martes, 5 de marzo de 2013

Juan de Dios, Santo

Religioso, 8 Marzo
 
Juan de Dios, Santo
Juan de Dios, Santo

Religioso


"En el año de 1538, reinando en españa el Emperador Carlos V, y siendo Arzobispo de la Ciudad de Granada don Gaspar de Avalos... que alcanzó felicidad en sus tiempos, de florecer en su obispado hombres señalados en santidad y virtud; entre los cuales fue unop, pobre, bajo y desechado en los ojos de los hombres, pero muy conocido y estimado en los de Dios, pues mereció llamarse en apellido Juan de Dios”

Se trata de Juan Ciudad Duarte, un hombre nacido año 1495 en el pueblo portugués de Montemor o Novo, del obispado de Évora, Portugal y que muere en Granada, España, el año 1550 a la edad de 55 años, siendo considerado uno de los tesoros de la ciudad. Para todos es conocido como "el santo". El apellido de Dios le vino impuesto por un Obispo conocedor de su obra a favor de los pobres y enfermos. No cabe mayor honor que apellidarse de Dios y nada refleja mejor el modo de hacer de este hombre.

Aparece a la edad de ocho años en el pueblo toledano de Oropesa. En las biografías de Juan de Dios, hay las grandes lagunas y muchos interrogantes, algunos todavía no resueltos, en relación a su ascendencia, pueblo, familia, vida, hasta bien entrado en años... La tradición habla que vino con un clérigo que pasó por su casa y es acogido en la de Francisco Cid Mayoral donde vivió mucho tiempo, casi la friolera de 29 años en dos ocasiones diferentes.

Siendo mancebo de veintidós años le dio voluntad de irse a la guerra" luchando en la compañía del Conde de Oropesa, al servicio del Emperador Carlos V que fue en socorro de la plaza de Fuenterrabía atacada por el Rey Francisco I de Francia. La experiencia no puede ser más desastrosa, está a punto de ser ahorcado y regresa de nuevo a Oropesa hasta que es solicitado para defender Viena, en un momento de amenaza por parte de los turcos.

Después de estas experiencias guerreras vuelve al oficio de pastor, leñador para ganarse el sustento, albañil en la construcción de las murallas de Ceuta y finalmente, inicia en Gibraltar el oficio de librero, que ejerce en Granada de forma estable en un puesto de la calle Elvira, hasta su conversión.

En Granada comienza la ve Juan de Dios, cuando más asentado y cuando al parecer, había terminado su “andadura” española y europea. Juan había caminado tanto en bucsa de una cita que por fin acontece el año 1539, fiesta de S. Sebastián en el Campo de los Mártires, a la vera de la Alhambra. Ese día un predicador de fama, S. Juan de Ávila es el encargado del sermón. No sabemos qué munición usó el "maestro Ávila", el caso es que el corazón de Juan de Dios quedó tocado, sus palabras "se le fijaron en las entrañas" y "fueron a él eficaces", dice su biógrafo Castro. Juan parece haberse vuelto loco y grita, se revuelca clamando "misericordia". Se produce un total despojo de sus pocos haberes, hasta de sus vestidos...

El pueblo se divide: unos dicen que era loco y otros que no era sino santo y que aquella obra era de Dios. Aquello era ni más ni menos que la cita con Dios.

No es un asunto fácil. Desde ahora comienza una nueva aventura totalmente inédita en la vida de Juan. Después de la experiencia espectacular de su conversión tiene que entrar en contacto con los pobres más marginados de siempre, los enfermos mentales. “Dos hombres honrados compadecidos tomaron de la mano a Juan y lo llevaron... ¿Dónde? Al manicomio. Un ala del Hospital Real de Granada estaba ocupada por los locos. Allí, siente en sus carnes el duro tratamiento que se da a estos enfermos en su propia carne y se rebela de ver sufrir a sus hermanos. De esta experiencia surge la conversión a los hombres, que ya serán para Juan, "hermanos". "Jesucristo me traiga a tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo".

El corazón herido, cogido por el amor desbordante de Dios no le dejará en paz hasta el último momento en que muere de rodillas. En el año 1539, de acuerdo con san Juan de Avila, es huésped en Guadalupe donde se prepara en las artes médicas, y en 1540 inicia su primera obra, un pequeño hospital en la calle de Lucena, "tanta gente acudía por la fama de Juan y por su mucha caridad que los amigos le compraron una casa para hospital en la cuesta Gomérez”.

La fama de Juan es grande en Granada: acoge a todos los pobres inválidos que encuentra, a los niños huérfanos y abandonados, visita y rehabilita a muchas mujeres prostitutas, y todo sin renta fija, salvo la limosna en la cuál es verdadero maestro, "¿quién se hace bien a si mismo dando a los pobres de Cristo?" -sería su lema cotidiano. El corazón encendido de Juan, contrasta con el fuego del Hospital Real en llamas el día 3 de julio de 1549. Allí acude como toda la ciudad, pero no para lamentarse, sino para remangarse y entrar y sacar los enfermos saliendo sano y salvo. Desde ese momento, Juan adquiere la categoría de santo y su fama llega a todos los que pudieran tener alguna duda de su pasado en la zona de los enfermos mentales. En el mes de enero de 1550, tratando de salvar a un joven que se estaba ahogando en el río Genil, enfermó gravemente.

En el lecho de muerte a Juan le queda la herencia que entrega al arzobispo y a su sucesor, Antón Martín: libro de las deudas y los enfermos asistidos. Así se continúa la obra de Juan de Dios hasta nuestros días.
Juan muere el día 8 de marzo de 1550. Su entierro es una auténtica manifestación de duelo y simpatía hacia su persona y su obra.
San Juan de Dios, religioso y fundador
fecha: 8 de marzo
n.: 1495 - †: 1550 - país: España
canonización: B: Urbano VIII 21 sep 1630 - C: Alejandro VIII 16 oct 1690
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Juan de Dios, religioso, nacido en Portugal, que, después de una vida llena de peligros en la milicia humana, prestó ayuda con constante caridad a los necesitados y enfermos en un hospital fundado por él, y se asoció a compañeros con los que constituyó después la Orden Hospitalaria San Juan de Dios. En este día, en la ciudad de Granada, en España, pasó al eterno descanso.
patronazgo: patrono de Granada, de los hospitales, las enfermeras, fabricantes de papel, imprentas y libreros; protector de los enfermos, alcohólicos y desvalidos.
refieren a este santo: San Juan Grande
oración:
¡Glorioso San Juan de Dios, caritativo protector de los enfermos y desvalidos! Mientras viviste en la tierra no hubo quien se apartase de ti desconsolado: el pobre halló amparo y refugio; los afligidos consuelo y alegría; confianza los desesperados y alivio en sus penas y dolores todos los enfermos. Si tan copiosos fueron los frutos de tu caridad estando aún en el mundo, ¿qué no podremos esperar de ti ahora que vives íntimamente unido a Dios en el cielo? Animado con este pensamiento, espero me alcances del Señor la gracia de ... si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

Señor, tú que infundiste en san Juan de Dios espíritu de misericordia, haz que nosotros, practicando las obras de caridad, merezcamos encontrarnos un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

San Juan nació en Portugal. Pasó su primera juventud en Castilla, al servicio de un alto empleado del conde de Oropesa. En 1522, formó parte del ejército del conde y luchó al lado de los españoles contra los franceses y después, en Hungría, contra los turcos. Su amistad con sus licenciosos compañeros del ejército le llevó, poco a poco, al abandono de la práctica de la religión y cayó en pecados muy graves. Cuando el ejército se desbandó, Juan fue a dar a Andalucía, donde entró a servir como pastor en la casa de una noble sevillana. Hacia los cuarenta años de edad, acosado por los remordimientos de su vida pasada, decidió cambiar y empezó a pensar cuál sería la mejor manera de consagrarse a Dios. Compadecido de los afligidos, decidió ir al África para socorrer a los esclavos cristianos, con la esperanza de alcanzar la corona del martirio. En Gibraltar conoció a un caballero portugués que había sido desterrado a Ceuta y se dirigía allá con su esposa y sus hijos. Juan se compadeció de ellos y entró gratuitamente a su servicio. El caballero enfermó en Ceuta, y Juan tuvo que trabajar como obrero para ganar algún dinero con qué ayudar a la familia. La apostasía de uno de sus compañeros de trabajo impresionó mucho a Juan. Por otra parte, su confesor le dio a entender que buscar el martirio era una ilusión del demonio. Esto movió al santo a volver a la península.

En Gibraltar se le ocurrió que, como vendedor ambulante de imágenes y libros piadosos, podría hacer el bien a sus clientes. El negocio prosperó y en 1538, a los cuarenta y tres años de edad, Juan pudo abrir una tienda en Granada. Ahora bien, el día de San Sebastián, que era una de las grandes fiestas de la ciudad, el famoso Juan de Ávila llegó a predicar y entre la multitud que acudió a escucharle se hallaba Juan. El sermón le llegó tanto al alma, que empezó a implorar en voz alta la misericordia divina, golpeándose el pecho; echó a correr por las calles como un loco, mesándose los cabellos; las gentes le apedrearon y se burlaron de él; Juan llegó a su casa en un estado lamentable. Tras de regalar toda su mercancía, empezó a errar por las calles, absorto en sus pensamientos, hasta que las gentes le condujeron a san Juan de Avila. El santo predicador conversó con él en privado, le dio algunos consejos y le prometió su ayuda. Esto pacificó durante algún tiempo a Juan; pero pronto empezó nuevamente a conducirse en forma extravagante y hubo que encerrarle en un manicomio. Como es bien sabido, en aquella época se empleaban los más brutales métodos para curar a los enfermos mentales. Cuando llegó a oídos de san Juan de Ávila la noticia de lo sucedido, fue a ver a su penitente y le dijo que ya había practicado suficientemente esa penitencia singular y que haría bien en ocuparse en algo que redundase en mayor provecho espiritual suyo y mayor bien de sus prójimos. La exhortación calmó instantáneamente a Juan, con gran sorpresa de sus guardianes; pero permaneció en el hospital hasta el día de Santa Úrsula de 1539, cuidando a los enfermos.

Al salir del hospital, estaba decidido a hacer algo por los pobres. Así pues, empezó a vender leña en el mercado para dar de comer a los hambrientos. Poco después, alquiló una casa para albergar a los enfermos pobres, a los que servía y alimentaba con tal celo, prudencia y economía, que era la admiración de toda la ciudad. Esos fueron los primeros pasos en la fundación de la Orden de los Hermanos de San Juan de Dios, que actualmente ejercen su ministerio en toda la cristiandad. Juan pasaba el día entero cuidando a los enfermos; por la noche salía a buscar nuevos pacientes. Como las gentes empezaran a llevarle espontáneamente cuanto le hacía falta para sostener su pequeño hospital, Juan no tuvo ya que salir a pedir limosna de puerta en puerta. El arzobispo de Granada, que veía con buenos ojos la obra, la favoreció con grandes sumas de dinero. Su ejemplo animó a otros, y la modestia y paciencia del santo, así como su extraordinaria habilidad, contribuyeron mucho a hacer popular el hospital. El obispo de Tuy invitó a comer a san Juan; las respuestas de éste a sus preguntas impresionaron favorablemente al prelado, por su sabiduría y sentido común. El obispo le dio el nombre de «Juan de Dios» y le impuso una especie de hábito, aunque el santo no había pensado hasta entonces en fundar una orden religiosa. Las reglas que llevan su nombre fueron redactadas seis años después de su muerte. Los votos religiosos no fueron introducidos sino hasta 1570, es decir, veinte años después de la desaparición del fundador.

Para probar el desinterés del santo, el marqués de Tarifa se disfrazó de mendigo y fue a pedirle limosna; San Juan le dio veintiún ducados, que era todo lo que poseía. El marqués no sólo le devolvió esa suma, sino que le regaló 150 coronas de oro y, durante su estancia en Granada, envió diariamente al hospital pan, corderos y pollos. San Juan era muy generoso, no sólo por lo que se refiere al dinero, sino de todas las maneras posibles. Durante un incendio del hospital, el santo sacó en brazos a los enfermos. Aunque tuvo que meterse muchas veces entre las llamas, salió completamente ileso. Su corazón no tenía preferencias, de suerte que su caridad no se limitaba a su hospital; por el contrario, el santo se sentía obligado a socorrer a todos los afligidos. Para ello, se informaba cuidadosamente sobre todos los necesitados de la provincia; a unos les asistía en su propia casa, a otros les conseguía trabajo. Así, con singular tacto y prudencia, pudo remediar las necesidades de innumerables miembros de Cristo. Se interesaba particularmente por las jóvenes abandonadas para protegerlas de las tentaciones a las que se veían forzosamente expuestas. Pero esto no era todo: con el crucifijo en la mano, san Juan iba en busca de los más endurecidos pecadores y los exhortaba con muchas lágrimas a arrepentirse. Esta vida de perpetua actividad iba acompañada de constante oración y penitencias corporales. Los éxtasis frecuentes y el espíritu de contemplación coronaban las virtudes del santo; pero la mayor de sus cualidades era indudablemente su extraordinaria humildad en la acción, que se manifestó sobre todo en medio de los honores que le prodigaba la corte de Valladolid, cuando los negocios obligaban al santo a ir allí.

Consumido por diez años de incansable trabajo, san Juan cayó enfermo. La causa inmediata de la enfermedad fue el esfuerzo sobrehumano que hizo el siervo de Dios para salvar los muebles y objetos domésticos de los pobres y rescatar a un hombre que se estaba ahogando, durante una inundación. El santo trató de ocultar los primeros síntomas de su mal para no verse obligado a interrumpir el trabajo. Al mismo tiempo, revisó cuidadosamente el inventario de los bienes y las cuentas del hospital, así como las reglas, los horarios y las prescripciones sobre los ejercicios de devoción. Por aquella época le mandó llamar el arzobispo, pues había recibido quejas de que el santo albergaba a los vagos y a las mujeres de mal vivir. Al oír estas acusaciones, san Juan cayó de rodillas a los pies del prelado, y le dijo: «El Hijo del hombre vino a salvar a los pecadores y nosotros estamos obligados a seguir su ejemplo. Yo no soy fiel a mi vocación, pues no sigo suficientemente su ejemplo; pero confieso a Vuestra Excelencia que en el hospital no hay nadie más malo que yo, que soy indigno de comer el pan de los pobres». El santo dijo esto con tal acento de sinceridad, que el arzobispo le despidió respetuosamente, dejando el asunto a su discreción.

Cuando los síntomas de la enfermedad se agravaron, el santo no pudo ya ocultarlos por más tiempo. La noticia se propagó rápidamente. Doña Ana Osorio fue en su carruaje a visitarle; le encontró acostado en su estrecha celda, revestido con su hábito; un viejo abrigo le servía de cobertor y, en la cabecera había una cesta. La buena dama, cuyo espíritu práctico igualaba a su bondad, despachó a un mensajero a ver al arzobispo, quien inmediatamente envió a san Juan la orden de obedecer a Doña Ana como a él mismo. Valiéndose de su autoridad, la dama consiguió que abandonase el hospital. El santo nombró superior a Antonio Martín y fue a hacer una visita al Santísimo Sacramento antes de salir; la visita se prolongó hasta que Doña Ana ordenó a sus criados que cargaran en brazos al santo hasta el coche y le condujesen a su casa. Allí se encargó ella de cuidarle con gran delicadeza. San Juan se quejaba de que el Salvador en la cruz sólo había bebido hiel, en tanto que un miserable pecador como él tenía todos los manjares deseables. Los magistrados le pidieron que bendijese a la ciudad. El santo se negaba a hacerlo, diciendo que sus pecados eran el escándalo de la ciudad, pero que pediría por sus hermanos los pobres y por todos los que le habían prestado algún servicio. Finalmente, a instancias del arzobispo, bendijo a la ciudad. San Juan de Dios murió arrodillado ante el altar, el 8 de marzo de 1550, cuando tenía exactamente cincuenta y cinco años de edad. El arzobispo presidió su entierro y todo el pueblo de Granada acudió en procesión.

La canonización tuvo lugar en 1690. En 1886, el Papa León XIII le declaró patrón de todos los hospitales y enfermos, junto con san Camilo de Lelis. En 1930, el Papa Pío XI nombró también patronos a otros santos enfermeros y enfermeras. Los libreros e impresores honran también especialmente a san Juan de Dios, por los años en que ejerció dicho oficio. Las imágenes representan generalmente al santo con un fruto y una pequeña cruz; el fruto es una granada y simboliza la ciudad del mismo nombre. Se trata de una alusión a la aparición en que el Niño Jesús dijo a San Juan: «En Granada encontrarás tu cruz».

Los hechos están tomados de la biografía escrita por Francisco de Castro, rector del hospital de San Juan, en Granada, unos veinte años después de la muerte del fundador. Dicha biografía, sustancialmente fidedigna, escrita originalmente en castellano, se halla en latín en Acta Sanctoram (marzo, vol. I). En la actualidad existen numerosas adaptaciones de esa vida. Las más conocidas son las de A. de Govea (1624) y L. del Pozo (1908), en español, y las de Sagnier (1877) y R. Meyer (1897), en francés.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 
 
 

San Juan de Dios(1495-1550)
Fiesta: 8 de Marzo (nace y muere en esta fecha)

Fundador de la Comunidad de Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios.
Juan de Dios: laico consagrado, su vocación: amar a los pobres y enfermos de Dios.

Frase preferida: «Haced bien por amor de Dios, hermanos míos».


Revolucionó los
hospitales para convertirlos en «lugares de acogida» para los pobres y enfermos mentales.

El loco del amor", se dedicó a llevar "Medicina con Amor"
En Breve: Después de una milicia llena de peligros, se entregó por completo al servicio de los enfermos. Fundó un hospital en Granada y vinculó a su obra un grupo de compañeros, los cuales constituyeron después la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Dios. Destacó, sobre todo, por su caridad con los enfermos y necesitados. Murió en Granada el año 1550.

Nace cerca de Toledo, España, en 1495 (aunque muchos por error creen que nació en Portugal, ver:>>). De familia pobre pero muy piadosa. Su madre murió cuando él era joven y su padre entro en la vida religiosa hasta su muerte.

Ejerció como pastor y fue tan apreciado por su patrón que este le propuso, sin éxito, que se casara con su hija y fuese su heredero. Juan entró en la milicia y participó en varias batallas de Carlos V. En una de las campañas le pusieron a cuidar un depósito y, como el enemigo logró saquearlo, le condenaron a la horca. Juan se encomendó a la Virgen María y le perdonaron la vida. Dejo la vida militar pero en ella aprendió a ser disciplinado y sufrido.

Se dedicó entonces a vendedor ambulante de libros y estampas religiosas. En una ocasión, llegando a la ciudad de Granada, vio un niño muy pobre y se ofreció a ayudarlo. Aquel niño era Jesús quien le dijo antes de desaparecer: "Granada será tu cruz"

En una ocasión asistió a la prédica del famoso Padre San Juan de Ávila que estaba de visita en Granada. En plena prédica, cuando hablaba contra la vida de pecado, San Juan se arrodilló y comenzó a gritar: "Misericordia Señor, que soy un pecador". Salió gritando por las calles, pidiendo perdón a Dios. Tenía unos 40 años.

Se confesó con San Juan de Avila y se propuso como penitencia hacerse el loco para adquirir rechazos y humildad. Repartió todas sus posesiones entre los pobres. Deambulaba por las calles pidiendo misericordia a Dios por todos su pecados. 
La gente lo creyeron en efecto loco y lo trataban con gran desprecio. Hasta lo atacaban a pedradas y golpes. Al fin lo llevaron a un asilo para locos donde recibió fuertes palizas, tal como se acostumbrada a tratar a los locos. Sin embargo sus custodios notaban que Juan no se disgustaba por los azotes sino que lo ofrecía todo a Dios. Juan también corregía a los guardias y les llamaba la atención por el modo tan brutal de tratar a los demás enfermos.

Cuando San Juan de Avila volvió a la ciudad y supo que Juan estaba recluido en un asilo para locos, fue y logró sacarlo. Le aconsejó que no hiciera más la penitencia de hacerse el loco. En vez se debería dedicar a una verdadera "locura de amor": gastar toda su vida y sus energías ayudando a los enfermos más miserables por amor a Cristo Jesús, a quien ellos representan.

FundaciónLa estadía de Juan de Dios en el asilo fue providencial. Comprendió el gran error que es pretender curar las enfermedades mentales a bases de golpes y desprecio. Se propuso ayudarles. Alquila una casa vieja en Granada para recibir a cualquier enfermo, mendigo, loco, anciano, huérfano o desamparado. Durante todo el día atiende a cada uno con el más exquisito cariño, haciendo de enfermero, cocinero, barrendero, mandadero, padre, amigo y hermano de todos. Por la noche se va por la calle pidiendo limosnas para sus pobres.
Sabía poco de medicina pero tenía mas éxito curando enfermedades mentales que cualquier médico. Enseñó con su ejemplo que a ciertos enfermos hay que curarles primero el alma con amor si se quiere obtener la curación de su cuerpo. Este fue el comienzo de la fundación de su hospital. Mas tarde vinculó a su obra un grupo de compañeros, los cuales constituyeron la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Dios.

Pronto se hizo popular el grito nocturno de Juan por las calles de Granada. "¡Haced el bien hermanos, para vuestro bien!" Las gentes salían a la puerta de sus casas y le daban las sobras de la comida del día. Al volver cerca de medianoche se dedicaba a hacer aseo en el hospital, y a la madrugada se echaba a dormir un rato debajo de una escalera.

La obra llegó a oídos del señor obispo. Admirado le añadió dos palabras a su nombre que en adelante sería "Juan de Dios". Como Juan de Dios cambiaba sus ropas por los harapos de los pobres que encontraba en las calles, el prelado le dio un hábito negro con el que se vistió hasta la muerte.

Un día su hospital se incendió. Juan de Dios entró varias veces a través de enormes llamaradas para sacar a los enfermos sin sufrir quemaduras. Así logró salvarle la vida a todos sus pacientes.

Otro día el río creció y arrastraba troncos y palos. Juan necesitaba abundante leña para el invierno para sus ancianos. Mientras sacaban troncos del río, uno de sus compañeros jóvenes de pronto fue arrastrado por la corriente. Juan se lanzó al agua para salvarle la vida. El el agua fría le hizo enfermar y empezó a sufrir espantosos dolores. Trataba de que no se notara cuanto sufría.

Por la artritis tenía sus piernas retorcidas y con grandes dolores. Eventualmente se hizo imposible esconder su enfermedad. Una señora obtuvo del señor obispo autorización para llevarlo a su casa y cuidarlo un poco. El santo fue ante el Santísimo Sacramento para despedirse de su amado hospital. Le confió la dirección de su obra a Antonio Martín quien había tenido gran enemistad con otro hombre. Juan los reconcilió y ambos habían entraron con el a la vida religiosa como buenos amigos.

Al llegar a la casa de la rica señora, Juan exclamó: "OH, estas comodidades son demasiado lujo para mí que soy tan miserable pecador". Allí trataron de curarlo de su dolorosa enfermedad, pero era tarde.

El 8 de marzo de 1550, sintiendo que le llegaba la muerte, se arrodilló en el suelo y exclamó: "Jesús, Jesús, en tus manos me encomiendo", y quedó muerto, así de rodillas. Había trabajado incansablemente durante diez años dirigiendo su hospital de pobres, con tantos problemas económicos que a veces ni se atrevía a salir a la calle a causa de las muchísimas deudas que tenía; y con tanta humildad, que siendo el más grande santo de la ciudad se creía el más indigno pecador. El que había sido apedreado como loco, fue acompañado al cementerio por el obispo, las autoridades y todo el pueblo, como un santo.

Muchos milagros se han atribuido a su intercesión.
El Papa lo canonizó en 1690.

Es Patrono de los que trabajan en hospitales y de los que propagan libros religiosos.

Los religiosos Hospitalarios de San Juan de Dios, unos 1,500 sirven a enfermos mentales y otros enfermos en 216 casas en todos los continentes. En It
alia se les conoce como «Fatebenefratelli». Los primeros beatos de Colombia pertenecieron a esta santa comunidad.
OraciónSeñor, tú que infundiste en san Juan de Dios espíritu de misericordia, haz que nosotros, practicando las obras de caridad, merezcamos encontrarnos un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

Todo lo que hicisteis con cada uno de estos mis hermanos enfermos, conmigo lo hicisteis (Mt. 25,40).


Controversia sobre su pais de origen: El libro de Fray José Martinez Gil, «San Juan de Dios. Fundador de la Fraternidad Hospitalaria» Ed. BAC, escrito en el Vaticano utilizando los archivos secretos, revela aspectos del santo hasta ahora desconocidos. Por ejemplo: San Juan de Dios nació en Casarrubios del Monte, cerca de Toledo, España. La errónea atribución del nacimiento del santo a Portugal fue originada por una invención de su primer biógrafo, Castro, que no quiso escribir que Juan de Dios fue hijo de judíos. Su nacimiento fue en 1495, es decir, sólo tres años después de la expulsión de los judíos de España.
 
 

Juan de Dios

    
 
San Juan de Dios
John of god murillo.jpg
Por Bartolomé Esteban Murillo
Fundador
Nacimiento8 de marzo de 1495
Montemor-o-Novo, Portugal
Fallecimiento8 de marzo de 1550
Granada, España
Venerado enIglesia Católica Romana
Beatificación21 de septiembre, 1630, por el Papa Urbano VIII
Canonización16 de octubre, 1690, por el Papa Alejandro VIII
Festividad8 de marzo
AtributosGranada (fruto), enfermo en brazos
PatronazgoGranada (copatrón), Bandera de Panamá Natá de los Caballeros, Panamá
De los hospitales, enfermos, enfermeros, bomberos, alcóholicos y vendedores de libros.
 
San Juan de Dios salvando a los enfermos de incendio del Hospital Real, Manuel Gómez-Moreno González (1880). Museo de Bellas Artes de Granada.
San Juan de Dios (Montemor-o-Novo 8 de marzo de 1495 - Granada 8 de marzo de 1550) es el fundador de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Su nombre de pila era João Cidade Duarte ('Juan Ciudad Duarte' en español).

 Biografía

Cuando aún no contaba con doce años, se establece en Oropesa, (Toledo) (España), en la casa de Francisco Cid Mayoral, al cual le servía como pastor. A la edad de 27 años, (1523) se alistó en las tropas de un capitán de infantería llamado Juan Ferruz, al servicio del Emperador Carlos I, en la defensa de Fuenterrabía, contra de las tropas francesas. Fue para él una dura experiencia, siendo expulsado por negligencia en el cuidado de las ganancias de su compañía (se salvó en el último momento de ser ahorcado). A pesar de ello, volvió a combatir en las tropas del conde de Oropesa en 1532, en el auxilio de Carlos V a Viena, sitiada por los turcos de Soliman I.
Al desembarcar en España por la costa gallega, siente la necesidad de entrar en Portugal y reencontrarse con sus orígenes. Pero este deseo se ve seriamente frustrado: sus padres han muerto; tan sólo queda su tío. De allí pasa a Andalucía y estando de paso en Gibraltar decide embarcar para África. En su mismo barco, encuentra al caballero Almeyda, su mujer y sus cuatro hijas que habían sido desterrados por el rey de Portugal enviándolos a Ceuta. El padre le contrata como sirviente, pero pronto cayeron todos enfermos, gastando la poca fortuna que traían, viéndose en la necesidad de pedir socorro a Juan de Dios. Este, mostrando ya la enorme caridad que le convertiría en santo, se pone a trabajar en la reconstrucción de las murallas de la ciudad, permitiendo que de su salario comiesen todos. Más tarde, pasa a Gibraltar, donde se hace vendedor ambulante de libros y estampas. De ahí se traslada definitivamente a Granada, en 1538, y abre una pequeña librería en la Puerta Elvira. Sería en esta librería donde comienza su contacto con los libros de tipo religioso.
El 20 de enero de 1539 se produce un hecho trascendental. Mientras escuchaba el sermón predicado por San Juan de Ávila en la Ermita de los Mártires, tiene lugar su conversión. Las palabras de Juan de Ávila producen en él una conmoción tal, que le lleva a destruir los libros que vendía, vaga desnudo por la ciudad, los niños lo apedrean y todos se mofan de él. Su comportamiento es el de un loco y, como tal, es encerrado en el Hospital Real. Allí trata con los enfermos y mendigos y va ordenando sus ideas y su espíritu mediante la reflexión profunda. Juan de Ávila dirige su joven e impaciente espíritu y lo manda peregrinar al santuario de la Virgen de Guadalupe en Extremadura. Allí madura su propósito y a los pies de la Virgen promete entregarse a los pobres, enfermos y a todos los desfavorecidos del mundo.
Juan vuelve a Granada en otoño de ese mismo año, lleno de entusiasmo y humanidad. Los recursos con los que cuenta son su propio esfuerzo y la generosidad de la gente. En un principio Juan utiliza las casas de sus bienhechores para acoger a los enfermos y desfavorecidos de la ciudad. Pero pronto tuvo que alquilar una casa, en la calle Lucena, donde monta su primer hospital. Pronto crece su fama por Granada, y el obispo le pone el nombre de Juan de Dios. En los siguientes diez años crece su obra y abre otro hospital en la Cuesta de Gomérez. Es, así mismo, un innovador de la asistencia hospitalaria de su época. Sus obras se multiplican y crece el número de sus discípulos -entre los cuales destaca Antón Martín, creador del Hospital de la Orden en Madrid llamado de Nuestra Señora del Amor de Dios- y se sientan las bases de su obra a través del tiempo. El 8 de marzo de 1550, a los 55 años, moría Juan de Dios en Granada, víctima de una pulmonía a consecuencia de haberse tirado al Genil para salvar a un joven que, aprovechando la crecida del río, había ido para hacer leña pero se cayó en medio de la corriente y estaba en trance de ahogarse. Lógico final para una vida totalmente entregada a los demás.
Fue beatificado por el papa Urbano VIII el 1 de septiembre de 1630 y canonizado por el papa Alejandro VIII, el 16 de octubre de 1690. Fue nombrado santo patrón de los hospitales y de los enfermos.
A su muerte su obra se extendió por toda España, Portugal, Italia y Francia y hoy día está presente en los cinco continentes.
San Juan de Dios fue enterrado en el convento de la Victoria de Granada (Carmen de los Minimos) en el año 1550 y sus restos permanecieron en el mismo hasta el año 1664, el día 28 de Noviembre de aquel año, los hermanos de San Juan de Dios trasladaron sus restos a la iglesia del Hospital de San Juan de Dios; donde permanecieron hasta el día de la bendición de la Basílica, el día 26 de Octubre de 1757, que fueron trasladados al camarín de la Basílica de San Juan de Dios donde se encuentran actualmente.

 Su personalidad y su obra

  • Ser sensible, humano-cristiano y social.
  • Sale al encuentro de los necesitados y los acoge sin poner condiciones para su asistencia. Todo necesitado tiene derecho a ser atendido.
  • Desarrolla métodos de atención pioneros en su época. Atención integral de la persona necesitada, respetando su dignidad y defendiendo sus derechos.
  • Solicita recursos a toda la sociedad: “hermanos, haceos bien a vosotros mismos, ¿queda claro?”, era su grito y su lema.
  • Reúne a un grupo de personas que darán continuidad a su obra (los Hermanos de Juan de Dios).

 Enlaces externos

 
Estatua de San Juan de Dios en Vilar de Frades, Barcelos, Portugal.
 

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