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Ismael, Santo |
Mártir
Etimológicamente significa “Dios escucha”. Viene de la lengua hebrea.
Esta
primavera es visible donde el espíritu de misericordia aparece para
humanizar nuestro corazón por la claridad de un amor fraterno.
Y allí se enciende una hoguera.
Incluso bajo las cenizas,
una brasa continuará ardiendo.
Ismael y dos hermanos, Manuel y Savelio,
eran primaveras en su tierra porque quisieron humanizar a
los pueblos.
Eran muy conocidos en Calcedonia y Bitinia. ¿Por qué
razón?, te preguntarás.
Y es muy sencilla. Querían que Juliano el
Apóstata y el rey de Persia llegaran a un acuerdo
para que reinase la paz entre los súbditos.
Ellos, en
el hogar, habían recibido una densa y práctica formación cristiana,
al mismo tiempo que una amplia cultura.
Todo se debió, en
gran parte, a su preceptor Eunoico.
El testimonio de sus vidas
les llevó, sin querer, a verse envueltos en un acontecimiento
que dio lugar a otra dura persecución.
El templo del dios
Sol se incendió. Y, naturalmente, les echaron la culpa a
ellos.
Vinieron una serie de interrogatorios postizos, una pura farsa. Al
final de los mismos, se les entregó al martirio tal
día como hoy del año 326.
De las brasas de su
martirio por la fe en Cristo, su testimonio continuó ardiendo
por siglos y siglos.
Juliano el Apóstata no respetó los tratados
de paz, y le hizo la vida imposible a los
persas.
Al clavársele una flecha en una batalla, exclamó:"Venciste, Galileo".
Juliano el Apóstata murió en el año 363.
¡Felicidades a quien
lleve este nombre!
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