viernes, 12 de diciembre de 2014

Una guía práctica para orar con la Sagrada Escritura: Lectio Divina Dominical III de Adviento Ciclo B


Él era el testigo de la luz (Juan 1, 6-8.19-28)






PRIMERA LECTURA: Isaías 61,1-2ª.10-11
SALMO RESPONSORIAL: Salmo (Usamos el cántico de María Lucas 1,46-54)
SEGUNDA LECTURA: 1 Tesalonicenses 5,16-24
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Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BIBLICO: Juan 1, 6-8.19-28
   1,6: —Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, 1,7: que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él.
1,8: Él no era la luz, sino un testigo de la luz.
1,9: La luz verdadera que ilumina a todo hombre
estaba viniendo al mundo.
1,19: Éste es el testimonio de Juan, cuando los judíos le enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle quién era. 1,20: Él confesó y no negó, confesó que no era el Mesías.
1,21: Le preguntaron:
—Entonces, ¿eres Elías?
Respondió:
—No lo soy.
—¿Eres el profeta?
Respondió:
—No.
1,22: Le dijeron:
—¿Quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a quienes nos enviaron; ¿qué dices de ti?
1,23: Respondió:
Yo soy la voz
   del que grita en el desierto:
   Enderecen el camino del Señor,
según dice el profeta Isaías.
1,24: Algunos de los enviados eran fariseos 1,25: y volvieron a preguntarle:
—Si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
1,26: Juan les respondió:
—Yo bautizo con agua. Entre ustedes hay alguien a quien no conocen, 1,27: que viene detrás de mí; y yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia.
1,28: Esto sucedía en Betania, junto al Jordán, donde Juan bautizaba.
(BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO)
LECTURA
¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
El texto de este tercer Domingo de Adviento, está tomado de Juan, en sus primeros versículos. La primera parte corresponde a lo que llamamos el “Prólogo” y luego el testimonio de Juan el Bautista. Muy parecido al texto del Domingo pasado sobre el “precursor”.
Se desea rescatar la figura de Juan el Bautista, que es “quien abre el camino”, es decir, va quitando los obstáculos para que pase el Señor.
Comienza el texto con una parte del prólogo de Juan diciendo: “ 1,6: —Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, 1,7: que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él.”
El evangelista aclara muy bien la misión de Juan, es TESTIGO y por lo tanto un testigo DA TESTIMONIO y en este caso el testimonio de LA LUZ. Todo esto es para que todos, sin excepción, creyeran en por medio de Juan el Bautista.
El Bautista es un puente, para creer en la luz. Lo que más tarde él mismo dirá cuando aparezca Jesús en escena, es necesario que Él crezca y yo disminuya (en Juan 3,30). Aquí el evangelista hace alusión a la luz, en contraposición de las tinieblas. Tema muy propiamente suyo. Las tinieblas, la oscuridad son una representación del mal, del enemigo de Dios, del demonio. Jesús, tal como recitamos en el Credo, es “DIOS DE DIOS, LUZ DE LUZ”, esto significa que la luz vence a las tinieblas y las tinieblas no han podido soportar la luz.
La segunda parte del relato es el testimonio concreto de Juan, quien dijo claramente que no era el Mesías, y a los que venían de parte de los judíos y de los sacerdotes también les aseguró que no era ninguno de los profetas. Entonces dijo con seguridad, repitiendo al profeta Elías:
Yo soy la voz del que grita en el desierto.
   Enderecen el camino del Señor
Hay que destacar que de acuerdo a varias citas del Antiguo Testamento, los judíos esperaban el regreso de alguno de los profetas o al Mesías,
Juan habla de los judíos, no sólo de la raza, sino de aquellos que se oponían a Jesús. Especialmente después del año 70 cuando vino la dispersión, se habla de judíos y cristianos con una división grande. Recordemos que el Evangelio de Juan se escribe pasados los años 90 de nuestra era.
El que viene, o como dice este texto, “ya está entre ustedes”, “yo no soy digno ni de desatarle la correa de sus sandalias.
Los rabinos de la época de Jesús enseñaban que un profesor puede requerir cualquier cosa de sus seguidores, excepto que tomen sus sandalias. Esto era considerado algo demasiado humillante para demandar. Era un trabajo para los esclavos más bajos y de segunda categoría. Lo mismo que lavar los pies, cosa que se suponía muy denigrante. Sin embargo, Juan dijo que él no era digno ni siquiera de hacer esto para Jesús.
Reconstruimos el texto:
  1. ¿Cómo comienza este relato?
  2. ¿A quién envió Dios? ¿Con qué misión?
  3. ¿Qué significa ser testimonio de la luz?
  4. ¿Cuál es la diferencia entre la luz y las tinieblas?
  5. ¿Quiénes fueron a preguntarle a Juan quién era él?
  6. ¿Qué les respondió Juan?
  7. ¿A qué profeta hizo alusión?
  8. ¿Quién vendría después de Juan?
  9. ¿Qué dignidad tenía Juan con respecto al que venía detrás?
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MEDITACIÓN
¿Qué me dice el Señor a mí en el texto? 
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
  1. Juan habla de ser testimonio de la Luz ¿Hasta qué punto somos testigos y testimonios de la luz?
  2. En mi vida, en mi corazón, en mis acciones, pensamientos y sentimientos, ¿cuánto dejo entrar la luz verdadera y cuánto hay de oscuridad en mi vida?
  3. En los caminos de mi vida… ¿Pongo obstáculos a la Gracia de Dios? ¿Cuáles son las cosas que me impiden que Jesús entre plenamente en mi vida?
  4. La palabra testigo o testimonio, también implica el martirio. ¿Soy consciente de esto?
  5. ¿Ayudo a los demás a encontrarse con Jesús?
  6. Juan dijo “yo soy la voz…” ¿También yo puedo decir que soy la voz de Jesús, prestando mi vida, mis actitudes, mis palabras y acciones para testimoniar a Jesús?
  7. Anunciar el Evangelio ofrece una dignidad única sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin embargo, Juan, el precursor, dice que no es digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia ¿Me creo yo mejor que otros por ser cristiano? ¿Cómo puedo ejercitarme en la humildad?
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ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Te propongo que tomemos como oración el cántico de María, que llamamos Magníficat que es el Salmo de este Domingo:
1,46: María dijo:
—Mi alma canta la grandeza del Señor,
1,47: mi espíritu festeja a Dios mi salvador,
1,48: porque se ha fijado en la humildad de su sirvienta
y en adelante me felicitarán todas las generaciones.
1,49: Porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí,
su nombre es santo.
1,50: Su misericordia con sus fieles se extiende
de generación en generación.
1,51: Despliega la fuerza de su brazo,
dispersa a los soberbios en sus planes,
1,52: derriba del trono a los poderosos
y eleva a los humildes,
1,53: colma de bienes a los hambrientos
y despide vacíos a los ricos.
1,54: Socorre a Israel, su siervo,
recordando la lealtad,
1,55: prometida a nuestros antepasados,
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
Que tu oración sea un frecuente dar gracias por creer y vivir en Jesús y en su Iglesia. Pídele la gracia de una conversión sincera y de esperar su venida.
Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Permite que cada día sea consciente de que todo mi pensar, sentir, obrar, deba ir dirigido a la espera de tu llegada
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas intenciones de oración.
Amén
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CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del texto?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:
Que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él (Versículo 7)
Y así, pidiéndole al Señor ser testigos de la luz para que otros crean, asumimos esta actitud.
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ACCIÓN
¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Se está hablando de ser testigo de la luz de Cristo. Por eso voy a elegir una actividad que me lleve a demostrar con humildad que puedo ser un punto de referencia para que otros crean. No voy a sentirme superior, sino muy sencillamente servidor. Prepara una acción concreta y no dejes pasar mucho tiempo sin realizarla.
En el grupo, conversaremos sobre lo que significa ser testigo, testimonio de Jesús. Cuántas veces hemos sido las piedras de escándalo para que otros crean, incluso con nuestras actitudes eclesiales de soberbia. Vamos a decidir la realización de una acción muy humilde y sencilla. Queremos que otros puedan creer en Jesús viéndonos a nosotros en estos servicios a los más necesitados. No dejen pasar esta misma semana sin hacer este servicio concreto.


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