domingo, 3 de noviembre de 2013

Guido Maria Conforti, Santo


Obispo y Fundador, 5 de noviembre
 
Guido Maria Conforti, Santo
Guido Maria Conforti, Santo

Obispo y Fundador

Martirologio Romano: En Parma, de Italia, San Guido María Conforti, obispo y buen pastor, siempre en vela por la defensa de la Iglesia y de la fe de su pueblo, el cual, movido por el anhelo de la evangelización de los pueblos, fundó la Pía Sociedad de San Francisco Javier (1931).

Etimología: Guido = Aquel que pertenece al bosque, es de origen germánico.

Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.
GUIDO MARIA CONFORTI nació en Ravadese (Parma -Italia ) el 30 de marzo de 1865.

Era el octavo de los diez hijos de Rinaldo Conforti y Antonia Adorni.

La óptima educación cristiana recibida de su madre, la complementaron los Hermanos de las Escuelas Cristianas en cuya escuela de Parma realizó su primaria. Guido solía decir que su vocación se debía a la educación recibida de estos religiosos y, además, a una singular experiencia que tuvo contemplando el Crucifijo.

Venciendo la resistencia de su padre, en 1876 entró en el seminario, donde realizó brillantemente sus estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad y obediencia. Durante sus estudios de teología, el Beato Andrés Ferrari fue su rector en el seminario., Sin haber sido aún ordenado sacerdote Guido fue nombrado vicerector del seminario, tarea que continuó realizando después de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 22 de septiembre de 1888. En esta misión pudo mostrar sus elevadas dotes de educador siendo un modelo para los jóvenes seminaristas por su testimonio de santidad y caridad pastoral.

Su vocación sacerdotal y misionera había nacido a los pies del Crucifijo. "No es posible - escribió - fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio por grande que sea".

"El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos". De hecho, a pesar de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el Evangelio a todos los hombres. El "espectáculo" de la cruz le hablaba "con la elocuencia de la sangre", manifestándoles el amor infinito de Dios hacia la humanidad. En 1895, Guido funda una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos.

El 9 de junio de 1902, el Siervo de Dios fue llamado a regir la Arquidiócesis de Rávena. El día de su ordenación episcopal pronunció los votos religiosos junto con el voto de dedicarse sin reservas al anuncio del Evangelio "ad gentes". En Rávena, la enfermedad le obligó a largos períodos de inactividad. Su profundo sentido de responsabilidad pastoral hacia el rebaño que le había sido confiado le llevó a presentar su dimisión que fue aceptada.

Regresó humildemente a su Instituto Misionero donde, recuperada algo su salud, se ocupó en la formación de los alumnos misioneros y a la redacción de las Constituciones de su familia misionera.

A finales de 1907, el Santo Padre confió al Siervo de Dios la diócesis de Parma. Durante 25 años él fue buen pastor, signo viviente de la "solicitud maternal de la Iglesia hacia todos los hombres, tanto fieles, como infieles, por su preocupación particular por los pobres y los más débiles".

La catequesis fue el punto principal de su tarea pastoral: instituyó las escuelas de la doctrina cristiana en todas las parroquias, preparó a los catequistas con apropiados cursos de cultura religiosa y pedagógica. Fue el primer obispo de Italia que celebró un congreso de catequética en su diócesis.

Cinco veces realizó la visita pastoral a las parroquias, celebró dos sínodos diocesanos, instituyó y promovió la Acción Católica, especialmente de los jóvenes. Cuidó de manera especial la cultura y la santidad del clero, la formación de los seglares, las asociaciones y la prensa católica, las misiones populares, los congreso eucarísticos, marianos y misioneros. Logró reconciliar a los ánimos divididos, se preocupó por llevar a los extraviados a la unidad del rebaño y fomentó el amor y el respeto incondicional hacia el Papa.

Su presencia en los momentos difíciles de la historia de aquellos años en la ciudad de Parma fue discreta, casi inobservada, pero eficaz y con resultados. Durante las huelgas de 1908, fundó un grupo de abogados dedicados a la defensa de los derechos de los campesinos y de los sacerdotes, Cuando una parte de la ciudad se opuso violentamente a la instauración del fascismo y se corría el peligro de un baño de sangre, la mediación de Conforti obtuvo la retirada de las milicias fascistas, evitando así una guerra civil.

La preocupación por la Iglesia local que le había sido confiada no le quitó la "preocupación por aquellos lugares del mundo donde la Palabra de Dios no ha sido anunciada". Creía firmemente que el anuncio del Evangelio "ad gentes" fuese el camino más seguro por la nueva evangelización de su pueblo. Se entregó incansablemente a la tarea de "la Evangelización ad gentes" ya fuese a través de su familia misionera, como colaborando con las varias iniciativas de animación misionera en Italia y en el resto del mundo.

Puso especial cuidado en colaborar en la fundación y en la difusión de la Pontificia Unión Misionera del Clero, de la que fue su primer presidente. "Fue providencial que, en la fundación de la Unión Misionera del Clero, al lado de P. Pablo Manna se encontrase Guido María Conforti, que no sólo ayudó excepcionalmente con su consejo y su colaboración a la naciente Unión, sino que con su autoridad logró para dicha Unión la aprobación pontificia" (Pablo VI ).

En 1928, Conforti viajó a China para visitar las comunidades y los lugares que habían sido confiados a la familia religiosa de la que él era Superior General. Su viaje fue signo de la comunión entre las Iglesias.

El 5 de noviembre de 1931, consumido por su incansable tarea pastoral, habiendo recibido devotamente el Sacramento de los Enfermos y el Santo Viático, después de haber profesado públicamente su fe y haber implorado la bendición de Dios para su clero y su pueblo, Guido María Conforti entró en la Casa del Padre.

El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996.


San Guido María Conforti, obispo y fundador
fecha: 5 de noviembre
n.: 1856 - †: 1931 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 17 mar 1996 - C: Benedicto XVI 23 oct 2011
hagiografía: Santi e Beati
En Parma, ciudad de Italia, san Guido María Conforti, obispo y buen pastor, siempre en vela por la defensa de la Iglesia y de la fe de su pueblo; movido por el anhelo de la evangelización de los pueblos, fundó los Misioneras Javerianos.

Voluntad, mucha, salud, poca. Superando algunas dificultades familiares, entra en el seminario, pero a los 17 años comienza a sufrir de epilepsia y sonambulismo. Valientemente el rector don Andrea Ferrari (futuro arzobispo de Milán) lo ordena sacerdote, con 23 años. A los 28 ya es vicario general de la diócesis de Parma. Pero sueña con la misión en el Oriente, a ejemplo del pionero Francisco Javier. Pero la salud es frágil: ningún instituto misionero lo acepta. por lo que él, en 1895, fundó uno por cuenta propia: la «Congregación de San Francisco Javier para las Misiones Extranjeras». Lo funda, lo guía, con unos pocos alumnos al principio, y con la ayuda de un solo sacerdote. Utilizará luego la herencia paterna para consolidarlo. Y en 1896 parten ya para China los primeros dos «Javerianos».

Guido Maria Conforti se vuelve en ese momento una figura insólita en la Iglesia italiana: trabaja como vicario en el gobierno de una diócesis «doméstica», y al mismo tiempo se proyecta en la lejana misión. Es polémico con cuantos en Italia ignoran la misión o parecen temerla («roba sacerdotes a las diócesis», era un argumento). Nombrado arzobispo de Ravena a los 37 años, dejará su cargo un año después, aunque por enfermedad. Murió en China uno de sus misioneros; hace volver al otro y se concentra por completo en el instituto. Pero en 1907 fue de nuevo «reclamado» en la diócesis, como coadjutor del obispo de Parma y después como sucesor. Regirá la diócesis durante 25 años, con mucha actividad: dos sínodos, cinco visitas pastorales a 300 parroquias. Mientras tanto sus Javerianos regresan a China.

En 1912 uno de ellos, el padre Luis Calza, es nombrado obispo de Cheng-chow, y recibe de él la consagración en la catedral de Parma. También en 1912, se asocia con fuerza a la iniciativa de un recurso ante el Papa, para que llame enérgicamente a la Iglesia italiana al deber de apoyar la evangelización en el mundo. La idea partió del beato José Allamano, fundador de los Misioneros de la Consolata, en Turín. La Jornada Misionera Mundial, establecida en 1926 por el Papa Pío XI, pondrá en marcha una propuesta contenida ya en ese recurso de 1912.

Al fin llega el momento más hermoso para Guido María: en 1928 está en China para visitar a sus Javerianos. Aquí se hace realidad el sueño de toda una vida: conocer a los nuevos cristianos, la joven iglesia crecida entre duras dificultades, sentirse realizador, con los suyos, del sueño de Francisco Javier... Y, así, este hombre proyectado a lejanos continentes, ha sido plena y enérgicamente pastor de su diócesis natal, partiendo de la labor de re-evangelización, a través del movimiento catequístico y de la fraternidad practicada en todas direcciones, especialmente con la labor de asistencia a las familias durante la Primera Guerra Mundial, reconocida incluso por el gobierno italiano, con un alto honor civil.

Su físico siempre sufriente, y tan a menudo arrastrado por la voluntad, cede irremediablemente en 1931. En 1996 Juan Pablo II lo proclama beato, y el 23 de octubre de 2011 es canonizado por Benedicto XVI. El cuerpo descansa en la sede de los Misioneros Javerianos de Parma.

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