El papa Francisco, ha reflexionado sobre las vocaciones de Juan Bautista: preparar, discernir, disminuir. Lo ha hecho durante la homilía de la misa matutina en Santa Marta, en la solemnidad de la natividad de san Juan Bautista. "Preparar la venida del Señor, discernir quién es el Señor, disminuir para que el Señor crezca". Con esta tres ideas el Santo Padre ha desarrollado su homilí de hoy.
Francisco ha recordado que Juan preparaba el camino a Jesús "sin tomar nada para él. Era un hombre importante: la gente lo buscaba, lo seguía porque sus palabras eran fuertes". Sus palabras llegan al corazón, ha indicado. Y allí tuvo quizá "la tentación de creer que era importante, pero no ha caído", ha advertido el Santo Padre. De hecho, cuando se acercaron los doctores a preguntarle si era el Mesías, Juan respondió:"soy voz, solo voz" pero "he venido a preparar el camino al Señor". Francisco ha señalado aquí la primera vocación del Bautista: "preparar al pueblo, preparar el corazón del pueblo para el encuentro con el Señor".
Pero ¿quién es el Señor?, se ha preguntado el Papa y ha respondido así: "esta es la segunda vocación del Juan: discernir, entre tanta gente buena, quién era el Señor. Y el Espíritu le ha revelado esto y él ha tenido la valentía de decir: 'Es este. Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo'. Los discípulos miraron a este hombre que pasaba y lo dejaron ir. Al día siguiente, sucedió lo mismo. '¡Es ese! Es más digno que yo'. Los discípulos fueron detrás de él. En la preparación, Juan decía: 'Detrás de mí viene uno...' En el discernimiento, que sabe discernir y señalar el Señor, dice: 'Delante de mí... ¡es este!'"
La tercera vocación sobre la que ha hablado el Pontífice es la de disminuir. "Su vida comenzó a abajarse, a disminuir para que creciera el Señor, hasta anularse a sí mismo", ha observado. Y ha explicado a continuación que "esta ha sido la etapa difícil de Juan, porque el Señor tenía un estilo que él no había imaginado, hasta tal punto que en el cárcel -porque estaba en la cárcel en este momento- sufrió no solo la oscuridad de la celda, sino la oscuridad del corazón: 'Pero, ¿será este? ¿No me habré equivocado? Porque el Mesías tiene un estilo tan a mano... No se entiende...' Y como era hombre de Dios, pide a sus discípulos ir donde Él a preguntar: 'Pero, ¿eres Tú realmente o debemos esperar a otro?'"
El Santo Padre ha afirmado que la "humillación de Juan es doble: la humillación de su muerte como precio de un capricho" pero también "la humillación de la oscuridad del alma". De este modo, Francisco ha recordado que Juan que ha sabido "esperar" a Jesús, que ha sabido "discernir", "ahora ve Jesús lejos".
Y ha proseguido Francisco: "esa promesa se ha alejado. Y termina solo. En la oscuridad, en la humillación". Se queda solo "porque se ha destruido mucho para que el Señor creciera".
Para finalizar la homilía de esta mañana, el Obispo de Roma ha señalado que Juan ve que el Señor está "lejos" y él "humillado, pero con el corazón en paz". "Tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, dejar crecer al Señor y disminuirse a sí mismo. También es bonito pensar la vocación del cristiano así. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro, prepara el camino a otro: al Señor. Un cristiano debe saber discernir, debe conocer como discernir la vedad que lo que parece verdad y no es: hombre de discernimiento. Y un cristiano debe ser un hombre que sepa abajarse para que el Señor crezca, en el corazón y en el alma de los otros", ha concluido el Papa.
Francisco ha recordado que Juan preparaba el camino a Jesús "sin tomar nada para él. Era un hombre importante: la gente lo buscaba, lo seguía porque sus palabras eran fuertes". Sus palabras llegan al corazón, ha indicado. Y allí tuvo quizá "la tentación de creer que era importante, pero no ha caído", ha advertido el Santo Padre. De hecho, cuando se acercaron los doctores a preguntarle si era el Mesías, Juan respondió:"soy voz, solo voz" pero "he venido a preparar el camino al Señor". Francisco ha señalado aquí la primera vocación del Bautista: "preparar al pueblo, preparar el corazón del pueblo para el encuentro con el Señor".
Pero ¿quién es el Señor?, se ha preguntado el Papa y ha respondido así: "esta es la segunda vocación del Juan: discernir, entre tanta gente buena, quién era el Señor. Y el Espíritu le ha revelado esto y él ha tenido la valentía de decir: 'Es este. Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo'. Los discípulos miraron a este hombre que pasaba y lo dejaron ir. Al día siguiente, sucedió lo mismo. '¡Es ese! Es más digno que yo'. Los discípulos fueron detrás de él. En la preparación, Juan decía: 'Detrás de mí viene uno...' En el discernimiento, que sabe discernir y señalar el Señor, dice: 'Delante de mí... ¡es este!'"
La tercera vocación sobre la que ha hablado el Pontífice es la de disminuir. "Su vida comenzó a abajarse, a disminuir para que creciera el Señor, hasta anularse a sí mismo", ha observado. Y ha explicado a continuación que "esta ha sido la etapa difícil de Juan, porque el Señor tenía un estilo que él no había imaginado, hasta tal punto que en el cárcel -porque estaba en la cárcel en este momento- sufrió no solo la oscuridad de la celda, sino la oscuridad del corazón: 'Pero, ¿será este? ¿No me habré equivocado? Porque el Mesías tiene un estilo tan a mano... No se entiende...' Y como era hombre de Dios, pide a sus discípulos ir donde Él a preguntar: 'Pero, ¿eres Tú realmente o debemos esperar a otro?'"
El Santo Padre ha afirmado que la "humillación de Juan es doble: la humillación de su muerte como precio de un capricho" pero también "la humillación de la oscuridad del alma". De este modo, Francisco ha recordado que Juan que ha sabido "esperar" a Jesús, que ha sabido "discernir", "ahora ve Jesús lejos".
Y ha proseguido Francisco: "esa promesa se ha alejado. Y termina solo. En la oscuridad, en la humillación". Se queda solo "porque se ha destruido mucho para que el Señor creciera".
Para finalizar la homilía de esta mañana, el Obispo de Roma ha señalado que Juan ve que el Señor está "lejos" y él "humillado, pero con el corazón en paz". "Tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, dejar crecer al Señor y disminuirse a sí mismo. También es bonito pensar la vocación del cristiano así. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro, prepara el camino a otro: al Señor. Un cristiano debe saber discernir, debe conocer como discernir la vedad que lo que parece verdad y no es: hombre de discernimiento. Y un cristiano debe ser un hombre que sepa abajarse para que el Señor crezca, en el corazón y en el alma de los otros", ha concluido el Papa.
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