«Mi guía me habló entonces de aquello a lo que se da el nombre de milagro. Entre otras cosas recuerdo que me dijo:
“Una confianza total en Dios, con la simplicidad de un niño, da a todas las cosas el ser y la sustancia”.
Estas palabras me esclarecieron de todos los milagros».
Beata Ana Catalina de Emmerich
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