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Lorenzo Salvi, Beato |
El Misionero del Niño Jesús
Lorenzo Salvi es un hombre que
ha gastado su vida al servicio de Dios y no
se detuvo nunca por lo que mereció como apelativo "movimiento
perpetuo". Otras de sus características fueron la mansedumbre y
la humildad que aprendió en la escuela de Jesús a
niño y de la familia de Nazareth.
Todo esto se
dio cuando la suerte lo hizo nacer en Roma, en
un ambiente aristocrático, el 30 de octubre de 1782 de
Antonio y Mariana Biondi, en el palacio de los condes
de Carpegna. El padre se desempeñaba como el administrador de
esta noble familia y en aquel tiempo esto significaba casi
gozar de los privilegios de la noble familia. Apenas un
mes después de su nacimiento su madre muere, por
suerte no padece por ello un gran trauma; en efecto
esto sólo lo sabrá antes de su ordenación sacerdotal.
Desarrolla sus estudios bajo la guía de los preceptores de
los Carpegna y frecuenta el cercano Colegio Romano, donde encuentra
como compañero de escuela a S. Gaspare del Búfalo y
se convierte en discípulo del camaldolense don Mauro Cappellari, que
será Papa con el nombre de Gregorio XVI.
A
19 años se convierte en religioso y elige a los
Pasionistas, que ha conocido por la fuerte personalidad y oratoria
de S. Vicente Maria Strambi. El padre intenta retenerlo, para
ello le pide esperar todavía un año más mientras le
dice: "Por un año no me hables ni de curas,
ni de frailes". Lorenzo obedece, pero terminado el año, se
presenta puntualmente al padre y le pide:
“He obedecido, pero
ahora debes mantener tu promesa". El Sr. Antonio no puede
incumplir los pactos. Transcurre el año de noviciado en el
monte Argentaro y emite la profesión religiosa el 20 de
noviembre de 1802. Es ordenado Sacerdote en Roma el 29
de diciembre de 1805.
También le toca sufrir por
la supresión de los conventos decretada por Napoleón; durante los
años de 1811 al 1814 se refugia en el pequeño
convento de Pievetorina (Mc). Pasada la tormenta napoleónica, es elegido
como consejero provincial y como superior de varias comunidades, comprendida
la casa general de los Santos Juan y Pablo en
Roma, dónde tiene como vicario al B. Domingo Barberi. Lorenzo
es un hombre activo y contemplativo y también un óptimo
organista. Tiene los dones de la profecía y el éxtasis
durante la oración. Realiza muchos hechos prodigiosos.
Es un
misionero incansable y óptimo director espiritual. Muchos lo piden como
guía espiritual debido a su gran piedad, su celo incansable
y su prudencia. Son al menos 260 los cursos de
misiones y ejercicios espirituales conducidos por él. Agradable y siempre
buscado, prédica a toda clase de personas, desde las monjas
de clausura hasta los presos con frutos abundantes. Su palabra
es eficaz porque está acompañada del ejemplo de una vida
santa y de muchos hechos prodigiosos.
Pero su característica
principal es su tierna devoción al niño Jesús que
en Pievetorina (Mc) en el año de 1812 se le
apareció y lo curó de una grave enfermedad. Desde aquel
momento el misterio de Belén es "el más dulce y
el más suave de los misterios", este misterio se convierte
en el alma de su vida ascética y mística, de
su apostolado y de sus escritos. Con un voto particular
y con la escritura de muchos libros se empeña en
propagar esta devoción. Con la imagen del niño Jesús, que
él llama cariñosamente "mi dulce pequeño emperador”, realiza no poco
milagros. Lo bautizan "el misionero del niño Jesús". Belén, en
su decir, "es 1a primera escuela pública de todas las
virtudes". Lorenzo, hombre activo y concreto, vive y enseña la
bienaventuranza de los "pequeños" a los cuales Dios se complace
en revelar "los misterios del reino de los cielos". La
pequeña vía de la infancia "espiritual", que será después recorrida
y difundida por santa Teresa de Lisieux, es la respuesta
de Lorenzo a los desafíos culturales y sociales de su
tiempo, a los que propone otras categorías y otros parámetros.
No sin emoción todavía hoy podemos admirar algunos "Niños
Jesús" de cera construidos por él y un libro para
enseñar a construirlos escrito por él mismo. También funda la
asociación llamada la "Escuadra de la Sagrada Cuna" para quienes
publica un reglamento. Nacido cuando la Ilustración había ya ofuscado
muchas mentes, Lorenzo habla de un Dios que por amor
se viste de humanidad y que, convertido en niño, invita
a todos a caminar con sencillez de corazón.
En
el 1856, a pesar de no sentirse con fuerzas, obedece
a la invitación de los superiores de ir a Capranica
(VT) para visitar algunos enfermos que desean su bendición. Va,
pero advierte que no estará allí más que tres días.
Llega el 9 de junio de 1856; acoge a los
que lo visitan, confiesa a los penitentes, bendice a los
enfermos, conforta a los dolientes. El 12 de junio muere
por un ictus.
"Hemos perdido nuestro santo", dice la
gente conmovida mientras acaparan sus reliquias. Antes de que Lorenzo
sea reconducido al convento, quieren que su cuerpo sea llevado
en procesión por todo el pueblo; con trabajos los guardias
logran defenderlo de la excesiva devoción.
Y enterrado en
el convento de S. Ángel de Vetralla VT. Juan Pablo
II lo proclama beato el primero octubre de 1989.
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