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Ricarda o Riquilda, Santa |
Emperatriz
Martirologio Romano: En Andlau, de la Baja Lotaringia (Alsacia), santa Ricarda, quien, siendo reina, despreció el poder terreno por servir a Dios en el monasterio fundado por ella misma (c. 895).
Etimología: Ricarda = fuerte en la riqueza. Viene de la lengua alemana.
Nació y murió en Alsacia, Francia, en el año 900. Era hija de Echanger, conde de esta ciudad.
Se casó con el conde Carlos el Grueso en el año 862. Era biznieto de Carlomagno, y en aquel tiempo, rey de los Francos de Ranania.
Carlos En el 881, con el apoyo del Papa Juan VIII, llegó a emperador de Occidente y, al mismo tiempo de Alemania, Francia, dueño de una parte de Italia y protector de Papado.
Pese a ello, abandonó al Papa cuando éste le llamó para que le ayudara. Al no acudir, el Papa fue masacrado a martillazos en el palacio de san Juan de Letrán.
Tras veinte años de matrimonio, Ricarda fue acusada de adulterio y repudiada, ella rechazó la acusación y fue sometida a la prueba del fuego para demostrar su inocencia, Dios demostró con un patente milagro su inocencia.
Y así acabó el inmenso imperio carlovingio. Sus siete hijos se repartieron cuanto quedaba.
Su padre murió al año siguiente . Y Ricarda no estaba a su lado en esos momentos cruciales para la vida de una persona.
Como no había seguido la vida Cristo en su estricto cumplimiento, nunca se sintió feliz a pesar de sus riquezas.
Se fue a la abadía de Alsacia, Andlau, para pasar allí sus últimos años.
En 1049, el Papa León IX vino a venerar sus restos y los colocó en el altar.
Santa Ricarda, reina
fecha: 18 de septiembre n.: c. 840 - †: c. 895 - país: Francia otras formas del nombre: Ricardis, Richardis canonización: culto local hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Andlau, de la Baja Lotaringia, santa Ricarda, la cual, siendo reina, despreció el poder terreno para servir a Dios en el monasterio fundado por ella misma.

Al cumplir los veintidós años, la joven Ricarda, hija del conde de Alsacia, fue dada en matrimonio a Carlos el Gordo, hijo del rey Luis el Germano. Diecinueve años después, en 881, los esposos se trasladaron a Roma para que el papa Juan VIII los coronase como emperador y emperatriz del Sacro Romano Imperio. Hasta entonces, la pareja había vivido en armonía, pero unos pocos años más tarde, el emperador Carlos, ya fuese por fundadas sospechas o por realizar algún propósito inconfesado, acusó a su esposa de infidelidad y señaló, como cómplice del adulterio a su canciller, Liutwardo, que era obispo de Vercelli y un hombre grandemente estimado, tanto por sus habilidades como por sus virtudes. Los supuestos culpables, Ricarda y Liutwardo, comparecieron ante la asamblea de la corte imperial para desmentir solemnemente las acusaciones; el obispo quedó exonerado por un juramento, y Ricarda apeló al juicio de Dios y pidió someterse a la prueba del fuego o, en su defecto, a la prueba de la batalla. La prueba del fuego fue aceptada, y la emperatriz, descalza y vestida con una túnica de material ligero, fácilmente inflamable, caminó sobre un lecho de brasas sin recibir daño alguno.
A pesar de todo, Liutwardo fue despojado de su puesto de canciller y, como no se consideraba conveniente que Ricarda y su esposo continuasen su vida en común después de la pública exhibición de sus desavenencias conyugales, se la autorizó a separarse de Carlos el Gordo. Durante algún tiempo, se refugió en el convento de monjas de Hohenburg y, de ahí, pasó a la abadía de Andlau, que ella misma había fundado. Ahí vivió en paz hasta su muerte, ocurrida más o menos hacia el año de 895. Durante su existencia en el convento, participó en las actividades y ejercicios de piedad de las monjas, intercedió en favor suyo ante la Santa Sede, se preocupó siempre por los pobres, y escribió versos. En el año de 1049, cuando el Papa León IX se detuvo en Andlau en su viaje a Mainz para asistir a un concilio, mandó que los restos de Ricarda fueran exhumados y colocados en un santuario para exponerlos a la veneración de los fieles. El culto se ha mantenido, y hasta hoy se celebra la fiesta de santa Ricarda en la diócesis de Estrasburgo.
No hay ninguna biografía propiamente dicha sobre santa Ricarda, pero las lecciones del breviario, panegíricos y homilías reunidos en Acta Sanctorum, sept. vol. V, proporcionan buenos datos. Véase también el Allgemeine Deutsche Biographie, vol. XXVIII, pp. 420 y ss. y la Sainte Richarde de M. Corbet (1948).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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