martes, 25 de noviembre de 2014

¿Cómo reconocer mi ermita interior?




¿Se trata de imaginar, así no más, simplemente? No, no es exactamente eso. Pero está el "eco" de los pasos del peregrino que, dejándolo todo, halla más hondamente su bien. Para "olvidar" es necesario "aprender". En el camino más elevado nos damos cuenta que el desprendimiento no es una "anulación" sino una "superación". ¿Es posible explicar esto? Desde luego que no, ya que se trata de una experiencia profunda.
La "ausencia" se convierte en "presencia", y lo que ayer necesitábamos representar o que se nos manifestara de esta o de aquella manera, hoy lo percibimos (por decirlo así) connatural, más allá de límites y de fronteras.
El descubrimiento supone el abandono. Pero con él, de un modo inesperado, reaparece con perfiles nuevos lo que fue recibido en el tiempo, en las jornadas de nuestra peregrinación y de nuestra vida. Nada da Dios en vano. Aún lo que juzgamos como... "nada".
Persevera en la "Noche", en la Luz más plena...

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