LUZ PARA TODOS LOS PUEBLOS.
SIGNO DE CONTRADICCIONUNA ESPADA ATRAVESARA TU ALMA
LOS QUE PROPAGAN UN MODO SOCIAL DE REDIMIR SIN LA CRUZ, TRAICIONAN EL EVANGELIO Y QUEDAN ESTERILES.
LA PRESENTACION DEL SEÑOR
Cuarenta días después del Nacimiento del Señor, fue presentado en el Templo en obediencia a la Ley. Según ella, no había fecha para la presentación del niño, pero como la madre quedaba impura durante cuarenta días, y ni podía tocar nada santo ni acudir al santuario (Lv 12,2), durante ese tiempo no podía presentar al Niño en el Templo, como ordena el Exodo, 13,12: “consagrarás a Dios todos los primogénitos”. Con esta fiesta se concluyen las solemnidades de la Encarnación del Verbo de Dios.
UNA CASITA EN BELEN
La Sagrada Familia, salió de la Cueva y se situó en una casita en Belén, donde ha cumplido el rito de la Circuncisión, que incorpora al Niño al pueblo elegido. Sabemos por la circuncisión de Juan y por la historia comparada de estos acontecimientos, que éste es un momento de reunión de todos los parientes y amigos, pero la Familia Sagrada no está en su tierra y esta vez no intervienen los ángeles para anunciar la ceremonia, y se ven solos. La soledad es el precio que tienen que pagar las grandes personalidades, la que tienen que soportar todos aquellos que se salen de lo normal y ordinario. En los momentos más trascendentales de la vida, es cuando más necesita el hombre, ser social, la compañía y el calor de los suyos. Lo he sentido esto mucho en la solemnidad de mis Bodas de Plata sacerdotales, lejos de mi patria y del calor de la presencia de los míos. En la circuncisión, Jesús, niño de ocho días (Lv 12,8), no siente que está solo, quienes lo sienten son José y María. Jesús saboreará la soledad amargamente ya adulto, tantas veces, pero de una manera singular y tremenda, la víspera de su sacrificio, en el Huerto de Gethsemaní, bajo el follaje de los olivos, rodeado de amigos dormidos. Soledad que, contemplada, confortará a los elegidos de todos los tiempos.
PERO EN EL TEMPLO NO FUE IGUAL
No ocurrió lo mismo en su Presentación en el Templo. Impulsados por el Espíritu dos santos ancianos, Ana y Simeón, llegaron al Templo, e iluminados por el mismo Espíritu, les dio un vuelco el corazón luminoso por el que reconocieron al Señor y lo proclamaron clamorosos. Eran dos ancianos venerables, eran los más genuinos representantes del pueblo de Israel, a la vez que representantes de toda la humanidad. El Espíritu no duerme. El Espíritu les despertó. Lo habían esperado tanto. Dios cumple, siempre cumple sus promesas. No dudemos nunca, no desfallezcamos nunca. Llegará, no fallarán sus promesas. A su tiempo, que no conocemos, que sólo él conoce. El Espíritu despertó a aquellas personas amadas de Dios, para que salieran a recibir públicamente al Salvador del pueblo.
HOMBRE Y MUJER. UN REINO NUEVO
Para representar a Israel, bastaba un hombre. Para representar a la humanidad hacía falta también una mujer, porque cuando Dios hizo al hombre lo hizo hombre y mujer (Gn 1, 27). Ni en el nacimiento del Hijo de Dios estuvo el rey Herodes, en cuyo territorio se encontraba, ni en su Presentación, oficiada por el sacerdote de turno, hicieron acto de presencia ni el Sumo Sacerdote ni el Sanedrín. Comenzaba un Nuevo Reino. Comenzaba a regir una ley nueva. Según él y ella la preeminencia no la tienen los poderes terrenales, sino las personas en las que habita el Espíritu. Profetiza Simeón, y pregona al Niño Ana. Un hombre y una mujer presentan a Israel al Verbo encarnado. Dos almas interiores y profundas educadas en la soledad de la profunda esperanza, hacen la presentación de Jesús a los judíos reunidos en el Templo para participar en la ofrenda del sacrificio matutino. Siempre habrá en la Iglesia almas interiores y hondas en su solidez, amigas íntimas de Dios, que le recibirán, le reconocerán, le pregonarán y cantarán sus maravillas. José hace la ofrenda correspondiente de cinco siclos, precio del rescate del primogénito que abona el padre (Nm 18,16). A la vez que dos tórtolas o pichones, como pobres, por la purificación de la madre (Lv 12,18).
ESE PUEBLO INTERIOR SALE HOY
El pueblo cristiano sale hoy al encuentro del Señor con candelas encendidas, que con rito festivo y alegre simbolizan a Cristo, Luz de las gentes, lo que caracteriza esta fiesta como "la Candelaria", o de la Purificación, porque María acudió también al Templo a purificarse, en cumplimiento de la Ley, como lo hemos explicado. Pues Jesús no ha venido a quebrantar la Ley, sino a perfeccionarla.
EL SEÑOR A QUIEN BUSCAIS
Malaquías 3,1 proyecta su luz sobre la entrada del Señor en el Templo: "De pronto entrará en el Santuario el Señor a quien vosotros buscáis". Jesús está dando cumplimiento a esa predicción del profeta. Buscar a Dios es la tarea trascendente del hombre, pero el hombre no le buscaría si no lo hubiera ya encontrado, pues si el hombre busca a Dios, Dios busca mucho más y antes al hombre, escribió San Juan de la Cruz, tan gran buscador y buscado a la vez. Y sublimemente encontrado en la LLAMA ardiente esponsal. "¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, héroe valeroso, el Dios de los ejércitos, el Rey de la Gloria” Sal 23. No es un embajador el que entra, ni un representante suyo, ni un profeta, como tantas veces han sido enviados, ni siquiera es un ángel, es el mismo Dios que viene en persona. En persona, en un Niño de cuarenta días, pero Dios total, no un dedo meñique de Dios.
EL MISTERIO ESCONDIDO POR LOS SIGLOS
Pero, ahí está el misterio, de Dios, que ha querido participar nuestra misma carne, como miembro de la misma familia humana, para poder morir y muriendo, aniquilar el poder de la muerte, y no sólo hiriendo a la muerte desde fuera de ella misma, sino desde su misma entraña, penetrando en ella y sufriéndola él mismo, gustando su sabor seco y amargo para vencerla en su mismo dominio, triunfando no sólo sobre ella, sino derrotando al que tenía el poder de la muerte, el diablo. Porque tenía que parecerse en todo a sus hermanos, en la carne y en la muerte, para poder compadecerse de nuestra debilidad y de nuestra esclavitud y para expiar los pecados del pueblo, como atestigua la Carta a los Hebreos 2,14. El puede compadecernos porque ha padecido. ¡Qué sabe el que no ha padecido! -dirá quien tanto padeció como San Juan de la Cruz, porque el padecimiento para él era el camino del descubrimiento de las grandes riquezas. “Si supiera, hermana, los gozos deliciosos con que Dios recompensaba los sufrimientos de aquella cárcel”, confesaba hablando de su calabozo de Toledo. Y cantará en la Llama: ¡”Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!, / que a vida eterna sabe / y toda deuda paga…
UTOPIA ESTERIL
"¿Quién podrá resistir el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca?". “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?” (Sal 8,5). Ante Dios toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo. Humildad, pues, porque todos somos pecadores. Ante él no cabe la soberbia, sino el más profundo abatimiento, lleno de confianza. Purifícanos, Señor, de nuestros pecados. Porque sólo tú eres santo. Eso será la noche, amable más que la alborada, oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada: "Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero". Purificará con su sangre derramada en la cruz, que manará en el bautismo, y en el sacramento del perdón. Con sus sacramentos purificará a su pueblo. Con su cruz, con sus pruebas y tribulaciones, expiará los pecados del pueblo. Querer salvar a la humanidad por otro camino y por otros cauces, es una utopía que siempre fracasará. “Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. En él está la salvación, la gloria, la resurrección. El nos ha salvado y libertado” Gal 6,14)..
LA RENOVACION QUE SE ESPERA
Ha dicho recientemente el papa que el demonio está frenético porque está librando la última batalla, como que el Reino de Dios está cerca. Para eso "Refinará a los hijos de Leví". El sacerdocio levítico, que estaba envejecido, será renovado, recreado, como prolongación de su sacerdocio eterno que ofrecerá la ofrenda única que puede borrar los pecados. Esta ofrenda agradará al Señor. Porque ya no serán sacrificados los animales, sino el mismo Cristo en el Calvario. Como él ofreció su propia vida, debemos nosotros ofrecer la nuestra. Como ejercido por hombres, también el sacerdocio cristiano puede envejecer, y será necesario renovarlo y purificarlo, sobre todo desde la interioridad.
EL CULTO ESPIRITUAL
El Concilio Vaticano II ha revalorizado la teología del culto espiritual de los cristianos, pues el sacrificio que agrada a Dios es el hombre, como hostia viva a Dios ofrecida, como nos exhorta San Pablo: "Os ruego, hermanos, que ofrezcáis vuestros cuerpos, como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; éste es el culto que debéis ofrecer" (Rm 12,1). Debemos estar atentos con amor, para ofrecer a Dios desde el amanecer hasta la noche, nuestros pensamientos, afectos, deseos, planes, fracasos, alegrías, enfermedades, llanto y tristeza, y todas las virtudes que la vida nos va proporcionando la oportunidad de practicar, y todas las batallas que debemos sostener, para unirlos al sacrificio de Cristo renovado en el altar. Esa es la ofrenda que le agrada al Padre, que busca adoradores en espíritu y en verdad.
LA LLEGADA AL TEMPLO
Viene Jesús en brazos de María,
Mira, bosteza y continúa durmiendo;
Su padre José le mira sonriendo.
Según la Ley, a los cuarenta días.
El sacerdote ofrece la Víctima
Aunque no sabe lo que está sucediendo
María sí sabe que ya está redimiendo
Las tórtolas serán prenda de eucaristía.
Los infiernos comiénsase a inquietar
Sintiendo que su trampa ya va a finalizar.
Simeón el justo va a profetizar:
División, espada, luz y tinieblas.
¿Quién militará en cada bandera?
El Reino de Cristo ya va a comenzar.
DIOS CUMPLE SUS PROMESAS
Simeón, sobrenadando en gozo, le dice al Señor: Señor, has cumplido tu palabra. Me prometiste que vería antes de morir al Salvador. "Ya puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto, al Salvador". Lc 2,22. ¡Cuántos anhelos y esperanzas y oración revelan estas palabras! De Simeón y de todo Israel, a quien él representa. La historia del pueblo de Israel no ha sido ni inútil ni estéril: sus ojos han visto al Salvador, y sabe que ha llegado ya el triunfo de la vida, porque el Niño Jesús irá creciendo y llegará la hora de su inmolación, con la que redimirá a todos los pueblos, y no sólo a Israel. "Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida. Y atí una espada te atravesará el alma". Cuando a un hombre le ocurre una desgracia, todos procuran que no se entere su madre. María ha sido la excepción. Así debía ser para que fuera corredentora. Ella es el signo de la Iglesia portadora de la gracia del Redentor y, consiguientemente, queda convertida, como El, en señal de contradicción. Los cinco siclos ofrecidos por el padre, son un sacrificio sustitutorio, hasta que llegue la hora del sacrificio del Calvario, en el que ya no habrá sustitución. Será entonces Cristo el sacrificado, no sustituído ya, sino sustituyéndonos a todos sus hermanos, acompañado por el sufrimiento y el dolor de María con el corazón traspasado, simbolizados hoy por los pichones sacrificados y quemados en holocausto. “Sin derramamiento de sangre no hay redención” (Hb 9,22).
LAS ALMAS PROFUNDAS
Simeón y Ana personifican, con su vida y con los ministerios que realizaban, a la sociedad judía que esperaba la redención y liberación del pueblo. Ellos son el ejemplo más vivo del Israel que esperó hasta el último momento la intervención de Dios en esta historia humana para hacerla más vivible, más justa, más equilibrada. La ancianidad de Simeón y de Ana es un símbolo de que la esperanza es una larga travesía, a la vez que testimonio de la vejez en la que ha caído el pueblo de Israel en sus estructuras y en sus prácticas, en su religión y en su ley. Todo el modelo social y religioso judío necesitaba ser diseñado de forma diferente y por eso para los dos personajes de este relato evangélico -hombre y mujer- para estos dos ancianos, era necesario que alguien llegara a instaurar un tiempo nuevo y definitivo. Alguien que llegara a inaugurar el tiempo de Dios.
EL ENCUENTRO CON JESUS
Ver a Jesús, encontrarse con él, tener contacto con su persona, con su palabra y con su obra nos debe llevar a actuar como Simeón. Encontrarnos con Jesús debe hacer de nosotros hombres y mujeres capacitados para proclamar con la palabra y, sobre todo, con nuestra acción, el tiempo de Dios que Jesús nos ha regalado. La Iglesia está llamada a dar testimonio por el tiempo de Dios. Tenemos que hacer posible que ese tiempo llegue a nuestro pueblo con todas sus consecuencias. Tenemos que comprometernos con este tiempo nuevo y hacer posible, vivible y creíble en medio de nuestras comunidades el amor de Dios regalado en plenitud a través de la encarnación de Jesús en nuestra historia humana.
NUEVOS FOROS.
Por eso el Papa nos convoca ahora a servirnos de Internet, pues la historia de la evangelización no es sólo una cuestión de expansión geográfica, ya que la Iglesia también ha tenido que cruzar muchos umbrales culturales, cada uno de los cuales ha exigido nuevas energías e imaginación para proclamar el Evangelio. La era de los grandes descubrimientos, el Renacimiento y la invención de la imprenta, la Revolución industrial y el nacimiento del mundo moderno fueron también momentos críticos, que exigieron nuevas formas de evangelización.
INTERNET
Internet es un nuevo «foro», entendido en el antiguo sentido romano de lugar público donde se trataba de política y negocios, se cumplían los deberes religiosos, se desarrollaba gran parte de la vida social de la ciudad, y se manifestaba lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Era un lugar de la ciudad muy concurrido y animado, que no sólo reflejaba la cultura del ambiente, sino que también creaba una cultura propia. Esto mismo sucede con el ciberespacio, que es una llamada a la gran aventura de usar su potencial para proclamar el mensaje evangélico. Este desafío está en el centro de lo que significa, al comienzo del milenio, seguir el mandato del Señor de «remar mar adentro»: «Ducin altum» (Lc 5, 4). Internet produce un número incalculable de imágenes que aparecen en millones de pantallas de ordenadores en todo el planeta. En esta galaxia de imágenes y sonidos, ¿aparecerá el rostro de Cristo y se oirá su voz? Porque sólo cuando se vea su rostro y se oiga su voz el mundo conocerá la buena nueva de nuestra redención. Esto es lo que convertirá Internet en un espacio auténticamente humano, puesto que si no hay lugar para Cristo, tampoco hay lugar para el hombre. Por tanto, quiero exhortar a toda la Iglesia a cruzar intrépidamente este nuevo umbral, para entrar en lo más profundo de la red, de modo que ahora, como en el pasado, el gran compromiso del Evangelio y la cultura muestre al mundo «la gloria de Dios que está en la faz de Cristo» (2 Co4, 6). Que el Señor bendiga a todos lo que trabajan con este propósito, ha dicho Juan Pablo II. Como él, Benedicto XVI urge a que los sacerdotes utilicen el mundo digital para ejercer su labor. Lo que hasta hace poco tiempo era algo desconocido para mucha gente, se ha convertido en una de las herramientas más útiles de información e entretenimiento. Las redes sociales y los blogs en Internet ya forman parte de la vida diaria de millones de personas, en especial de los jóvenes. Y consciente de la revolución que están suponiendo estos nuevos instrumentos de la tecnología, Benedicto XVI ha pedido a los sacerdotes que se sirvan de este atrio de los gentiles para llevar a cabo su tarea evangelizadora.
El mundo digital ha sido el tema escogido este año para el Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Se celebrará el 16 de mayo bajo el lema El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra, en clara alusión al Año Sacerdotal proclamado por el Pontífice. En el Mensaje, hecho público por el Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales, Benedicto XVI destaca la "reciente y amplia difusión" de los nuevos medios de comunicación "así como su notable influencia" que "hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal". En la misiva asegura que "en verdad el mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!»". Así, "el sacerdote se encuentra como al inicio de una «nueva historia», porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra". Una Palabra que "podrá navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época", señala en el Mensaje el Pontífice. Además, Benedicto XVI explica que "en el mundo digital se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual".
Fiesta de la Presentación del Señor
Es una fiesta antiquísima de origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el siglo IV. Se celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el 14 de febrero. La peregrina Eteria, que cuenta esto en su famoso diario, añade el interesante comentario de que se "celebraba con el mayor gozo, como si fuera la pascua misma"'. Desde Jerusalén, la fiesta se propagó a otras iglesias de Oriente y de Occidente. En el siglo VII, si no antes, había sido introducida en Roma. Se asoció con esta fiesta una procesión de las candelas. La Iglesia romana celebraba la fiesta cuarenta días después de navidad.
Entre las iglesias orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su pueblo. San Lucas narra el hecho en el capítulo 2 de su evangelio. Obedeciendo a la ley mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta días después de su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por él.
Esta fiesta comenzó a ser conocida en Occidente, desde el siglo X, con el nombre de Purificación de la bienaventurada virgen María. Fue incluida entre las fiestas de Nuestra Señora. Pero esto no era del todo correcto, ya que la Iglesia celebra en este día, esencialmente, un misterio de nuestro Señor. En el calendario romano, revisado en 1969, se cambió el nombre por el de "La Presentación del Señor". Esta es una indicación más verdadera de la naturaleza y del objeto de la fiesta. Sin embargo, ello no quiere decir que infravaloremos el papel importantísimo de María en los acontecimientos que celebramos. Los misterios de Cristo y de su madre están estrechamente ligados, de manera que nos encontramos aquí con una especie de celebración dual, una fiesta de Cristo y de María.
La bendición de las candelas antes de la misa y la procesión con las velas encendidas son rasgos chocantes de la celebración actual. El misal romano ha mantenido estas costumbres, ofreciendo dos formas alternativas de procesión. Es adecuado que, en este día, al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio (Lc 2,22-40), aclamemos a Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar gloria a tu pueblo, Israel".
La Profecía de Simeón Asocia a María al Destino Doloroso de su Hijo
Audiencia general de SS. Juan Pablo II
18 de diciembre de 1997.
1. Después de haber reconocido en Jesús la "luz para alumbrar a las naciones" (Lc2, 32), Simeón anuncia a María la gran prueba a la que está llamado el Mesías y le revela su participación en ese destino doloroso.
La referencia al sacrificio redentor, ausente en la Anunciación, ha impulsado a ver en el oráculo de Simeón casi un "segundo anuncio" (Redemptoris Mater, 16), que llevará a la Virgen a un entendimiento más profundo del misterio de su Hijo.
Simeón, que hasta ese momento se había dirigido a todos los presentes, bendiciendo en particular a José y María, ahora predice sólo a la Virgen que participará en el destino de su Hijo. inspirado por el Espíritu Santo, le anuncia: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones"(Lc 2, 34-35).
2. Estas palabras predicen un futuro de sufrimiento para el Mesías. En efecto, será el "signo de contradicción", destinado a encontrar una dura oposición en sus contemporáneos. Pero Simeón une al sufrimiento de Cristo la visión del alma de María atravesada por la espada, asociando de ese modo a la Madre al destino doloroso de su Hijo.
Así, el santo anciano, a la vez que pone de relieve la creciente hostilidad que va a encontrar el Mesías, subraya las repercusiones que esa hostilidad tendrá en el corazón de la Madre. Ese sufrimiento materno llegará al culmen en la pasión, cuando se unirá a su Hijo en el sacrificio redentor."¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones." (Lc 2, 34-35)
Las palabras de Simeón, pronunciadas después de una alusión a los primeros cantos del Siervo del Señor (cf. Is 42, 6; 49, 6), citados en Lc 2, 32, nos hacen pensar en la profecía del Siervo paciente (cf. Is 52, 13 - 53, 12), el cual, "molido por nuestros pecados" (Is 53, 5), se ofrece "a sí mismo en expiación" (Is 53, 10) mediante un sacrificio personal y espiritual, que supera con mucho los antiguos sacrificios rituales. Podemos advertir aquí que la profecía de Simeón permite vislumbrar en el futuro sufrimiento de María una semejanza notable con el futuro doloroso del "Siervo".
3. María y José manifiestan su admiración cuando Simeón proclama a Jesús "luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel" (Lc 2, 32). María, en cambio, ante la profecía de la espada que le atravesará el alma, no dice nada. Acoge en silencio, al igual que José, esas palabras misteriosas que hacen presagiar una prueba muy dolorosa y expresan el significado más auténtico de la presentación de Jesús en el templo.
En efecto, según el plan divino, el sacrificio ofrecido entonces de "un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley" (Lc 2, 24) era un preludio del sacrificio de Jesús, "manso y humilde de corazón" (Mt 11, 29); en él se haría la verdadera "presentación" (cf. Lc 2, 22), que asociaría a la Madre a su Hijo en la obra de la redención.
4. Después de la profecía de Simeón se produce el encuentro con la profetisa Ana que también" alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (Lc 2, 38). La fe y la sabiduría profética de la anciana que, "sirviendo a Dios noche y día" (Lc 2, 37), mantiene viva con ayunos y oraciones la espera del Mesías, dan a la Sagrada Familia un nuevo impulso a poner su esperanza en el Dios de Israel. En un momento tan particular, María y José seguramente consideraron el comportamiento de Ana como un signo del Señor, un mensaje de fe iluminada y de servicio perseverante.
A partir de la profecía de Simeón, María une de modo intenso y misterioso su vida a la misión dolorosa de Cristo: se convertirá en la fiel cooperadora de su Hijo para la salvación del género humano.
Favores singulares prometidos por Jesús a los devotos de los Dolores del Corazón Traspasado de María Santísima
Innumerables son las gracias que ha prometido Jesucristo a los devotos de los dolores del corazón traspasado de María:
•Los que se encomiendan a la Madre de Dios, recordando sus dolores, alcanzarán antes de morir, la gracia de hacer verdadera penitencia de todos sus pecados.
•Jesús los consolará en sus tribulaciones, señaladamente en las angustias de la muerte.
•Jesús imprimirá en sus almas la memoria de su Pasión, y que en el cielo les dará merecida recompensa.
•Jesús los pondrá en manos de María para que disponga de ellos según su beneplácito y les otorgue las gracias que mas necesitan.
Oración al Corazón Doloroso y Traspasado de María
¡Oh afligida Madre mía! Ya que en la persona de San Juan nos acogisteis como tus hijos al pie de la Cruz, a costa de dolores tan acerbos, intercede por nosotros y alcánzanos las gracias que te pedimos. Alcánzanos, sobre todo, oh tierna y compasiva Madre, la gracias de vivir y perseverar siempre en el servicio de tu Hijo amantísimo, a fin de que merezcamos alabarle eternamente en la gloria. Amen
No hay comentarios:
Publicar un comentario