viernes, 25 de noviembre de 2011

¡ESTAD ALEGRES!




Estoy amargado! ¡Qué asco de vida! ¿Para qué esforzarse? ¡No hay trabajo! ¡Todo me sale mal! ¿Por qué todo lo malo, me toca a mí? ¿Merece la pena vivir?

I. Reflexión

La alegría no es cosa fácil. La alegría nace de la paz interior, de una conciencia tranquila, del deber cumplido, de un amor verdadero, de una confianza en Dios.

La persona amargada, triste, desesperanzada de la vida jamás dará testimonio de alegría.

La persona alegre, da testimonio de Cristo vivo, glorioso, resucitado.

La persona alegre toma como evangelio de su vida el sermón del monte: Las Bienaventuranzas.

La persona alegre considera los sufrimientos y enfermedades como gracias de Dios.

La persona alegre tiene su corazón abierto a la generosidad, a darse a los demás, a aliviar la vida de sus semejantes, sobre todo si son débiles y están enfermos.

La persona alegre no tiene miedo a las contrariedades y contratiempos de la vida.

Oración

María:

Madre de Jesús y madre nuestra, con confianza acudo a ti.

Desearía conseguir tu actitud ante la vida,

para vivirla con alegría y en plenitud.

Que sea siempre agradecido al don de tu Hijo,

para poder servir generosamente a mis hermanos.

Que mi corazón esté abierto y sea sensible a las necesidades de los que sufren, para que el testimonio de mi vida les ayude a vivir con plenitud.

Gracias, Madre.

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