, también en la tierra una culpa? Expiándola y, cuando es posible, a través del medio con el que se ha cometido. Quien ha dañado, restituyendo cuanto quitó con prepotencia.
Quien ha calumniado, retractándose de la calumnia, y así todo.
Ahora, si esto lo requiere la pobre justicia humana, ¿no lo querrá la Justicia santa de Dios? ¿Y qué medio utilizará Dios para obtener reparación? A Sí mismo, o sea al Amor, exigiendo amor.
Este Dios al que habéis ofendido, y que os ama paternalmente, y que quiere unirse con sus criaturas, os lleva a alcanzar esta unión a través de Sí mismo.
Todo gira entorno al Amor, María, excepto para los verdaderos “muertos”: los condenados. Para estos “muertos” también ha muerto el Amor. Pero para los tres reinos - el que tiene el peso de la gravedad: la Tierra; aquél en el que está abolido el peso de la materia pero no el del alma cargada por el pecado: el Purgatorio; y, en fin, aquél cuyos habitantes comparten con el Padre su naturaleza espiritual que les libera de todo peso - el motor es el Amor. Amando sobre la Tierra es como trabajáis para el Cielo. Amando en el Purgatorio es como conquistáis el Cielo que en la vida no habéis sabido merecer. Amando en el Paraíso es como gozáis el Cielo.
Lo único que hace un alma cuando está en el Purgatorio es amar, pensar, arrepentirse a la luz del Amor que esas llamas han encendido para ellas, que ya son Dios, pero que, para su castigo, le esconden a Dios.
Esto es el tormento. El alma recuerda la visión de Dios que tuvo en el juicio particular. Se lleva consigo ese recuerdo y, dado que el haber tan sólo entrevisto a Dios es un gozo que supera todo lo creado, el alma está ansiosa de volver a gustar ese gozo. Ese recuerdo de Dios y ese rayo de luz quele revistió cuando compareció ante Él, hacen que el alma “vea” la importancia que realmente tienen las faltas cometidas contra su Bien, y este “ver”, junto a la idea de que por esas faltas se ha impedido voluntariamente, durante años o siglos, la posesión del Cielo y la unión con Dios, constituye su pena purgante.
El tormento de los purgantes es el amor y la certeza de haber ofendido al Amor. Un alma, cuanto más ha faltado en la vida, tanto más está como cegada por cataratas espirituales que le hacen más difícil conocer y alcanzar ese perfecto arrepentimiento de amor que es el primer coeficiente para su purgación y entrada en el Reino de Dios. Cuanto más un alma lo ha oprimido con la culpa, tanto más pesado y tardío se hace vivir el amor. A medida que se limpia por poder del Amor, se acelera su resurrección al amor y, de consecuencia, su conquista del Amor que se completa en el momento en que, terminada la expiación y alcanzada la perfección del amor, es admitida en la Ciudad de
Dios.
Hay que orar mucho para que estas almas, que sufren para alcanzar la Alegría, sean rápidas en alcanzar el amor perfecto que les absuelve y les une conmigo. Vuestras oraciones, vuestros sufragios, son nuevos aumentos de fuego de amor. Aumentan el ardor. Pero - ¡oh! ¡bienaventurado tormento! - también aumentan la capacidad de amar. Aceleran el proceso de purgación. Alzan las almas sumergidas en ese fuego a grados cada vez más altos. Las llevan a los umbrales de la Luz.
Abren las puertas de la Luz, en fin, e introducen el alma en el Cielo.
A cada una de estas operaciones, provocadas por vuestra caridad hacia quien os precedió en la segunda vida, corresponde la sorpresa de la caridad hacia vosotros. Caridad de Dios que os agradece el que proveáis por sus hijos penantes, caridad de los penantes que os agradecen el que os afanéis por introducirles en el gozo de Dios.
Vuestros seres queridos nunca os amaron tanto como después de la muerte de la tierra, porque su amor ya está impregnado de la Luz de Dios y a esta Luz comprenden cómo les amáis y cómo deberían haberos amado.
Ya no pueden deciros palabras que invoquen perdón y den amor. Pero me las dicen a Mí para vosotros, Yo os traigo estas palabras de vuestros Difuntos que ahora os saben ver y amar como se debe. Os las traigo junto con su petición de amor y su bendición, que ya es válida desde el
Purgatorio porque ya está animada por la inflamada Caridad que les quema y purifica.
Perfectamente válida, además, desde el momento en que, liberados, salgan a vuestro encuentro a los umbrales de la Vida o se reunan con vosotros en ella, si les hubierais precedido en el Reino de Amor.
Fíate de Mí, María. Yo trabajo por ti y por tus seres queridos. Conforta tu espíritu. Vengo para darte la alegría. Confía en Mí».

Dice Jesús: «El secreto del alma que no quiere perder a su Amor, Dios, debe ser ya te hablé de ellos permanecer siempre unida a Dios con las potencias del alma.
Hagáis lo que hagáis, tened el espíritu firme en Mí. De este modo santificaréis todas vuestras
acciones haciéndolas agradables a Dios y sobrenaturalmente útiles para vosotros. Para quien sabe permanecer en Dios todo es oración, porque la unión no es otra cosa que amor, y porque el amor transforma en adoraciones gratas al Señor hasta las acciones más humildes de la vida humana.
En verdad te digo que, entre quien está muchas horas en la iglesia repitiendo palabras con el alma ausente, y quién está en su casa, en su oficina, en su negocio, en su ocupación, amándome a Mí y al prójimo por Mí, permaneciendo unido a Mí, quien reza es el segundo y es a él a quien bendigo, mientras que el primero sólo está cumpliendo un precepto hipócrita que Yo condeno y desecho.
Cuando el alma ha sabido alcanzar esta amorosa ciencia de saber permanecer con sus potencias
firmes en Mí, produce actos continuos de amor. Hasta en el sueño material me ama, porque la carne se adormece y se despierta con mi Nombre y pensando en Mí, y mientras que el cuerpo descansa el alma continúa amando.

Maria Valtorta

María Valtorta, a la edad de 25 años.

María Valtorta (Caserta, 14 de marzo de 1897 - Viareggio, 12 de octubre de 1961) fue una mística italiana. Es autora de diversos cuadernos de apuntes, que componen la base de su obra fundamental, Il Poema dell'Uomo-Dio ("El poema del hombre-Dios", más tarde reimpreso con el título de El Evangelio como me ha sido revelado). Esta obra suscitó una importante polémica, ya que fue inicialmente aprobada para su impresión por el Papa Pío XII, pero luego incluida en el Índice de Libros Prohibidos por su sucesor, Juan XXIII. La postura oficial de la Iglesia Católica hacia las obras de Valtorta es todavía hoy en día ambigua.

Enlaces externos


Santo Tomas de Aquino y San Buenaventura (EL INFIERNO Y LOS CUERPOS)


Testimonio impresionante de un alma condenada, acerca de lo que la llevó al Infierno.



Libro-INFIERNO-ETERNO.pdf

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