Cadena de amor
La vida es algo misterioso
En la medida que hagamos a los demás, ellos harán con nosotros;
la vida es un espejo...
Dicen que un joven iba por carretera en coche, cuando vio a
una señora de edad avanzada, fuera de un coche parado, al lado
de la carretera. Llovía fuerte y oscurecía, y al verla necesitada,
detuvo su coche y se acercó. La señora al verle vestido pobremente
tuvo miedo, y el joven le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, señora,
no se preocupe. ¿Por qué no entra en el coche que estará mejor?
Me llamo Renato”. Ella tenía una rueda pinchada y Renato la cambió…
la mujer le contó que estaba de paso, y que se encontraba perdida en
aquel lugar, sin saber qué hacer, y no sabía cómo agradecer la preciosa
ayuda; preguntó qué podía pagarle. Renato respondió: “Si realmente
quisiera pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que precise
de ayuda, déle a esa persona la ayuda que ella necesite
y acuérdese de mí”...
Algunos kilómetros después, la señora se detuvo en un restaurante
más bien pobre. La camarera era joven, muy amable, le trajo una
toalla limpia para que secase su cabello y le dirigió una dulce sonrisa...
estaba con casi ocho meses de embarazo, le notó cierta
preocupación en su cara, y quedó curiosa en saber cómo olvidaba
sus problemas para tratar tan bien a una extraña, y le dio pena
que trabajara hasta tan tarde, en esas condiciones. Entonces se
acordó de Renato. Después que terminó su comida, se retiró...
Cuando la camarera volvió notó algo escrito en la servilleta, en la
que había 4 billetes de 500 euros... Leyó entre lágrimas lo que decía:
- “Tú no me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudó hoy
y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras
reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine
contigo, ayuda a alguien”. Aquella noche, cuando fue a casa, cansada,
pensaba en el dinero y en lo que la señora dejó escrito...
¿Cómo pudo esa señora saber cuánto ella y el marido precisaban
de aquel dinero? Con el bebé que estaba por nacer el próximo mes,
todo estaba difícil... Quedó pensando en la bendición que había
recibido, y que últimamente estaba enfadada con su situación y que
las cosas no iban bien con su marido; cambió su cara y dibujó una
gran sonrisa... Agradeció a Dios y besó a su marido con un beso suave
y susurró: -“Todo estará bien: ¡te amo... Renato!”
En la película "Cadena de Favores" vemos esta idea: un niño inicia
un movimiento que sugiere que alguien haga un favor grande a tres
personas; cada una de esas tres personas ayudará a otras tres,
y así sucesivamente, hasta llegar a un nivel donde el incremento geométrico
de favores y buenas intenciones logren mejorar el lamentable estado
en el que está el mundo. El niño entonces procede a ayudar a quienes
más cerca están de el, sin darse cuenta de la extensión de las
consecuencias que sus actos conllevan. Efectivamente, uno se puede
dejar contagiar de la agresividad que nos rodea, o puede sembrar
amabilidad. Uno puede ir a la suya, y construir su destino, o bien
hacer el bien, y ayudar a todo el que te necesite.
La vida es algo misterioso, y la historia de Renato sería una cursilada
si no fuera porque experimentamos que en nuestras vidas muchas
veces es realmente así... en la medida que hagamos a los demás,
ellos harán con nosotros; la vida es un espejo... ciertas “casualidades”
nos hacen ver que todo lo que uno da, ¡vuelve a uno! Es como si
hubiera un espejo que funciona con lo que expresamos; si damos odio
nos vuelve odio, si lo que damos a los demás es amor, también lo
recibimos. ¿Siempre? Porque a veces parece que no recibimos lo
que damos: en realidad lo recibimos siempre, pero de otro modo,
pues el fruto más importante de nuestras acciones ya ha crecido
en nuestro interior, aunque fuera no germine aparentemente; aunque
no siempre se ven los resultados, aún así vale la pena.
La gran estafa de la vida, el engaño, es cuestión de verbos, decía
S. Tamaro: “Desde el nacimiento nos enseñan que la vida está
hecha para construir y en cambio no es cierto. No es cierto
porque aquello que se construye tarde o temprano se derrumba,
ningún material es tan fuerte como para durar eternamente.
La vida no está hecha para construir, sino para sembrar.
En el largo trayecto, desde la hendidura del comienza
hasta la del final, pasamos y esparcimos la simiente.
Acaso jamás la veamos nacer, porque, cuando brote,
nosotros ya no estaremos. No tiene ninguna importancia.
Importante es dejar tras de sí algo en condiciones
de germinar y crecer”.
La regla de oro siempre es la del Evangelio: hacer a los
demás lo que queremos que hagan con nosotros, sabiendo
que hay más alegría en dar que en recibir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario