jueves, 21 de agosto de 2014

Parábola del banquete nupcial

Mateo 22, 1-14. Tiempo Ordinario. Todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.
 
Parábola del banquete nupcial
Del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14

Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».

Oración introductoria

Dios mío, me invitas, me llamas incansablemente a tener un encuentro misterioso en el amor. Tu iniciativa me conmueve. Ayúdame a elevar mi corazón hacia Ti para saber corresponder a tanto amor, participando dignamente en este banquete de la oración.

Petición

Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

Meditación del Papa Francisco

La actitud que el cristiano debe tener se encuentra en la parábola de las bodas del hijo del rey. A nosotros nos viene la idea: "pero, padre, ¿cómo es posible? Se han encontrado en los cruces de las calles y se les pide que vayan con vestido de fiesta. Esto no funciona...’" ¿Qué significa esto? ¡Es muy simple! Dios solamente nos pide una cosa para entrar en esta fiesta: la totalidad. El esposo es el más importante, ¡el esposo llena todo!
Jesús es la cabeza del Cuerpo de la Iglesia; Él es principio. Y Dios le ha dado a Él la plenitud, la totalidad, porque en Él se reconcilian todas las cosas.
Si la primera actitud es la fiesta, la segunda es reconocerle a Él como el Único. No se pueden servir a dos patrones: o se sirve a Dios o se sirve al mundo. (Cf. S.S. Francisco, 6 de septiembre de 2013, homilía en Santa Marta)

Reflexión

Podría sonar demasiado extraño este evangelio porque, ¿cómo es posible que alguien rechace la invitación a una boda donde habrá vino, música y buen ambiente? Al menos hoy día son pocos los que rechazarían esta oferta tan especial. Pero es claro que esta parábola Cristo nos la dibujó así para que comprendiésemos que todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.

Sólo nos hace falta cumplir un requisito que el evangelio lo pone como algo externo pero que en realidad en las bodas se le da demasiada importancia y es el vestido. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado al gran banquete que Cristo nos invitará, este ajuar es la vida de gracia. Por eso expulsaron de la boda al hombre que no llevaba el traje apropiado, porque no estaba en vida de gracia. Y la gracia, como la llama santo Tomás de Aquino, es "nitior animae" es decir, esplendor del alma, presencia de Dios en nuestra alma.

Es claro que Jesús no puede habitar en un lugar en donde no tiene amigos, y tampoco nosotros nos deberíamos atrever a presentarnos a la boda que Él organiza cuando no le tenemos por amigo. Esto es la vida de gracia, conservar su amistad y por tanto rechazar enérgicamente todo lo que pudiese ofenderle: revistas indecentes, películas deshonestas, compañías perjudiciales, ofensas a nuestros padres o hermanos, críticas etc.

Es difícil conservar esta amistad con Cristo, pero si realmente lo tenemos por amigo no nos atreveremos a ofenderle, sino que al contrario nos esforzaremos por ser cada día mejores amigos de Él.

Propósito

Ser sincero con todos y en todo, fortaleciendo esta actitud en el sacramento de la reconciliación.

Diálogo con Cristo 

Jesús, el vestido de bodas que necesito es el del amor. Cuántas veces doy más importancia a mi propia satisfacción en vez de centrar mi atención y esfuerzo en alcanzar la verdadera comunión contigo. Con la intercesión de María, ayúdame a valorar tu invitación a la santidad, optando siempre por la virtud en vez del pecado, amando desinteresadamente en vez de buscar mi propia conveniencia, siendo humilde en vez de orgulloso.


 

jueves 21 Agosto 2014

Jueves de la vigésima semana del tiempo ordinario

San Pío X

Leer el comentario del Evangelio por
Juan Taulero : “Venid al banquete de bodas”

Ezequiel 36,23-28.
Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes.
Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo.
Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.
Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.

Salmo 51(50),12-13.14-15.18-19.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.

Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.



Mateo 22,1-14.
Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:
"El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;
y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Juan Taulero (c. 1300-1361), dominico en Estrasburgo
Sermón 74, en honor de Santa Cordula

“Venid al banquete de bodas”

“Todo está preparado”. Pero los invitados se excusan. “uno se iba a su campo, el otro a su negocio.” Se ve demasiado en nuestros días este asombroso afán por los negocios, esta continua agitación que mueve el mundo entero. A uno se le va la cabeza al considerar tantos vestidos, tanta comida, tantas edificaciones y muchas otras cosas, que con la mitad habría bastante y de sobras. Debemos alejarnos con todas nuestras fuerzas de esta exceso de actividad y de multiplicidad, a todo lo que no es estrictamente necesario, recogernos en nosotros mismos, dedicarnos a nuestra vocación, considerar dónde, cómo y de qué manera el Señor nos ha llamado, a uno a la contemplación interior, a otro a la acción, a un tercero más allá de los primeros, hacia un reposo interior afable, en el silencio tranquilo de las divinas tinieblas, en la unidad de espíritu.


    Pero si el hombre, llamado al silencio interior sereno y noble, en el vacío de la nube oscura (cf Ex 24, 18) quisiera abstenerse por ello, de toda obra de caridad, no haría bien. Este hombre también tiene que hacer las obras de caridad según las circunstancias le inviten a ello...


    “Mi banquete está preparado, he matado becerros y cebones, y todo está a punto...” (Mt 22,4) El festín es figura del reposo interior en el que uno goza de Dios como él goza de sí mismo, de manera activa, donde el amo, el rey, viene toda hora a hacerse presente en el banquete. Pero el evangelio cuenta, a renglón seguido, que el amo encontró uno e los comensales del festín sin el vestido de fiesta. El vestido nupcial que le faltaba al huésped es la caridad pura, auténtica y divina, la caridad que no quiere más que lo que Dios quiere...El amor y la intención de algunos no son del todo según Dios, sino que se buscan a si mismos. A éstos dice el Señor: “Amigo ¿cómo has venido aquí sin en el vestido de la caridad auténtica? Has venido a buscar más bien los dones de Dios que a Dios mismo.”

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