lunes, 13 de febrero de 2012

Jesucristo nos pide ser hombres de fe


Marcos, 8, 11-13. Tiempo Ordinario. Sin el don de la fe nos convertimos en náufragos y nos alejamos del puerto seguro de tu amor.
Jesucristo nos pide ser hombres de fe

Del santo Evangelio según san Marcos 8, 11-13


Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.» Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.

Oración introductoria

Jesucristo, gracias por esta oportunidad que me das para ponerme en tu presencia y para dialogar contigo. Gracias por tu amor, por la vida, por todo lo que tengo y lo que soy. Dame la gracia, Dios mío, de conocerte para más amarte y amarte para más identificarme contigo. María, quiero poner a tus pies mi pobre oración. Enséñame a orar como enseñaste a tu Hijo amado y no permitas que me separe de Él. Te ofrezco esta meditación, Señor, pidiéndote que aumentes la fe de cada uno de mis familiares y también te pido por todos aquellos que no creen o que en algún tiempo creyeron y ahora están alejados de ti.

Petición

Padre Santo, regálame una fe viva y operante que me lleve a verte y a encontrarte en cada uno de los acontecimientos de mi vida. Todos mis días están llenos de señales a través de las cuales Tú me hablas. Por eso, Señor, aumente mi fe para vivir continuamente en tu presencia.

Meditación

Los fariseos piden señales, no para creer en Jesucristo sino para ponerle a prueba. Esa falta de fe y esa falta de pureza en la intención de los interlocutores de Jesús hacen que el Maestro sufra en lo más profundo de su ser. A Jesucristo le duele, realmente, nuestra falta de fe, puesto que la fe es la respuesta del hombre a Dios; es dejar las seguridades humanas para abandonarnos en las manos de la providencia divina; es encontrar su rostro amoroso en la obra de la creación; es vivir con los pies bien puestos sobre la tierra pero con el corazón fijo en el cielo. En definitiva, la fe es experimentar la continua presencia de Dios en nuestra vida. Jesucristo nos enseña que la fe auténtica esta por encima de lo extraordinario y que se acrecienta en los problemas cotidianos. «En un momento puede funcionar el anuncio de la prosperidad, de curaciones milagrosas, etc., pero después de poco tiempo se ve que la vida es difícil, que un Dios humano, un Dios que sufre con nosotros es más convincente, más verdadero, y brinda una ayuda más grande para la vida. (Benedicto XVI, Entrevista durante el vuelo hacia África, 17 de marzo de 2009).

Reflexión

Nuestra vida está llena de señales que nos hablan de la presencia de Dios. Cuando somos hombres de fe resulta fácil encontrar a Dios en la belleza de una rosa y en la majestuosidad de un paisaje. Sólo con la fe estaremos en grado de ver a Jesucristo en el rostro de nuestros hermanos. La fe nos lleva a dejar las diferencias y las asperezas en el trato con el prójimo. Nuestras relaciones con las demás personas deben estar impregnadas de una profunda fe, pues, cada ser humano es la señal más grande de la presencia de Dios en mi vida.

Propósito

Quiero darle a mis conversaciones un carácter sobrenatural. Por eso, en cada una de mis conversaciones introduciré, al menos, un tema espiritual para tratar de ayudar a los demás a vivir la unión con Dios en medio de las actividades de cada día.

Diálogo con Cristo

Señor mío, ayúdame a demostrarte mi fe a través de mis buenas obras. Yo quiero ser un hombre de fe y al mismo tiempo quiero ayudar a mis hermanos a crecer en la fe. Tú sabes, Señor, que sin el don de la fe nos convertimos en náufragos y nos alejamos del puerto seguro de tu amor. «La falta de fe en Dios, la pérdida del sentido de Dios que lacera nuestro mundo, las percibo y vivo como la indigencia mayor, la amenaza más grave y de más desastrosas consecuencias para nuestro tiempo» (Card. Antonio Cañizares, Discurso en la universidad católica de Valencia, 10 de diciembre de 2010). Dios mío, ayúdame a entender que la fe no es esperar que se cumpla lo que yo quiero o lo que me resulta más fácil sino aceptar tu voluntad con amor y profundo sentido sobrenatural.


"Uno puede incluso tener una recta fe en el Padre y en el Hijo, como en el Espíritu Santo, pero si carece de una vida recta, su fe no le servirá para la salvación" (San Juan Crisóstomo)

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