LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 7
Hay dos objetos que a menudo usamos y que pueden proporcionarnos hermosa enseñanza para nuestra vida práctica: la cera y el pan.
El pan que a diario comemos... cuando queremos afirmar la bondad de una persona, decimos de ella: "es más buena que el pan"; y con eso decimos todo.
Es que ser pan para los otros es servir de gusto y utilidad a los demás; y después de eso, o precisamente por eso, dejarse cortar, dejarse tostar, desmigajar, masticar y triturar o quizá dejarse tirar.
Para la mansa cera, dar la vida a otros es morir. Y dar la vida a los otros es entregarlo todo por ellos; todo: cansancio, tiempo, preocupaciones, sonrisas, palabras... todo sin excepción.
Y eso lo debemos hacer sin esperar nada de los demás.
La conjugación del todo y de la nada es lo que constituye el secreto de la perfección.
“¡Que el sabio comprenda estas cosas! ¡Que el hombre inteligente las entienda! Los caminos del Señor son rectos: por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes tropezarán en ellos” (Os 14,10). No te separes del Señor, sigue siempre sus caminos, observa siempre su santa ley; de esto nunca te podrás arrepentir.
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