DE LA CARIDAD
Dos ancianos habían vivido muchísimos años juntos y nunca habían tenido ni una sola discusión. Uno de ellos dijo al otro: «Discutamos una vez, como lo hace todo el mundo». Pero su hermano le contestó: «No sé cómo se discute». El otro le dijo: «Mira, yo pongo un ladrillo entre nosotros, y digo: “Es mío”, y tú dices: “No. ¡Es mío”! Y así empieza la discusión». Pusieron en medio el ladrillo y uno de ellos dijo: «Es mío». Y el otro dijo: «No, es mío». Y el primero respondió: «Es verdad, es tuyo. Tómalo y vete». Y se separaron sin poder discutir.
(Sentencias de los Padres del Desierto)
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