martes, 15 de noviembre de 2011

Como murió medicamente Jesus????




Jesús de Nazaret pasó por el juicio judío y el romano, fue azotado
y sentenciado a muerte por crucifixión. La flagelación produjo
laceraciones en forma de rayas y considerable pérdida de sangre,
y probablemente contribuyó al shock hipovolémico, como se
evidencia por el hecho de que Jesús estaba demasiado débil para
cargar la cruz (patíbulum) hasta el Gólgota. En el lugar de la
crucifixión, sus muñecas fueron clavadas al patíbulum, y, luego
que el patíbulum fuera alzado hasta el poste (estípite), sus pies
fueron clavados al estípite.


El mayor efecto patológico de la crucifixión era la interferencia
con la respiración. Así la muerte resultaba básicamente de
shock hipo-volémico y asfixia. La muerte de Jesús fue asegurada
por una punzada de lanza en su costado. La interpretación médica
moderna del evento histórico indica que Jesús estaba muerto
cuando fue bajado de la cruz.




GETSEMANI

Luego que Jesús y sus discípulos celebraron la Pascua en el
aposento alto de una casa ubicada en el suroeste de Jerusalén,
viajaron al Monte de los Olivos, al noreste de la ciudad.
(Debido a varios ajustes del calendario, los años del nacimiento
y la muerte de Jesús permanecen controversiales. Sin embargo,
es muy probable que Jesús naciera en el 4 o el 6 AD y que muriera
en el 30 DC. Durante la celebración de la Pascua en el 30 DC,
la Ultima Cena se habría observado el jueves 6 de abril [Nisan 13],
y Jesús habría sido crucificado el viernes 7 de abril [Nisan 14].)
En el cercano Getsemaní, Jesús, aparentemente sabiendo que el
tiempo de su muerte se acercaba, sufrió una enorme angustia mental,
y su sudor se volvió como gotas de sangre (hematidrosis o hemohidrosis),
esto podría ocurrir en altos estados emocionales o en personas
con desórdenes sanguíneos.


LOS JUICIOS

Juicios Judíos

Después de la medianoche, Jesús fue arrestado en Getsemaní por
los guardias del templo, y fue llevado ante Anas y luego ante Caifás,
el sumo sacerdote judío ese año. Entre la una de la mañana y el
amanecer, Jesús fue juzgado ante Caifás y el Sanhedrín político,
y fue hallado culpable de blasfemia. Luego los guardias lo vendaron,
le escupieron, y le pegaron en el rostro con sus puños. Después del
amanecer Jesús fue juzgado ante el Sanhedrín religioso
(fariseos y saduceos), y de nuevo fue hallado culpable de blasfemia,
un crimen castigable con la muerte.


Juicios Romanos

Debido a que el permiso para una ejecución tenía que provenir
de los romanos gobernantes, Jesús fue llevado temprano en la
mañana por los guardias del templo al Pretorio de la Fortaleza
Antonia, residencia y asiento de gobierno de Poncio Pilato,
el procurador de Judea. Jesús fue presentado a Pilato, no
como un blasfemo, sino como un rey autoproclamado que
rechazaría la autoridad romana. Pilato no presentó ningún
cargo contra El y lo envió a Herodes Antipas, Herodes tampoco
presentó ninguna acusación y lo devolvió a Pilato. De nuevo
Pilato no pudo encontrar base alguna para un cargo legal
contra Jesús, pero la gente demandaba la crucifixión con
persistencia. Pilato cedió y entregó a Jesús para ser flagelado
y crucificado.


La Salud de Jesús

Los viajes a pie a través de la Palestina habrían excluido
cualquier enfermedad física de importancia o una constitución
débil, es razonable suponer que Jesús gozaba de buen estado
de salud antes de su caminata a Getsemaní. Sin embargo,
durante las 12 horas entre las 9 pm del jueves y las 9 am del viernes,
El sufrió una enorme tensión emocional (como se evidencia por
la hematidrosis), abandono de sus más cercanos amigos (los discípulos)
y el castigo físico (luego del primer juicio judío).
Además de esto, en el escenario de una noche traumática y desvelada,
El había sido obligado a caminar más de 4 kilómetros de uno a otro
local donde se celebraron los juicios. Estos factores físicos y
emocionales podrían haber dejado a Jesús particularmente
vulnerable a los efectos adversos y hemodinámicos de la flagelación


Prácticas de Flagelación

La flagelación era un preliminar legal para toda ejecución romana,
y solo las mujeres, los senadores romanos y los soldados
(con excepción de casos de deserción) estaban exentos.
El instrumento usual era un azote corto (flagrum o flagellum)
con varias tiras de cuero sencillas o entrelazadas, de diferente
longitud, en las cuales se ataban pequeñas bolas de hierro o
trocitos de huesos de ovejas a varios intervalos. Ocasionalmente
se utilizaban barrotes. Para la flagelación, el hombre era
desnudado, y sus manos eran atadas a un poste. Las espaldas,
las nalgas y las piernas eran azotadas, bien sea por dos soldados o
por uno que alternaba la posición. La severidad de la flagelación
dependía de la disposición de los verdugos y su objetivo era debilitar
a la víctima a un estado próximo al colapso o la muerte. Después de
la flagelación, los soldados solían burlarse de sus víctimas.


Aspectos Médicos de la Flagelación

Cuando los soldados azotaban repetidamente y con todas sus
fuerzas las espaldas de su víctima, las bolas de hierro causaban
profundas contusiones, y las tiras de cuero y huesos desgarraban
la piel y el tejido subcutáneo. Al continuar los azotes, las
laceraciones cortaban hasta los músculos, produciendo
tiras sangrientas de carne desgarrada. El dolor y la pérdida
de sangre usualmente creaban las condiciones para un shock
circulatorio. La cantidad de sangre perdida podía muy bien
determinar cuánto tiempo sobreviviría la víctima en la cruz.




La Flagelación de Jesús

Jesús fue severamente azotado en el pretorio Un estudio detallado
del antiguo texto griego indica que la flagelación de Jesús fue
particularmente fuerte. No se sabe si el número de azotes se
limitaba a 39, de acuerdo a la ley judía. A este hombre debilitado
los soldados comenzaron a escarnecer colocando una túnica
sobre sus hombros, una corona de espinas sobre su cabeza,
y un palo como cetro en su mano derecha. A seguidas le
escupían y le golpeaban en la cabeza. Más aun, cuando le
arrebataron la túnica, probablemente reabrieron las heridas.


La flagelación severa, con su intenso dolor y apreciable pérdida
de sangre, probablemente dejaron a Jesús en un estado casi de
shock. Más aun, la hermatidrosis había dejado su piel muy sensible.
El abuso físico y mental descargado por los judíos y los romanos,
así como la falta de alimentos, agua y descanso, también contribuyeron
a su estado general de debilidad. Por tanto, aún antes de la crucifixión,
la condición física de Jesús era por lo menos seria si no crítica.


Coronación de espinas

Los soldados colocaron una tela sobre su espalda, una corona de
espinas sobre su cabeza; cabe explicitar que posiblemente se haya
usado la Poteriun spinosum L, que cuenta con largas espinas,
por medio de la sábana santa. Sabemos que fueron 33 heridas
en el cuero cabelludo (las heridas en cuero cabelludo sangran
aproximadamente de 10-15 ml dependiendo del sitio): 330 ml.

La Corona de Espinas estaba tejida (por el estudio del polen) con
ramas de “poterium spinosum”, un espino de duras y agudas
espinas que usaban como leña para encender fuego o alumbrarse.
La corona no tenía forma de anillo como suelen representar los
artistas, sino probablemente forma de casco, como una corona
oriental, cubriendo toda la cabeza, como si fuera un sombrero.
Rodeando la cabeza desde la nuca hasta la frente.





LA CRUCIFIXION




Prácticas de Crucifixión

La crucifixión probablemente comenzó entre los persas.
Alejandro el Grande introdujo la práctica en Egipto y Cartagena,
y parece ser que los romanos aprendieron de ella de los cartaginenses.
A pesar de que los romanos no inventaron la crucifixión,
la perfeccionaron como forma de castigo y tortura diseñada
para producir una muerte lenta con máximo dolor y sufrimiento.
Fue uno de los métodos de ejecución más crueles y degradantes,
y se reservaba únicamente para esclavos, extranjeros,
revolucionarios y los más viles criminales. La ley romana
usualmente protegía a los ciudadanos romanos de la ejecución,
con excepción tal vez de los soldados desertores.


Se acostumbraba obligar al hombre condenado a cargar su propia
cruz desde el poste de flagelación al lugar de la crucifixión fuera
de los muros de la ciudad. Este usualmente iba desnudo, a menos
que fuera prohibido por las costumbres locales. Debido a que la
cruz pesaba más de 300 libras (136 kilos), solo se llevaba el
travesaño. El patíbulum, que pesaba entre 75 y 125 libras
(34 a 57 kilos), era colocada sobre la nuca de la víctima
y se balanceaba sobre sus dos hombros. Usualmente se ataban
los brazos extendidos al travesaño. La procesión al lugar de la
crucifixión era precedida por una guardia romana completa,
comandada por un centurión. Uno de los soldados cargaba
un letrero (titulus) en el cual se exhibía el nombre y el
crimen del condenado. Más adelante el titulus sería colocado
sobre la cruz. El guardia romana no dejaría a la víctima hasta
estar segura de su muerte.




Fuera de los muros de la ciudad estaban localizados, de manera
permanente, los pesados estípites de madera sobre las cuales se
asegurarían los patíbulum. En el caso de la cruz tipo Tau, esto
se lograba mediante una junta de muesca y espiga, con o
sin refuerzo de sogas. Para prolongar el proceso de crucifixión,
un travesaño o viga horizontal frecuentemente se fijaba a mitad
del estípite, sirviendo así como asiento (sedile o sedulum).
Solo raras veces, y probablemente luego del tiempo de Cristo,
se empleó un bloque de madera adicional (suppedaneum)
para la transfixión de los pies.


En el lugar de la ejecución, por ley se le daba a la víctima un
trago amargo de vino mezclado con mirra como leve analgésico.
El criminal era luego tirado al suelo sobre sus espaldas, con sus
brazos extendidos a lo largo del patíbulum. Las manos podían
ser clavadas o amarradas al travesaño, pero el clavado era
preferido por los romanos. Los restos arqueológicos de un cuerpo
crucificado, encontrados en un osario cerca de Jerusalén y
fechados para el tiempo de Cristo, indican que los clavos
pinchos de hierro de punta agudizada de aproximadamente
5 a 7 pulgadas (13 a 18 centímetros) de longitud con sección
cuadrada de 3/8 pulgadas (1 centímetro). Más aun, los
descubrimientos de osarios y el Sudario de Turin han
documentado que comúnmente los clavos atravesaban las
muñecas en vez de las palmas de las manos.


Luego de fijar los brazos al travesaño, el patíbulum y la víctima
eran levantados juntos al estípite. En una cruz bajita,
cuatro soldados podían lograr esto con relativa facilidad.
Sin embargo, en una cruz alta, los soldados utilizaban
ganchos de madera o escaleras.


A seguidas de esto, los pies eran fijados a la cruz por medio
de clavos o sogas. Los descubrimientos de osarios y el Sudario
de Turin sugieren que el clavado era la práctica preferida
por los romanos. A pesar de que los pies podían ser fijados
a los lados del estípite o al descanso de madera (suppedaneum)
, usualmente eran clavados en el lado frontal. Para lograr esto,
habría sido necesario flexionar las rodillas, y las piernas dobladas
podían ser rotadas lateralmente.


Cuando se completaba el clavado, el títulus era fijado a la cruz,
por clavos o cordones, sobre de la cabeza de la víctima. Los
soldados y los espectadores a menudo hacían burla y escarnio
al condenado; y los soldados acostumbraban a dividirse las ropas
entre sí. El lapso de supervivencia generalmente fluctuaba desde
tres a cuatro horas hasta tres o cuatro días, y parecía inversamente
proporcional a la severidad del flagelo. Sin embargo, aun cuando
la flagelación pudiera haber sido leve, los soldados romanos podían
apresurar la muerte al partirle las piernas debajo de las rodillas
(crurifragium o skelokopia).




Era común que insectos se aposaran y se metieran dentro de las
heridas abiertas o los ojos, oídos y nariz de la víctima moribunda,
y que las aves de rapiña desgarrarían las carnes en esos lugares.
Más aun, era costumbre dejar los cadáveres colgados de la cruz
para ser devorados por animales salvajes. Sin embargo, según la
ley romana, la familia del condenado podía tomar el cuerpo para
ser enterrado, luego de obtener permiso del juez romano.


Como no se suponía que nadie sobreviviera la crucifixión, el cuerpo
no era entregado a la familia hasta que los soldados romanos
estuvieran seguros de que la víctima estaba muerta. Se acostumbraba
que uno de los guardas romanos clavara el cuerpo con una espada o lanza.


Tradicionalmente esto se había considerado como una herida de
lanza al corazón a través del lado derecho del pecho -una herida fatal
enseñada a la mayoría de los soldados. El Sudario de Turín documenta
esta forma de herida. Más aun, la lanza estándar de infantería,
de unos 5 a 6 pies (1.5 a 1.8 Mts) de longitud, podía fácilmente
alcanzar el pecho de un hombre crucificado en la acostumbrada
cruz baja.


Aspectos Médicos de la Crucifixión

Cada herida tenía la intención de producir intensa agonía y
las causas que contribuían a la muerte eran múltiples.


La flagelación antes de la crucifixión servía para debilitar al hombre
condenado, y, si la pérdida de sangre era considerable, producir
hipertensión ortostática y aún shock hipovolémico. Cuando la
víctima era lanzada al suelo sobre sus espaldas, las heridas del
azote se reabrirían y se contaminarían con lodo. Más aun, con
cada respiración, las dolorosas heridas de las espaldas rozarían
contra la tosca madera del estípite. Como resultado de esto, la
pérdida de sangre de las espaldas continuaría probablemente
durante la crucifixión.


Con brazos extendidos, pero no tensos, las muñecas eran clavadas
al patíbulum. Se ha demostrado que los ligamentos y huesos de la
muñeca pueden soportar el peso de un cuerpo colgando de ellos,
pero no las palmas de las manos. De esta forma, los clavos eran
probablemente clavados entre el radius y los carpales o entre
las dos hileras de huesos carpales, ya sea cerca o a través del fuerte
flexor retinaculum y los varios ligamentos intercarpales. A pesar
de que un clavo en cualquiera de los dos sitios en la muñeca podría
pasar entre los elementos óseos y así no producir fractura alguna,
la posibilidad de una herida periósea dolorosa es grande.
Más aun, el clavo penetrado destruiría el largo nervio sensorial
motor. La afección de este nervio produciría tremendas descargas
de dolor en ambos brazos. Aunque la laceración del nervio
resultaría en parálisis parcial de la mano, las contracciones
isquémicas y el empalamiento de varios ligamentos por los
clavos podría provocar fuertes contracciones de la mano.





Comúnmente, los pies eran fijados al frente del estípite por
medio de un clavo de hierro clavado a través del primer o
segundo espacio intermetatarso, justo al lado de la junta
tarsometatarso. Es probable que el profundo nervio peroneo
y ramificaciones de los nervios medianos y laterales de la planta
serían heridos por el clavo. A pesar de que la flagelación producía
considerable pérdida de sangre, la crucifixión por sí misma era un
procedimiento poco sangriento, ya que ninguna de las arterias
principales, excepto tal vez la del arco de la planta, pasaban a
través de los sitios anatómicos favoritos de la transfixión.




El efecto principal de la crucifixión, aparte del tremendo dolor, era la
marcada interferencia con la respiración normal, particularmente
con la exhalación. El peso del cuerpo, jalando hacia abajo por
los brazos y hombros extendidos, tendía a fijar los músculos
intercostales en un estado de inhalación y por consiguiente
afectando la exhalación pasiva. De esta manera, la exhalación
era primariamente diafragmática, y la respiración muy leve.
Es probable que esta forma de respiración no sería suficiente y
que pronto se produciría la hipercarbia. El desarrollo de calambres
musculares o contracciones tetánicas, debido a la fatiga y la hipercarbia,
afectarían aun más la respiración.


Una exhalación adecuada requería que se incorporara el cuerpo
empujándolo hacia arriba con los pies y flexionando los codos y
aductando los hombros. Sin embargo, esta maniobra colocaría el
peso total del cuerpo en los tarsales y causaría tremendo dolor.
Más aun, la flexión de los codos causaría rotación en las muñecas
en torno a los clavos de hierro, y provocaría enorme dolor a través
de los nervios lacerados. El levantar el cuerpo rasparía dolorosamente
las espaldas contra el estípite. Los calambre musculares y la parestesia
de los brazos abiertos y doblados agregarían al malestar. Como resultado
de esto, cada esfuerzo de respiración se volvería agonizante y fatigoso,
y eventualmente llevarían a la asfixia.


La causa real de muerte por crucifixión era multifactorial y variaba en
cada caso, pero las dos causas más prominentes eran probablemente
el shock hipovolémico y asfixia por agotamiento. Otros factores
contribuyentes incluían la deshidratación, arritmia causada por tensión,
y paro cardíaco causado por congestión con rápida acumulación de
efusiones pericardias o pleurales. La crucifractura (quebrando las
piernas debajo de las rodillas), si se ejecutaba, resultaba en muerte
por asfixia en pocos minutos. La muerte por crucifixión era, en
todo el sentido de la palabra, intolerable.


La Crucifixión de Jesús

Cerca de las 9 am, luego de la flagelación y el escarnio, los soldados
romanos volvieron a poner las ropas a Jesús y le llevaron a El y a
los dos ladrones para ser crucificados. Aparentemente Jesús estaba
tan debilitado que no podía cargar el patíbulum desde el pretorio
al lugar de la crucifixión, a un tercio de milla (600 a 650 metros)
de
distancia. Simón de Cirene fue llamado a cargar la cruz de Cristo,
y el procesional se dirigió al Gólgota (o Calvario), un lugar establecido
para crucifixión.


Allí, se le removió la ropa a Jesús, con excepción de un taparrabo
de lino, de esta manera reabriéndole las heridas de azote. Luego se
le ofreció un trago de vino mezclado con hiel, pero, luego de
probarlo, lo rechazó y no quiso beber. Finalmente Jesús y los
dos ladrones fueron crucificados. El títulus fue colocado sobre
la cabeza de Jesús. No esta muy claro si Jesús fue crucificado
en una cruz tipo Tau o en una cruz latina; los descubrimientos
arqueológicos favorecen la última, y la antigua tradición
la primera. El hecho de que a Jesús más tarde se le ofreció
un trago de vinagre en una esponja colocada en una vara
de
una planta de hisopo (unas 20 pulgadas o 50 cms de largo),
fuertemente sugieren que Jesús fue crucificado en una cruz baja.


Los asistentes civiles escarnecían a Jesús durante la crucifixión,
y los soldados echaron suertes sobre sus ropas. Cristo habló siete
veces desde la cruz. Debido a que el habla ocurre durante la
exhalación, estas frases cortas deben haber sido particularmente
difíciles y dolorosas. A eso de las 3 pm del viernes, Jesús clamó a
gran voz, inclinó la cabeza y murió. Tanto los soldados como los
testigos presentes reconocieron el momento de su muerte.


Como los judíos no querían que los cuerpos permanecieran en
la cruz después del atardecer, el comienzo del día de reposo,
pidieron a Poncio Pilato que adelantara la muerte de los tres
crucificados. Los soldados quebraron las piernas de los dos
ladrones, pero cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya
estaba muerto, no le partieron las piernas. En lugar de esto,
uno de los soldados le atravesó el costado, probablemente
con una lanza de infantería, lo cual produjo un flujo repentino
de sangre y agua. Más tarde, ese mismo día, el cuerpo de Jesús
fue bajado de la cruz y colocado en una tumba.


LA MUERTE DE JESUS

Dos aspectos de la muerte de Jesús han sido causa de una gran
controversia. Uno es la naturaleza de la herida en el costado,
y el otro es la causa de muerte luego de solo varias horas en la cruz.


El evangelio de Juan describe la herida en el costado de Jesús
y enfatiza la súbita efusión de sangre y agua. Algunos autores
han interpretado la efusión de esta agua como ascites u orina,
de una perforación de la vejiga a nivel abdominal medio.
Sin embargo, el término griego (pleura) usado por Juan
claramente denota lateralidad y frecuentemente implica
las costillas. Por tanto, parece probable que la herida fue
en el torax y muy distante a la línea media abdominal.




El escepticismo en aceptar la descripción de Juan ha surgido
por la dificultad de explicar, con precisión médica, la efusión
tanto de sangre como de agua. Parte de esta dificultad se
crea al asumir que la sangre apareció primero, y luego el agua.
Sin embargo, en el griego antiguo, el orden de las palabras
generalmente denotaba prominencia y no necesariamente
secuencia en el tiempo. Por tanto, parece probable que
Juan estaba enfatizando la prominencia de la sangre en
lugar de su aparición antes del agua.


Por consiguiente, el agua probablemente representaba
fluido pleural y pericardial, y habría precedido la efusión
de sangre, siendo también menor en volumen que esta.
Tal vez, en la generación de la hipovolemia y el inminente
paro cardíaco, se habrían desarrollado efusiones pleurales
y pericardias y habrían agregado al volumen del agua aparente.
La sangre, por contraste, podría haberse originado del atrium
o ventrículo derecho, o tal vez del hemopericardium.


La muerte de Jesús luego de solo tres a seis horas en la cruz
sorprendió hasta Poncio Pilato. El hecho de que Jesús clamara
a gran voz y luego inclinara la cabeza y muriera sugiere la
posibilidad de un evento catastrófico terminal. Una explicación
popular es que Jesús murió de ruptura cardíaca. En el escenario
de
la flagelación y la crucifixión, con estados asociados de
hipovolemia, hipoxemia y un estado coagulable alterado,
se habrían formado vegetaciones trombótica no infectivas
en la válvula aórtica o mitral. Estas podrían haberse filtrado
por la circulación coronaria, produciendo así una aguda
infarción transmural del miocardio. Aunque poco común,
podría haber ocurrido una ruptura de la pared libre
ventricular en las primeras horas luego de la infarción.


Sin embargo, hay otra explicación más probable. La muerte de
Jesús pudo haberse precipitado sencillamente por su estado de
agotamiento y por la severidad de la flagelación, con su
consecuente pérdida de sangre y estado preshock. El hecho de
que El no pudo cargar su patíbulum apoya esta interpretación.
La causa real de la muerte de Jesús, así como la de otras víctimas
de crucifixión, pudo haber sido multifactorial y relacionada
primariamente a shock hipovolémico, asfixia por agotamiento,
y agudo paro cardíaco. Una arritmia cardíaca fatal pudo haber
sido la causa del evento catastrófico terminal.


Por tanto, no se puede dejar por sentado si Jesús murió de
ruptura cardíaca o falla cardiorespiratoria. Sin embargo,
el hecho a resaltar no es cómo El murió, sino si murió.
Esta claro que el peso de las evidencias históricas y médicas
indican que Jesús estaba muerto antes de producirle la herida
en su costado, y soporta el punto de vista tradicional que la
lanza clavada entre sus costillas derechas, perforó no solo el
pulmón derecho sino también el pericardio y el corazón,
asegurando así su muerte. Por consiguiente, las interpretaciones
basadas en la suposición de que Jesús no murió en la cruz parecen
estar en contraposición con los conocimientos médicos modernos.

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