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Rainiero de Pisa, Santo |
Trovador
Nació en el año 1117 en Pisa (Italia). Sus padres,
Gandulfo Scacceri, próspero comerciante, y Mingarda, perteneciente a la noble
familia de los Buzzacherini, deseosos de impartirle una educación rigurosa
a su único hijo, encomendaron su formación al sacerdote don
Enrico de San Martino. Pero Rainiero, particularmente dotado para la
música (tocaba la lira) y para el canto, prefería las
diversiones y la vagancia a los estudios.
De nada valieron
los esfuerzos de sus padres por conducirlo a un comportamiento
más cristiano, pues el joven pisano descuidó tanto las enseñanzas
de sus padres como las de don Enrico. No obstante,
a los 19 años su vida cambió. Fue crucial, para
su conversión y decisión de abrazar plenamente la fe y
vivir en extrema austeridad, su encuentro con el eremita Alberto,
establecido en el monasterio pisano de San Vito y del
cual escuchó sus consejos y lo hizo su modelo. Cuatro
años después, hacia el 1140, se embarcó rumbo a Tierra
Santa decidido a imitar fielmente a Cristo en los lugares
donde nuestro Señor había consumado su sacrificio.
Permaneció ahí por
trece años, viviendo exclusivamente de limosnas, comiendo dos veces a
la semana y exponiendo su cuerpo a grandes sacrificios. Además,
peregrinaba en repetidas ocasiones a todos los lugares santos, demorándose
de preferencia en el Calvario cerca del Santo Sepulcro, donde
recibió de un sacerdote la túnica pelosa del eremita, la
"pilurica", con la cual es representado en la iconografía.
Regresó
a Pisa en 1153, rodeado de fama de santidad por
los muchos milagros que Dios operó a través de su
mano en Tierra Santa. Fue acogido por los canónigos de
la Catedral y por el pueblo, quienes estaban al corriente
de su admirable vida. Vivió un año en calidad de
oblato en el monasterio de San Andrés, en Chinseca, y
de ahí se transfirió a San Vito, donde desarrolló una
intensa actividad apostólica con la venia del clero, predicando como
simple laico y obrando numerosas conversiones.
Tanta era su fama
de santidad que a su muerte, acaecida el 17 de
junio de 1161, fue súbitamente proclamado santo, y este día
-en el que actualmente le conmemoramos- fue declarado fiesta de
precepto.
En 1632 el Arzobispo de Pisa, el Clero local, el
Magistrado pisano, con la anuencia de la sacra Congregación de
los Ritos, eligieron a Rainiero patrono principal de la ciudad
y de la diócesis; y en 1689 fueron solemnemente colocados
sus restos sobre el altar mayor de la Catedral pisana.
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