"Que esta Copa del Mundo pueda desarrollarse con toda serenidad y tranquilidad, siempre en el recíproco respeto, en la solidaridad y en la fraternidad entre hombres y mujeres que se reconocen miembros de una única familia". Este es el deseo del papa Francisco con ocasión de la Copa del Mundo de fútbol que comienza hoy en Brasil. El mensaje ha sido retransmitido por la televisión brasileña "Rede Globo".
El Santo Padre desea que "además de una fiesta del deporte, esta Copa del Mundo de fútbol pueda transformarse en una fiesta de solidaridad entre los pueblos". Y así, recuerda que "el deporte, de hecho, es un instrumento para comunicar los valores que promueven el bien de la persona humana y ayudan a construir una sociedad más pacífica y fraterna. Pensemos en la lealtad, en la perseverancia, en la amistad, en el compartir y en la solidaridad".
De este modo, el Pontífice ha querido dar tres lecciones de la práctica deportiva, tres actitudes esenciales en favor de la paz: la necesidad de entrenarse, el juego limpio y el respeto a los adversarios.
El Papa ha observado que si para ganar es necesario entrenarse, "podemos ver en esta práctica deportiva una metáfora de nuestra vida". Y recuerda que "en la vida es necesario luchar, entrenarse, comprometerse para obtener resultados importantes. El espíritu deportivo nos recuerda de esta manera, una imagen de sacrificios necesarios para crecer en las virtudes que construyen el carácter de la persona. ¡Si para mejorar una persona es necesario un entrenamiento intenso y continuo aún más compromiso deberá ser invertido para llegar al encuentro y a la paz entre individuos y entre los pueblos 'mejorados'!
Importante es también el juego limpio, porque el "fútbol puede y debe ser una escuela para la formación de una cultura del encuentro, que lleve armonía y paz entre los pueblos", indica el Papa. Por eso, afirma que "para vencer es necesario superar el individualismo, el egoísmo, todas las formas de racismo, de intolerancia y de instrumentalización de la persona humana. Por tanto, ser individualistas en el fútbol representa un obstáculo al éxito de equipo; pero si somos individualistas en la vida, ignorando las personas que nos rodean, recibe un prejuicio toda la sociedad".
Finalmente, el Santo Padre subraya que "el secreto de la victoria en el campo, pero también en la vida, está en el saber respetar mi compañero de equipo, pero también al adversario. Nadie gana solo, ¡ni en el campo ni en la vida! ¡Que nadie se aísle y se sienta excluido!"
Así, ha recordado que "y sí, es verdad que al finalizar estos mundiales, solamente un equipo nacional podrá alzar la copa del ganador, aprendiendo las lecciones que el deporte nos enseña, todos seremos ganadores, reforzando los lazos que nos unen".
El Santo Padre desea que "además de una fiesta del deporte, esta Copa del Mundo de fútbol pueda transformarse en una fiesta de solidaridad entre los pueblos". Y así, recuerda que "el deporte, de hecho, es un instrumento para comunicar los valores que promueven el bien de la persona humana y ayudan a construir una sociedad más pacífica y fraterna. Pensemos en la lealtad, en la perseverancia, en la amistad, en el compartir y en la solidaridad".
De este modo, el Pontífice ha querido dar tres lecciones de la práctica deportiva, tres actitudes esenciales en favor de la paz: la necesidad de entrenarse, el juego limpio y el respeto a los adversarios.
El Papa ha observado que si para ganar es necesario entrenarse, "podemos ver en esta práctica deportiva una metáfora de nuestra vida". Y recuerda que "en la vida es necesario luchar, entrenarse, comprometerse para obtener resultados importantes. El espíritu deportivo nos recuerda de esta manera, una imagen de sacrificios necesarios para crecer en las virtudes que construyen el carácter de la persona. ¡Si para mejorar una persona es necesario un entrenamiento intenso y continuo aún más compromiso deberá ser invertido para llegar al encuentro y a la paz entre individuos y entre los pueblos 'mejorados'!
Importante es también el juego limpio, porque el "fútbol puede y debe ser una escuela para la formación de una cultura del encuentro, que lleve armonía y paz entre los pueblos", indica el Papa. Por eso, afirma que "para vencer es necesario superar el individualismo, el egoísmo, todas las formas de racismo, de intolerancia y de instrumentalización de la persona humana. Por tanto, ser individualistas en el fútbol representa un obstáculo al éxito de equipo; pero si somos individualistas en la vida, ignorando las personas que nos rodean, recibe un prejuicio toda la sociedad".
Finalmente, el Santo Padre subraya que "el secreto de la victoria en el campo, pero también en la vida, está en el saber respetar mi compañero de equipo, pero también al adversario. Nadie gana solo, ¡ni en el campo ni en la vida! ¡Que nadie se aísle y se sienta excluido!"
Así, ha recordado que "y sí, es verdad que al finalizar estos mundiales, solamente un equipo nacional podrá alzar la copa del ganador, aprendiendo las lecciones que el deporte nos enseña, todos seremos ganadores, reforzando los lazos que nos unen".
No hay comentarios:
Publicar un comentario