OTRAS POSIBILIDADES
Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.
Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.
El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”
BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO
MONICIÓN
Hermanos ¡Llama el Señor! ¡Nos llama, el Señor, en medio del desierto! A recuperar la alegría de la fe. Viene a nuestro encuentro, en cada circunstancia, para llenarnos de valor y de entereza, de audacia y de esperanza. ¿Seremos capaces de levantar las antenas de nuestra existencia para dejarnos guiar y llevar por El? ¡Vino, viene y vendrá el Señor! Para infundirnos ánimo y sacarnos de tantas fosas en las que nos hemos metido. ¡Necesitamos salvación! ¡Necesitamos a Jesucristo! ¡Bienvenido sea el adviento, tiempo de esperanza y días que nos adentran en los caminos de Dios! Vamos a bendecir la Corona de Adviento. Su color verde nos habla de la esperanza, de la vida que hemos de tener todos los creyentes que anhelamos la llegada del Salvador. Las lámparas, que en cada domingo iremos encendiendo, simbolizan la luz de Cristo que viene a nuestro encuentro y que se imponen sobre la oscuridad del mundo.
PRIMER DOMINGO (BENDICIÓN)
La tierra, Señor, se alegra estos días y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia,
del dolor, apatía y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos y la ha adornado con cirios.
Ahora, pues, que comenzamos el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor, que mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona con nuevas luces,
nos ilumines a nosotros con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
--Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
(Se acerca una persona y enciende el primer cirio)
Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (U otro canto apropiado)
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