Esta entrada pertenece a Vocabulario Paulino
La palabra griega basileia puede traducirse por «reinado», «realeza» o «reino», según los casos.
- Reinado indica el ejercicio del poder real durante un tiempo determinado;
- realeza, la dignidad real;
- y reino, el espacio donde se despliega esta realeza.
Así, en Mc 1,15 Jesús anuncia el reinado de Dios ya próximo y, por consiguiente, la irrupción repentina y el dominio pleno de Dios sobre el mundo; lo mismo ocurre en Lc 11,20 y 17,21. Por su parte, Mateo, en 56 menciones y especialmente en las parábolas, hablará más bien del reino de los cielos (es decir, de Dios: la palabra «cielos» es un sustitutivo del nombre divino, inefable).
El reino en cuestión debe distinguirse entonces de un reino mesiánico que seguiría siendo terreno, a diferencia del reino que menciona Jesús en Jn 18,36; pero el judaísmo de la época hablaba muy poco de un reino del Mesías. Después de Pascua, las comunidades cristianas recogieron este motivo principal de la predicación de Jesús; pero elanunciador del reino se convertirá entonces en el anunciadodel kerigma nuevo. Jesús, en su misma persona, constituye el reino (auto-basileia); al menos, el reino llega con él (Mt 12,28).
Pablo recoge a su vez esta palabra en unas diez menciones totalmente alejadas de toda implicación político-real. El reino queda de alguna manera relegado al cielo, es decir, a la gloria del mundo celestial (1 Tes 2,12). Las palabras «heredero del reino», en el cielo, después de la muerte, aparecen varias veces en 1 Cor 6,9-10; 15,50; Gál 5,21; luego en Ef 5,5 (Mt 25,34). Por otra parte, la realeza de Jesús se afirma ya antes de que se la entregue al Padre (1 Cor 15,24-25), a la manera del rey del que habla el Sal 110,1 o del Hijo del hombre de Dn 7,14; este punto es importante en virtud de la Escritura, donde se subraya fuertemente el reinado de Dios: sólo él reina (ls 52,7; Zac 14,9). Los escritos posteriores desarrollarán el tema del reino de Cristo (Ef 5,5; 2 Tim 4,1.18); incluso se designa a Cristo como el rey de los que reinan (1 Tim 6,15).
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