¿Qué decía Jesús de sí mismo?
Jesús quiere ser conocido por su mensaje, como mensajero del Reino.
Así estará para siempre dentro de nuestro corazón.
¿Qué decía Jesús de sí mismo? ¿Qué conciencia tenía de su personalidad?
¿Cómo se definió con sus palabras y con su modo de vivir y de obrar?
En rigor sólo él podía dar la explicación clara y definitiva a la gran pregunta
de quién era Jesús.
El mensajero del Reino
Jesús no parece tener gran interés en explicarnos quién es. Su predicación
no se centra en la revelación acerca de su propia persona, sino en el
anuncio de la buena nueva de la proximidad del reino de Dios.
En ningún momento tuvo -como otros taumaturgos- la angustia de
explicarse a si mismo y de demostrar quién era. Si algo dice y si algo
demuestra, será sobre la marcha, con la más soberana naturalidad,
como si en realidad no necesitase demostrar nada.
¿Por qué no se preocupó Jesús de darnos por anticipado respuesta a las
preguntas que nosotros juzgamos hoy importantes? ¿Por qué no nos dejó
unos profundos razonamientos sobre la Trinidad, la encarnación, la
infalibilidad pontificia, la colegialidad de los obispos o muchas otras
importantes cuestiones teológicas? Las cosas nos hubieran resultado
así mucho más fáciles, o al menos así lo creemos nosotros.
Pero a Jesús no parece preocuparle el facilitar las cosas, casi se diría
que, por el contrario, ama el dejarlas claras a medias. Quizá porque la
adhesión que él pide no es la misma que damos al matemático que
demuestra que dos y dos son cuatro; quizá porque pide un amor y una fe
que cuentan con unas bases racionales, pero en ningún modo son
la simple consecuencia de un simple silogismo. Jesús enfrenta a los
hombres con su persona y se siente tan seguro de si mismo que parece
molestarle el hecho de tener que ofrecer, además, signos probatorios.
Y esto desde el primer momento en que llama a los primeros apóstoles.
Este no centrar su predicación en su persona y el no esforzarse
especialmente
en mostrar su poder son ya dos datos absolutamente nuevos en el mundo
de los grandes líderes de la humanidad.
Sin embargo, al exponer su mensaje, Jesús hablará inevitablemente
de si mismo, especialmente cuando tanta relación pone entre la entrada
en el Reino y la adhesión a él. Pero, aun cuando hable de sí mismo,
lo hará no como una autodefinición personalista, sino como algo que
forma parte -y la sustancial- de su mensaje del reino de Dios que llega,
que ya ha llegado.
Jesús quiere ser conocido por su mensaje, como mensajero del Reino.
Así estará para siempre dentro de nuestro corazón.
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