viernes, 5 de diciembre de 2014

El ballet navideño de Tchaikovsky


El Cascanueces
El Cascanueces, una joya del ballet clásico estrenada en 1892, en el legendario teatro Mariinskii de San Petersburgo






Esta historia que se convertido en una tradición navideña en todo el mundo, forma junto con la Bella Durmiente y El Lago de los Cisnes lo que se conoce hoy en día como los ballets de Tchaikovsky.

Todos los años, las compañías de ballets más reconocidas del mundo ensayan dentro de sus repertorios las coreografías que conforman el ballet más esperado de la época decembrina: El Cascanueces. Esta obra representa para muchos un deleite artístico que conjuga una maravillosa partitura con una historia que permite soñar hasta el punto de hacer sentir niños a los espectadores.

La obra fue estrenada el 17 de diciembre de 1892, en el legendario teatro Mariinskii de San Petersburgo bajo la coreografía original de Lev Ivanov, el libro de Marius Petipa y la música de Piotr I. Tchaikovsky. Del ballet navideño que hoy se conoce hay una gran distancia del original, la coreografía de Ivanov se fue perdiendo con el pasar de los años por falta de registros o de anotaciones que conservaran los pasos que componían la obra. Lo poco que se preserva es producto de un traspaso de conocimientos entre bailarines, quienes fueron en el tiempo participando en los montajes de esta joya del ballet clásico.

La primera historia que se conoce de El Cascanueces está basada en el libro de cuentos de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, titulado: "El Cascanueces y el Rey de los ratones" (1816); sin embargo, el argumento que daría vida, años más tarde al ballet de Tchaikovsky deriva de una adaptación que Alejandro Dumas (padre) hiciera del texto de Hoffmann.

Cuando Ivan Vsevolozhsky, director de los Teatros Imperiales Rusos y Marius Petipa le encomiendan a Tchaikovsky que escriba la partitura para la pieza, éste no se mostró muy convencido ya que consideraba que el argumento del cuento de Hoffmann carecía de fuerza y de encanto como para crear un ballet; sin embargo, Vsevolozhsky y Petipa lograron convencerlo.

Paradójicamente, a lo que hubiera podido pensar el compositor ruso, El Cascanueces se convirtió en una de sus obras más expresivas, melodiosas y reconocidas por el público.

El Cascanueces y el Rey Ratón llegan a América gracias al éxodo de bailarines rusos hacia las tierras americanas, muchos de los ballets clásicos y de la época del romanticismo llegaron a nuestro continente.

El primer montaje de la pieza por una compañía de ballet profesional en Norteamérica, se le atribuye al Ballet de San Francisco en 1944 bajo la producción de Willam Christensen. Desde 1949, El Cascanueces del Ballet de San Francisco es presentado anualmente deleitando a los espectadores con un espectáculo lleno de magia y emoción.

La idea de producir este ballet no le vino sola a Christensen, dos ex-bailarines del Ballet Imperial de Rusia: Alexandra Danilova y George Balanchine, compartían la cena con él ese día, y fueron ellos quienes recordando el esplendor y la magnitud de ese ballet motivaron al coreógrafo norteamericano a crear su propia versión.


George Balanchine: un ruso que inmortalizó el Cascanueces norteamericano

La versión de George Balanchine bailado todos los años por el New York City Ballet desde 1954, marcó la diferencia con todos los demás espectáculos de este tipo debido a la introducción de efectos especiales y de luz que hacen que su producción, ideada especialmente para los niños, esté llena de ilusión y magia.

El más imponente y famoso de los efectos añadidos por este coreógrafo ruso es la transformación del árbol de Navidad de la mansión Stahlbaum durante el sueño de Clara, el cual crece de 12 a 40 pies de alto durante el primer acto y que siempre causa gritos de admiración dentro del público en cada función.

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