*
«Si pretendes hallar a Dios propicio,
implora los auxilios de María;
porque es, para evitar el precipicio,
el norte más seguro que nos guía.
Es quien quebranta la cerviz al vicio,
es por quien el Señor tu gracia envía,
y, en fin, por quien dichoso el ser humano
tiene a Dios por amigo y por hermano.
Si con vehemencia la pasión te enoja,
si con rigor la tentación te oprime,
si cualquiera dolencia te congoja,
de María a las puertas llama y gime:
con fe tus males a sus pies arroja,
y a su piedad tu corazón se arrime;
que al devoto clamor de tu porfía
eco será el auxilio de María.
Si la Madre sintió llorar al Hijo,
luego previene el néctar de su pecho,
y en su regazo lo detiene fijo,
hasta que el niño queda satisfecho.
Aunque antes era esclavo, ya colijo
que me adoptas por hijo, sin despecho.
Eres mi Madre, tu piedad imploro;
dame tus pechos, porque humilde lloro».
De “Sermones de Taulero”
Reducidos a octavas reales por el P. Tomás de Magdalena
No hay comentarios:
Publicar un comentario